Planes truncados
Martes doble 😉
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{Darius}
Deseaba como un loco hablar, desahogarme y sacarme de una vez por todas todo lo que me estaba haciendo sentir patético y, no lo hacía con mi familia porque ellos también apreciaban a Laurel y no creí que verían las cosas como tal vez lo haría una persona que no fuera de nuestro entorno y Celine Sandell, era perfecta, no solo porque no la conocía mucho, sino también porque me inspiraba confianza a pesar del poco tiempo que tenía de conocerla. Era una chica joven que tal vez no había vivido ni de lejos todo lo que yo sí, pero mostraba una madurez increíble.
Cerré la puerta de mi oficia, aunque antes le pedí a Antón que se fuera porque no creí necesario que estuviese ahí cuidando mi espalda y me reí al ver a Celine tan nerviosa.
—Si pretendes ayudarme escuchándome, te aconsejo que dejes de ponerte tan nerviosa cuando estás cerca de mí. En serio no muerdo a quien no se deja, Celine —dije riéndome y con mi mano le hice una señal para que se sentara.
—¡Dios! Señor Black, así no me ayuda y lo siento por mis nervios, pero usted me resulta demasiado intimidante —confesó con seriedad y me gustó mucho su sinceridad.
—Vas a escucharme decir cosas que tal vez te parezcan patéticas, Celine y de verdad espero que a partir de este momento me llames Darius y dejes de tratarme de usted —pedí y asintió dispuesta a complacerme.
Comencé a hablarle un poco de cosas triviales y le pregunté acerca de su vida para que se sintiera más cómoda y fue algo que me resultó bastante bien; ella estaba estudiando leyes y al parecer era una total cerebrito que cursaba su cuarto año con posibilidades de trabajar como abogada incluso antes de graduarse. Le platiqué acerca de lo que me cargaba como loco y descubrí que, en efecto, esa chica era buena escuchando y hasta aconsejando, tanto, que mis esperanzas de tener a Dasher como mi heredero crecieron aún más; le hablé también sobre Laurel, mi obsesión por esa mujer y la negación que ella tenía conmigo y descubrí que al hablar con amigos o no, la opinión sobre Laurel era la misma: dale tiempo.
—Le he dado de sobra, Celine, pero ya va más de un año. ¿Crees que le he dado poco? —pregunté con ironía y calló.
—En ese caso te aconsejo que pienses bien si merece la pena para ti esperar por alguien que aún no sabe lo que quiere o sigue dándole la oportunidad para que se abra contigo y no de piernas —aclaró y me hizo reír, a veces se animaba a soltar bromas y me gustaba eso—. Pienso que mereces ser feliz, Darius, porque demuestras ser un gran hombre y por lo tanto te mereces a una gran mujer y futura madre para ese pequeño que ha tenido la suerte de encontrarte y si tantas esperanzas tienes en esa chica, entonces sé claro con ella y pídele llegar a más contigo —Eso era algo que deseaba con Laurel, una relación seria y si nunca se lo pedí fue porque ella se la pasaba dejándome claro que lo de nosotros solo eran acostones ocasionales.
Y ya ni eso.
Al final, Celine me prometió hablar con uno de sus maestros que también tenía muchas influencias en los juzgados y terminé abrazándola por lo que estaba dispuesta a hacer por mí.
—No vayas a morderme —susurró y me reí.
—Gracias —musité sin dejarla de abrazarla.
—Nos veremos mañana entonces —me recordó y hasta en ese momento puso sus manos en mi cintura.
No había respondido a mi arrebato y me avergoncé por haber abusado así de su confianza, sin embargo, me provocó hacerlo y justo cuando iba a apartarme de ella y pedirle una disculpa, la puerta se abrió y encontré a una muy sorprendida pelinegra, todavía empijamada y con el cabello en un moño desordenado.
Solo Laurel tenía el valor y la seguridad para entrar así en un club donde todas las mujeres lucían sus mejores trapos sabiendo que a pesar de eso, ella seguiría siendo la más hermosa.
