Noche de viernes Parte 4
Notas:
¡Hola! Ustedes que no dejan morir a noche de viernes uvu jajajajaja.En el capitulo anterior leí en varios comentarios que querían saber que había pasado finalmente con Camus y Milo o que se traía entre manos saga y/o Aioria. Bueno, borré el "Fin " del capítulo anterior y quise resolver sus dudas con un ultimo capitulo (que finalmente lo dividí en dos para que no se tan extenso de leer.) por lo tanto quedaron en 5 partes.bueno, nos leemos abajo! <3
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Cuatro días eran los que habían pasado desde aquel extraño incidente ocurrido en el templo de virgo. Tiempo que parecieron una eternidad pero que Mu había obedecido estrictamente, justo como lo había ordenado su maestro; incluso le había concedido un día extra solamente para no parecer desesperado en verle.
Esa misma tarde se cumpliría el plazo, por lo que tenía intenciones de ir a visitar a Shaka a su templo llevándole el té que tanto le gustaba que él preparara. No estaba de más decir que se sentía ansioso, ya que tenían pendiente una densa -y por qué no- vergonzosa conversación.
Cuando llegó la hora, sonrió y se dirigió a su pupilo para dejarle instrucciones para aquella tarde, solamente para evitar preocuparse de lo que pudiera hacer en su ausencia.
Al salir de su templo estaba con un gran optimismo y confianza en sí mismo, pero la confianza fue desapareciendo a medida que subía cada escalón ¿qué le diría a Shaka? ¿Perdóname? ¿No era mi intención someterte de esa forma, pero no recuerdo casi nada? Se le caía la cara de la vergüenza de solo imaginarlo, pero como ya tenía cierta experticia en mantener la calma y exteriorizar serenidad, no le costó nada disimularlo.
Agradeció internamente que Aldebarán no estuviera en su templo, pero no corrió la misma suerte con géminis. Se sorprendió al ver al gemelo sentado en las escaleras a la entrada de su templo, casi como si lo estuviera esperando. Era extraño toparse con aquella escena, ya que a Saga solían verle más enclaustrado que al aire libre.
Apenas llegó a su altura le dedicó una cálida sonrisa, siendo devuelta una igual en respuesta.
— ¿Fin de la orden de alejamiento?—Trato de sonar divertido, pero en vez de causar gracia en el Aries hizo se ruborizara un poco, exteriorizando evidente incomodidad; al parecer aquello aún no era un tema superado. Carraspeó y volvió hablar — ¿tienes algo que hacer hoy?
Se mordió la lengua al sentirse un tarado ¿a que venía esa pregunta salida totalmente de contexto? ¿Acaso no estaba viendo que iba por shaka? ¿Qué rayos tenía en la cabeza?
— ¿Eh? — Mu parpadeó unos segundos para luego volver a su sonrisa habitual. Le producía cierta ternura que Saga, en esta "nueva" vida, tratara de socializar con todos, se estaba esforzando y eso lo hacía sumamente feliz.
Ni con la rosa de Guadalupe el Ariano podría saber de sus verdaderas intenciones a con él.
—No, disculpa...—Con una mano tapó la mitad de su cara, ocultando su estupidez. Pero si no era en ese momento no sería nunca — Lo que pasa es que Aioros me regaló unas entradas a un teatro, al cine —Levantó levemente su mirada para encontrarse con unos esmeraldas que lo miraban atento— y quería saber si, querías ir...
Mientras esperaba la respuesta del pelilila, observaba atento su expresión, para ver si podía descifrar algo en ellas. Pero no era fácil concentrarse, ya que debido al atardecer que se hizo presente sin piedad, los tenues y últimos rayos de sol alumbraron por detrás de Mu, haciendo ver un contraste perfecto, casi angelical. Su estómago se apretó y no pudo evitar quedar aturdido mirándolo, podría haber estado así horas enteras.
El guardián de la primera casa no pudo evitar recordar las palabras de Milo, y su insistencia en no permitir la cercanía de Saga ¿por qué? no había podido hablar de ese tema con él, ya que esos días había estado totalmente ilocalizable el caballero de escorpio. Por otro lado, Shaka, también se lo había preguntado en más de una ocasión ¿por qué le tenían tanto recelo? ¿Rencores del pasado, quizás? El muy por el contrario no tenía ningún tipo de odio ni malos sentimientos hacia al géminis, él lo había perdonado hacía mucho tiempo. Le tenía respeto y un gran cariño, al que un día fue su guía dentro del santuario.
