Conquistando a Hyoga

Día 1

-Muy bien, antes de que te lancemos al mundo del amor, te daremos las armas.- declaró Freya decididamente, mientras los cuatro se instalaban en la habitación de Erii.

-¿Armas?- Shun ladeó la cabeza, Hägen volteó los ojos.

-Quiere decir que primero te explicarán como ligar.- explicó el rubio. Shun seguía sin entender.

-Mira Shun, por lo que nos dijiste, no tienes ni idea de como hacer que alguien se enamore de ti ¿cierto?.- comenzó a decir Erii, Shun asintió adorablemente. -Así que el primer paso es que aprendas las costumbres de nuestra gente.

-¡Ya entiendo!- exclamó Shun, alegre. -Pero... ¿cómo voy a aprender todo eso?

-Con esto...- agregó Freya, con dificultad, mientras depositaba en la cama una pila de revistas que había sacado del clóset de Erii.

-Vaya... fina literatura, chicas...- bromeó Hägen, aunque el chico no pudo continuar con sus chistes, pues su celular sonó. -¡Ah, rayos!- dijo mientras veía el aparato. -Es mi mamá, tengo que irme. Creo que les dejaré la lectura a ustedes tres.

-Espera... ¿te veremos luego?- preguntó Shun.

-Sí, supongo...- miró a las amigas buscando su aprobación, estas asintieron.

-Pensábamos ir más tarde a la feria de la playa.- añadió Freya. -Nos vemos ahí, si quieres.

-Hecho. Nos vemos luego.

Después de que Hägen emprendiera la retirada, y muchas papitas y artículos después, los tres amigos terminaron de engullir todo el conocimiento sobre el amor juvenil que las revistas les concedieron.

-Todo esto es tan raro...- se quejó Shun. -Tienes que llamar su atención, pero discretamente; ser coqueta, pero no demasiado; y si te invita a salir... ¡¿tienes que decir que estás ocupada aunque estés libre!? ¡Por qué no sólo le digo lo que pienso y ya!

-Porque es un hombre, Shun... se asustan con cualquier cosa.- replicó Freya mientras comía una papa frita.

Shun suspiró, tirándose sobre la cama. -Bien... ¿ahora que sigue?

-Poner lo que aprendiste a prueba...- Erii sacó su celular. -Lo llamamos.

Shun puso los ojo como platos. -Y-y... ¡¿y qué le digo?!

-Nada... sólo llamamos y colgamos...- explicó Freya.

-¿No sería raro eso?- Shun frunció el ceño.

-¡Nah! ¡Lo hacemos todo el tiempo!- lo tranquilizó Erii. -¿Listo?- preguntó la rubia mientras se disponía a presionar el botón para llamar. Shun asintió nervioso. -Ya, está llamando.

Shun se llevó el teléfono de la chica a su oreja. Hubo un silencio sepulcral en la habitación, lo único que se podía escuchar era el sonido del celular llamando.

-¿Hola?- la voz de Hyoga erizó la piel del príncipe por completo. Lo que siguió, hizo que Erii reflexionara sobre las decisiones de vida que tomaba.

-¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!- Shun gritó alarmantemente mientras arrojaba el celular hacia el clóset de la rubia, el aparato se estampó en la puerta del mueble y aterrizó dentro del bote de basura.

Si la llamada se cortó, o Hyoga colgó, fue un verdadero misterio, pues el celular no pudo reaccionar ya nunca más.

-¡Mi celular!- aulló la muchacha mientras corría a ver el estado de su teléfono. Freya reía a carcajadas mientras se detenía el estómago y Shun estaba más que emocionado, claramente no tenía idea de que la llamada había sido un completo desastre.

-¡Fue increíble! ¡Otra vez!- exclamó el príncipe.

Les tomó un rato consolar a Erii por la pérdida de su aparato, pero el chip estaba intacto y el tío Aphrodite no era pobre, así que la situación estaba cubierta.

El siguiente paso en el plan de las chicas era hacer una visita "discreta" y "casual" a la morada del salvavidas.




