Capítulo 11

—Un, dos, tres... Un dos tres...

Sasuke estaba frente a su puerta, escuchando voces desconocidas. Naruto, que le acompañaba, frunció su ceño ante aquella situación tan nueva: podían escuchar música de ambiente, que aunque era muy rítmica, era merecedora de ser la banda sonora del Icha Icha.

—¡Muy bien, Hana-san! — Volvieron a escuchar a través de la puerta— Ahora tienes que mover más la cadera, ¡a los hombres les encanta eso! Eso es... ¡Un, dos, tres! ¡Muy bien! — escucharon aplausos.

—Eh, Sasuke...— susurró Naruto con el oído en la puerta—. ¿Qué tienes montada ahí dentro? No te creía así.

—Cállate, Dobe.

—¡Hana-san! Cuando bailes, acompaña tus movimientos pegando tus manos a tu cuerpo. Eso provocará que quieran ser tus manos y tocarte.

El Uchiha no aguantó más la curiosidad. Introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta.
Lo que se encontraron no era algo que en algún momento se imaginaron, ni por muchas identidades que hubieran tenido que adoptar al ser ninjas.
El salón estaba despejado, con los muebles apartados. Sobre una alfombra de cuero estaba Sakura Haruno.

Había cambiado completamente: su cabello ahora largo estaba atado hasta el punto de que Sasuke Uchiha podía notar con detalle cada centímetro de su nuca. Su figura estaba siendo revelada por un vestido que estaba lejos de ser un traje cómodo de kunoichi. Podía ver la sensualidad de sus caderas ante cada movimiento que hacía al compás de ese baile, sus piernas delgadas y ejercitadas se movían con lentitud y sugerencia mientras que sus senos estaban casi descubiertos, mostrando su forma natural al no tener vendas que los sostenían.
La flor de Konoha. Aunque algo sospechaba, el Uchiha ya entendió por qué tenía tantos pretendientes cuando aún no la conocían: era una belleza andante que brillaba con cada movimiento. No solo se trataba de que ella ya era mujer, si no de lo impresionante que era todo su recorrido.

—S-Sa-

Antes de que Naruto pudiera decir su nombre y descubrirla ante Emi, Sakura lo interrumpió.

—Menma— saludó.

Seguían siendo dos mejores amigos. Dos personas que se querían, teniendo una complicidad envidiable. En seguida Naruto entendió la situación, aunque fue Sasuke quien no tardó en darse cuenta también.

—Hmm... Ahm...— Emi enrojeció sus mejillas—. ¡Soy Emi, mucho gusto! — hizo una reverencia.

Los chicos del integrante siete sintieron la incomodidad. Y aunque estaban acostumbrados a ser el centro de atención, las chicas los ignoraron por completo y siguieron con el entrenamiento bajo sus miradas.
Cómplices de aquello, Naruto y Sasuke no supieron qué hacer. Al sentarse, empezaron a ser espectadores de algo que no estaban entendiendo. Quizás eran demasiado inocentes.

—¡Un, dos...!

Emi marcaba una coreografía mientras Sakura la repetía.
Sin embargo, ¿por qué la Haruno era la única que resaltaba? Al menos bajo la mirada del Uchiha.
Él estaba cautivado de una forma nueva. Nunca había sentido algo así. Tragaba saliva mientras su respiración se agitaba. Mostrándose serio, no apartó sus ojos de ella.
La música, su agilidad, su físico, su inteligencia...

—Eh, Sasuke...— el Uzumaki le produjo un hormigueo en su oído al acercarse demasiado para murmurar—. ¿Sakura-chan está bailando sensualmente?

¡Demasiado directo!

—¡Dobe-

—¡Ustedes dos! ¡Silencio!

Al alzar la mirada, vieron a su compañera de equipo totalmente sudada. Su cuerpo humedecido hizo que el Uchiha mirara hacia otro lado.
Regañado, asintió.