—Hoy tengo temas que tratar con shaka —Respondió finalmente a lo que el gemelo suspiró derrotado, ya sabía de antemano que Mu le rechazaría— pero mañana no tengo ningún problema.
Aquello lo hizo sonreír de tal manera, que incluso pareció asustar un poco a Mu. Volvió a su compostura habitual y le confirmó la salida para el día siguiente.
Mu era así, no tenía motivos para desconfiar de la gente, y estaba feliz porque inclusive alguien como Saga estuviera de a poco convirtiéndose en alguien más dispuesto a compartir.
Pero aquel don de bondad e ingenuidad se le esfumaron de su cuerpo en un instante cuando al llegar al templo de virgo vio que a Aioria se encontraba compartiendo con shaka. Ambos estaban tomando un té de dudosa procedencia, que obviamente - y sabiendo de lo inútil que era el rubio en la cocina- se había atrevido llevar el leonino.
— ¡Hola Mu!—saludó alegremente el león— ¿todo bien?
El Aries quedó algunos segundos perplejo, sintió que Aioria estaba tratando de hacerse el simpático, pero a él no le hizo ninguna gracia.
No,no,no.
Sacudió su cabeza por unos segundos ¿qué le pasaba? ¿Qué culpa tenía el pobre Aioria en todo esto? No podía estar pensando así de un compañero tan leal como él. No, tenía que serenarse y alinear sus chakras de forma urgente.
—Hola A-i-o-r-i-a —Trató de sonar natural y amable, pero muy al contrario salió forzado y casi maquiavélico. Shaka y el castaño se pusieron en alerta.
— ¿Estás bien?—le preguntó el leo un poco asustado.
Mu se acercó donde a estaban sentados y miró con recelo aquella infusión ubicado al centro de la mesa en una pequeña tetera. Afiló su mirada ¿qué tendría aquello? ¿De qué estaba hecho? ¿Estaría a la temperatura que le gustaba a shaka? se lo imaginó hasta con pelos de animal e intentó que aquel disgusto no se exteriorizara.
—Sí. — Sonrió y desvió sus ojos a donde shaka, asesinándole con ellos—y al parecer ustedes también.
Ambos vecinos dorados se miraron entre sí.
Mu internamente se maldecía por haber escuchado aquello de los labios de Milo ¡Si no lo hubiera hecho no estaría sintiéndose de esa forma en ese momento! No había razón para pensar así de ellos dos.
Claro que no.
¿Y ahora qué? Aioria no daba indicios de querer irse, y shaka con su semblante imperturbable tampoco parecía querer echarlo. Era obvio que él había interrumpido una reunión donde no estaba invitado, por lo tanto el que tenía que irse era nada ni nada menos que él.
¿Aioria era más importante que el?
Oh no, el ego haciéndose presente de nuevo, no podía permitirlo. Necesitaba hablar con Milo ahora, para tratar eso y el tema de saga también.
—Solo traía un poco de té, espero que la disfruten —Dijo finalmente colocando su pequeña tetera de cerámica en medio de la mesa. — Aioria, ¿sabías que el té favorito de Shaka es el simple? —el aludido miró el té que había traído él, un té casi negro de lo cargado que estaba.
—Oh, gracias Mu...por el tip.
El pelilila Sonrió forzadamente y se dispuso a ir al templo de escorpio. Antes de alejarse lo suficiente se volvió a girar y llamó a shaka.
—Espero que esta noche estés desocupado, necesitamos conversar.
Supo de inmediato que algo no andaba bien cuando se percató de la expresión de Aioria, quien se dirigió al rubio hablándole muy bajito, pero que él pudo escuchar a la perfección.
— ¿no le dijiste?
Shaka despreocupado volvió su mirada a la de Mu y abrió sus hermosos luceros para intensificar aún más el contacto, sentía que así se entendían mucho mejor. Aquella mirada no denotaba nada malo, ni enfado, ni tristeza, ni decepción -como lo que pudo haber pensado en algún momento el Aries- simplemente era la neutralidad en su máxima expresión.