Su impresión me satisfizo un poco y, aunque no era correcto, me gustó que me encontrara de aquella manera y creyera algo que no era; decidí ser indiferente solo para hacerle sentir un poco de lo que yo sentía cada vez que me rechazaba, pero la cosa se me fue de las manos y casi terminé cegándola con ella. Dije cosas que no deseaba decir y la ofendí como jamás debí hacerlo, me llevé tremenda lección por mi insensatez y terminé por saber cosas que nunca hubiese querido saber; su pasado era solo suyo y no tenía que juzgarla, sin embargo, imaginarla con dos hombres a la vez fue algo que me enfureció y volvió loco de un segundo a otro. No le mentí cuando le dije que no sabía qué me dolía más, si mi hombría o mi corazón; no sabía qué pensar en cuanto me di cuenta de que era solo a mí a quien se negaba y luego de escuchar su respuesta, más dudas llegaron a mi cabeza.
¿Seguía sintiendo algo por Olek? ¿Qué pasaría después de que él había vuelto?
Fue su primer amor y claro estaba que ese no se olvidaba, aunque ellos demostraron odiarse luego de su encuentro; no sabía qué pasó después entre ambos en esa misma oficina en la que estábamos y era algo que necesitaba descubrir, pero tenerla cerca solo me provocaba besarla y hacerla mía, olvidaba lo que teníamos que hablar, olvidaba hasta lo que me molestaba de ella y casi cedí a mis deseos, pero su dichoso amigo llegó solo para terminar de joder mi noche.
Admitía que no era tan idiota de cómo me lo imaginé y a pesar de mis celos por él, terminó por demostrarme que era buena persona —dejando de lado sus descarados coqueteos—. No soporté mi curiosidad y terminé por preguntarle a Laurel si entre ellos dos todavía había algo y, aunque me aseguró de que no y le creía, su respuesta no fue del todo de mi agrado.
La dejé irse con él solo porque en verdad necesitábamos distancia después de lo que había pasado en esa oficina y le pedí que nos viéramos al día siguiente ya que no pensaba dejar pasar más tiempo para hablar claro con ella de una vez por todas. Intentaba ocultar sus celos por Celine y tal cosa me gustó porque mostraba más interés en mí del que quería aparentar y eso me daba esperanzas.
Laurel creía que Celine era la indicada para mí, pero yo quería a la equivocada.
Así era como esa loca se denominaba y no descansaría hasta tenerla solo para mí.
—Para no ser tu novia, esa chica intimida más que diez locas celópatas —comentó Celine mientras limpiaba la barra donde se servían los tragos en el club.
Pegué tremenda carcajada cuando se refirió así a Laurel y recordé la reacción de la chica cuando me encontró abrazando a mi bonita mesera.
—Que jamás escuche que te refieres así hacia ella —aconsejé e hizo un gesto de miedo.
Ya habíamos cerrado y todo el personal se encargaba de limpiar antes de irse a sus casas.
—¿Le pedirás a ella que se haga cargo de tus negocios? —preguntó y la miré.
Ella me había aconsejado dejar en manos de un experto todos mis negocios, no en su totalidad, pero por lo menos desatenderme de ellos por la noche y demostrar así que tenía el tiempo suficiente para cuidar a Dasher. Hablamos de Laurel y su profesión que, aunque no era experta, Celine señaló que podía ser perfecta para el cargo y era una forma de que se mantuviera cerca de mí y la idea me pareció genial, mas no se lo comenté a Laurel porque ambos estábamos exaltados en ese momento y era seguro que con el orgullo que se tenía me diría que no y no buscaba eso.
—Se lo pediré mañana después de que me vea contigo y tenga en mis manos la información que me darás —respondí y me causó gracia cuando sonrió y palmeó sus manos con un poco de emoción.
—Se ve que es una chica difícil, pero tú eres encantador así que tienes que lograr conquistarla —me animó y se lo agradecí.
Al final la llevé hasta su casa porque su hermano se durmió y no respondió su llamada para que llegase a recogerla, se negó al principio, pero terminé convenciéndola ya que no me costaba nada llevarla porque su apartamento me quedaba de paso. En el camino descubrí que era la menor de tres hermanos y, aunque tenía auto, se lo había prestado esa noche a su hermano porque como era costumbre en la ciudad, el chico sufrió un choque —nada grave— y su coche estaba en el taller.
