Capítulo 1

Kakashi, el sexto, estaba en su mesa como de costumbre. En su escritorio se logró ver muchísimos más papeles de los que podía gestionar y, entre escondidas, su libro favorito: Icha Icha.
Miraba a su ex alumna y a la rubia que le acompañaba.
Despampanantes.
Habían crecido haciéndose hermosas, fuertes e independientes. Juntas. Como la mejor amiga y hermana que encontraron entre ambas.

Era veintiséis de marzo.
En dos días sería el cumpleaños de la Haruno, ¡Ino Yamanaka ya tenía su sorpresa preparada!
Sin embargo los planes debían esperar.

—¿Qué ocurre, Kakashi-sensei?— preguntó Sakura.

A su sensei no le agradaba tener que darle alguna misión con su cumpleaños cerca, aunque a veces de eso trataba ser Hokage.
Pero confiaba.
Ambas lo lograrían.
Serían rápidas y eficaces, como solo ellas sabían hacerlo. Se complementaban de maravilla.

Dejó caer un papel delante de ellas.

—Esta misión es de Rango A. Kunoki Hateka es un ninja bastante reconocido por asesinatos silenciosos.

Mientras comenzó a explicar, Ino abrió la carpeta que Kakashi les dio también.
Había una fotografía de la persona con la que debían terminar.

—Nos han llegado noticias: está en un burdel, no muy lejos de aquí. El plan será sencillo; necesitáis infiltraros como bailarinas. Cuando estéis a solas con él, os dará problemas. Sabe defenderse muy bien y tiene un poder aún desconocido.

—Lo lograremos— animó la rubia—. ¿Cómo entraremos al burdel?

—Está hablado con el dueño.

Por suerte, Kakashi y el propietario de aquel lugar compartían un amor por el Icha Icha, algo que facilitó el acceso y ayudó a trazar el plan perfecto.

—Tendréis que ser discretas— comenzó a explicar—. No actuéis en público. Lo necesitaremos vivo.

—¿Por qué razón, Kakashi-sensei?— preguntó Sakura.

—Necesitamos información sobre el clan Hateka.

No pudo explicar más debido a la confidencialidad que firmó con los demás Kages, pero ya todo estaba dicho.
Las chicas aceptaron aquella misión.

Como debían partir casi de inmediato, fue Ino quien avisó a su generación con la telepatía del clan Yamanaka al coger sus cosas.
Se prepararon con su ropa de misión. No hubo nada extraño, ni siquiera un mal presentimiento.
Así que, ¿quién se esperaba lo que estaba por ocurrir?

En la entrada de Konoha, Sai llegó para despedirse de su novia.

—Cuídate, belleza— dijo directamente, como en los viejos tiempos.

—Siento no poder estar contigo esta noche... Tenías algo importante que decirme... — siseó la Yamanaka, bastante culpable.

—No importa. Tendremos otra noche cuando regreses.

—¡Sí!

Sakura se echó a un lado para dejarlos intimidad, hasta que escuchó la voz de Naruto a lo lejos, llamándola como siempre lo hacía.
Una tonta sonrisa se formó en su rostro.

—¡Sakura-chan!

Corrió hasta su mejor amiga.

—¿Ibas a irte sin despedirte?— Naruto sonreía como siempre lo hacía, sabiendo que Sasuke estaba por regresar, sabiendo que todo se pondría en su lugar en cuestión de días—. Qué mala, Sakura-chan.

—Calla, idiota— cruzó sus brazos—. Tienes que cuidar a Hinata mientras no esté, ¿de acuerdo?

—Sobre eso... — Naruto rascó su nuca—. Ella quería venir a despedirse, pero está en el hospital para las pruebas semanales del embarazo.

—¡¿Ah?! ¡Tenías que haberte quedado con ella!

—Está bien, está bien, ella quería que viniera— respondió—. Ten cuidado, Sakura-chan.

La Haruno vio en la mirada de su mejor amigo esa determinación que no era difícil de ver en él. Se mostró serio y preocupado.
Por lo que se inclinó, cruzando sus brazos.

—Shannaro, Naruto— maldijo—. ¿Desconfías de mi fuerza?

Naruto dio un paso atrás. ¡Otro golpe no, maldita sea!
Sakura, riendo, volvió a mostrarse seria.
Colocó una mano en su hombro.

—Todo estará bien.

—Lo sé.

«Si trata de Sakura-chan, todo estará bien.»