—Mu, hoy necesito hacer unos encargos...no estaré en el santuario.
Ok, eso había sido un golpe duro, pero aguantable; Supuso de inmediato que aquel encargo era con el caballero de Leo.
—Oh, bien, mañana entonces. —Afiló su mirada, dándole a entender que de mañana no pasaba, aunque comenzara una nueva guerra santa.
Sin más se retiró del lugar con suma elegancia, intentando exteriorizar una profunda calma, pero ambos vecinos dorados sabían que eso estaba lejos de lo que realmente pasaba en su fuero interno.
—Shaka, Mu a veces da miedo—Dijo Aioria tomando de su té. No se atrevería a tomar el del Aries temiendo un posible atentado hacia él— Aún recuerdo que no dudó ni un segundo en amenazarme con matarme si desobedecía la orden de quedarme en el santuario durante la batalla contra Poseidón.
— ¿a veces?
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Apenas puso un pie en el octavo templo, supo que Milo no se encontraba en ese lugar. Se preocupó, hace días que no lo veía y eso era raro en alguien como él ¿qué había pasado? recordó la última vez que lo había visto, que fue el día que se lo encontró cuando subía a darle explicaciones a su maestro por lo sucedido con Shaka. Recordaba perfectamente su respuesta a su pregunta sobre si las cosas andaban bien.
"algo así" Había dicho en esa ocasión.
Suspiró. La única persona capaz de despejarle sus dudas andaba desaparecida hace días.
Estaba a punto de marcharse cuando un ruido le sobresaltó. Aquel sonido que parecía venir de la recamara de Milo, se hacía escuchar cada vez con más fuerza. Se acercó despacio para asomar su cabeza a la habitación, que se encontraba con la puerta abierta. No se sorprendió descubrir a Camus allí, pero lo que le llamó la atención es que parecía buscar algo, casi con desesperación.
— ¿Camus? —El aludido saltó igual que un gato cuando lo asustas poniéndole un pepino a sus espaldas*. Debido al asombro, cerró de golpe el armario que se encontraba hurgueteando y carraspeó para poder centrarse. Toda la habitación estaba desordenada y pies arriba, así que cerrar el armario no arregló el escenario en lo absoluto. Suspiró, Realmente no le hizo mucha gracia que lo descubrieran curioseando las cosas ajenas, menos las del griego. —¿estás bien? —le preguntó Mu al ver que había quedado en silencio.
—Sí, lo siento... eh...estaba buscando unas cosas que le preste a Milo hace unas semanas y...
Camus comenzó a dar explicaciones que en ningún momento Mu pidió. Eso le confirmó abiertamente que andaba en algo sospechoso.
—Ya veo...—Escuchó atento sus explicaciones sin creer ninguna de ellas— a todo esto, ¿lo has visto? ¿Sabes dónde está?
Un silencio incómodo que Mu no supo interpretar inundó la habitación.
—No, yo tampoco lo he visto y no sé dónde estará...—Contestó con un tono serio pero que denotó preocupación, incluso alguien que no conociera al santo de los hielos hubiera podido descifrarlo al instante.
Algo raro pasaba allí, pero Mu no quiso indagar más, ni tampoco seguir invadiendo aquel espacio, que a pesar de todo, le pertenecía tanto a Milo como a Camus.
Cuando sintió el cosmos del caballero de Aries alejarse, se dejó caer derrotado en la cama del griego. Tomó su tabique con sus dedos para ordenar sus pensamientos, y así poder decidir el próximo paso a seguir. No pudo evitar recordar el "extraño" incidente que había desencadenado todo eso.
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Aquella mañana otoñal estaba siendo horriblemente fría, el viento gélido parecía casi congelar cualquier atisbo de vida que quedara en las hojas que aún se resistían a dejarse morir y caer. Aquel clima no era un problema ni un impedimento para que un rutinario francés comenzara su día preparando un banquete para aquel que llegaría sin avisar como siempre lo hacía.
—Buenos días Camus — entró un sonriente Milo mientras lo saludaba con una de sus manos. Ya era algo habitual que viniera frecuentemente -para no decir todos los días- a tomar desayuno con él y aquello era algo que no le molestaba en lo absoluto. — ¿qué exquisitez preparaste hoy para mí?
