Capítulo 8

¿Hacia dónde ibas cuando no tenías un lugar al que regresar? La Haruno se mantuvo firme, sin cambiar ni un milímetro de su expresión. Su corazón traicionado no podía odiar a Naruto Uzumaki, jamás podría hacer algo así. ¡Seguía siendo su mejor amigo! Aunque aquello le dolió física y emocionalmente... podía entenderlo. Sakura seguía siendo su mejor amiga después de todo: Naruto luchó por tener una familia, él siempre protegió a toda la aldea y se esforzó enormemente para llegar hasta donde estaban. Además, Hinata tenía un embarazo complicado. Así que podía perdonárselo todo, ¿verdad, Sakura?

A pesar de entenderlo, ni siquiera le dio tiempo a ponerse sus zapatos. Se marchó de aquel lugar, cojeando por los cristales rotos que había en sus pies descalzos. Lloraba sin control ante un cumpleaños tan solitario y penoso. ¡Si Ino estuviera ahí, ya le habría hecho aborrecer el ramen al rubito! Ella tenía un don especial para consolar a Sakura.

Sin aguantar la presión de su pecho, se sentó en uno de los callejones de Konoha. Puso sus manos en su cabeza, tirándose de los pelos al sollozar. Su nariz enrojecida, sus mejillas pegajosas, sus ojos apenas visibles, los gritos desgarradores que sonaban ante una voz quebradiza.
Quien ha perdido a alguien siempre sabe qué significa sentirse culpable. Sakura lo hacía. Se sintió culpable por no haber pasado más tiempo con ella, por cada pelea en las que se pasaron días sin hablarse. Se sintió culpable por haber sido la molestia que Ino Yamanaka tuvo que rescatar aun sacrificando su vida.

—¡No debiste hacerlo! ¡El mundo sería mejor si hubiera sido yo! — gritó sin razonamiento.

Sasuke Uchiha estaba cerca de ella, siguiéndola, pero dándole su propio espacio. No pudo evitar escuchar aquellas palabras tan crueles hacia sí misma. Sintió un dolor inmenso en su corazón al verla de aquella manera. ¿Cómo podías salvar a alguien que era difícil de ayudar?
No quiso ser un espectador de aquel sufrimiento. Caminó hacia ella. Apartó las manos de la Haruno de su cabello para que no pudiera hacerse daño, haciendo que sus ojos se volvieran a encontrar.
Sakura siguió llorando, sorprendida por aquel hombre que se había puesto a su altura, manchando sus ropas de la suciedad de aquel callejón. No le importó, porque para él, había algo muchísimo más importante: ella.

—Sakura...— susurró su nombre con dulzura.

Él no la miró como si fuera culpable de ninguna desgracia. No la miró con miedo. No vaciló en tocarla. Él no se apartó de ella en ningún momento. Él no temía que aquella chica hiciera daño a nadie. ¿Por qué? Por un simple motivo. Sasuke Uchiha sabía que Sakura Haruno no era una molestia. Confiaba en ella. Dormiría en su mismo techo y pondría su vida en sus manos las veces que hiciera falta para dárselo a entender.

—Sasuke-kun, yo-

Volvió a tocar su frente con dos de sus dedos. Intentó darle su mejor sonrisa a Sakura.

—Es un proceso— ni siquiera tenía planeado qué decir, ¡se le daba mal animar a los demás! —Un proceso que podremos superar.

—No puedo más, Sasuke-kun. Estoy cansada.

—No has descansado siquiera— trató de no regañarle, pero no lo consiguió—. No te has cuidado. No te has dado el tiempo que necesitabas para ti misma.

—¡No tenemos tiempo! Kunoki Hateka está tramando algo.

El moreno inclinó su cabeza. Al saber que Sakura quizás estaba a punto de contarle algo crucial, se sentó a su lado, apoyando su espalda en la pared.

—Él contacta conmigo a través de los sueños. ¡Me dio a entender que hay una manera para recuperar a Ino!

—¿Qué? —con ojos abiertos la miró.

Es lo que siempre deseó un ninja: traer los muertos a la vida de nuevo. ¿Cómo era posible que el clan Hateka pudiera hacer algo así? Seguro que aquel chico estaba engañando a Sakura, aprovechándose de su dolor. ¡Y eso no era algo que él iba a permitir!