• ✾ •

Comenzaron a saltar de rama en rama para avanzar hacia su destino.
Al fin tenían tiempo para estar las dos solas, disfrutando todo segundo en el que podían hablar —aún manteniéndose alerta—.

—¿Hoy tenías una cita con Sai? — preguntó la pelirrosa.

Su mejor amiga ruborizó sus mejillas sin dudarlo. Sonrió al imaginarse cada detalle de aquel día, en caso de haber podido pasar.

—¡Así es, frentona! Creo que Sai quería pedirme que fuera a vivir con él, ya sabes, un paso más.

No sabía cómo actuar. Sin embargo Sakura se fijó en lo ilusionada que estaba.
Hace tiempo estaban en esas mismas circunstancias; las dos hablando y yendo hacia una misión.
Mencionaron el significado de las flores, diciendo que Ino Yamanaka no esperaba a que las cosas sucedieran: las hacía.
Sakura, en cambio, era distinta.
Ella esperaba a Sasuke incluso cuando se levantaba pensando en que jamás volvería.

—¡Ino-cerda! ¿Quién te va a aguantar tanto tiempo?

—¡Baka! ¡Es justo lo que hace un novio!

La rubia mordió sus labios.

—¿Y tú? — rompió así el leve silencio—. Pronto se acerca tu cumpleaños, ¡Tsunade insistió en hacerte una gran fiesta! ¿No bailarás con ningún chico lindo?

—Ya sabes qué pienso de eso.

Sakura era de las más hermosas de la aldea, también la más disponible. Muchos chicos se perdían por poseer aquellas caderas y aquel corazón.
La pena era que era de Sasuke.

Diablos, ¿qué tenía ese chico que los demás no? Si tan siquiera supiera cuántos hacen cola detrás de ella por pedirle una cita, quizás volvería de inmediato reclamando su tiempo juntos.

—¿Qué me dices de Akiro? Su nombre hace honor a cómo es él— halegó Ino.

—Sí es cierto que Akiro es un chico brillante y muy lindo... Por él siento admiración. Trata a los niños de nuestro hospital como hermanos menores— dio un respiro para volver a continuar con su paso. Ya pronto llegarían—. Pero no creo que ninguno de los dos compaginemos. Creo que su tipo es más como Hinata.

—Sakura es Sakura. Es imposible estar con alguien como tú— se burló.

Eran mejores amigas con amor-odio en sus corazones. Y a pesar de haber dicho aquello, Ino sí quería estar con su mejor amiga para siempre.
La apreciaba. La admiraba.
La quería como hermana, incluso.

—Ya hemos llegado, Ino-cerda.

Pausaron sus pasos para ver aquel lugar. Estaba muy cerca de la aldea, aunque con muchos minutos de diferencia.
Era una cabaña de madera, rodeado de muros del mismo material.
Según Kakashi; el ambiente era como de aguas termales, pero con el secreto del interior.

—Oye, ¿realmente tendremos que hacernos pasar por bailarinas?

—Vamos, frentona. Ten más confianza en ti misma.

Subieron las escaleras traseras, tal y como decía el informe de la misión.

Un hombre fornido y viejo abrió la puerta. Era el confidente de Kakashi. Al ya saber quién venía, les saludó y dio paso.

Fueron sigilosos. Las coló a una habitación restringida, solo para ellas.

—Si me hacen perder ryos las mataré yo mismo— amenazó el buen señor—. Los trajes están en el armario. Kakashi-sama me dijo que seriáis precavidas, que nadie sabría qué estaría pasando. Eso espero. Aquí vienen personas muy importantes.

—Rayos, señor— Ino defendió—. No se preocupe, no le pondremos en compromiso con ningún cliente. Solo buscamos a Kunoki Hateka.

—Lo haremos lo mejor posible — añadió Sakura.

El señor se marchó con una mala mirada, dejándolas a solas con sus trajes exóticos.
Al abrir el armario, Ino comenzó a reírse.

—Mira, mira— cogió el traje que supuso que era para Sakura, mostrándoselo—. ¡Lo que daría por tener una cámara!

—¡Cerda! ¡Estamos en una misión!

—Sí, sí.

Con confianza, comenzaron a desvestirse.

—¿Cuál es el plan?

—Mi idea es esta— comenzó Sakura—. Saldremos al escenario. Localizaremos al objetivo.

—¿Y después qué?

—Hum, encontraremos alguna-

—Hay que seducirlo— habló Ino.

A pesar de la vergüenza que comenzó a sentir Sakura, ella estaba segura de aquel plan.
Y es que, mirando la situación y el lugar, ¿no era lo más apropiado?

