Propuestas (Penúltimo)
¡Feliz cumpleaños a ustedes dos!
Dios las bendiga y les de una larga vida cumpliendo todos sus sueños. Gracias por leerme y querer hacerme parte de un día muy especial para ustedes.
Como leyeron arriba, llegamos casi al final de esta historia, pero no tocaremos ese tema todavía porque me da nostalgia. Disfruten de este capítulo así como yo disfruté de escribirlo.
Nos leemos pronto 😘
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{Darius}
Como lo había intuido en el momento que nos emboscaron, Los Vigilantes fueron reactivados por David, un primo hermano de Lucius que siempre estuvo a su lado liderando aquella organización que solo deseó el poder que Grigori tenía y el apoyo del gobierno.
Pero lo de ellos era más obtener poder para joder a los ciudadanos.
Forcejeé cuando me separaron de Laurel y solo intenté calmarme porque sabía que la iban a utilizar en mi contra si se daban cuenta de cuánto me interesaba esa mujer. David sabía de mi verdadero parentesco con Lucius y él y eso lo motivó a ir tras de mí; cuando le pregunté cómo sabía todo eso, respondió con que siempre tuvieron vigilada a Angela y en el momento que ella se enteró de mí, ellos también lo supieron.
Explicó que su objetivo solo era hacerme entender que mi lugar estaba con ellos, liderando una organización que Lucius fundó con esmero y por lo tanto su hijo de sangre debía heredar su puesto; tuve que parecer interesado en todo lo que me decía y hasta entusiasmado para así darle tiempo a los Grigori de que llegaran a apoyarme ya que lo cierto era que, estaba asqueado de todo lo que tuve que hacer en mi tiempo en esa organización y mi único objetivo era eliminarla por completo y no liderarla.
— Espero que la chica que venía conmigo no esté siendo maltratada — les advertí actuando como tanto deseaban que lo hiciera, David rio complacido.
— No te preocupes por eso, hijo. La chica está siendo tratada como nuestra huésped especial, ni ella ni tu hijo corren peligro; solo te emboscamos de esta manera porque sabía que era la única forma de que aceptarías hablar conmigo después de lo que tu padre te hizo pasar. Aunque ambos sabemos que fue así porque nunca supo que eras su primogénito, el que él tanto deseó toda la vida — sentí asco cuando hizo énfasis en nuestros lazos de sangre, pero me limité a sonreír.
Me habían comprobado que no se acercaron a mi hijo, no obstante, no lo hicieron porque no pudieron en realidad. Isabella al final se llevó a la gente que me cuidaba a mí, pero jamás a la que se encargaba de la seguridad de mi hijo y apostaba mis bolas a que si no lograron llegar a Dasher fue porque no pudieron traspasar a La Orden y no era tan idiota como para no ver eso, lo único que me tranquilizaba es que los haría pagar más temprano que tarde.
Pedí que me llevaran con Laurel cuando creí que los tenía convencidos de mi accesibilidad a liderar la asociación y me tranquilicé un poco cuando aceptaron mi demanda de buena manera, llegué a aquella habitación esperando encontrarme a una fiera, no a una gatita asustada y más por mi bienestar y no por el de ella. La pelinegra me estaba sorprendiendo mucho con su cambio hacia a mí desde que se enteró de mi parentesco con Celine y decidió ser mi apoyo en aquellos días tan difíciles, poco a poco fue cediendo y cuando aceptó que me amaba, me sentí demasiado agradecido con esos idiotas que nos emboscaron.
Tal vez nuestro reencuentro se iba a dar tarde o temprano porque yo estaba dispuesto a recuperarla y ser diferente con ella, pero ese altercado adelantó todo y me sentía feliz a pesar de la situación que vivíamos. Me dolió dejarla ir para quedarme a enfrentar a los tipos que ya sabían de mi engaño, mas era necesario hacerlo; mi objetivo era ponerla a salvo y limpiar el futuro de mi hijo, el de ella y el mío de los peligros que esas personas pudieran significar.
Iba a empezar de cero con mi hermosa estrella y deseaba hacerlo bien.
— Quien iba a decir que los Grigori volverían a la acción — murmuré haciéndome el fuerte cuando Roman se había llevado a Laurel.