—Sé que suena extraño, pero aún no conocemos qué habilidades tienen, ¿por qué no podrían? Además... Hay una chica que era como un clon mío. ¡Era mi voz, incluso! Ella se llamaba Gala, iba vestida de novia y-

—¿Gala Hateka?

En ninguna de sus misiones se topó con alguien que mencionaran a ninguna mujer con aquel nombre o apellido. Era un misterio añadido al problema que estaba por venir hacia Konoha.

—Me necesitan. ¡Podríamos usar eso! ¡Podríamos negociar con él para que Ino vuelva!

A pesar de que había un mínimo de esperanza en su mirada, Sasuke no podía permitirse el perder a la Haruno. Estaba harto de sacrificios, ¿pero qué debía hacer? No podía decirle que no, ni apartarla de su nuevo camino ninja. No podía quitarle el único clavo ardiendo al que ella se aferraba. Solo podía hacer una cosa: apoyarla.

—¿Cómo quieres hacer ese trato? ¿Sabemos dónde está?

—No. Esperaré a que él vuelva a contactar conmigo. Pienso hacer lo que sea.

—Está bien. Lo haremos juntos.

¿Estaba siendo sincero? ¿No era ninguna trampa del Uchiha? ¡No podía seguirla hacia una locura, ¿verdad?!
Se atrevió a prometerlo en serio, removiendo en la Haruno un sentimiento que ya existía en ella. Sus miradas volvieron a chocar. Seguían demasiado cerca, Sasuke siempre se percató de ello ante un corazón tan traicionero que se atrevía a latir con muchísima más fuera y rapidez a cómo normalmente lo hacía.

Sakura era preciosa, ¿verdad? Incluso cuando su rostro se ponía feo de tanto llorar, sus labios seguían tan rosados como lo eran siempre. El perfil de su rostro seguía siendo algo que nunca se cansaría de ver.
Aunque ya tuviera claro que sí, que lo que él sentía por ella era amor, sabía que no era el momento de declararse. Sakura primero debía de estar mejor para que él pudiera hablar sobre amor. Si mínimamente había una posibilidad de hacer que Ino regresara, lo intentaría también junto a ella. Se moría por ver la felicidad que desprendería en cuanto vuelva a estar con su mejor amiga. ¿Las chicas de Konoha también tendrían charlas de chicas? De esas donde se hablan de amores. Si ese es el caso, ¿Sakura hablaría de él?
Sasuke se hacía muchas preguntas. Muchas de ellas eran estúpidas, que no le quitaban el sueño a nadie, pero curiosas. ¿Sakura habría tenido pareja en lo que él no estaba?
Se intercambiaron cartas. En ellas nunca se dijeron que se querían, ni hablaron de sentimientos. Solo se decían que ojalá estén bien, que pronto volverían a verse. Ese "pronto" se convirtió en muchos años, hasta que coincidieron en una misión.

—Sasuke-kun. Yo... ¿soy un problema? — abrazada a sus propias piernas, enterró su rostro entre sus rodillas.

—La solución— respondió sin pensarlo.

En seguida Sasuke quedó un poco ruborizado al darse cuenta de qué barbaridades estaba diciendo.

—Quiero decir-

—Está bien, Sasuke-kun. Quiero regresar a casa. Estoy cansada.

A casa. ¿Estaba bien tener una casa a la que ella podría regresar? ¿Merecía tanto?
Para Sasuke, la respuesta era clara.

Fue él el que se alzó primero. Le ofreció su mano a Sakura para ayudarla a levantarse.
En cuanto sus manos se tocaron, una nueva chispa se encendió. Una chispa que calentó ambos cuerpos con el sentimiento de la vergüenza. La pelirrosa se levantó. Ni siquiera así soltó la mano del Uchiha. Entrelazaron sus dedos con timidez. Ninguno de los dos pensaba en qué estaban haciendo, pero sabían que se estaba sintiendo bien. Tener algo físico a lo que aferrarse. Algo caliente incluso cuando el frío viento congelaba el paso de las lágrimas. La mano de alguien que creía en ti siempre era algo que había que sostener.

—V-Vamos— dijo la Haruno con dificultad.

—Sí.