—No olvides comentarle todo lo que te dije a tu maestro y convéncelo para que me ayude —pedí cuando estábamos en el condómino de su apartamento y asintió.
—Deja de preocuparte, ya verás cómo ganaremos este caso —habló en plan de abogada y me reí burlón—. No te burles de tu futura abogada —pidió intentando ocultar una sonrisa y me reí aún más.
—Está bien, nos vemos mañana, abogada Sandell —me despedí y me acerqué para besar su mejilla. Me miró a los ojos cuando hice tal cosa y noté de nuevo el rubor en sus mejillas—. Solo voy a despedirme, no te morderé aclaré y no pudo sostener mi mirada, en cambio, cerró la distancia entre ambos y terminó de hacer por mí lo que yo pretendía para luego salir de mi auto como alma en pena.
Me reí por su actitud y negué divertido mientras la miré entrar a su hogar.
En serio me agradaba esa chica.
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Las clases de Celine terminaban a las nueve y treinta de la mañana, por lo mismo me dirigía hasta el restaurante en el que habíamos quedado de vernos; admiraba el hecho de que esa chica trabajara hasta altas horas de la madrugada desde viernes a domingo y el lunes tuviese la energía para ir a la universidad, pero bien decían que cuando las ganas de superarse eran fuertes, no existían excusas.
Llegué cinco minutos antes y luego de pedir un café, esperé paciente hasta que una mata de rizos apareció frente a mí muy sonriente; me puse de pie para saludarla con el acostumbrado beso en la mejilla y su aroma se metió en mis fosas nasales refrescando mi mente con su fragancia cítrica. Pidió un café para acompañarme y sin perder tiempo se dispuso a sacar una infinidad de documentos que me hicieron sentirme como si hubiese tenido una fuerte resaca.
—¿Vamos a leer todo eso? —pregunté con evidente horror y ella se rio de mí.
—Eres un llorón, te sorprendería todo lo que yo debo leer o lo que leen las amantes de la lectura —dijo y de inmediato llegó a mi cabeza Aiden y su gusto porque le leyeran.
Comenzamos a hablar de su mañana, ella preguntó por la mía y luego de ello comenzó a hablarme de lo que había conversado con su maestro y los consejos que él le dio para mí. Definitivamente tenía que delegar mi trabajo a personas de mi confianza y así demostrar que tenía el tiempo suficiente para hacerme cargo de Dasher, también me hizo saber que mi altercado con Olek podía ser aclarado y alegar que fue en defensa de mi chica y sí, Celine añadió que, si demostraba que Laurel era mi novia, aquello sería más fácil.
—Que tengas una novia formal también te ayudará a demostrar que tus intenciones son formar una familia para darle lo mejor al niño —comentó segura y mi mente voló en ese instante. La vi bostezar de pronto y me sentí mal de tenerla ahí en lugar de dejarla descansar en su día libre.
—Siento mucho tenerte aquí —dije y negó.
— Lo hago con gusto, no te disculpes —señaló y le sonreí.
—No dormiste mucho. ¿Al menos desayunaste bien? —le cuestioné y me miró sin saber cómo responder.
—De hecho, me dormí y llegué tarde a clases, así que no, no he comido bien porque no he tenido tiempo de comer en realidad —confesó y me sentí un mal educado.
Sin decir nada más, llamé a una mesera y le pedí que nos llevara algo de comer. Celine dijo que no era necesario, pero la ignoré. No habíamos terminado aún y no podía tenerla ahí muriendo de hambre cuando me estaba haciendo un inmenso favor; cuando la comida llegó, comimos entre una plática muy animada y algunas risas por sus comentarios tontos o los míos, seguimos hablando también de Dasher y todo lo que pensábamos hacer para obtener su adopción; necesitaba toda la ayuda necesaria para poder cumplir mi sueño con ese niño y no descansaría hasta obtenerla.