— Es como debe de ser y aunque tu hermana quiere matarte ahora mismo, ella y mi hermano se están muriendo de la envidia por no estar aquí con nosotros — reí divertido al escuchar a Tess con una emoción indiscutible en su voz.
— Al fin se llegó la hora de patear algunos culos como en los viejos tiempos, amor — le dijo Dylan y ella sonrió con regocijo.
— Quiero ponerme sádica, así que hagámoslos explotar, cariño — todos reímos al unísono cuando la escuchamos.
Connor se adelantó un poco y bajó su gorro para después alzar una mano y callarnos.
— Tendremos compañía en... — vio el reloj en su muñeca izquierda tres...dos...uno... ¡A divertirnos se ha dicho dama y caballeros!
Hice crujir mi cuello y dejé listas mis armas cuando escuché los pasos acercarse, más hombres Grigori salieron de sus escondites y nos enfrentamos a los nuevos reclutas de Los Vigilantes; eran cabrones muy preparados en combates de cuerpo a cuerpo, pero nosotros nos mantuvimos en entrenamiento, aunque ya no fungiéramos como activos de la organización y no nos asustamos de aquellos novatos que intentaban superarnos en nuestro campo. Todos estábamos disfrutando de volver a aquel lado oscuro de nuestras vidas y me incluía porque la adrenalina de ese momento me estaba activando de una manera única y comprendí la envidia de mi hermana y cuñado en esos momentos. Nacimos en un mundo donde la lucha, el fuego y el peligro era el plato más delicioso del día a día y lo cambiamos solo porque había seres que nos necesitaban dedicados a ellos en un cien por ciento, sin embargo, volver a esa acción eran como un soplo de aire fresco que todos necesitábamos.
Me llevé algunos golpes en aquella pelea, mas solo sonreía como un lunático al recibirlos y me di cuenta de que no era el único. De hecho, noté que Dylan se dejó dar algunos por simple placer.
El hijo de puta era un desquiciado y eso jamás cambiaría.
Nos habíamos desecho de la mayoría y corrí tras de David cuando intentó escaparse, quiso librarse de mí alegando que éramos sangre, no obstante, él tenía un lado sanguíneo que deseaba eliminar, pero nunca conté con que en aquel lugar había niños y el muy cobarde se escudó detrás de dos pequeños que me miraron con terror cuando los apunté con mi arma.
— ¡Maldito cobarde! — escupí y bajé el arma — ¡Calma niños, no voy a dañarlos! — el niño tenía alrededor de ocho años y cogió la manita de la pequeña rubia de unos cinco años a su lado.
— Tendrás que dejarme escapar con ellos si no quieres dañarlos — el niño se aferró a la mano que David puso en su pequeño hombro y supe que no podría hacer nada. Esos pequeños confiaban en él a pesar de que para ese hijo de puta solo eran su llave de escape.
— ¡Vete! — espeté molesto y sonrió satisfecho de su hazaña — Y no cuentes con que a la próxima tendrás la misma suerte — advertí.
— No habrá una próxima vez — aseguró.
Corrí en zigzag hasta llegar a un árbol cercano en el momento que el maldito alzó su arma y comenzó a dispararme, debí prever eso y cuando llegué a la seguridad del árbol y noté la sangre en mi pierna, acepté que me merecía ese disparo por imbécil y descuidado.
— ¡NO DISPAREN! — logré gritarles a los Grigori que llegaron a apoyarme — Hay dos niños con ese idiota — avisé cuando fruncieron sus ceños en desacuerdo a mi petición.
Connor llegó de inmediato a donde estaba y con su navaja abrió mi pantalón para evaluar mi herida.
— No vas a morirte, pero te dejará cojeando varios días. El proyectil entró y salió, te haré un torniquete para cortar el sangrado — gruñí cuando amarró con fuerza un pedazo de tela de su camisa más arriba de donde estaba la herida.
No era grave, pero comenzaba a doler como el infierno.
Me llevaron cargando hasta una de las camionetas y a pesar de que él y Evan insistieron en acompañarme al hospital, decidí que era mejor que se fueran a la mansión Pride y prestaran su seguridad a mi hijo y mi pelinegra. Otros chicos Grigori se encargaron de escoltarme hasta el hospital para ser atendido de inmediato y al llegar me sedaron en un santiamén para atenderme. No utilizaron anestesia general, pero estaba tan cansado que terminé durmiendo por completo.