Camus sonrió levemente devolviéndole una mirada divertida desde la cocina mientras Milo curioseaba la mesa que ya se encontraba con las delicias que el mismo había preparado esa mañana. No se esforzó en detener su mirada intensa pero discreta sobre su amigo, perdiéndose en cada detalle sobre todo de su vestimenta, ya que ahora solían usar ropa casual como todos los demás santos dorados.
El acuariano trajo consigo el agua caliente y se sentó a la mesa, donde Milo ya trataba de decidir qué cosa atacar primero.
—Milo, ¿podrías traer el azúcar? se me ha olvidado —Sin chistar el escorpio se levantó y fue por ella.
¿Dónde estaba? Milo comenzó a buscar el azúcar por todo el área y no la hallaba ¿qué tan difícil podía ser? tenía que admitir que aquella cocina estaba perfectamente ordenada y sin ningún atisbo de suciedad; Además la posición de todas las cosas parecía estar tan fríamente calculada que su manera desordenada de pensar le hizo sentir inseguro para descifrar con éxito sus posibles escondites.
— ¡Te tengo! — El griego abrió unas de las cajoneras superiores y halló su objetivo. Fue tanta su emoción, que no se dio cuenta que pasó a llevar el libro de cocina de Camus que se encontraba sobre el microondas, haciendo que este cayera al suelo desparramando hojas por todos lados — genial Milo.
Comenzó a recoger las hojas sueltas y se percató que una de ellas, tenía el sello de una línea aérea.
Se le cayó la cara al abrir el papel y darse cuenta que era ni más ni menos que un pasaje en avión a Francia, en dos semanas más, y para su sorpresa solo era uno.
¿Camus pretendía viajar sin decirle nada y además solo? ¿Por qué? ¿Por qué se lo había ocultado? pensaba que el grado de confianza que se tenían era suficiente para no esconderse ese tipo de cosas.
Se sintió herido...herido que Camus siguiera haciendo planes sin incluirle ¿pero qué esperaba? No podía pretender que aunque tuvieran una nueva oportunidad de vida, su mejor amigo cambiara de la noche a la mañana siendo que aquello ya era parte de su personalidad ¿entonces por qué se sentía de esa forma? ¿Él no era lo suficiente bueno para Camus? ¿Era eso?
La duda comenzó a matarlo.
—Milo, ¿por qué te demo...? — Camus miró curioso al griego que seguía de rodillas inerte con el libro en el suelo — ¿pasa algo?
El guardián del octavo templó apretó sus puños y se puso de pie rápidamente, colocándole en sus narices aquel pasaje que estaba haciendo que su sangre hirviera peligrosamente.
—Esto pasa... ¿cuándo pretendías decirme?
El caballero de hielo quedó perplejo ante el "regaño". Podía notar en su compañero una evidente molestia pero no podía descifrar el por qué, ya que solo era un pasaje a Francia por un par de días, y con fines únicamente documentales.
—No pensé que fuera importante, es un viaje corto, volveré en un par de días.
—Ese no es el punto Camus.
Milo se pasó su mano por su cabello en señal de estrés. Una acumulación de emociones y no precisamente buenas comenzaban a producirle un efecto de honestidad que claramente no quería en ese momento.
—Yo...volvimos a la vida Camus, digo, tenemos otra oportunidad, podemos hacer cosas...—Sus palabras se trababan de forma errática y el acuariano levantó una ceja haciéndole entender que no le entendía nada. Milo suspiró profundamente para centrarse— ¿cuándo va a llegar el día en que me incluyas en tus planes?
— realmente no pensé que quisieras ir hacer diligencias conmigo a Francia, eso para cualquier persona con juicio es aburrido.
—Para ti lo es, porque te estas enfocando en lo que harás, pero no estás viendo lo que podríamos llegar a compartir y disfrutar juntos haciendo aquella tarea. No estas valorando lo que significará mi presencia ahí contigo.
Bien, Camus no encontró falla en su lógica si lo veía de esa forma. Entrecerró sus ojos dándole a entender que estaba analizando sus palabras. Él sabía perfectamente que amaba compartir su tiempo con Milo, y que en esta nueva vida que les había regalado su Diosa, la quería disfrutar junto a él hasta el final de sus días, no había duda en ello en su corazón.
