Capítulo 7

Naruto no tenía miedo de él mismo. Tenía miedo de lo que aquella chica podría dañar a su familia o a su mujer. ¡No quería tratarla como un enemigo! Porque no lo era y él confiaba en ella; pero lo vio con sus propios ojos. El descontrol. El daño que hacía sin querer.
Con la muerte de Ino, ella se volvió inestable y por eso decidió alejarlo del pequeño y en proceso Boruto.

—S-Sakura-chan. ¿Podemos hablar?

Hinata estaba en contra de ello; sabía más o menos qué pretendía hacer su esposo. ¡La quería echar! O al menos, alejarla de ella.

—¿Dobe?— preguntó Sasuke, alzando su ceño.

La Haruno se levantó. Naruto temió que esa historia se repitiera; no quiso dañar a nadie sin quererlo debido al nueve colas. No quería verlo de nuevo, más en ella.
Sakura Haruno ha sido la mujer que siempre estuvo de su lado, la de las batallas, la que se colocaba en frente de él. La que lo cogía y corría. La que lloraba ante su dolor. La que le aconsejó en todo momento.
Ella.
Su primer amor, a pesar de lo mucho que se dijo en aquella misión hacia la Luna. Su compañera de equipo. La misma que echó de menos durante esos dos años.

—¿Estás bien, Naruto?

Incluso con esa inocencia le preguntó a su mejor amigo.

¿Se lo diría? Sí. Quería actuar y salvarla, decírselo todo. «Eh, Sakura-chan, ¿sabes que absorbiste mi poder sin querer?».
No. No había manera de que él dijera algo así. Mucho menos de que le diera de lado, tal y como todos hicieron con él en su día.
No quería repetir ninguna historia,
pero los entendía.
El miedo de que a su familia le ocurriera algo por culpa de una bomba de relojería. Así veía a la pelirrosa; algo que estaba a punto de explotar.

—N-No, lo cierto es que no... — murmuró el rubio. Se avergonzó de lo que iba a decir, pero por primera vez, mentir fue una salida fácil: —Es el bebé... Le está dando problemas a Hinata y ¿podríamos pospo-

—Cariño, yo estoy bien— interrumpió la Uzumaki.

¡No iba a permitir eso! Hinata no pondría a su bebé como excusa, ni siquiera quería echarla de casa.
Se oponía a esa idea, incluso si para ello significaba tener una discuta con su esposo.
Todo el mundo lo entendería, ¿cierto? Nadie estaría dispuesto a alejar a aquella chica. No después de perderlo todo.

—¿Qué? No, Hinata, estás-

—N-No... — incluso dudó de si lo estaba haciendo bien—. Estoy bien, de verdad.

—¿Es cierto, Hinata? — la pelirrosa se alzó del asiento. ¡Ella era médico! Y tras abrir el hospital de salud mental para niños, también aprendió sobre varias matronas. Si alguien era la indicada para ayudar, era ella— Te ayudaré— se preocupó.

Dio un paso hacia adelante, concentró chakra en sus manos para sentir con su piel la barriga de la Uzumaki.
Uno, dos, tres...
¿Quién lo iba a decir?
Que dentro de esa paz que Naruto podía dar existía algo dentro de él llamado miedo.
Miedo a que aquella chica alcanzara la panza de su esposa.
Miedo a que su chakra hiciera contacto.
A que ella dañara al bebé.

Se autoconvenció, pensando que él estaba a punto de actuar bien: ¡era su familia! Y esa mujer... ya no era ella.
Sí; Naruto no dejó de decirle que Sakura era Sakura. Pero la situación cambió en segundos. ¡Era su familia! La familia que nunca tuvo, la que estaba a punto de formar. Era su hijo. Su Boruto. Su esposa, débil ante un embarazo complicado.
¡No iba a permitirle eso!

Así que lo hizo, por mucho que ese error marcaría en toda su vida como padre.

Sin necesidad de dejar salir a Kurama, Naruto se colocó al frente para coger la mano delincuente de su mejor amiga y hacerla retroceder con un golpe cargado en su abdomen.
Eso hizo. Cayó hacia la vidriera, rompiéndola hasta el punto de hacer un estruendo con los cristales rotos cayendo en su hermoso y triste rostro.
Uno, dos... Aún no pudo comprender porqué él hizo eso.
Tres. Naruto se sorprendió demasiado al ver que ella no volvía a atacar. ¡No pretendía dar una batallita! Pero... ¿Por qué no se enfurecía? Ni él mismo se dio cuenta de porqué lo había hecho. Él la vio como una amenaza,
porque incluso los zorros tienen instinto salvaje.
Cuatro segundos desde el ataque. Hinata dio un paso hacia él para interponerse, pero fue Sasuke Uchiha con su rinnegan quien la envió al hospital de Konoha, alejándola de la escena del crimen.
Cinco segundos. Una lágrima comenzó a deslizarse por las mejilla de la pelirrosa. No sintió ira; quizás por eso controló sus emociones. Pero sintió... asco. Impotencia. Dolor. Traición.
Seis segundos desde el ataque. A la mierda, ¡ese Dobe se lo merecía!
Sasuke se interpuso entre ellos. Comparó esa escena con la de los exámenes, cuando la marca maldita se activó para partirle los brazos a esos desgraciados. Solo que aquella vez era distinto:
Era Naruto quien dañó a Sakura.
Y no necesitó ninguna marca maldita para entrar en ese estado de cólera.

Su ojos se miraron. Iban a hacerlo, ¡iban a volver a combatir!
Como en los viejos tiempos, pero con un sentimiento muy extraño dentro de ellos.
Sasuke Uchiha estaba más atento a la chica que estaba detrás de él, mientras que Naruto se preocupaba más por su mujer, que sabía que estaba en el hospital al buscar su energía.

¿Era un lío de faldas?
No, eso ya era bastante anticuado.

Al estar listos para ello, fue Sakura la que volvió a interponerse.
Ella cojeó. Había un trozo de cristal en su pie descalzo; ni se molestó en curarse. No se molestó a hacer nada.
Manchando el parqué con su sangre, se colocó en frente de ambos.

—Ustedes dos, ya está bien— volvió a mediar, como en los viejos tiempos—. Ya está... — pero algo era de extraño; había cansancio en sus palabras. Tristeza—... Ya está bien.

Volvió a llorar, bajando la mirada y usando su cabello como escudo; no quería que la vieran.

—Saku-

Sasuke calló en cuanto ella le vio con aquellos ojos; esa mirada que tanto echó de menos incluso sin saberlo.
Al verla en tristeza, se sintió culpable por no poder hacer más por ella. Por no saber cómo se consolaba a una persona.
Sintió una impotencia importante, ¡que solo podría deshacer golpeando al culpable de sus lágrimas!

Naruto también guardó silencio, observando sus propias manos.
¿Por qué? ¿Por qué no confió en ella?

—Lo sie-

—No solo he perdido a Ino, ¿cierto?— comenzó a hablar en un tono más bajo—. Os he perdido a todos.

—¡No es cierto, Sakura-chan! De verdad lo lame-

—Dobe— Sasuke ni siquiera le dejó hablar de más.

—¿Qué ocurre? Todo me parece... tan distinto.

Era como si esa ya no fuera ella misma; como si también hubiera muerto en aquel lugar.
¿Y si era así? ¿Gala tendría algo que ver?
No, no podía echarle la culpa de lo que estaba ocurriendo.
Una decepción era una decepción. A veces no había verdadero porqué.

Aún cojeando, sin ni siquiera decir adiós, salió de la casa de su mejor amigo.
Feliz cumpleaños, Sakura.

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