Ya con la seguridad de que mi gente no corría peligro, fue mucho más fácil dormir.
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Comencé a recobrar la conciencia y escuché suaves murmullos de voces que conocía a la perfección, Laurel y Celine estaban cerca de mí y aunque no lo pretendía me sentí nervioso. Era la primera vez que vería a Celine después de lo sucedido entre nosotros y a pesar de que ella y la pelinegra se llevaban bien, no deseaba que fueran a disgustarse por nada relacionado a nosotros.
Me removí cuando sentí una presión molesta en la pierna y abrí los ojos poco a poco hasta adaptarme a la luz y busqué aquello tan molesto.
Era el vendaje que me habían hecho y dejaron demasiado apretado.
— ¡Pecas! ¡Al fin! — Laurel fue la primera en percatarse de mi conciencia y llegó hasta a mí para abrazarme con una fuerza tremenda.
Era un alivio que mi herida estuviera en mi pierna y no en la parte superior de mi cuerpo.
— Que rico ser recibido así — murmuré en su oído y levanté mis brazos para devolver el abrazo.
Celine se acercó poco a poco y noté el alivio en ella al verme despierto y bien.
— Agradece que estás herido y que yo estoy feliz de que estés bien porque me has hecho pasar por un susto tremendo que merece una patada en tus...
— Deja mis bolas tranquilas, merezco solo mimos de tu parte — la halé de nuevo a mí y besé su frente.
Me gustaba lo valiente que esa mujer era conmigo y que fuese una damisela en otras ocasiones porque eso demostraba que confiaba mucho en mí para su seguridad. Jamás desearía que ella fuese diferente porque estaba consciente de que había chicas como ella que eran unas auténticas reinas, de esas que merecían ser protegidas del peligro físico porque no nacieron en un ambiente como el mío, pero que eran capaces de proteger en otras situaciones en las que tipos como yo éramos vulnerables. Laurel era así y admiraba la fortaleza que tuvo para sobrevivir en un mundo que la quiso rechazar desde un principio, comenzando por su madre. Esa mujer sobrevivió a actos que ninguna niña merecía sufrir y aun así se levantó, resurgió y se convirtió en una luchadora; no sabía defenderse con golpes, eso era cierto, sin embargo, eso era algo que podía solucionarse con práctica y mucha disciplina. Pero sí era inteligente, audaz y astuta, eso era algo de lo que muchas carecían y eso ni con toda la vida que les restaba llegarían a obtener porque esas características se fortalecían con las experiencias de vida y ella había pasado por muchos golpes que la convirtieron en lo que era.
Me demostró que se amaba asimisma, que se valoraba y que disfrutaba su vida sin temores; sabía lo que quería y cómo, esperaba por ello y luchaba en el momento correcto. Tenía miedos como todos, mas los enfrentaba y luchaba por superarlos y que estuviera de nuevo ahí conmigo lo demostraba.
Amaba todo de esa mujer, pero sobre todo amaba su madurez.
— Estoy feliz de volver a verte — dije y suspiró —. También a ti, Celine — aclaré. Laurel se hizo a un lado y me dejó ver mejor a aquella chica que seguía siendo más especial que antes para mí.
— Nos has asustado mucho, pero me alegra que estés bien. Laurel me ha contado todo — aseguró y alcé mi mano para pedirle que se acercara y la tomara. Dudó un segundo, pero la tomó después.
Algo cálido me recorrió al sentirla y supe que a ella también por su reacción, hasta ese momento comprendí que confundí el cariño que sentía hacia ella desde que la conocí; fui un idiota por no tratarla desde un principio con más tacto y con más distancia. Esa chica era mi hermanita, la vida me estaba devolviendo en ella un poco de la que me quitó y lo agradecía de corazón.
— Perdóname por haber propiciado lo que sucedió entre nosotros, sé que no todo es mi culpa, pero debí haber mantenido mi distancia contigo desde un principio — lágrimas llenaron sus ojos cuando le dije aquello y negó.
— No es culpa tuya y tampoco mía, lamento haber cedido, sin embargo. Pero lo que pasó ya no se puede enmendar, mas sí olvidar y vernos de aquí en adelante como lo que en realidad somos — acarició mi rostro sin malicia y sonrió entre el llanto —. Eres mi hermano y hasta ahora entiendo por qué jamás me viste como ves a Laurel.