-Aún no puedo creer que hayas matado a mi celular...- se lamentaba Erii mientras pedaleaba en su bicicleta hasta la casa de Hyoga; Freya iba a su lado, en su propia bicicleta con Shun sentado en el manubrio, era una ventaja que fuera tan esbelto y ligero.

-Ay ya, tu tío te comprará otro.- le reprochó Freya.

-Sí, después de aniquilarme...

-Es por aquí.- indicó Freya, cambiando de tema.

-¿Qué pasa si nos ve y pregunta que qué hacemos aquí?- preguntó Shun, un poco alarmado y nervioso.

-¡Es un país libre! Decimos que veníamos de paso, una mera coincidencia.- le aseguró Erii.

-Sí, no tiene qué saber que sabemos su dirección.- le siguió Freya.

Los amigos pasaron frente a la casa del salvavidas, con enormes sonrisas en sus rostros y ojos brillantes de ilusión. La ventana principal estaba abierta, con las cortinas corridas, Hyoga se encontraba en medio de la habitación haciendo una serie de abdominales, por lo que las amigas y el príncipe lograron verlo, pero él a ellos no.

Las amigas se pasearon una y otra vez por la calle del susodicho sin éxito alguno. Pero después de unos minutos, el rubio por fin terminó de ejercitar su atlético y definido cuerpo y se posó frente a la ventana. Cómo quien no quiere la cosa, Erii tocó la campanita de su bicicleta, haciendo que Hyoga dirigiera su mirada hacia la calle.

El salvavidas observó a las amigas con sus sonrisas vivarachas, pero su mirada se enfocó en el chico extraño que había conocido más temprano. Al ver que los tres amigos parecían estar pasándola de maravilla, no pudo evitar esbozar una atractiva sonrisa, e inconscientemente saludó al trío con la mano.

En ese momento, la cara de Shun se iluminó con emoción; y en su éxtasis, apretó de más el manubrio de la bicicleta, presionando el freno del vehículo.

-¡Shun! ¡No!- le gritó Freya, consciente de lo que sucedería.

La bicicleta se detuvo abruptamente, Freya logró poner sus pies en la acera para evitar que ella y el vehículo cayeran, pero el joven tritón no tuvo tanta suerte, pues el enfrenón de la bici lo lanzó violentamente al suelo.

Hyoga, quien observó toda la patética escena desde su ventana, no dudó en apresurarse a salir a ver al herido ¿acaso eran sus instintos de salvavidas? ¿O realmente aquel muchacho había despertado algo en él?

Erii intentó acercarse a ayudar a Shun, pero en el momento en el que vio que Hyoga se dirigía hacia ellos, decidió dejarlo en el suelo.

-¿Te hiciste daño?- preguntó el rubio al joven príncipe.

Las chicas le indicaron a Shun con la mirada que se mantuviera tranquilo y "casual".

-S-Sí... todo bien...- el tritón esbozó una tímida sonrisa mientras sus mejillas se ruborizaban, Hyoga le respondió con otra sonrisa. -N-no sabíamos que esta era tu calle...- se apresuró a aclarar el peliverde, sólo por si acaso. Al escuchar lo último Hyoga soltó una risita, el chico era un poco atolondrado, pero le parecía adorable.

-Ven, te ayudo.- el salvavidas le tendió la mano a Shun para ayudarlo a levantarse del suelo, pero este último dejó salir un pequeño gemido de dolor. -Espera, déjame ver...- comenzó a decir el rubio mientras observaba un raspón en la rodilla del peliverde. -¿Puedo?- preguntó antes de tocar la herida; el príncipe asintió.

-¡Ouch!

-Tranquilo, es sólo un raspón, con un poco de agua fría...

-¡NOOO!- las amigas y el joven tritón gritaron al unísono cuando escucharon la sugerencia del salvavidas. Este se quedó confundido.

-Hey... tranquilas, no pasa nada. Entonces ya se que podemos hacer.- Hyoga sacó su billetera y de ella un pequeño curita, que puso delicadamente sobre la rodilla de Shun.

-Listo, como nuevo...- ambos se quedaron en silencio, simplemente contemplándose.

