Verdades Dolorosas

Gracias mis hermosos corazones perversos por haber participado en el juego llamado: Conociendo a Fernando, que hice en instagram. Preguntas y sobre todo respuestas muy divertidas que me alegro que hayan respondido.

viki1720 Nimzays MeluBell morecc anah0726 PedroGabrielSurezPez LunaIvanova FatrIN3

Felicidades a ustedes ☝🏼 respondieron con mucha rapidez y correctas la mayoría de preguntas. Como sabrán, tres de ustedes ganaron un saludo especial de Fernando López, modelo en cual me inspiré para Darius y quien está feliz de ser parte de esta historia. Pronto daremos ese premio.

Por mi parte les doy este capítulo y de nuevo gracias por el apoyo.

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{Darius}

Laurel huyó y me fui tras de ella.

Antes de que entrara a la dichosa audiencia la vi abrazada a Olek y hablando a solas con él, cosa que me molestó porque me sentí excluido, sentía que esos dos me ocultaban algo y me enfureció demasiado, pero traté de calmarme y confié en que fuera lo fuera, ella me lo diría luego.

¡Mierda! Los monstruos en mi cabeza se estaban aprovechando de mi debilidad. Laurel confiaba en mí, me lo dijo viéndome a los ojos, estábamos enamorados y hasta había logrado que pensara en tener hijos conmigo.

Aquel recuerdo en su apartamento cuando fui con Dasher me hizo controlar la desconfianza; teníamos algo fuerte y sabía que nada iba a separarnos. Verla con sus padres me puso de malas, su madre era una arpía que disfrutaba de ver mal a su hija; noté los celos en esa mujer al ver a mi chica, la manera en la que buscaba humillarla y, aunque Laurel no era mala, descubrí que su forma de defenderse la aprendió por Dana. La pelinegra era lo que era por sus padres y a pesar de lo malo que le tocó pasar, aprendió a ser fuerte y odiaba verla tan vulnerable con ellos.

Los Stone resultaron ser los mismos que traficaban con Lucius cuando el mal nacido estaba vivo, tenían mucha cola que les pisaran y nada me costaba sacar a la luz las pruebas que tenía en mi poder sobre ellos, pero no iba a hacerlo porque tal cosa perjudicaría los planes de Olek y Laurel y no los jodería así. Los negocios de los Stone eran sucios y sus empresas, simples fachadas, aunque las que pertenecieron a los Sandr estaban limpias y solo esperaría a que las recuperaran para luego encargarme a mi manera de Dana y Greg Stone.

«Por muy buena que sea una semilla, no fecunda en tierra árida».

Esas palabras no salían de mi cabeza y la reacción de Laurel después de escucharlas me asustó. Por primera vez la vi aterrorizada y la desconocí, esa no era mi novia, no era la chica que me mostraba a mí y noté que Olek sabía más de ella, no porque yo la descuidaba y no me interesaba en mi chica, sino porque Laurel al parecer tenía más confianza en él que en mí.

Y eso no me agradaba.

—¡Laurel, espera! —pedí cuando la alcancé, la tomé del brazo y la hice verme. Estaba llorando, su expresión era serena porque ella se obligaba a mantenerse así, pero sus ojos no se resistieron al dolor y permitieron que las lágrimas salieran.

—Llévame a mi apartamento, por favor —suplicó y entendí que no podía hablar en ese momento.

Le di su espacio y le ayudé a subirse en mi coche, conduje en un silencio incomodo y pensé en lo mal que debía estar para que se encontrara en ese estado; al parecer su pasado era peor de lo que imaginé y me frustraba no poder cambiarlo para verla feliz. Cuando llegamos a su apartamento se fue directo a la mesa donde mantenía una botella de coñac y se sirvió un poco en un vaso corto, no bebió de lo que había servido sino que lo hizo directo de la botella.

¡Joder!

Su rostro se arrugó cuando el líquido quemó su garganta y luego me extendió el vaso a mí, sonreí sin poderlo evitar, no con burla sino al ver aquel gesto de su parte.

—No tuve una buena vida, Pecas —soltó y suspiró con fuerza—. Cuando iba a la primaria envidiaba a mis compañeritas porque siempre alardeaban de lo que hacían los fines de semana con sus padres, cuando yo de lo único que podía alardear era de los juguetes caros que mi padre me hacía llegar por medio de los empleados.