El camino a casa fue sin mirarse. No se soltaron, ni siquiera cuando algunos aldeanos se topaban con ellos y los miraban. Seguramente al día siguiente lo sabría toda la aldea, ¿pero qué más da? Eran adultos para hacer lo que quisieran.

Al llegar a casa, fue Sakura quien abrió la puerta con su mano libre. No se querían despegar del otro.
Se miraron por un solo segundo hasta volver a desviar sus vistas. ¡No podían hacerlo tan claro! ¿Qué era lo que seguía?

—Ya hemos llegado...

—Sí.

¡Sasuke, suéltala! Quizás se estaba viendo demasiado raro. ¿Qué diría Ino en aquella situación? "Frentona, ¡lánzate!". Algo como eso seguro.
Pero es porque ella no estaba ahí que no podía lanzarse. Necesitaba a su mejor amiga para contarle que se ha dado la mano con Sasuke Uchiha. Necesitaba a su mejor amiga para no sentir culpa por haber hecho aquello mientras ella no estaba ahí.

Soltó la mano del Uchiha. De nuevo, volvió la pena.
Era una montaña rusa que solo sabía regularse o ir hacia abajo, pero nunca hacia arriba.

—Lo siento, quizás fui extraña. No pretendía incomodarte— en seguida se disculpó—. Solo me sentí-

—¿Bien? —interrumpió Sasuke.

—No debería ser así. Lo lamento. No volverá a pasar.

Cuando decidió a irse a su habitación, fue Sasuke quien volvió a sujetar su muñeca e impedir que se marchara.

—¡Sakura!

Sin apenas esfuerzo, él hizo que le mirara. El ambiente pasó de estar incómodo a estar serio.

—¡No puedo confundirme, Sasuke-kun! —gritó. Se deshizo de su agarre sin dejar de mirarlo. Tensó sus hombros—. ¿Es que no lo ves? ¡Todo! No puedo estar con alguien a quien amo cuando la persona que más me importa no está. Cuando ella no puede vivir lo mismo que yo. ¡Cuando ella está muerta! ¡Simplemente no acepto ser feliz, no quiero ser feliz contigo!

¿Acaso estaba escuchando todo lo que ella decía? ¿Cómo iba alguien a escoger ser infeliz? ¿Cuánto quería castigarse a sí misma?

—¿Por qué no pudiste regresar antes...?

Tras aquellas palabras dolorosas, ella se fue a su habitación. Cerró la puerta y volvió a llorar como de costumbre.

Miró la cama. Solo tenía que tumbarse ahí, dormirse y esperar a que Kunoki contactara con ella, ¿cierto? Lo amenazaría. Si la necesitaba, incluso amenazaría con quitarse la vida. ¡Haría lo que fuera! Pero aquella noche estaba decidida a encontrar alguna respuesta.
Sabía que los equipo ANBU inspeccionaron la zona, también sabía que había una investigación abierta sobre su caso. Pero no le bastaba con nada de eso.

Aunque dormir y esperar a que él contactara fuera la mejor idea que tenía hasta el momento, era demasiado lento para ella. Significaba esperar a que él viniera.
La situación había cambiado en unos segundos. Porque había algo que le hacía querer ser feliz, pero no podía. Porque quería sostener a Boruto como si fuera su sobrino, pero no podría hacerlo. Porque quería celebrar su próximo cumpleaños junto a la rubia.

Cuando la noche alcanzó en un conticinio, Sakura se cambió de ropa. Apoyó su oído en la puerta para saber si Sasuke estaba ya en su habitación: no escuchó nada. Quizás había salido fuera a discutir con Naruto.
Estaba lista.
Salió por la ventana. Al ser un tercer piso, trepó hacia abajo por los árboles. Con sigilo se movió por la aldea a punto de marcharse. Su equipación de misión estaba en un pergamino que cargaba siempre encima. Tenía listos unos tapones que usaban los obreros de Konoha, ¡no iba a dejarse manipular por las palabras de Kunoki! Aunque había fallas en su plan, estaba dispuesta a improvisar.

Sasuke le dijo que era la solución. Sasuke creía que ella no era una molestia.
Solo bastaba con eso para hacer que su propia confianza volviera.

Salió de la aldea. Logró evitar a los ANBU que estaban por la zona.
Y de nuevo, aunque con intenciones de algo temporal,
el quipo siete volvió a separarse.

—Te encontraré, Ino— se prometió la Haruno. 

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