—¡Hana-san! Tus movimientos son perfectos— empezó a halagar la pelirroja—. ¡Estoy segura de que aprobarás el examen! Muchísimo más que eso, ¡estoy segura de que todos querrán tocarte, estar contigo, quererte, casarse contigo y tenerte!

A pesar de que la inocente dama de compañía trató de halagar a su nueva amiga, fue Sasuke el que sintió cada palabra como un dardo envenenado. ¿Cómo se atrevía a decir algo así? ¿Tocarla? ¿Estar con ella? ¿Quererla? ¿Casarse con ella? ¿Tenerla?
El Uchiha se levantó del sofá, actuando imprudentemente por el coraje que le dieron aquellas palabras. No estaba enfadado, ¡solo estaba nervioso! ¿En qué diablos se había metido Sakura?
Confiaba en ella en ese sentido. Razones estaba seguro que no le faltaban, ¿pero por qué debía de bailar de aquella manera delante de otras personas? ¿Por qué debía ser deseada? ¿Por qué debía vestirse de aquella forma? ¿Por qué debía ponerle tan nervioso como lo estaba haciendo?
Sasuke se prometió a sí mismo respetar a la Haruno. Se prometió apoyarla. Entonces, ¿por qué quería sujetar su muñeca y no permitir que ninguna otra persona siquiera la mirara? Quizás se estaba convirtiendo en alguien que no quería ser, quizás estaba empezando a ser egoísta, queriéndola para él.

—Oh, ¿hum? — Emi miró al Uchiha como si fuera un bicho raro—. ¿Está bien?

—¿Ah?

—¡S-Sí lo está! — fue Naruto quien respondió por él—. Un poco sorprendido, Ehm... ¿qué está pasando? — preguntó, rascándose la nuca.

—Luego lo explico— respondió la Haruno.

—¡Hana-san! Debemos dejarlo aquí por hoy. ¡Lo has hecho genial, me has sorprendido mucho!

Emi se despidió de su nueva amiga. Hizo una reverencia para despedirse de los chicos.

—Te acompañaré.

—¡No! Está bien así, me gustaría dar una vuelta y buscar a Reina.

—Oh, sí...— susurró—. Espero que puedas encontrarla pronto. Gracias por traerme una foto de ella.

—Gracias a ti, Hana-san. ¡Las kunoichis deben ser estupendas! ¿Crees que yo pudiera convertirme en una?

—¡Estoy segura! — animó.

Con una sonrisa, Emi se marchó del departamento.
En ese mismo segundo, el silencio volvió a ambientar la estancia. El equipo siete estaba reunido, bajo una situación misteriosa. Sakura aún no tenía claro si quería ocultarles aquella información, aunque su inconsciente siempre le fallaba. Si no, ¿por qué habría quedado con Emi-chan en su misma casa? No se escondió. No escondió lo que estaba haciendo.
Pero aún existía ese bache. Esa gran distancia que Naruto puso entre ella.

—Sakura-chan— fue Naruto quien se levantó también.

Él quería empezar a disculparse. Quería mostrarle su arrepentimiento, sabía perfectamente que la había dañado y que Sakura respetaría sus tiempos.
La extrañó. No pudo dormir bien creyendo que ella la odiaba.

—Sakura, ¿qué es todo esto? — pero el Uchiha no les dio ese momento a solas, ¡tenía demasiadas cosas en la cabeza!

—Estoy cerca— respondió ella—. Estoy demasiado cerca de Kunoki Hateka.

Los celos pudieron ser apartados por la preocupación que sintió.

—Teníamos que hacerlo juntos-

—Esto... Sakura-chan— Naruto volvió a intentar llamar su atención—. Lo- Lo sie-

—¡Gracias, pero no! — estalló sin escuchar al Uzumaki. Se dirigió a Sasuke desde un principio—. ¿Qué vamos a hacer juntos? ¿Quiénes? ¿Tú y yo? ¿El equipo siete? — miró al rubio—. ¿Cuándo me han necesitado? ¿Cuándo no han tenido que salvarme?