Pero realmente no lo había hecho con la intención de alejarlo de sus planes, simplemente era algo que no merecía la importancia que el escorpio le estaba dando. Para él ir a Francia hacer diligencias aburridas era un mero trámite tanto como ir al pueblo a comprar víveres... pero al parecer Milo lo estaba viendo del lado vacacional, algo totalmente alejado de la realidad.
Ninguno de los dos había expresado abiertamente lo que sentían por el otro, pero ambos eran tan transparentes y se conocían hasta tal punto que no necesitaban decirlo para saber que querían pasar el resto de sus días juntos, incluso si aún no llegaban a un contacto más íntimo que la amistad. Lamentablemente unos de los puntos débiles de Milo era la inseguridad, misma que en esos momentos lo estaba cegando y haciéndole entender cosas equivocadas.
Al ver que Camus quedaba en silencio ensimismado en sus pensamientos, el griego tomó esto como una afirmación a sus delirios provocados por su inseguridad, y salió rápidamente del templo de acuario.
Durante todo el día no supo nada más de él , hasta que decidió ir a buscarlo al pueblo al enterarse que había salido con Mu aquel viernes por la noche.
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— ¿Milo, donde diablos te has metido?
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Mu no quería.
No quería pasar por Virgo y tener que presenciar nuevamente aquella escena incómoda. Para su mala suerte Milo no se encontraba en su templo, por lo tanto ya no tenía nada más que hacer que devolverse al suyo, así que respiró hondo y siguió con su descenso.
Cuando pasó nuevamente por la casa de libra, se sorprendió toparse nuevamente con Saga, quien parecía estar subiendo a sagitario. Si verlo una vez fuera de su templo era extraño, topárselo dos veces se consideraba algo imposible.
En su fuero interno estuvo a punto de pedir un deseo a modo de broma.
— ¿Todo bien?—Le preguntó el géminis por cortesía más que por gusto. Era incomodo toparse con alguien con el cual ya te habías despedido. — ¿pudiste hablar con Shaka?
—No...estaba, algo ocupado.—Contestó con evidente molestia.— regreso a mi templo.
Saga pareció meditar por un momento y respondió no muy seguro de sus palabras.
—eso quiere decir que al final si tienes lo que queda de tarde-noche libre.
Mu le devolvió una sonrisa cálida. Jamás podría rechazar el esfuerzo de sus camaradas de comenzar desde cero o de ser el culpable de entorpecer sus desarrollos como seres humanos desligados ahora de sus deberes como santos; Y si tomaba en cuenta que no podría hablar con Shaka sino hasta el día siguiente, no había problema alguno de acompañarlo y compartir con él.
—Sí, me parece perfecto ir al teatro o cine, como le llames — el Géminis pareció no creerlo y parpadeó varias veces— realmente me pone feliz que te estés esforzando por llevarte mejor con tus compañeros Saga, incluyéndome de esta forma a tus actividades.
Saga no pudo evitar sentirse el más descarado del universo, pero eso no le importó, ya que su felicidad era tan grande, que opacaba sus demás pensamientos.
Mu, saldría con Mu, al pueblo.
Los dos solos.
Maldición, ni siquiera se había alcanzado a bañar.
Decidieron entonces salir en ese mismo instante, ya que se les haría muy tarde si esperaban más tiempo. Descendieron juntos, y Mu no tuvo problemas al pasar por virgo, ya que como él ya lo esperaba, los moradores ya habían dejado la instancia.
Cuando ambos llegaron al pueblo las farolas eran las protagonistas de la noche, le daban un toque mágico a cualquier actividad que se realizara en aquel ambiente bohemio que recién comenzaba a nacer. El frío calaba los huesos, sobre todo a Saga, quien no estaba muy acostumbrado a esa temperatura como Mu.
— ¿quieres pasar a tomar algo antes? —Al ver que Mu colocaba una mueca de incredulidad máxima, casi como regañándolo por preguntar cosas donde la respuesta era obvia, volvió hablar — Jugo, café , no hablo de alcohol.
Mu ablandó su expresión y entraron sin más preámbulos a un resto bar que recién comenzaba a encender. Tomaron asiento al centro y esperaron atentos a que los atendieran.