-G-Gracias...- Shun rompió el silencio. Hyoga le ayudó a terminar de ponerse de pie, el príncipe sintió que el corazón le dio un vuelco cuando entró en contacto con el salvavidas.

Hyoga estaba a punto de decirle algo cuando fue interrumpido.

-¡Hyoga!- Ami Mizuno llamaba al rubio desde el interior de un auto convertible. Dentro del coche venían el resto de las amigas de la peliazul. -Estoy lista para mi lección del día de hoy- dijo con un tono seductor en su voz. Hyoga la saludó a la distancia.

-Déjame ir por mis llaves, Ami.- le respondió, y luego se dirigió a Shun, presionando ligeramente su hombro. -Cuídate ¿sí?- Shun asintió torpemente.

-¿Quién es ella?- preguntó Shun a sus amigas cuando terminó de despedirse de Hyoga.

-Ami y su séquito...- respondió Erii con cierta molestia en su voz.

-¡Hey! ¿Quién es su nuevo amigo?- preguntó Minako desdel el auto al par de amigas, interrumpiendo la conversación.

-Ignóralas...- bufó Freya. Pero fue ella quien fue ignorada, pues Shun se dirigió hacia el auto.

-Hola, soy Shun, prínci...mpfmmmpf...- antes de que pudiera completar su frase, Erii le tapó la boca con la mano.

-Es mi primo...- alegó la chica, nada convincente. Shun se safó del agarre de la chica, claramente molesto.

-¿Y tú eres...?

-Ami- respondió la peliazul, analizando a Shun de pies a cabeza.

-Bueno, Ami. Un placer.

-Ya tenemos que irnos- agregó Freya, jalando a Shun del brazo.

-¡Hasta luego, bobas!- respondió Rei, otra de las amigas de Ami.




Más entrada la tarde, el trío se reunió con Hägen en la feria de la playa.

-¿Cuál es el plan, señoritas?- preguntó el rubio mientras se reunía con ellas cerca de un puesto de hot dogs.

-Primero hay que encontrar a Hyoga, y luego... ni idea...- replicó Freya.

-Está en el mini-basketball- afirmó Hägen.

-¿Y tú cómo lo sabes?- inquirió Freya.

-Porque escuché gritar a Seiya: "¡Vimis il bisquitbil chiquis!"- imitó el chico.

Efectivamente, Hyoga y sus amigos estaban probando su suerte y puntería en el mini-basketball.

-Hay que hacer el primer contacto...- murmuró Erii.

-¡No, boba! Pareceremos deseperadas, hay que dejar que él se acerque primero.- confrontó Freya.

-Él apenas nos nota, te mudarás a Australia antes de que Hyoga haga el primer movimiento... Hägen- el chico volteó al llamado de Erii. -Tú eres un chico ¿cómo quisieras que una chica se te acercara?

Antes de que Hägen pudiera responder, Shun lo interrumpió.

-Podemos usar uno de los consejos de sus manuscritos...- mencionó el tritón, refiriéndose a las revistas de antes. -Pasamos junto a él, riendo casualmente.

-¡Bien pensado!- exclamó Freya, Hägen volteó los ojos.

Las amigas se pusieron una a cada lado de Shun, mientras Hägen caminaba patosamente detrás de ellos. Cuando estuvieron exactamente atrás del salvavidas, los tres amigos estallaron en una carcajada de la nada, haciendo saltar a Hägen del susto.

Los amigos se estacionaron cerca de donde Hyoga y sus amigos se encontraban, esperando ver la reacción del rubio, este ni se inmutó.

-Rayos... no funcionó- Erii lucía decepcionada.

-Porque no sólo...

-¡Lo tengo!- Freya cortó abruptamente a Hägen. -Elevar y alejar...- Shun ladeó la cabeza. -Eleva su ego y aléjate.- explicó la rubia.

Shun se dirigió decididamente hacia Hyoga.

-¡Hola Hyoga!- dijo el peliverde, tocando suavemente el hombro del rubio. -¡Qué gran tiro! ¡Bye!- Shun salió huyendo hacia donde se encontraban sus amigas.

Las chicas, que vieron todo a la distancia, dejaron salir sonidos de derrota.