Tragué con dificultad al escucharla y verla a punto de derrumbarse, mas no la detuve porque sabía que necesitaba aquello.

—Cuando llegaba el día de padres yo siempre mentía y faltaba a la escuela con la excusa de que me había enfermado porque me dolía ver a todos los niños con sus padres. Cuando tenía siete años papá prometió que mamá me acompañaría ese día y me fui emocionada creyendo que al fin podría alardear de mi madre, era fría, pero al menos me hizo feliz saber que ese día estaría para mí y sabes qué pasó... —Limpió con brusquedad sus lágrimas y su rostro se desfiguró por el dolor que le causaba aquel recuerdo.

Quise hablar y pedirle que no lo recordara, pero con una señal de mano me calló.

—No llegó, me quedé esperando en la puerta del salón con la esperanza de que lo hiciera y me obligué a pensar que solo se demoraba porque se le había hecho tarde —Hipó y se mantuvo en silencio unos segundos mientras lograba hablar de nuevo.

Quería meter la mano en su pecho y arrancarle aquel dolor de raíz, sin embargo, tuve que mantenerme fuerte por ella.

—Me tocó ver cómo mis compañeros presentaban a sus padres con orgullo y ellos los trataban con amor y cuando al fin entendí que mi madre no llegaría, me fui a un rincón y me tragué las lágrimas que quemaban mi garganta porque me daba vergüenza que me viesen plantada y sufriendo por eso. Pero de nada sirvió aparentar ser fuerte, puesto que en el descanso unas niñas se burlaron de mí y terminé llorando en el baño.

¿Cómo le decía que no sufriera más por eso? No podía cuando yo estaba viviendo su dolor en aquel momento.

—Al llegar a casa encontré a mi madre en el jardín haciendo yoga, le reclamé el que no llegara y se excusó diciendo que yo tenía la culpa de que ella perdiera las curvas que antes poseía y tenía que hacer su rutina diaria para recuperarla.

Imaginé en ese momento a Dasher llorando por la ausencia de sus padres, al ver a mi hermosa mujer llorando herida por el desprecio de los suyos. Ambos sufrían por la falta de amor, aunque fuese por razones distintas y quise matar a aquella mujer que no merecía el título de madre.

—Papá llegó esa noche y me quejé de lo que mamá me había hecho. No comprendí por qué ese día, pero cuando mi padre le reclamó ella dijo que no tenía derecho a decirle nada, que solo le hizo un favor al convertirlo en padre y que yo era responsabilidad suya, no de ella —Bufé al oír eso y pensé en mi caso y lo bueno que fue que mi madre me abandonara en lugar de que me despreciara.

Laurel vivió el desprecio de sus padres y a pesar de que yo sufrí maltratos por parte de Lucius, al menos tuve el amor de mi madre adoptiva.

—Lo amenazó con irse de la casa si le seguía haciendo pelea por mi niñería y entonces mi padre me miró triste, pero... le pidió perdón a ella y no a mí... —«Maldito cobarde», pensé con ganas de tenerlo enfrente y gritárselo—. Dime, Darius ¿qué culpa tenía yo de nacer cuando no fue mi decisión hacerlo? —Cayó al suelo derrotada y no pude contener las lágrimas al verla en ese estado— Cuando me enteré de mi embarazo me asusté, pero te juro que amé a aquella cosita en mi vientre y prometí que sería la mejor madre a pesar de no saber cómo hacerlo. Quería a mi bebé y ella me lo arrebató solo por joderme. Me dañó, Pecas. Me marcó de por vida —soltó con dolor y me miró asustada—. Y-yo no...puedo... —Dejó caer su cabeza, rendida y demasiado dolida, aunque también aterrorizada.

Estaba sufriendo demasiado.

Era inaudito que alguien lastimara así a una niña, no la maltrataban físicamente, pero sí en lo psicológico y tuvo que soportarlo por muchos años. Laurel se forjó en el fuego durante mucho tiempo, pero esa gema a pesar de ser preciosa también era imperfecta porque no tuvo un buen ejemplo y guio su camino como creyó que era correcto; hasta ese momento comprendí bien su miedo a ser madre, Laurel no había tenido un buen modelo a seguir y creía que fracasaría en eso. Sin embargo, yo sabía que estaba equivocada porque era perfecta para aquel papel y me lo demostraba con Dasher.

