PARTE 36. Frialdad

Rei se encontraba empujando a Rin contra la pared. El coraje estaba siendo más que la propia cordura en el joven.

—Mierda, llegué justo.

Ambos chicos escuchan esa voz conocida, quedando tiesos. Podían escuchar la respiración entrecortada y cansada del mayor. Rin chasqueó la lengua molesto, empujó a Rei al suelo pero Maná lo agarró al vuelo.

La mirada serial que Maná daba hizo que Rei prefiriera quedar en silencio.

—No te entrometas en donde no te llamen, afeminado de cuarta. —sisea Rin, tan molesto por el arrebato de Rei.

—Tantas cosas que decir podría tener, pero no desperdiciaré mi tiempo con un pelirrojo iluso. —expresó taciturno Maná sin ningun pelo en la lengua— No se volverá a repetir, expondré esto con sus padres, por favor discupenos.

Y tras eso, Rei fue llevado por su sempai lejos del pelirrojo. Pero el amigo de la infancia tuvo el descaso de arrojar su zapato contra Maná.

—¡No tienes derecho a decirme que hacer! Métete en tus asuntos —exclamo tan molesto.

El zapato fue a parar justo al rostro de Maná y seguido cayó por último sobre la cabeza de Rei. El silencio tenso llegó y ambos chicos supieron el cambio de ambiente que precedió.

Rei casi cae al suelo por la inesperada ausencia del agarre del mayor. En un momento que dejó sin palabras a ambos chicos, este se encontraba a pasos agigantados y a un centímetro del pelirrojo. Quedando este más pálido que de costumbre.

—Te denunciaré por daño físico. Una más hacia mi persona, y tu sueño de ser nadador se irá al tacho de basura. —contesta entredientes, casi con una mirada tan gelida que hizo estremecer al pelirrojo— Mi cordialidad a ti, hoy rebasó mi paciencia.

Y sin más, le dio el zapato al dueño. Y la mirada no cambió en ningún momento.

—Rei, muevete o te romperé tus brazos.

La forma tan malhumorada de Mana, hizo que temblara de miedo, acatando sin decir peros a su sempai.

—¡S-si, sempai!

Ambos fueron alejandose del Instituto Samezuka, dejando totalmente nervioso al pelirrojo. Blasfemando solo.

[...]

Mana aún cuando estuviera de mal humor, tuvo el gesto de dejar a Rei sano y salvo en su hogar. Sin embargo, el silencio y desinteres arrebatador era el peor castigo que uno podía sentir por parte de ese ojidorado.

Rei una vez cerró su puerta, pudo volver a respirar. Pero se apresuró a llegar a su habitación para enviar un mensaje a Haruka:

No pasaron muchos minutos, en el que Haruka le respondió al mensaje.




Y fue en ese momento, en el que Rei se sintió culpable. Evitó contestar de más, solo con lo único que sabía, diciendo:

Y sin más, Rei sintió que ya no podía mas con tener el celular en mano. Necesitaba una ducha, poder ordenar sus pensamientos, sus problemas y lo que debería hacer mañana para conseguir la paz con su sempai.

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