—¡Sakura-chan! — finalmente el futuro Hokage se hizo escuchar—. ¿Qué es lo que ocurre? Nunca te hemos visto así-

—¿De verdad era necesaria esa pregunta? — los preciosos ojos jade de nuestro pétalo empezaron a brillar aún más, mostrando pena. Le invadió la necesidad de aguantar las lágrimas, pues creyó que si lloraba solo se estaba dando la razón a sí misma: era débil—. Ino murió por mi culpa.

Y por fin lo dijo.
Por fin pudo decir algo tan directo delante de personas a las que quería.
Por fin pudo permitirse el dejarse apoyar.

—¿Sabéis cómo sucedió? Estaba con ella. Por Kami-sama, ¡no me separé de ella! No nos dio tiempo a luchar. ¡Él me habló! Controló mi cuerpo. Mis puños chocaban una, una, una y otra vez. ¡Y otra vez! ¡Me rompía los nudillos, el chakra se agotaba fácilmente! Los pilares, las paredes... ¡Yo lo destruí todo! —gritó—. ¡Yo maté a Ino! Ella usó el Cambio de cuerpo y mente conmigo. Se liberó de lo que hizo él. Ella me sacó de ahí.

—Sakura-chan— Naruto se acercó.

Su intención era abrazarse a ella. Llorar junto a ella. Acariciar su cabello.
Pero no lo logró, ya que en seguida se apartó.
No le faltaron ganas de necesitar a su mejor amigo, pero se lo prometió a sí misma: no volvería a tocarlo. No volvería a dañarlo. Seguía siendo un peligro que no sabía qué le estaba ocurriendo. La marca de su dedo, sus sueños con el Hateka... Ese agujero que habitaba en su interior, absorbiendo el poder de los demás.

—Necesito espacio.

No dijo nada más. Se fue a su habitación.

Sasuke, apenado, se dirigió al rubio.

—Necesita espacio.

—Ya, ya sé. La he escuchado— respondió—. Eh, Sasuke...

—¿Hm?

—Ella... ¿me esquivó?

El Uzumaki miró sus propias manos. ¡Estaba a punto de tocarla! Estaba a punto de lograr consolarla.

—Quizás hoy no sea el día.

—Pero quiero pedirle disculpas— insistió—. No quiero dejarla sola.

—No estará sola.

Naruto quería ser él el que estuviera a su lado, pero también sabía que quizás era el momento del Uchiha. Ambos se quedaron con una historia pendiente. El rubio era el fan número uno de esta pareja, por lo que quería juntarlos. Pero algo se sentía distinto. ¡No hay confusiones! Naruto Uzumaki no amaba a Sakura Haruno de la forma en la que amaba a Hinata, no había nada romántico. Quizás era más como un hermano que estaba tratando de proteger a alguien de su familia.
Familia.
No la trató como familia cuando la echó de su casa, golpeándola. Fue demasiado duro.

—Deja de arrepentirte. No se ha apartado por ti, ha sido por ella misma— respondió.

—Me dolería menos si hubiera sido por mí. Ella está mal. Toda Konoha lo está.

—Confío en ella, recuperaremos a Ino.

—¿Estás seguro? —dudó.

—Confío en ella— repitió con seguridad.

—¿Crees que Sakura-chan esté tratando de conquistar a Kunoki-

—¡No fastidies, Dobe! — En seguida volvió a alterarse—. Ese ser despreciable-

—¿Entonces por qué bailaría así?

—Debe de tener un plan.

—Está bien...

Naruto decidió marcharse con esa sensación de vacío.
En cuanto se fue, el Uchiha decidió por una vez dar un paso hacia adelante. No hizo caso a la chica, no la dejó a solas. Entró a su habitación sin tocar a la puerta, sorprendiéndola en un estado patético: su cabello largo se encontraba desordenado. Estaba tirada en el suelo, aún con ese vestido carmesí.
Se levantó contra el Uchiha.