— Es porque yo soy única — murmuró bajo la pelinegra y tanto Celine como yo nos reímos. Mi chica era una engreída, pero me gustaba que lo fuera porque siempre actuaba así cuando estaba segura de algo.
— Démonos una oportunidad de tratarnos — pedí y me observó con sorpresa —. Independientemente de todo, sabes que siempre te he querido. Te aprecio, Celine y no deseo perderte a ti también, ya me arrebataron a una hermana... no quiero perder a otra — mi mente viajó al recuerdo de Amelia y me sentí muy triste. Extrañaba a mi pequeña loca, Celine nunca sería su reemplazo, no obstante, me ayudaría a sobrellevar una pérdida irreparable.
— Y para mí sería lindo tener una cuñada dulce y no solo una que pueda patear mi culo cuando la cabree demás — Laurel puso sus manos en los hombros de Celine en un gesto cariñoso y ella la miró divertida, intuí que a lo mejor esas dos ya habían hablado de Isabella y su genio de dinamita.
— Gracias chicos y si tú y yo logramos ser amigas, entonces puedo forjar mis lazos de hermanos contigo — sonreí complacido cuando la escuché decir eso. La halé y la hice abrazarme.
Todavía no deseaba ningún lazo con su madre, pero al igual que yo, Celine había sido engañada y eso nos unía aún más.
Hablamos un rato más los tres y les dije todo lo que había pasado, Laurel terminó confesando que sabía de aquellos dos pequeños que se encontraban en la casa donde nos retuvieron, pero se olvidó de decirme después de todo lo que le tocó pasar. La abracé fuerte y traté de consolarla cuando Celine se fue y me dijo que no podía olvidar al tipo que mató por accidente, seguía creyendo que solo lo dejó inconsciente y decidí mantenerlo así para no traumarla más.
Pasó por demasiado trauma como para añadir ese.
Al siguiente día me dejaron salir del hospital y estaba complacido con que ella se convirtiera en mi enfermera personal, me podía valer por mí mismo, sin embargo, no iba a desaprovechar la oportunidad de que ella me mimara como lo estaba haciendo.
En cuanto al tema de David y esos niños que seguían siendo un misterio, decidí dejarlo en manos de Evan y Connor. Juntos seguirían investigando hasta dar con el paradero de ese mal nacido y entonces sí acabar con él por completo; mientras tanto, yo iba a dedicarme a recuperarme y a disfrutar de mi familia y las nuevas oportunidades que la vida me estaba dando.
(****)
— Ahora tendremos mucho tiempo para hablar de ciertas cosas que no pudimos antes porque pasamos solo follando — le dije a Laurel cuando íbamos en el avión rumbo a Italia. La boda de mi hermana se celebraría en una semana y debíamos estar allí con tiempo para los preparativos.
— Te refieres a lo de mi infertilidad ¿cierto? — vi el temor en ella al tocar ese tema. Sabía que tenía miedo de lo que yo pensaba y necesitaba dejarle claro muchas cosas.
— ¿Cuándo te enteraste de que eras así? — tomé su mano y besé el dorso de ella para darle a entender que no me incomodaba hablar de eso y deseaba que ella se sintiera igual.
Suspiró con fuerza, cerró sus ojos y recargó su cabeza en el respaldo de la silla.
— Lo supe hace mucho en unos estudios de rutina, lo reconfirmé casi una semana después de que te volví a ver en la fiesta de LuzBel, cuando comprobé que estaba vivo — apreté su mano para animarla cuando se quedó en silencio —. Sé que fue tonto de mi parte, pero soñé en grande cuando tu hablaste de que querías tener muchos hijos después de contarme un poco de tu vida; era muy pronto para saber si tú y yo teníamos futuro, no obstante, deseaba ser la mujer que te diera todos los hijos que tanto deseas — maldije en mi interior al darme cuenta de cómo la herí con mis comentarios —. Sé que hice mal al alimentar tu ilusión y la de Dasher, pero compréndeme, pecas; para mí no era fácil decirles: «Lo siento chicos, pero soy estéril y no puedo darte una hermanita, Dash. Ni a ti una hija, cariño».