—Lo paralizaremos y lo llevaremos a Konoha.

—Parece sencillo.

—Así es— la pelirrosa se sentó en la silla una vez vestida. Comenzó a decorar su piel con aquellas joyas que prepararon para las dos—. Pero recuerda lo que dijo Kakashi-sensei. Los Hateka son un clan desconocido, podrían tener algún kekkei genkai o alguna técnica exclusiva.

Ino terminó. Sakura se fijó en lo hermosa que se veía su amiga.

—El cabello así... te queda genial— admiró la pelirrosa.

Al acercarse a su mejor amiga, le miró con seriedad.

—Si nos damos prisa... ¡aún podré cenar con Sai!

—¡Sí! — se animó Sakura.

Quería terminar.
Así podría ser un regalo por adelanto; darle el tiempo suficiente para que estuviera con Sai, la persona que más amaba en aquella aldea.

—Vam-

Pum, pum, pum.
Comenzaron a escucharse pasos de los que sospecharon. Ino Yamanaka usó su rastreo para ver qué tipo de chakra se acercaba.
Uno inusual. No era rojo, hablando de un objetivo. Tampoco era azul de inocencia. ¡Era negro! Tan negro como la oscuridad del miedo de cada ser.
Abrió sus ojos, impactada ante aquella nueva situación.

Y no tardó ni un segundo más en darse cuenta de algo:
Era todo una trampa.

—¡Sakura, atenta!— tomó las riendas de aquella situación—. Nos va tocar luchar sin contenerse.

—¿Sin contenerse? — sonrió la Haruno—. Entonces estoy lista.

No sabían a qué podía ser aquello.
No dudaron en las intenciones de Kakashi: o a él también le habían engañado, o es que la misión era cierta pero terminaron en un lugar incorrecto.
Quizás las descubrieron antes de tiempo, quizás interrogaron al dueño del lugar y el que vieron era nada más que un espía.
Habría más tiempo para pensar, ¡pero en ese instante no!

La puerta se abrió.
Y ahí se mostró; Kunoki Hateka.

Era un chico más o menos de la misma edad, rondando los diecinueve o veinte años.
Era pelirrojo, de ojos color zafiro y mirada penetrante, de las que se colaban en la mente de todos.

Las miró.

—¿Cómo han podido ser tan estúpidas de caer en esta trampa?

—¿Cómo eres tan maldito de menospreciarnos? — defendió Sakura.

No tenían ningún plan, salvo el plan de siempre; luchar.
Luchar, aprender de sus movimientos y luego, al conocer sus habilidades y debilidades, trazar el plan magnífico con el que terminarían con él.

Sakura fue la que se especializaba en el combate de primera fila, así que dio el primer paso. Se lanzó hacia aquel chico y...
Ocurrió.

En tan poco tiempo él esquivó su puño, colocándose a su lado para susurrale al oído:

—Preciosa, estás tan deprimida que buscas morir.

Nadie se creería que Sakura Haruno estaba tan deprimida hasta ese punto, salvo ella misma.
Ella misma.
No supo porqué, su cuerpo comenzaba a moverse. Concentró tanto chakra en su puño como lograba, sin tener en cuenta cuál era su límite.
Todo para golpearse a sí misma.

Se golpeó en el estómago, haciendo que cayera, rompiendo incluso la pared.

—¡Fretona, ¿qué diablos haces?!

Kunoki quiso golpear a la Haruno, pero fue Ino quien lo impidió. Comenzó a pelear contra él, ¡ella también era buena en el taijutsu! Lo demostró, logrando darle un golpe.

El rival comenzó a contar.

Una.

Dos.

Tres.

—No te importa nada lo que pasa a tu alrededor. ¿Por qué no dejas de luchar? — habló Kuneki.

Intentó reírse de su rival, moverse y golpearlo de nuevo.
Pero no lo logró.
Su cuerpo actuaba sin su consentimiento y cayó al suelo, levantando sus manos como rendición.
Se quedó mirando. Era lo único de lo que aún era consciente: las cosas que ocurrían a su alrededor.
Sus lágrimas al ver cómo aquel pelirrojo daba un paso hacia Sakura.
Paso tras paso sin ella poder hacer nada.

Un paso más.

Ni siquiera su voz salía. ¡No podía gritarle que huyera! Y es que ella estaba ahí, mirándole también, sin poder moverse y con un hilo de sangre correteando por sus labios.