—Pero yo no pedí cappuccino, pedí un cortado —Dijo una clienta que se encontraba en una de las mesas posteriores. No pudieron evitar agudizar su oído para entender que pasaba.
— ¿y qué quiere que yo haga al respecto? aquí tengo anotado que usted pidió un cappuccino. No me lo puede devolver.... ¿o si lo quiere?...—preguntó el mesero de forma insinuante, a lo que la joven chica se ruborizó y aceptó el café con gusto. — encantado de servirles señoritas...Disfruten su café.
Cuando el mesero se volteó se topó de lleno con la expresión curiosa de Saga con Mu y no pudo darle otra cosa que un infarto.
Y no por el hecho que lo vieran de esa forma con su elegante y sensual vestimenta de trabajo, no, si no porque saga estaba con Mu.
— ¡¿Milo?! —preguntaron ambos al mismo tiempo.
—Bien...bienvenidos—El griego se acercó lentamente a la mesa, tratando de disimular su descontento ante la situación. Saga al contrario de Mu lo quedó observando con una leve sonrisa en sus labios. — ¿qué hacen acá? qué sorpresa. —Carraspeó— si se puede saber, claro.
— ¡Te hemos estado buscando todo este tiempo! ¿Qué haces acá? — Estaba a punto de sucumbir ante su enfado, pero logró serenarse.
—Pues como ves, trabajo —Mu lo fulminó con la mirada — ¡No es para tanto! Necesito el dinero y además despejarme un poco no me hará mal.
Ambos quedaron en silencio como respuesta, dándole a entender con eso que él tenía razón.
— ¿y? ¿Ustedes qué?
—Vamos a ir al cine, invité a Mu y me dijo que sí —respondió triunfante el géminis consciente del efecto que producía en Milo. — pasamos por aquí primero para entrar en calor...
Fue entonces que el guardián del octavo templo dirigió su mirada atenta hacia el pelilila , y este se la devolvió con su típica y pacifica sonrisa, validando con aquello lo que saga le decía. Esto finalmente le confirmó que el tibetano realmente era un torpe e inocente borrego, para no decir idiota ¡y necio! ¡Se lo había dicho! ¡Por los dioses!
— ¿y en el día también trabajas acá? —Mu no podía tragarse todo el cuento que pasara ahí todo el bendito día teniendo en cuenta que aquellos sitios bohemios abrían sus puertas al anochecer.
—No. En el día trabajo de salvavidas en la playa—Contestó despreocupado. No tenía problemas en admitir sus trabajos temporales. Adivinando la siguiente pregunta de Aries este se adelantó— trato sólo de llegar a dormir al santuario.
¡ Milo Scorpion ! ¡Atiende la mesa cinco y tres!
— Enseguida, ya voy —Le contestó fastidiado al que parecía ser su superior — ¿entonces qué van a querer ustedes dos?
Luego de tomarles la orden Milo se alejó de la mesa bastante preocupado ¿cómo le diría a Mu que se fuera a su templo porque en realidad lo estaban viendo como pollo con papas fritas? ¿Cómo no se daba cuenta de aquello? Era demasiado gentil con su gente -o demasiado tonto- lo que le hacía imposible ver intenciones malignas en sus compañeros. Varias veces intentó colocarse detrás del géminis para mirar al caballero de Aries y hacerle señas para que fueran al baño a conversar, pero todo era inútil al ver la cara confundida de su receptor lo que hacía que saga finalmente diera la vuelta curioso.
— ¡Aah! ¡Ya no aguanto más! —El griego se dirigió a la caja— Hey, dame la cuenta de la mesa seis para ir a dejarla —no soportaba ni un minuto más la situación de esos dos y estaba decidido a increpar a saga si era necesario, aunque eso significara dejarlo expuesto frente a Mu.
Así que con la boleta tenía la excusa perfecta para acercarse a la mesa.
— ¿Qué? pero aquella cuenta ya fue entregada —le contestó su compañero de trabajo.
Milo tragó con fuerza y se dio la vuelta para mirar.
Mierda, se habían ido.
-Continuará-
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Notas:
* : por los que no han visto alguna vez, busquen en youtube gatos vs pepinos xD
¡y eso! ¡ya el próximo sera el ultimo! esta vez si que es verdad lol.
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