—¡Ya! No te burles, soy así y sé que a veces hasta puedo parecer una loca —alegó mientras me reía de ella y me burlaba de su forma de salir de mi coche la noche anterior.
—Me hiciste sentir como si fuera una especie de mal espíritu y tú un alma en pena que huía de mí —seguí y ella me fulminó con la mirada, aunque terminó riéndose también.
Su sonrisa se borró de pronto sin embargo y creí que estaba molesta hasta que habló.
—Laurel está yéndose ahora mismo con un chico ¡Mira! —soltó y la obedecí de inmediato.
En efecto, Laurel se estaba yendo con Olek y mi sangre hirvió con ira hasta que recordé mi enorme cagada.
—¡Mierda! —bufé y Celine me miró asustada, miré mi reloj y vi que eran las doce y treinta del mediodía— ¡Mierda, mierda, mierda! —espeté de nuevo y desordené mi cabello con frustración.
—Cálmate, debe ser solo su amigo —intentó tranquilizarme Celine y negué.
—Quedé de verme con ella, Celine y la dejé plantada —expliqué sintiéndome culpable, celoso y enfurecido— y ese idiota no es solo un simple amigo —añadí y sus ojos se abrieron demás.
—Pues la has jodido mucho, eso sí —señaló y no me estaba ayudando en nada—, pero ve tras ella y explícale que no fue tu intención. ¿Qué esperas, Darius? ¡Vamos! —me animó cuando solo la miré con sorpresa.
Sin decir nada más me puse de pie y dejé el pago de la comida sobre la mesa, omití la caballerosidad con Celine y ni siquiera la ayudé con sus cosas, ella fue consciente de lo que deseaba y me animó a adelantarme. Llegué afuera del restaurante y vi cuando Olek ayudaba a Laurel a subir a su coche, fue el primero en verme y pasé de él yéndome directo a la ventanilla del lado del copiloto donde estaba su acompañante.
—¡Laurel! Necesito explicarte la razón de haber olvidado nuestra cita —solté y me miró irónica cuando puse las manos sobre el borde de la ventanilla.
—¡Vaya! Al menos aceptas que lo olvidaste —se burló y maldije interiormente porque sabía que mis palabras iban a ser usadas en mi contra conociéndola como lo hacía.
—Hay una razón de peso, baja de este auto y te lo explicaré —pedí sintiéndome patético en ese momento.
—Vino conmigo y se irá conmigo, Darius —habló Olek llegando a mi lado como si tuviese todo el derecho del mundo sobre la mujer dentro de su puto coche.
—Ven conmigo y juro que me entenderás —pedí de nuevo a Laurel ignorando a Olek porque no quería una pelea, Celine había dejado claro que, aunque pudiésemos aclarar la anterior no debía meterme en más, así que por más que deseaba romperle la boca a aquel tipo, no me convenía.
—Créeme, Darius, entiendo tu razón —señaló ella viendo hacia el frente y noté a Celine esperando por mí con todas sus cosas en manos y luchando por retenerlas allí—. Olek, vamos por esa comida china que tanto afamas y la comemos en tu casa —pidió segundos después y negué, ella no podía actuar de esa manera sin siquiera escucharme y no podía irse con ese imbécil.
—Laurel, necesitamos hablar —señalé entre dientes.
—Ya la escuchaste, se va conmigo —se entrometió de nuevo Olek y tuvo la osadía de tomarme del brazo y quitarme del coche, me zafé de su agarre bruscamente y quise irme sobre él, pero Celine me detuvo al meterse en medio de nosotros.
No sabía cómo lo hizo, pero estuvo entre nosotros en cuestión de segundos.
—Recuerda lo que hablamos por favor, Darius —suplicó presionando entre su pecho y brazos una enorme cantidad de papeles, mismos que habíamos estado estudiando antes y que me recordaron mi sueño.
Uno que no podía perder por meterme en otra pelea.
Di un paso hacia atrás mostrando mi derrota en ese momento y miré a Olek por última vez, pude ver en él a un tipo que solo estaba intentando cuidar su territorio sin ninguna malicia o segunda intención, simplemente actuaba como yo también lo haría en su lugar y eso me hizo sentir peor.
