EXTRA IV

Marcus Meyer

Cierro los ojos al colgar la llamada, trago duro pensando en lo que me ha dicho Farid hace apenas unos minutos. ¿Será cierto? ¿Se comprometió con Charlotte? Las preguntas me atormentan, y me joden al mismo tiempo. Pude haber tenido una vida con ella, y ahora todo lo veo tan lejano...

—¿Me mandó a llamar, señor? —pregunta Jen, abriendo la puerta de mi oficina.

—Si, contactame con Brandon Leister, quiero saber como va mi divorcio.

La mujer suspira con desaprobación. No se me olvida que es la amiga de Mercy.

—Cla... claro señor Meyer.

Espero a que me ponga en contacto, no tarda más de cinco minutos para que Brandon Leister me responda al otro lado de la línea.

Marcus Meyer, ¿para qué soy bueno? —me pregunta.

—Quiero respuestas, ¿cómo va mi divorcio?

—Ya tengo los videos tuyos dónde estás con Charlotte, los que me tardé en conseguir fueron los de su esposa, pero también los tengo. Que no se nos olvide que, con quien te engañó fue con uno de nuestros colegas —se burla al otro lado de la línea.

—Si, no se me olvida ese detalle. Si tienes algo más, házmelo saber...

Su abogado quiere negociar —dice.

—Le di la opción cuando inicié el trámite, mi respuesta es no —respondo tajante.

Se la di, le dije que le daría un porcentaje y lo rechazó. Ahora que se joda.

Si quieres que las cosas fluyan y que el proceso de divorcio sea rápido, lo que te recomiendo es que lo aceptes —responde —. Sin embargo, suelo ser un hijo de puta, si le quieres quitar hasta el alma, que así sea.

—Sabes que no me ando con rodeos, no negociaré nada, será el patrimonio de mis hijos lo que estará en juego y no pienso dejarselo a su padre —le digo.

Lorenzo entra con una sonrisa interrumpiendo en mi oficina.

Bien, ¿y la custodia? ¿La pelearás? —pregunta.

—Seré un hijo de puta, pero no un maldito. Mercy ama a mi hijo igual que yo, así que no, custodia no pelearé, ella se encargará de él.

Bien.

Cuelgo después de unos minutos. Lorenzo me pregunta que es lo que sucede y le doy una explicacion breve de ello. Se ríe a carcajadas cuando le cuento lo de Charlotte, algo que me descoloca.

—Ya se veía venir ¿no crees? —dice —. Creo que no te funcionó eso de querer darle tiempo al tiempo, ahora te has quedado sin nada —se ríe.

—Maldita sea —espeto —. Pensé que cambiaría de opinión.

—Ni siquiera han hablado, ¿cómo quieres que cambie de opinión? Lo que deberías hacer es dejarla en paz, sanar heridas y reemplazarla.

Niego.

—¿A qué has venido Lorenzo? No estoy para consejos baratos, sabes que no haré nada de eso. Yo no me rindo con facilidad.

—¡Por Dios! ¡Se va a casar! —vuelve a reírse.

Me pone de nervios.

—¿Y? Los amantes siempre tienen encuentros ¿que no? —digo —. ¿Quién dice que no los tendremos?

—Si yo fuera ella, lo pensaría dos veces.

Sonrío.

—Quizás ese es nuestro karma, ser amantes.

—Ya no te quiere, dejala que se case y sea feli...

—¡¿Y yo qué?! ¡Yo quería ser feliz con ella, joder!

—¡Pero no se pudo! Entiéndelo, hombre.

—Se la quité a Oliver, y ahora ese imbecil me la quita a mi.

—No es un objeto, nadie le quitó nada a nadie, deberías tranquilizarte.

Hago un gesto, le ordeno que se largue y mi humor cae al suelo cuando giro la silla, recargo mi espalda en la misma y cierro los ojos. La recuerdo, recuerdo todo como si hubiese pasado ayer y ya ha pasado casi un año. Quisiera sentir su humedad al envolverme la entrepierna, oír sus gemidos y comerme esa boca. Mi entrepierna reacciona a tal imaginación y vuelvo a recordar el lago, la finca y la infinidad de veces que follamos, que hicimos el amor.

Trago duro y abro los ojos. La respiración se me agita, los dedos me pican y el recuerdo de sus palabras vuelven a rondar la mente.

"Lo dejaré, me divorciaré de él. Pero quiero que me asegures de que tú también lo harás."

No lo hice, ella lo dejó y yo seguí adelante en un matrimonio con quien no amo.

—Charlotte, Charlotte... mi muñeca.

Susurro.

No me resisto, tengo que llamarla, saber si es cierto lo que me ha dicho Farid. Cojo el móvil, dudo en llamarla pero al final lo hago, pulso la tecla verde y la llamada entrante comienza a contar los segundos. Me llevo la bocina al oído esperando escuchar su voz. Entonces, responde.

—Di... diga —responde.

Su gloriosa voz me remueve la polla.

—Muñeca —digo.

Se hace el silencio. Escucho su respiración entrecortada, sin decir ni una sola palabra.

—Marcus, ¿a que se debe tu llamada?

—¿Que no es obvio? es evidente que te extraño.

—Estas loco... —responde y escucho un bufido al otro lado de la línea —. Si llamaste para fastidiar, de una vez te digo que...

—¿Te comprometiste con él? Dime, ¿lo hiciste?

—¿Qué? ¿Quién te dijo...?

—Ambos sabemos que fue él quien me lo dijo, ¿ya te olvidaste de nosotros? ¿De la finca, del lago? No te pudiste haber olvidado de eso tan rápido.

—Lo hice, pasé la página Marcus y... adiós.

Cuelga. Me siento como un imbécil tratando de buscar amor donde ya no sienten nada por mi. Pero no, me niego a ello, porque muy en el fondo sé que si sigo insistiendo sentirá lo que yo siento. La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse, pero yo así no lo prefiero. Si es posible, por ella yo me quemo.


Lo prometido es deuda, y ya estamos a un día de que ésta segunda parte termine :')

Gracias por su apoyo incondicional, recordemos que es una historia donde los personajes también se pueden equivocar. Así que... estoy ansiosa por subir ese final L_L

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