1
Salir a trotar por el puerto de madrugada era lo mejor que algún día se le pudo ocurrir, el ejercicio no era su amigo, pero la vista al mar sí. Mientras daba sus pasos, las olas golpeaban el muro del suelo, sobre el cual se paraba, el sonido era fuerte y traía consigo una breve ventisca, se detuvo para sentirla mejor, le resultaba refrescante.
—¡Esto es vida! —gritó, tal vez más duro de lo que le hubiera gustado.
Estaba en la zona de descargue, prácticamente estorbando el paso, los pescadores y las mujeres que se preparaban para subir a un barco y atrapar los mariscos con sus propias manos lo miraron con molestia, así que pidió disculpas rápidamente con una reverencia por haber sido ruidoso.
—¡No seas ruidoso, Jinnie! —regañó en broma una de las mujeres del barco. —Apresúrate y ve a vender pescado.
Seokjin sonrió y asintió, tras despedirse de la mujer retomó su trote pero ahora en dirección a su casa.
Respiró profundo y miró hacia el cielo, observó la manera en que algunas nubes intentaban seguir ocultando el sol y su brillo cegador, pero este ya se iba notando un poco y algo le decía que era más tarde de lo que pensaba. Le echó un vistazo al reloj de su muñeca, sospechaba que estaba fallando.
—¿Me estás dando mal la hora, amiguito? —habló con el objeto. —La señora Ok tiene razón, debo apresurarme.
Debía estar en su puesto, con todo listo antes de las seis de la mañana, a las siete debía surtir nuevamente el pescado y el hielo, si llegaba tarde perdería ventas y pescado.
Cuando llegó a su vecindario sacó sus llaves con prisa y al llegar a su vivienda, abrió la compuerta.
Su padre había fallecido ya hace tres años, fue un hombre trabajador y amable, de él aprendió todo lo que sabe, no se arrepiente de haberlo acompañado a el mercado las veces que lo hizo, aquella casa y el pequeño negocio de pescado fue lo que le dejó, le hacía feliz mantener ese estilo, amaba la isla, amaba su hogar y mucho más su trabajo, bueno, este último era el segundo trabajo que más amaba, el primero era el trabajo de la señora Ok, le apasionaba la idea de sumergirse en el agua y aguantar la respiración hasta volver a la superficie, con mariscos.
Algún día la señora Ok se rendiría ante sus súplicas y lo dejaría hacerlo junto a ella, aunque fuera a escondidas estaba dispuesto, por ahora debía concentrarse en la venta de pescado.
Se lavó el sudor brevemente en la ducha y luego se vistió con la ropa de trabajo, una camisa sencilla y una pantaloneta que le llegaba hasta las rodillas, y por si el frío quería matarlo, una chaqueta negra tipo puffer, el sol podía ser intenso de día pero el frío en la tarde, solía ser más fuerte.
Salió de su casa y caminó hacia el mercado principal, que quedaba bastante cerca del puerto.
—Hola, Seokjin —saludó un viejito sentado en el puesto ambulante de zumo de naranja.
—¡Hola, señor Choi! —se acercó a comprar lo que sería su desayuno. —¿Cómo sigue la señora?
—Mejor que tú, te vas a desaparecer por no comer— tomó el brazo de Seokjin para medir su anchura. —Mira eso, mi esposa tiene razón, el único enfermo eres tú, dice que cuando se recupere te las vas a ver con ella, así que engorda y deja de estar pálido.
Seokjin carcajeó junto al viejito, ambos sabían que por más que lo regañara Seokjin se olvidaría de tomar sus comidas como es debido. La encargada del puesto de zumo solía ser la señora Choi, pero estaba tomándose un descanso para cuidar su salud, pues los mareos le habían causado varios accidentes físicos, al parecer era anemia pero ella se negaba a aceptarlo.
Se despidió del hombre y se dirigió hacia su lugar, con las llaves quitó el candado y empezó a exhibir los pescados rodeados de hielo.
"Hielo"
Se estaba acabando, la cantidad que tenía era menos de la que se había imaginado, esta vez tendría que comprar un poco más si quería mantener el pescado en buen estado.
En cuestión de minutos sus vecinas llegaron, era un grupo de ancianas que vendían sashimi.
—¡Jinnie! Qué rápido has llegado, ¿estás en una carrera contra nosotras? —preguntó entre risas la mayor del grupo.
—Así es y me complace decirles que voy ganando, últimamente se les pegan las cobijas ¿verdad? —dijo mientras se ponía los guantes para despachar la primera clienta del día.
—¿Cómo crees? —regañó la misma mujer. —Es Han quién se ha atrasado.
—Cómo eres de habladora, Shin—palmeo a la otra mujer de edad y luego ayudó a organizar las cosas— Jinnie, ignórala, la vejez ya no la deja recordar las cosas con exactitud.
Seokjin obedeció y se dedicó a empacar el pescado, mientras las ancianas seguían discutiendo.
—Lindo día, gracias por su compra.
—Es increíble —dijo la tercera del grupo— es temprano y tú ya empezaste a vender.
—Debe ser que tengo un encanto natural.
—Seguro —volvió a hablar Shin, muy sarcástica.
Seokjin se quitó los guantes y les ayudó con sus sillas y canastas, las mujeres le agradecieron, Shin también, pero a su manera.
—Oye, Seokjin— susurró, tratando de evitar que las otras la escucharan.
