PARTE 22: Tensión Sexual

Al día siguiente, dando como viernes de últimas horas, equivalendo que sábado y domingo les quedaba para descansar y solo eso, los chicos fueron a prepararse cada uno mentalmente para el torneo. Después de todo había pasado mucho tiempo de aquello tiempos.

Sin embargo, Haruka se encontraba especialmente curioso, hoy conocería el lugar en donde vivía el ojidorado. Debido la noche anterior este se había quedado en su casa, mientras que el sueño los venció. Aunque luego se sintió estafado al comprobar que Maná sólo se hacía del dormido, debido a que los vampiros ya estando muertos no podían ni llorar ni dormir, no estaban vivos para cosas tan banales de humanos.

Aunque aún no le terminaba por cerrar esa condición, debido a que en ciertas ocasiones lo había visto sonrojada. O percibiendo una temperatura templada provenir del ojidorado. Habían lagunas que ni siquiera el encontraba respuestas, pero sabía que con el tiempo las sabría, si de verdad era necesario.

[...]

Habían tenido que tomar el metro, al parecer era un poco lejano del que podía creer, aunque no le sorprendió mucho entender que era por zona residencial mayoritaria, debido al carácter y educación que el mayor portada, daba un aire de estar bien en economía. Pero se sorprendo que la zona donde viviera tuvieran tantas murallas que individualizaran las casas, logrando a consecuencia de la caminata, llegarán en la tarde a la casa del ojidorado.

Haruka se sorprende que fuera de dos pisos para solo una persona, sin embargo, nota cierto parecido con la anterior en la que se alojaron en las vacaciones, parecía que Maná tuviera cierto capricho a tener áticos, al pasar por la verja negra y verlo abrir la puerta de su domicilio tan relajado se sintió por momentos reflejados.

Aunque las diferencias estaban allí, él tenía unos padres que se pasaban viajando por el mundo en libertad, mientras que por su lado se quedaba en casa cerca del mar, y sus pensamientos.

—Bienvenido a mi casa, Haru, donde también puedes venir a buscar refugio.

El lugar era bastante cálido, con buenoa muebles, algo desordenado pero se notaba que sólo el vivía. Aunque habían algunos cuadros en el que salía el con personas que no conocía y no eran para nada del país mismo, verificando que realmente Buruki Maná no era del país, mas bien era un extranjero.

—Es cálida, me gusta.

Sus palabras eran sinceras mientras se sentaba en uno de los sillones, con cuidado, mientras lo veía danzar por la cocina de concepto abierto con la sala.

—La esposa de mi padre adoptivo lo decoró acuerdo a mis gustos, menos mal que fue por que perdió una apuesta conmigo, sino... Uff verías todo rosa y femenino el lugar, y eso realmente sería cáncer para los ojos. —dice más tranquilo, con una mirada ligeramente animada, confortando su ánimo.

Haruka empezaba a notar como poco a poco, el ojidorado le tomaba confianza, compartía más palabras con él, y estaba seguro que le dirían que era más conversador que el mismo. Pero la verdad era que sólo reserva sus explicaciones cuando realmente le fueran expresamente necesarias.

—Te hubiera gustado tener más decoración de tu gusto, ¿verdad? —comentó mientras notaba cómo le acercaba un vaso con jugo de uva.

Mientras que por su contrario, tomaba algo en un termo conservante.

—Exactamente, pero según los consejos de esa mujer, no eran tan agradables tener todo del color moco o del color de mar, ya que mi personalidad no se caracteriza por esos colores, sino más por este ambiente. —añade Maná dándole la razón.

Sintiendo como su corazón es abrazado por su sentimiento de felicidad al haber acertado en su hipótesis.

—¿Entonces eres cálido, hogareño y adaptable? —se aventuró a preguntar, mientras desvia la mirada al tomar la bebida que sin duda era deliciosa.

—Vaya. —la sorpresa que presentó sin duda le dio más curiosidad— diste en el punto mismo.

—Eso... tambien explicaría su cálido tacto en las mañanas, supongo—dijo Haruka observándolo de reojo, notando como las comisuras del mayor se alzaban para arriba.

En un pestañeo, ya se encontraba con el mentón en la mano de Maná, quien lo había tomado con delicadeza, logrando que se miren a los ojos. Aún más que tragar a saliva, sintiendo como su garganta se secaba por más de haber ingerido algo líquido hace segundos.

—Eres demasiado astuto, me haces sentir muy querido al tener más dudas de mi y preguntar de frente. Literalmente, me enloquece, Haruka. —murmura con voz ronca el ojidorado contra el ojiceleste, mientras su pulgar acaricia los labios cercanos.

Haruka percibe cierta presión al respirar, sentirlo tan cerca repentinamente, esa mirada intensa conectada con el suyo, y más aún sentirse demasiado cómodo con esa interacción lo hacía quedar totalmente obnubilado.

—¿M-me he equivocado? —intentó hablar pero no salió tan seguro, por algún motivo su respiración era corta.