—Naciste para demostrarle al mundo la gran mujer en la que te convertiste a pesar de haberte criado con bestias —aseguré y la tomé entre mis brazos—. En mi vida he conocido a grandes mujeres, mis hermanas son un claro ejemplo y me demostraron lo bueno que se podía ser sin importar la vida de mierda en la que crecieron. Cometieron demasiados errores, aunque aprendieron de ellos y hoy son las únicas que merecen mi respeto, pero tú Laurel Stone, no solo mereces mi respeto sino también mi admiración. Te has caído tantas veces y te levantas como si nada ha pasado y eso solo vi en Isabella.

La hice verme a los ojos y besé sus lágrimas antes de continuar.

—Sin embargo, tú lo llevas a otro nivel porque has estado sola desde que naciste y sigues aquí, de pie y siendo la más cabrona de todas. Emerges de aguas pantanosas, de fuego, de lo que sea en lo que te hundan y lo haces siendo más fuerte, resurges con una sonrisa de victoria en el rostro y demuestras una felicidad que esconde tu tristeza, pero lo haces porque eres fuerte. No te lamentas, no te quejas de nada, solo sigues y tratas de formarte de nuevo y eso... no cualquiera lo hace —puntualicé creyendo cada palabra que salía de mi boca.

—¡Dios! —exclamó acojonada y le sonreí. Se aferró a mí con fuerzas y lloró en mi pecho, necesitaba calmarla, pero no sabía cómo— ¡Perdóname, amor! Tú no mereces esto, no puedo cumplir tus sueños —La miré estupefacto cuando fue ella quien me cogió el rostro y me pidió perdón por algo que no entendía.

Sentí mi móvil vibrar en el bolsillo de mi pantalón, mas lo ignoré en ese momento.

—Te lo suplico, Darius. No fue mi intención. Yo quería, quiero, pero no puedo. Perdón, perdón, perdón —suplicaba, la tomé de los brazos y la separé de mí.

—¿De qué hablas? ¿Por qué me pides perdón? —pregunté asustado, mi móvil seguía vibrando sin parar— ¡Mierda! —me quejé sacándolo de mi bolsillo.

—Y-Yo...

—Espera —la detuve al ver el número de Eleanor. Respondí de inmediato porque sabía que se trataba de Dasher— ¿Ele? —dije al descolgar la llamada.

¡Darius! Al fin respondes, cariño —dijo afligida— Dasher se ha puesto mal y no sé qué le pasa —Sentí que palidecí al escucharla.

—Dime que es una broma —supliqué poniéndome de pie.

Laurel notó mi aflicción y se puso de pie junto a mí escuchando a Eleanor porque tenía el volumen alto.

Está vomitando mucho y se queja de dolor de estómago. ¡Oh, Dios!

—¿¡Qué pasa, Eleanor!?

Es una alergia, Darius. No puede respirar.

—¡Mierda! —solté cuando dijo aquello, Laurel había tomado su teléfono segundos antes al escuchar mi llamada y la oí repetirle a alguien lo que escuchaba de Eleanor, sin decir nada me arrebató el móvil.

—¡Eleanor, acuesta a Dasher en el suelo si ha dejado de vomitar, levanta levemente sus pies y por ningún motivo le des nada de beber ni pongas almohada en su cabeza, mantén la calma y haz que él también lo haga! ¡Una ambulancia va en camino y lo llevarán al hospital en el que trabaja Edward, él es pediatra y se encargará de todo! —La vi sostener el móvil escuchando la respuesta de Eleanor y luego colgó.

Caminé hacia la salida abatido y deseando poder volar hasta llegar al lado de mi pequeño; ya estaba viviendo conmigo, pero lo dejé con Eleanor para acompañar a Laurel. Omití ser un caballero con mi novia en ese momento y pasé de abrirle la puerta del coche, mas estaba muy preocupado y solo deseaba llegar al hospital que me indicó.

—Gracias —dije cuando tomó mi mano para hacerme saber que estaba ahí para mí. Su reacción al escuchar lo que sucedía fue rápida y estaba agradecido de que actuara así para poner a salvo a mi hijo.

—Estará bien —prometió y me obligué a creerle.

Justo cuando llegamos también lo hizo la ambulancia y sentí que iba a morirme al ver cuando bajaron la camilla con aquel pequeñito en ella, había una intravenosa en su manita y una mascarilla de oxígeno en su nariz y boca.