—En algún momento hablaremos tú y yo, solo espero que no sea tarde le advertí a Laurel y ambos nos miramos por varios segundos hasta que Olek llegó al lado del piloto del auto, lo encendió y se marchó con la mujer que yo pretendía tener algo serio.
Llegué a mi coche hecho una furia y golpeé el capó con mis puños deseando haber hecho lo mismo con el rostro de aquel imbécil que había vuelto para joderme la vida, comprendía a Laurel porque en realidad la cagué cuando olvidé nuestra cita y ni siquiera le avisé la razón de demorarme; estaba celosa de Celine y eso me complicaba todo ya que fue justo por esa chica que la dejé de lado sin pretenderlo y le di más razones para que creyera que entre Celine y yo podía haber algo, pero ella no tardó en buscar a Olek y sabiendo su pasado con él, estaba temeroso de que nada bueno podía pasar.
Y Laurel era libre de irse con quien quisiera y en el pasado lo acepté porque sabía que al igual que yo, solo lo hacía por placer, porque estaba en su naturaleza y porque ambos manteníamos una extraña relación de placer, pero que se fuera con un tipo por el que tuvo sentimientos antes y por el cual quizás aun los tenía, hacía las cosas verdaderamente complicadas y no me agradaba para nada.
—Estás asustando a la gente, Darius y este show que estás montando no te conviene —se atrevió a señalar Celine y por primera vez la miré mal.
No deseaba que nadie me señalara lo que estaba haciendo incorrecto.
—¡Me importa una mierda la puta gente! —espeté y dio un respingo cuando le hablé fuerte— Laurel se fue creyendo que la cambié por ti —dije con ironía y burla, me miró y vi el dolor que mis palabras le causaron al referirme a ella con desdén.
¡Perfecto! También estaba siendo un idiota con una chica que solo buscaba ayudarme.
—De-déjala que se calme un poco —recomendó entre titubeos a pesar de que la hice sentir mal y eso solo me hizo sentir peor.
—No quería referirme mal a ti, solo estoy exaltado y asustado de que ella se haya ido con un tipo con el que tiene un pasado y por el que tuvo sentimientos fuertes —aclaré sintiendo dudas en lo último que señalé.
—No te preocupes y lo comprendo, pero, Darius... —me llamó y la observé con atención— según dijiste ella y tú no tienen nada serio, no son novios y solo han sido amantes en algunas ocasiones, mismas que no se han repetido desde hace mucho y si es así, creo que ambos tienen derecho a hacer lo que quieran y con quien quieran —señaló lo que ya sabía—. Sin embargo, si deseas tener algo serio con ella hablen de una vez por todas y pídele que sea tu novia, que sea solo para ti y regálenle una hermosa familia a Dasher —aconsejó y me reí sin gracia, aunque agradecido por sus palabras.
—¿Y si se niega a eso? —pregunté estando consiente de que era una posibilidad.
—Entonces ella perderá a un gran hombre y tú deberás seguir tu camino —Llegué a ella y le sonreí agradecido, luego le ayudé con los documentos entre sus brazos que ya casi estaban por caerse—. Si Laurel se niega es porque es una tonta y te aconsejo que busques otros horizontes; tal vez estar concentrado demasiado en Laurel no te deja ver más allá de tu nariz, ver que hay muchas chicas que se mueren por estar contigo y hacerte feliz —añadió y suspiré con fuerza.
Celine tenía razón, ya era hora de que hablara con Laurel seriamente, que aclaráramos las cosas entre ambos y que le hiciera saber que la quería para más que un acostón y si aun así se seguía negando, entonces ya no perdería más mi tiempo. Le había dado de sobra para que descubriera lo que quería, para que explorara lo que quisiera y para que entendiera que al final, solo un hombre podía darle lo que cien jamás lograrían.
Pero si quería seguir así, entonces el imbécil era yo por desear más con ella.
—Gracias por estar aquí susurré a Celine y de nuevo me dejé llevar por mis arrebatos y la abracé con fuerza.
Esa vez sí me correspondió de inmediato y su acción de alguna manera me reconfortó mucho.
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