— Yo te herí con mis comentarios y de verdad lo lamento, amor — negó cuando me escuchó — ¿Fue por eso por lo que te negaste a mí por tanto tiempo? — asintió en respuesta y la tomé de la barbilla para que me viera a los ojos — Perdóname — pedí de nuevo comprendiendo todo al fin.
— No debes pedir perdón, yo sí. Todavía sigo creyendo que no debería estar contigo, deseas hijos y yo jamás podré dártelos y si quieres acabar con lo nuestro por esa razón...créeme que lo comprendería y me haría a un lado sin odiarte, porque de verdad mereces esa felicidad — la tristeza teñía su voz y la amé más cuando me di cuenta de que era capaz de hacerse a un lado para que yo buscara lo que ella creía que me haría feliz.
Mi tonta y bella estrella fugaz.
— Hace años conocí a un ángel que me salvó y me enseñó lo que era ser amado cuando mi propia madre me abandonó — comencé a decirle algo que tenía muy claro y obtuve su atención total —, estar en un orfanato puede ser cruel muchas veces y he conocido a niños que sufren por el abandono de sus padres y porque no tienen a nadie que los amen como ellos se lo merecen. Cuando llegué a la madurez entendí que mujeres como mi madre y hablo de Leah que es a la única que reconozco como tal — aclaré ese punto y asintió —, fueron creadas para ser el ángel de niños como yo y de verdad creí que ya no me volvería a encontrar con uno como ella hasta que te conocí a ti y te vi interactuar con Dasher — tragó con dificultad cuando entendió lo que quería decirle y contuvo las lágrimas —. Siempre he deseado ser papá y con Dasher estoy cumpliendo ese sueño y tú eres el ángel que yo necesito para salvar a más niños como mi hijo y como yo; no fuiste creada para llevar un hijo en tu vientre, pero sí para salvar y darle el amor de una verdadera madre a muchos niños que han sido privados de ese privilegio y así como lo he hecho yo, tú debes comprender ese propósito de tu vida. Te amo tal cual eres mi preciosa estrella fugaz, cumple el deseo de muchos niños que miran por su ventana esperando ver a la estrella que les cumplirá su sueño y cumple el mío de ser padre de muchos chiquillos — no lo había planeado así, pero sentí que ese era momento indicado para hacer lo que iba a hacer y saqué la sortija que llevaba guardada en el bolsillo de mi americana —. Cásate conmigo y acepta ser la madre legal de Dasher y la de muchos otros pequeños — me miró estupefacta y se quedó muda por demasiado tiempo. Comencé a asustarme por su falta de reacción y acerqué mi mano a su nariz solo para comprobar que seguía respirando; me la apartó de un manotazo y me reí.
— ¡Madre mía! ¿Estás seguro de lo que me estás pidiendo? — preguntó cuando reaccionó y asentí de inmediato.
— Volvimos hace poco, pero te conozco desde hace mucho tiempo y desde el minuto uno supe que tú cambiarías mi vida para siempre y lo hiciste para bien, me diste luz, le diste color a mi vida, perversidad a mi rutina y sé que eres la única mujer que merece todo de mí. La única que Dasher merece como madre — sus hermosos ojos se llenaron de lágrimas de nuevo y comenzó a llorar y sollozar sin poder contenerse. Odiaba verla así, aunque los motivos fueran buenos.
— LuzBel se irá de culo cuando vea esa sortija en mi dedo — balbuceó, no comprendí su respuesta. No obstante, tuve esperanzas de que fuera positiva.
— ¿Eso es un sí? — cuestioné esperanzado.
— Dicen que nada dura para siempre y deseo ser tu nada, pero llevando tu apellido, pecas. Así que sí, acepto casarme contigo.
— ¡SIIII! — aquel grito fue de Dasher y lo descubrimos cerca de nosotros, escuchando todo — ¡Los deseos de cumpleaños sí se cumplen! — añadió eufórico, Laurel lo haló para abrazarlo y me quedé pasmado viendo esa hermosa imagen.
La de una verdadera madre y un hijo amado.
Nunca me sentí tan feliz como en ese momento, la mujer que amaba acababa de aceptar ser mi esposa y con ello cumplió el mayor deseo de nuestro hijo.
Nuestro... sonaba demasiado perfecto, pero era verdad.
Al fin estaba cumpliendo mi misión y en esos momentos me sentí como la envidia de muchos astrónomos.
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