Sus ojitos estaban hinchados y sus labios comenzaban a hacerlo también.

—Aléjese de él, señor. Está bajo el ataque de una alergia y desconocemos la razón —pidió un paramédico.

—Soy su padre —informé.

—Llévenlo a la sala uno de pediatría y tú prepara lo necesario —Edward llegó en ese momento, estaba vestido con su bata blanca y se apresuró a tratar a Dasher.

Prometió que mi pequeño estaría en buenas manos y me pidió esperar mientras él se encargaba de todo, le supliqué para que sanara a mi campeón y me sentí impotente al verlos irse sin poder ir junto a ellos. Laurel estuvo a mi lado, esperando con poca paciencia a que Edward nos dijera qué pasaba, Eleanor también nos acompañaba y fue interrogada por una enfermera ya que el niño había estado con ella toda la mañana y en el momento del ataque.

Edward salió tiempo después y nos permitió pasar a la habitación en donde tenían a mi hijo, estaba dormido y sentí que pude respirar mejor al verlo fuera de peligro; Amanda —la trabajadora social— llegó al enterarse de lo sucedido y temí que afectara mi caso, no había sido mi culpa, pero en esas situaciones eran muy meticulosos. Estaba en el último proceso de adopción y hasta que no acabara tendría a esa mujer siendo como un grano en el culo; Edward explicó que Dasher tuvo una reacción alérgica al maní, en su récord médico no mencionaban nada de eso y dijo que se debía a que se le desarrolló en esos meses. Tal información valió para que no tuviese problemas con Amanda y que no afectara mi caso y en cuanto se aseguró de que el niño estaba bien, se marchó y me dejó tranquilo.

—Podrás llevártelo a casa mañana si pasa bien la noche —avisó Ed.

—Gracias, viejo —musité sincero y negó.

—No se merecen, gracias a ti por confiar en mí —repuso y asentí.

Mi susto fue grande y temí lo peor al ver a Dasher en aquel estado cuando llegué al hospital, solo en ese momento comprendí que mi hermana fuese tan meticulosa con la comida de sus hijos o que LuzBel los forrara de ropa cada vez que salían y estaba frío. Los dos eran demasiado protectores, pero al ver a Dasher entendí que quizá yo sería peor; ser padre había sido mi mayor ilusión y el pequeño me flechó desde el primer segundo en que lo vi. Ya era parte de mi vida y con él estaba dando un enorme paso para cumplir mi sueño, abracé a Laurel cuando se puso a mi lado y besé su coronilla respirando a la vez el delicioso aroma de su cabello; esa mujer también era parte de mis sueños y metas y me sentí feliz de tenerla conmigo, no dudaba ni un segundo que era la chica con la que deseaba compartir mi vida y darle muchos hermanitos a mi campeón.

—Sé que es pronto y de nuevo tocaré este tema, aunque me pediste que no lo hiciera —susurré para no despertar a Dash— además de que haré todo al revés, pero quiero que me regales un hijo, Laurel... por favor —Se tensó y apartó de mí casi con brusquedad.

Me sentía muy mal cuando reaccionaba así porque me demostraba que la idea de tener hijos conmigo no le agradaba.

—No empieces de nuevo, no aquí —pidió y me arrepentí de haberle pedido tal cosa una vez más.

No sabía ni cómo sentirme cuando actuaba así. Me demostraba que estaba enamorada de mí, que disfrutaba conmigo y a veces hasta soñábamos con una larga vida juntos, pero cuando tocaba el tema de los hijos, sentía que se transformaba en otra Laurel, era algo así como: todo contigo, menos hijos. Parecía que la idea le aborrecía y no se daba cuenta de cuánto me dañaba su actitud, me sentía como si no era lo suficiente para ella en eso y hasta había llegado a pensar que a lo mejor deseaba tener hijos con Olek y no conmigo por la misma culpa que cargaba de haber perdido uno de él antes.

—Bien, no volveré a tocar ese tema —bramé.

—¡Darius! —Alcé una mano cuando se quiso acercar de nuevo a mí— Es pronto, no lo digo porque no lo desee —formuló la misma explicación.

No dije nada más y acaricié la cabecita de Dasher cuando se removió un poco.