-¿¡Qué rayos?!- se quejó Freya. -No lo elevó lo suficiente.

-¡¿Por qué demonios no sólo se acercan al güero ese como si fuera cualquier otra persona?!- explotó Hägen, cansado de ser ignorado.

-¿Qué acaso no sabes ligar?- le reclamó Freya. -Dime, amigo ¿te ha funcionado ese método?

Hägen no respondió, efectivamente había tratado a Freya como a cualquier otra "amiga" y hasta el momento no le había dado frutos esa táctica.

Shun regresó, nervioso y rojo cuál tomate. -¿Cómo lo hice?- Erii sólo se limitó a sonreír, mientras le dejaba a Freya la labor de decirle a Shun que había fracasado.

-Pues... Shun... es qué...

-Wow... ammmm... ¿chicas?

-No interrumpas, Hägen...

-No, es que... Hyoga esta volteando para acá...

Los tres pares de ojos se posaron sobre el salvavidas, en total asombro.

-¿¡Qué les pasa!?- Hägen jaló a Shun del hombro para hacerlo girar. -¡No se queden mirando! ¡Voltéense!- las chicas obedecieron, nadie supo cómo, pero de repente Hägen tomó el control de la situación.

-Ahora, hagan como que platicamos...

-Estamos platicando, genio- le reprochó Freya.

-Calla. Ahora, Shun, voltea discretamente.- el príncipe hizo caso; Hyoga volvió a voltear, no porque le llamara la atención el peliverde, sino porque aquel grupo estaba actuando más raro de lo usual. Cuando la mirada del rubio y del tritón se encontaron, Hägen le volvió a pedir a Shun que se girara.

-Ahora juega con tu cabello- Shun comenzó a tocar su cabello de una forma bastante chistosa. -Agítalo y muévelo...- agregó Hägen. El príncipe comenzó a mover la cabeza bruscamente de lado a lado, haciendo volar sus suaves cabellos verdes.

Hyoga volvió a centrar su atención en el grupo de amigos, soltando una risita.

-Ahora ¡para!- el príncipe pasó de los violentos movimientos a quedar completamente inmóvil en un segundo.

Hyoga terminó su juego, reclamó su premio y se acercó hacia el gracioso grupo. Tal vez no habían causado la impresión que querían, pero al menos habían logrado captar su atención.

-No sabía que te vería por aquí...- le dijo Hyoga a Shun, a modo de saludo. -Qué agradable sorpresa.- Shun sonrió. Las amigas y Hägen se alejaron lentamente de la pareja para dejarlos a solas, auqnue no demasiado, para poder vigilarlos.

-¡Hey, Hyoga!- Seiya y Shiryu llamaron a su amigo. -¡Vamos a las tazas que giran!

-Los alcanzo luego- les respondió el rubio. -Estaré con Shun un rato.

El par se quedó callado por unos momentos, hasta que Hyoga decidió iniciar la conversación.

-Ammmm... para ti...- dijo, ofreciéndole el premio que había ganado en el juego anterior: un patito inflable.

-¡Gracias!- a Shun se le iluminaron los ojos.

A la distancia, al par de amigas se les derritió el corazón al ver el detalle del salvavidas.

Después de un rato de conversación trivial, Shun quedó hipnotizado por un curioso objeto, rosado y pachoncito: algodón de azúcar.
Hyoga intentó decifrar que tenía a su acompañante tan absorto, cuando lo notó, no pudo evitar sonreír; el sujeto era adorable en demasía.

-¿Quieres uno?- le preguntó, Shun asintió felizmente.

-Me da uno, por favor.- indicó Hyoga al vendedor mientras sacaba su billetera, el príncipe quedó encantado al ver como el dulce giraba mil veces alrededor del palito de madera hasta formarse una enorme nube rosada. Cuando le entregaron la bola esponjosa, Shun la recibió con gran ilusión, pero no la disfrutó del modo convencional, sino que comenzó a acariciar el dulce y sentir su esponjosa suavidad con su impoluto rostro.

Hyoga lo miró extraño, pero divertido, mientras el séquito de Shun hacía señas mientras intentaba lanzar indirectas para sacar al joven tritón de aquella graciosa, no obstante vergonzosa, situación.