—No me digas que otra vez me vas a hablar de tu nieta, Shin —regañó, delatando a la mujer frente a las otras dos.
La señora Shin se alejó de inmediato evitando las miradas de regaño de sus amigas.
—Claro que no, muchacho, iba a ofrecerte un poco de pan, apuesto a que no desayunaste—mintió.
—¡Shin! Quedamos en que no volveríamos a molestar a Jinnie —dijo la señora Han, y el pelinegro asintió, haciéndose la víctima— él dijo claramente que no le gustan ese tipo de citas.
—Nosotras lo respetamos, pero tú sigues hablando de tu nieta cada que puedes, eso es trampa. Han, ahora deberíamos hablar de nuestras nietas.
Las ancianas se levantaron de sus sillas para acercarse al joven, pero este escapó cuando miró a su amigo entregando un bloque de hielo a otro vendedor.
—¡Kook! Sálvame de esas mujeres por favor.
—¡Jin! —el chico dejó la carga en reposo un momento, para saludarlo. —¿Otra vez evitando que te ofrezcan a sus nietas?
Seokjin asintió y empezó a ayudar al más joven con el bloque.
—Parece que no se cansan, a este paso solo espantaran a los pretendientes. Me apiado de sus nietas, deben estar avergonzadas. —dijo Jungkook, entre risas.
—Les falta prudencia, y, hasta donde sé, ya te espantaron a ti, a Taehyung y a mí.
—¿Taehyung? —preguntó el también pelinegro, sorprendido.
—¿No lo sabías? —Jin rio— Es una pena que no lo presencié, ya sabes cómo es la actitud de Tae, seguro las fulminó con la mirada.
—Si… lástima no haberlo visto.
Descargaron el bloque y Seokjin traqueo su espalda.
—Te encargo bloque y medio para mí, Kook.
—Has tenido buenas ventas.
—Así es, espero que Tae se apresure, pronto me quedaré sin pescado.
—Te lo traeré apenas entregue los que ya encargaron.
Seokjin agradeció y volvió al puesto, junto a las ancianas, que estaban cuchicheando sobre algo, cosa que no le sorprendía, fingió no escuchar, de igual manera siempre se morían por contarle todo y se enteraría.
Cuando las mujeres notaron su presencia dejaron de hablar.
—Jinnie —llamó Shin. Solo lo llamaba así cuando estaba de gran humor
Aquí iban, justo como siempre.
—Adivina qué.
—¿Taehyung aceptó una cita con tu nieta?
Normalmente la anciana se hubiera enojado, o frustrado por esa respuesta, moría por tener biznietos y no permitía que se burlaran de eso.
—¡No! Algo mucho mejor. —dijo emocionada, las otras dos ancianas tampoco dejaban de sonreír.
—¿Mejor que eso?
—¡Ha llegado a la isla un joven muuuy APUESTO! —La señora Han enfatizó las palabras, llena de emoción.
—¡Sí, es el hijo del señor Kim! —agregó la tercera.
—¿Kim? —observó cómo asintieron y volvió a preguntar. —¿El dueño del restaurante de pescado?
—¡Sí! —dijeron las tres.
—¿El que falleció el mes pasado?
Las mujeres se quedaron en silencio, avergonzadas.
—¿Les parece buena idea intentar casar a alguien que está de luto?
—Vamos Jinnie, necesita una mujer que lo consuel-
Shin fue interrumpida por la señora Han, con un codazo.
—Lo que quiere decir —miró a la anciana Shin con regaño— es que seguro ya pasó el luto por lo sucedido.
—Que bien, ¿por qué no van y averiguan?
—Eso es justamente lo que pensamos —dijo Shin y nuevamente fue regañada por Han.
—¿A qué te refieres? —supo que algo estaban planeando las mujeres, y al parecer, tenía que ver con él.
—Que tú… —la mujer abrió los ojos, tratando de convencer al pelinegro de que era buena idea.
Cuando el castaño entendió, inmediatamente se negó.
—Ni loco.
Las mujeres lo miraron decepcionadas y Shin fue más lejos, golpeándole la espalda al joven.
—Entonces ¡sal tú con mi nieta!
—¡Jamás! —gritó, sobando la zona.
—¡Shin, mira! —susurraron Han y la tercera anciana.
—¿Qué?
La señora Shin y Seokjin voltearon a la vez.
—¡Dios mío!
La anciana salió corriendo, cuando las otras intentaron detenerla fallaron, así que decidieron seguirla hacia la misma persona y aprovechar la oportunidad.
Las tres terminaron rodeando a un joven bastante alto y de cabello castaño, iba vestido un poco elegante para estar en el mercado, contrastaba bastante con la gente común, con Seokjin.
Mientras observaba, no se dió cuenta de que un cliente había llegado.
—Jin, ¿me vendes dos de estos?
Seokjin no lo escuchó.
—¡Jin!
—¡Ah! Disculpa, de cual quieres.
—Este, ¿qué es lo que te distrae? —dijo la señora señalando el pescado, luego se volteó en dirección a lo que miraba el pelinegro — ohh, ¿ese es Namjoon?.
. . . ⌲ Aquí el primer capítulo, díganme ¿Qué les parece?
No olviden dejar su voto ♡
Esta historia me emociona mucho, tiene varios personajes y tengo muchas ganas de contar la historia de Seokjin y Namjoon, al igual que la de Jungkook y Taehyung.
Lindo día, nos leemos.
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