Era mejor dejar ese tema terminado y entender que tal vez sí era muy pronto o creer que a ella le encantaba ilusionarme con la idea de darme un hijo y luego herirme con que mejor no.

Se fue a su apartamento por algo de ropa rato después, regresaría para acompañarme esa noche porque decidí quedarme en el hospital y a pesar de mi molestia lo agradecía. Éramos así, por muy molestos que nos sintiéramos siempre precisábamos de la presencia del otro.

Mi móvil vibró cuando estaba sentado en el sofá de la habitación en la que se encontraba Dasher, era Celine y me debatí entre responder o no; había hablado con ella y le pedí una disculpa por lo que ocurrió en casa de Laurel y, aunque los dos todavía estábamos reacios con nuestra amistad, intentábamos retomarla sin dañar los sentimientos de nadie.

—Hola —dije al descolgar.

—¡Ey, jefe! —saludó divertida y sonreí— El sábado es el cumpleaños de mamá y ya que te convertiste en su héroe, me pidió que te invitara a una comida que le haremos. Puedes traer a Laurel si lo prefieres y por supuesto que a mi osito Dash —añadió.

Ese era otro detalle, desde que pasó lo que pasó, siempre me saludaba solo cuando Laurel estaba presente y entendí que lo hacía para no ocasionarme problemas con ella. Por esas cosas creía que Celine no era mala.

Estaba al tanto de que Dasher ya vivía conmigo así que le conté lo sucedido con él, se alarmó y ofreció a llegar para apoyarme, pero le dije que no era necesario y que gracias a Dios el pequeño estaba fuera de peligro. Me hizo prometerle que la mantendría informada de todo y se lo concedí, también ella prometió que en cuanto estuviera en casa pasaría a verlo y no se lo pude negar puesto que Dasher la conoció y se llevaban muy bien.

Cada vez que Celine estaba frente a él se convertía en una niña y era divertido verlos jugar. Terminé la llamada minuto después y esperé a Laurel con paciencia, el recuerdo de las palabras de su madre volvió a llegar a mi cabeza y sin saber la razón, me estremecí.

Conoces a los padres de Laurel mejor que yo y hay temas que hasta el momento no quiero abordar con ella para no incomodarla y, ya que te mofas de decir verdades ¿podrías explicarme a lo que se refirió Dana con sus últimas palabras? Sabes de lo que hablo.

Tecleé rápido a Olek y vi cuando vio mi mensaje, se quedó en línea, pero no respondió en el instante; minutos después apareció en la parte superior de mi pantalla que estaba escribiendo.

Honestamente, Dana dice mucha mierda. No te quemes el cerebro pensando en sus palabras cargadas de mierda.

Presioné los labios con fuerza y negué, esa no era la respuesta que necesitaba.

Sabes a lo que se refirió ¿sí o no?

Sí, pero no te diré nada. No me corresponde a mí decírtelo, mejor dale tiempo a Laurel para que ella lo haga.

¿Desde cuándo lo sabes?

Mi corazón ya estaba latiendo alocado al escribir eso, de hecho, se aceleró luego de leer su confirmación y todo porque odiaba que ese tipo supiera más de mi novia que yo; iba a comprender si lo sabía desde años atrás cuando estuvieron juntos, no obstante, me dolería si por lo contrario, Olek sabía más de ella luego de que Laurel ya estuviera conmigo.

¿Es importante para ti saber eso?

¡Mierda! Solo responde ¡Joder!

Okey, okey.

Desde el día que nos reencontramos en tu club

¿Contento?

No, para nada, pero no pude responder más en ese instante.

—Mi conciencia siempre me dice que no pregunte lo que no quiero saber o que no busque lo que no quiero encontrar —me había dicho Isabella cuando estuve rogando a LuzBel para que me hablara de Laurel, tiempo atrás.

—¿En serio te dice eso? —quise saber y elevé una ceja esperando su respuesta.

—En realidad me dice que no revuelva la mierda porque al hacerlo apesta más —Me reí al oírla.

—Con lo curiosa que eres, es obvio que no le haces caso a tu conciencia —insinué.

—Menos mal que no lo hace, ya que tiene una conciencia sin vergüenza y ella le recomendó probar a su estúpido hermano cuando ese imbécil se sintió atraído por ella —soltó LuzBel viéndome con su típica mirada de «estoy a punto de arrancarte las bolas por ese recuerdo». Decidí dejar mi curiosidad por Laurel esa vez y cambié el tema para que mi cuñado no recordara más cosas como esas.