—¡Sasuke-kun! — gritó, acercándose a él—. ¡Vete!

Colocó sus manos en el pecho de él. Trató de hacer fuerza para que se marchara, pero incluso la discípula de Tsunade se rendía ante su propia mente: no logró echarlo. Sasuke sujetó su muñeca con fuerza. La empujó, haciendo que sin querer quedara tumbada en la cama. Se colocó encima para intimidarla.

—¿Q-Qué...?— logró hacerla enrojecer.

Él hizo que ella lo mirara por unos segundos, hasta volver a apartar sus ojos. Podía sentir la calidez que la mano de Sasuke desprendía, sujetándola con tanta fuerza como si quisiera que no se marchara.
Quizás necesitaba eso. Gestos. Intenciones. Acciones.
Necesitaba sentirse útil, sentirse necesitada por alguien. En ese momento así lo sintió, porque Sasuke la observaba como si fuera alguien muy especial. Como si su dolor también fuera el suyo. Como un grito desesperado de decirle a aquella chica sola que, jamás volvería a estarlo porque ahí estaba él.
Aunque sus gestos eran vergonzosos, eran desesperados también. Cada paso que hacía hacia ella, ella lo alejaba más. ¿A qué debía esperar? No quería que Sakura se apartara de él como hizo con Naruto. ¡No soportaría no poderla tocar cuando necesitaba consuelo!
Por eso se limitó a eso. En silencio.

—S-Sasuke-kun, no entiendo qué-

—Estoy aquí— interrumpió el Uchiha.

Como sabía que quizás se estaba pasando de la raya, se quitó de encima, tumbándose al lado de la Haruno. Sin poder verla, escuchó cómo volvió a sollozar.
La pelirrosa tapó sus lágrimas con sus manos. Lloró en silencio por un buen rato.

—S-Sasuke-kun-

—Yo aún te necesito, Sakura.

Esas palabras fueron las culpables de que el corazón de la chica volviera a latir con alegría. No estaba siendo consciente de cuánta sinceridad habían en aquellas palabras.

Lo pasó mal alejado de ella. Pensaba en ella varias veces al día.
Cuando volvió, se limitó a quedarse detrás. No soportaba que su compañero de trabajo le regalara algo en su cumpleaños cuando su regalo aún estaba envuelto en su habitación, esperando al momento indicado. No soportaba que hiciera que le faltara la respiración al verla con ese vestido, con esos movimientos y con tantos secretos. No quería verla llorar, aunque fuera egoísta querer ser él el único que pudiera consolarla. ¡Hasta sentía celos de Naruto!
Apenas podía controlar sus impulsos estando en la misma cama que ella.

—¿Cuándo empezaste a necesitarme? — preguntó. Sus lágrimas cada vez eran menos.

—Desde el principio, cuando vi a una niña llorar porque se metían con ella y su frente— respondió.

—Pero te fuiste.

—¿Qué habría pasado si me hubiera quedado?

—Que yo te hubiera seguido necesitando.

Fue la Haruno quien giró su cuerpo para lograr ver al Uchiha. Sus cabellos estaban apoyados en sus sábanas y apenas podía verlo por la poca luz. El día se estaba terminando.

—¿Y ahora? ¿Me necesitas? — preguntó Sasuke.

Ella no estaba lista para saber qué responder.



N/A

Aquí un nuevo capítulo. Agradecería opiniones, porque siento que me salió flojo. 
Pasa que me enteré que mi ex me puso los cuernos. Y bueno, ¡nadie es de piedra! Impactó mucho en mí y necesito ánimos. 
Escribir es la mejor forma de consuelo, pero hoy me ha costado escribir sobre sentimientos. 

¡Espero no defraudarles aun así! Gracias <3

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