-¡Adoro COMER algodón de azúcar!- gritó Erii al aire, ganándose un par de miradas desconcertadas de algunas personas que pasaban.

Tal comentario no pasó desapercibido para Shun, y miró a su amiga para confirmar que lo que había escuchado era la pura verdad. La chica asintió, animándolo a quitarle un pedazo al dulce pachón.

El joven tritón, aún no muy convencido, le quitó un cachito a su algodón de azúcar, que se desprendió casi instantáneamente.

-¡Mmmmm!- saboreó el príncipe. -¡Se deshace en tu boca!

-¿Nunca habías comido uno?- preguntó Hyoga, mientras le quitaba un trozo al dulce, aún con una sonrisa en su cara. Shun negó divertido.

Mientras el peliverde estaba inmerso en su fofo manjar, el salvavidas llevó su mano instintivamente hacia su cabeza, sacudiendo sutilmente su rubia cabellera.

-¡Oh!- Freya apretó el brazo de Erii. -¡Sacudir!

Mientras las chicas tenían una especie de déjà vu, aunque menos deprimente esta vez, observaban a la expectativa los movimientos del rubio salvavidas.

Hyoga casualmente levantó su brazo derecho, las amigas temblaban de la emoción, Hägen rodaba su ojos y Shun seguía engullendo su algodón de azúcar.

-¡Estirar!- Erii dejó salir un chillido agudo.

Finalmente, el atractivo salvavidas terminó de flexionar su brazo, una posición un tanto incómoda y extraña, dado el lugar donde se encontraban, pero ni a Shun ni a nadie pareció importarles.

-¡¡¡FLEXIONAAAAAAAAAAAAR!!!- Freya soltó tal alarido que asustó nuevamente a Hägen y a varias personas a su alrededor.

-Le gusta...- suspiró Erii, llevándose una mano al pecho.

Hyoga se quedó en aquella postura unos segundos, sonriendo como idiota, como si esperara alguna respuesta de su pareja; este último, aunque le hubiera prestado atención a los ademanes del salvavidas, no habría tenido la menor idea de lo que pretendía con ellos.

-¿Qué es eso?- Shun señaló en dirección a un lago cercano, sacando al rubio de su trance. -¿Bicis de agua?- preguntó, refiriéndose a unas lanchas de pedales que flotaban en el lago.

-¿Nunca has subido a una lancha?- inquirió Hyoga. El príncipe negó con la cabeza. -¡Entonces vamos a dar un paseo!- el salvavidas jaló a Shun del brazo. No estaba seguro de cuando había pasado de simplemente ser amable con el chico a estar realmente emocionado de pasar tiempo con él.




Hyoga y Shun estaban en medio del lago, pedaleando lentamente. El grupo de Shun seguía espiándolos de lejos; y cómo ya habían tardado demasiado, Hägen, a insistencias de Freya, les invitó un helado.

-Entonces... ¿vienes de muy lejos?- preguntó Hyoga.

-Ammm... s-sí... algo...- respondió Shun, sin dar muchos detalles. -Pero sólo me quedaré poco tiempo, mi padre me obligará a regresar a casa lo más pronto posible.

-Argh, lo sé.- se quejó el rubio. -El mío me presiona para ir a la universidad el próximo otoño. Pero yo... es que... ¿acaso no sientes qué el mundo está lleno cosas que no conoces? Y hay tantas cosas que quiero hacer antes de tener una carrera o algo por el estilo...

-Te entiendo perfectamente...- ambos se quedaron mirándose el uno al otro por un rato.

-¿Qué harías?- Shun rompió el silencio. -¿A dónde irías si no tuvieras que ir a la universidad?

-Fácil, Fiji. ¿Has estado ahí?

-¡Sí! Un par de veces. De pinta con unos amigos.

Ambos rieron. Al la distancia, Ami observaba como ambos chicos pasaban un buen rato, no le gustaba lo que veía.

La pareja estaba tan entretenida en la plática que perdieron la noción del tiempo. El atardecer se estaba haciendo presente, pronto caería la noche.