—I-Ino... — susurró su mejor amiga.

Eran de las kunoichis más fuertes, no había duda. Pero ese era el claro ejemplo de que siempre habría alguien más fuerte que tú.

—Preciosa... — volvió a hablar. Era su voz. No tenía ningún poder ocular, ¡era su voz!— Detestas tanto este sitio, que con tu fuerza... ¡Quieres destruirlo todo!

Sakura se levantó a pesar del dolor.
Ni siquiera eso impedía que se moviera.
Cara a la pared, comenzó a golpear todo con su fuerza sobrehumana.

El pelirrojo sonreía.
Con poco esfuerzo una estaba tirada en el suelo y la otra, a punto de destruirse a ellas mismas.
El edificio comenzó a caerse en pedazos.

Pequeñas piedras, grandes piedras...

—Aquí termina mi trabajo.

Quería irse, pero algo hizo que no.
Fue como... algo que le llamaba a ver.
A verla a ella.

Sakura Haruno.

Quizás era que se quedó prendado de su belleza o que estaba destinado a tener una gran historia con ella. ¡No sabía nada! Y no estaba enamorado.
Quizás... Lo vio; el byakugou de su frente.
Eso era.
Eso era lo que necesitaba.

Se acercó a la Haruno pero una piedra cayó en frente.

Tenía que irse o moriría.
Él no era tan bueno combatiendo, lo único de bueno que tenía era su poder.

Evigt min.

De la voz de aquel chico salió una pequeña onda que golpeó la espalda de la Haruno.
Jadeó del dolor que sintió e hizo sollozar a la Yamanaka en aquel instante.

Había cumplido su propósito.

—Espero que te salves, preciosa.

Retó el pelirrojo, refiriéndose a Sakura.
Se marchó sin problema, huyendo como rata escurridiza que era.

Sin embargo cometió un error; una pequeña barrera en Ino Yamanaka se quebró. Podía mover sus manos, pero no sus piernas. ¡Asi no podría salvar a su mejor amiga!
A no ser.

Una lágrima se escurrió por sus mejillas. En sus ojos se veía reflejada la espalda herida de Sakura, golpeando una y otra vez aquel lugar. Había conseguido que se quebraran los pilares más importantes, incluso provocó sangre en sus nudillos.
Ella también lloraba. Sakura era consciente que si ambas morían, sería su culpa.
Pensó en mil maneras de por lo menos sacar a Ino de aquel peligro, ¡tenía mucho por delante! Aún tenía que comprometerse con Sai. Vivir juntos. Tener una vida feliz.
Sin embargo, no veía salida en aquel túnel.
¿Y si...?

—¡Jutsu: cambio de cuerpo y mente!

Lo logró. El cuerpo de Ino quedó inconsciente, pero logró entrar en el de Sakura.
Corrió a ella misma con el cuerpo prestado para salvarlas, así ambas se salvarían. Pero justamente una piedra cayó impidiendo aquel rescate.
¡Sakura no podría destrozar aquella piedra! Había gastado su chakra y moverla era imposible.
Así que solo quedó una opción.

«¡Perdóname, Frentona! ¡Si me quedo a intentar salvarme probablemente el tiempo se echará encima y morirás!»

Comenzó a correr.
El tiempo era vital, no sabía cuándo una piedra lograría impactar en su cuerpo para aplastarla y matarla. Así que también dependió de la suerte.
Es por eso que sus piernas no dejaban de moverse.

Un poco más.
Nada más un poco más.

Justo a un paso de la salida,
el jutsu se canceló.

Sakura volvió a ser ella misma.
Había recuperado el control de su cuerpo en todos los sentidos.
Pero miró alrededor y alrededor y, ¡su mejor amiga no estaba!
Quiso entrar. Esa idea no se marchó ni cuando el edificio entero se derrumbó dejando ruinas a su merced.

Ruinas y un cadáver.

La Haruno cayó rodillas al suelo. Sollozó tan fuerte que era imposible no escucharla a lo lejos.
Su corazón se apretó.

Ino Yamanaka la había salvado.
Una vez más. A ella.

Como logró hacerlo, con desesperación comenzó a mover las piedras. Sin chakra, ni fuerza. Aún dolorida prosiguió dejando sus ojos secos. Dejando su esperanza vacía y su corazón roto completamente en polvo irrecuperable.

—Por favor, por favor, por favor... — suplicó.

Por favor, que todo sea un sueño.

No, no lo era.
Era real.

Había muerto y no había vuelta atrás.

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