Tuve tal recuerdo luego de leer la respuesta de Olek, Isa tenía razón o más bien, su conciencia la tenía y lo comprobé en ese momento. Era estúpido de mi parte, pero le pedí a Olek que no le mencionara nada a Laurel de esa conversación y me dijo que no lo haría solo si yo le daba el espacio a ella para que hablara conmigo.

Acepté porque en verdad no pensaba decirle nada. Ella confió en Olek antes que en mí y pensarlo dolía.

____****____

Pasaron dos semanas luego del susto que Dasher me dio, ya estaba recuperado y se le mantuvo administrando medicamento para contrarrestar la alergia y evitar que volviese a suceder. Su dieta había cambiado y era un alivio que el pequeño no fuera amante a nada que contuviera maní ya que eso hacía todo más fácil.

No fui a la comida que me invitó Celine y le di una excusa tonta para que no se sintiera mal, había llegado a ver a Dash y me sorprendió mucho que notara que yo no estaba bien; hablamos un rato, mas en ningún momento le dije lo que me pasaba y como siempre, ella respetó mi espacio y privacidad. Con Laurel las cosas no andaban muy bien y, aunque cuando estábamos juntos le lanzaba indirectas para que se animara a hablar conmigo de lo que fuese que la tenía mal, solo me miraba y tras eso me abrazaba aferrándose a mí. Llegué a comprender que esa era una señal de que no hablaría y me pegó fuerte.

—Sé muy bien que tenemos una plática pendiente y te prometo que esta noche hablaremos largo y tendido —dijo cuando estaba vistiéndose para ir a la nueva audiencia que tenía contra el caso de sus padres.

Me encontraba aún en la cama, la sábana cubría de mi cintura hacia abajo y la noche anterior Laurel se quedó conmigo y nos follamos como locos, aunque hubo algo diferente esa vez, pues ella lo hizo como si tuviese miedo, como si su vida dependía de disfrutar cada segundo a mi lado.

—Quiero acompañarte —avisé y negó.

—Dasher te necesita más que yo esta vez —alegó. Tenía que llevar al pequeño a que le administraran su última vacuna— y haces más quedándote con él que una sala de espera — Asentí con seriedad y se acercó a mí—. Confía en mí, estaré bien —pidió acariciando mi rostro.

Tomé su mano y besé la palma de ella, luego la miré.

—¿Y tú confías en mí? —pregunté una vez más y asintió con una sonrisa triste.

—Más que en nadie —aseguró. Mis labios formaron una línea al escuchar su mentira y luego me obligué a sonreír.

La dejé irse y rato después llevé a mi hijo a su consulta —ya era mi hijo de manera oficial. El caso al fin se había resuelto por completo a mi favor—, lo vio otro pediatra y me sorprendió no encontrar a Edward. Cuando la consulta terminó tuve el abuso de ir hasta el apartamento de Ed para hablar con él sobre Laurel, pero no estaba y me recibió un tipo rubio que al parecer era su novio; noté que no fue feliz al verme ahí, aunque sí educado.

—¿Eres el novio de Laurel? —cuestionó y asentí— ¿No deberías estar en la corte con ella? —su pregunta me extrañó y llenó de curiosidad.

—Tenía que llevar a mi hijo a una consulta con tu novio, pero resulta que él no llegó y tampoco avisó —informé.

—Él está en la corte con ella, tenía una audiencia pública y necesitaba apoyo —Me quedé sin saber qué decir y cuando reaccioné, solo lo hice con una sonrisa sarcástica.

Le agradecí al tipo por la información y me di la vuelta para marcharme.

Dasher jugaba en el asiento de atrás y me contaba algunas cosas, pero por primera vez no le puse atención ya que en mi cabeza solo había pensamientos venenosos luego de lo que ese tipo me dijo. Laurel en ningún momento me comentó que la audiencia sería pública, al contrario, me vio a la cara y tuvo el valor de decir que confiaba en mí más que en nadie e insinuó que todo sería como la primera vez y me tocaría quedarme en la sala de espera, mas le pidió apoyo a su amigo en lugar de pedírmelo a mí. Ya no solo era Olek sino también Ed y me cagaba la idea; respetaba su espacio, su privacidad, su vida personal, pero me enfurecía darme cuenta de que prefería a otros en mi lugar.