-Oye, Erii... siento que olvidamos algo importante...- dijo Freya, enfocada en el paisaje.

-¡Oh no! ¡El atardecer!- gritó Erii.

-¿Qué hay con él?- preguntó Hägen, confundido.

-Un poco de agua o luz de luna... ¡se volverá un pez enfrente de Hyoga si no lo sacamos de ahí ahora!- exclamó Freya.

Los tres corrieron despavoridos hacia el lago, gritando frenéticamente el nombre de Shun.

-¡Shun! ¡Está atardeciendo!- el joven dirigió su mirada al horizonte, para confirmar lo que sus amigos le decían.

-¿Qué sucede?- preguntó Hyoga, algo preocupado por el cambio en la mirada de Shun.

-Está atardeciendo...- continuó el tritón, algo asustado.

-Así es...- respondió Hyoga, con un tono seductor en su voz, ciertamente era el momento del día donde las cosas se ponían más románticas.

-¡Tengo que irme!- chilló Shun, comenzando a pedalear como loco.

-Oh, claro...- Hyoga apartó de su mente todos los pensamientos de llevar la velada a otro nivel y comenzó a pedalear con la misma rapidez que Shun; pero fue inútil, el peliverde pedaleaba tan rápido que su pie jamás pudo alcanzar el pedal.




-¡Tiene que ayudarnos!- gritaron las rubias amigas a un sujeto, probablemente el encargado de las lanchas, quien se encontraba muy campante a lado del resto de los vehículos amontonados en la orilla del lago.

-¡Nuestro amigo debe salir ahora!- vociferó Hägen. El tipo ni se inmutó.

-E-Es que... ¡Está enfermo!- mintió Freya. El hombre aún no estaba convencido.

-Tiene... ¡Asma!

-¡Esclerosis!

-¡Epilepsia!- los tres lanzaron sus mentiras al mismo tiempo; haciendo incomprensible, y para nada creíble, lo que aseguraban. -Sí...- continuó Erii, reconociendo que no engañaban a nadie.

-¡¡¡SÍ!!!- volvieron a gritar los tres, obligando al tipo a movilizarse, no porque les creyera, más bien por les tenía miedo.




-¡Nos dirigimos al océano!- exclamó Shun, desesperado.

-De acuerdo... ammm... tranquilo, ya casi llegamos a la orilla... ¿por qué no me cuentas algo? Lo que sea.- el salvavidas intentó distraer a su acompañante. -Ammm... ¿qué harás mañana en la tarde?

Shun recordó que debía responder que "estaba ocupado" aunque no fuera así, pero en la conmoción, mandó a volar todo lo que había leído en las revistas.

-Nada... ¿por qué?

-Habrá una fiesta en la playa, la organiza el comité del resort... rayos Shun, sí que tienes prisa...- al rubio se le dificultaba mantener la conversación al mismo tiempo que pedaleaba. -Podemos ir juntos si quieres...

Por un instante, Shun olvidó que debía salir de ahí cuanto antes, estaba apunto de responder cuando su lancha chocó con el resto, que estaban estacionadas en la orilla del lago.

El hombre al que Freya, Erii y Hägen hostigaron, le tendió la mano a Shun, obligándolo a salir de ahí.

-¡Me encantaría!- gritó el peliverde mientras se reunía con sus amigos, dejando a Hyoga abandonado en la lancha. -¡Gracias! ¡Fue divertido!- exclamó mientras se despedía con la mano en la que sostenía a su patito inflable.

El salvavidas sólo le respondió con la mano, normalmente no sabía la mitad de lo que ocurría cuando se trataba de Shun, pero en aquellos momentos, estaba más que perdido con lo que acbaba de suceder.

Los amigos salieron despavoridos de la feria sin rumbo alguno. Ami, quien los había estado observando, aprovechó la retirada del peliverde y se acercó a Hyoga.

-¡Hola Hyoga! ¿Dónde te habías metido? Seiya y Shiryu te han estado buscando.

-Hola Ami, sólo andaba por ahí- respondió, mientras salía de su lancha y se dirigía hasta la orilla.

-¿Paseamos por un rato?

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