—Está en la punta de tu lengua la acertividad, pero te sacaré de la duda. —dice Maná acercándose al oído del adverso, mientras que los vellos de la piel—tengo un don, la adaptabilidad. Puedo tomar el aspecto humano durante un determinado tiempo, su calidez y humanidad, pero esto desaparece apenas la noche llega. Mi corazón simula estar latiendo pero realmente ha estado muerto hace tiempo. Por lo que calidez que has dicho he de suponer que fue más por mí trato hacia ti, y a los que tengo confianza, si es por ese punto, si has acertado.

Las palabras tan suaves, dulces, y tranquilas que iba susurrando a su oído le daban una sensación de confort al notar que era sincero, sin embargo, su piel se eriza más del mismo encanto por sentir su aliento. Su cercanía y su aroma a mar salado y melon.

HARUKA: Tu perfume... —de sus labios un tono ronco y rasposo sale, sorprendiendolo que no haya sido ni capaz de seguir con la palabra porque sus labios enmudecen pero sus pensamientos siguen diciendo: «me gusta», sintiendo el calor subir a sus mejillas y expandirse por su cuerpo.—¿q-que me está... pasando?

El ojidorado traga saliva al sentir la tensión sexual crecer entre ambos, mentiría si la voz ronca y que siquiera siendo un humano le pudiera dar un aroma a su ser vampirico, que para muchos era más olor a muerto pero al parecer tenían gustos similares el aroma al mar y caballas era sin duda un deleite para si mismo, su ereccion dudaba que fuera fácil de bajar, al menos esta vez.

—Se le llama tensión sexual, Haru.

Haruka abre los ojos al escucharlo, mas sorprendido por la respuesta que por lo que sus brazos hacen, debido a que lo atrajo hacia él, a su ojidorado.

—M-me gusta sentirlo...—admite con un notorio sonrojo repasando su lengua sobre sus labios al mirar a Maná.

—Pero solo contigo—termina diciendo el ojidorado, con voz ronca pasa su lengua por el lóbulo del lado izquierdo.

Haruka suelta una exhalación nerviosa, y más al sentir como su pantalón tironea en cierta tensión. Cierra los ojos, su corazón estaba seguro que se escuchaba por toda la habitación de lo ansioso y la necesidad de sentir más. Nunca se sintió tan atraído sexualmente por nadie, ni siquiera era común la ereccion matutina en él debido a sus baños diarios en agua fría. Pero esto era más de lo que podía creer o esperar de sí mismo.

Ambos parecían metidos en una burbuja, abrazados por un calor que parecía cegar su conciencia. Porque no supo bien ni como ni cuando pudo dejar bajo suyo en el sillón verde al ojidorado, que lo miraba extasiado y con mucha sorpresa, incapaz de siquiera formular alguna palabra.

—Acepto que mis preguntas fueron las responsables... Pero... No estamos en condiciones de dejar mal a nuestros cuerpos. —admitió un muy ruborizado Haruka, mientras se acercaba con un instinto activo hacia el cuello del contrario, apegando sus cuerpos pero el jadeo de ambos rompió su concentración al tener la fricción entre ambas entrepierna.

—N-no haré nada, aún no sé moderar mi fuerza, te puedo lastimar Haruka. —tartamudea Maná al notar cada vez la pesadez caliente del ambiente.

—Entonces no te muevas. Lo haré yo.

Las palabras seguras de Haruka fueron el paso al temblor directo del ojidorado que curvó la espalda al sentir la palma de la mano masculina, grande y timidamente acaricia su ereccion. Sus músculos del vientre y brazos se tensan ante el placer desmesurado que pudo concebir en tortura directa a su abstinencia.

—H-haru... —su voz ronca y chirriando entre dientes encendió el deseo, diversión en la mirada celeste.

—Disfruta. Te lo mereces, Buruna —añadió Haruka al deslizar el buzo negro de tela, y boxer hacia abajo liberando la pequeña ereccion de no más de doce y pico. Húmedo y palpitando.

El jadeo nervioso y la sensación de estar haciendo bien las cosas incentiva a Haruka a seguir haciéndolo, no había notado ni con la mirada de odio ni cristalizada, así que suponía que iba bien. Por lo que intentando regular su respiración lo tomó en manos confirmando sus sospechas de la humedad, pero por algún motivo también tímidamente se posicionó entre las piernas del mayor y empezó a hacer fricción justo bajo el miembro, notando enseguida que la calidez y humedad no tardaron en llegar.

—Mierda... Haru, me vas mgh...

—Eres hermosa, tus facciones y expresiones me gustan mas... Ahora—admite con una suave sonrisa mientras besa el cuello desnudo del mayor.

Sin duda alguna, Buruki Maná se sentía como en un sueño, aunque los vampiros no podían soñar y esto realmente le estaba pasando. Sus cejas se movían nerviosos y sus labios entreabiertos, demostraban su disfrute.

¿Quien pensaría que se dejaría pasivo ante un humano? Y que este fuera su pareja eterna? No sabía siquiera si estaba bien dejar que lo hiciera por impulso o lo que fuera que le haya picado a Haruka Nanase para que estuvieran en esta posición.

La vida daba tantos giros inesperados. Y lo vio cuando ambos terminaron embarrados, no sabía en qué momento su menor y compañero de vida se había librado de su ropa, pero se sintió bendecido por los dioses al ver el cuerpo tan natural y varonil.

Definitivamente podría dejarse matar las veces que quisiera, y no le daba pena que fuera Haruka Nanase el culpable.

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