La audiencia era justo a la hora en la que iba hacia casa de Eleanor, le llamé para pedirle que me ayudara con Dash un rato y luego de dejarlo ahí salí como alma en pena hasta la corte. No tenía por qué ir puesto que Laurel me excluyó, pero las ganas de hacerle saber que estaba enterado de que me hizo a un lado pudieron más conmigo.

Y en efecto, la audiencia era pública y me dejaron pasar sin problema; me senté en una de las bancas de atrás y vi justo el momento en el que hacían subir a Laurel al estrado y la hicieron jurar decir la verdad y nada más que la verdad. Lo hizo sin titubear y noté a Olek sonreírle demostrándole que todo estaría bien y luego su mirada se posó en Edward, él también le sonrió y ella asintió agradecida. Ignoraba mi presencia y tampoco hice nada para que me viese.

—Bien, señorita Stone. Hábleme un poco acerca de ese día —pidió el abogado que era parte del despacho de Olek.

Laurel comenzó a hablar sobre el día en el que cayó por las escaleras luego de que Dana le dijese cosas horribles y cómo se despertó en el hospital después y le informaron que su bebé ya no existía. Conocía la historia por ella y odié ver el dolor en su mirada al recordarlo de nuevo, Olek estaba igual y lo comprendí, también era su bebé y lo acusaron de ser partícipe de aquel hecho.

—... Ese día ellos solo dijeron que lo había perdido porque era mi vida o la de mi bebé y también mintieron diciendo que el padre de ese bebé dio su consentimiento —terminó, siendo fuerte en aquel momento.

—¿Cómo supo que fue un aborto inducido? —siguió el abogado.

Laurel miró a sus padres antes de responder.

—Fui a mi doctora hace más de un año, estaba pensando en embarazarme y deseaba prepararme para ello —Fruncí el ceño al oír su declaración, no tenía idea de que deseaba embarazarse un año atrás, solo sabía que no lo quería hacer de mí—. Los resultados de mis estudios arrojaron que tengo un daño severo en la matriz y todo apuntó a que fue por causa de un aborto mal practicado —Tragué con dificultad y mis manos se pusieron heladas.

—Fue en ese momento donde también le hicieron saber que ese daño la dejó estéril ¿cierto? —Dejé caer el móvil que tenía en la mano cuando escuché aquello, el sonido distrajo a todos y lo buscaron.

Lo cogí de inmediato con las manos temblorosas y luego mi mirada se conectó con la de Laurel; no sé qué cara tenía, pero de nuevo el terror se reflejó en la de ella y también la tristeza.

—Responda la pregunta, señorita Stone —exigió el juez.

Empuñé la mano y la puse sobre mi boca, esperando impaciente por una respuesta que quería rehusarme a oír; no dejé de mirarla y le exigí con eso que respondiera de una puta vez.

—Yo...yo no escuché bien —habló entre titubeos.

Así que era por eso por lo que me excluyó.

—Acusa a su madre de ser la causante de su imposibilidad para procrear y el informe médico arroja que en efecto, usted es estéril... ¿Fue en esos estudios que lo supo? —El abogado fue un maldito imbécil echándole sal a la herida que se hizo en mí en ese momento.

—Di que eso es mentira —supliqué en un susurro para mí mismo.

Eso no podía ser cierto, Laurel le prometió a Dasher que le daría un hermanito, me miró a mí al decirlo... me ilusionó ¡joder! Lo hizo cuando ella sabía desde mucho tiempo antes de que jamás cumpliría ese sueño mío y no le importó. A pesar de todo la miré deseando que se retractara, pidiéndole que aclarara que no era cierto; mi mirada penetró en su ser y se obligó a verme.

Me observó una última vez y vi las lágrimas caer de sus ojos.

Mi corazón se hizo mierda.

—Sí —respondió rendida y cerré los ojos con fuerza.

Las palabras de Dana tomaron sentido en ese momento, la respuesta de Olek aquel día dolió aún más.

Me puse de pie y salí de la sala. Ni siquiera podía describir cómo me sentía, caminé viendo a la nada, intentando procesar esa noticia, tratando de encajar todo y de que mis ilusiones no terminaran de hacerse mierda. Una vez me pregunté si había algo que Laurel —mi mujer casi perfecta no supiera hacer.

Acababa de obtener la respuesta.  

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