Noticias dolorosas, choques impactantes

ADVERTENCIA

CONTIENE SPOILER DE CORAZÓN DE HIELO.

Si deseas evita leer si no has leído la otra historia.

Oferta al dos por uno 😁😁😁

Los y las quiero.

Nos leemos el martes 😉

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{Laurel}

Tiempo pasado...

¿Dejé que Edward borrara las huellas de Elena?

Pues bueno, ¿qué podía hacer cuando mi mayor defecto era mi propia calentura? La verdad nada. Y Ed para ser gay sabía cómo convencer con facilidad. Luego de hacer esa petición nos convertimos en una maraña de manos y piernas y enredamos nuestros cuerpos desnudos de las maneras más deliciosas que existían.

Sabía que estábamos pisando terrenos muy peligrosos, pero en realidad eso no me importaba. Nunca me habían importado las consecuencias de mis actos y esa no sería la excepción.

Aquella noche, luego de un cruel invierno me juré a mí misma disfrutar al máximo de mi vida y de cada oportunidad que se me presentase y eso estaba haciendo, aun cuando liarme con Edward era como hacerlo con mi peor pesadilla. Mas no me importaba, lo que él me hacía era demasiado delicioso como para despreciarlo.

Y lo mejor de todo es que sabía que después de eso, todo seguiría siendo igual. Sin celos, sin reclamos, sin compromisos.

____****____

Los días pasaron lentos —aunque siempre era así cuando tocaba estudiar—, las clases eran aburridas a excepción de la del maestro Palmer; mis coqueteos con él continuaron y no sabía si era mi imaginación, pero creía que cada vez él cedía un poco.

Y eso en verdad me emocionaba.

Había miradas robadas entre nosotros y no solo en la clase, sino también cada vez que nos encontrábamos en el campus. Por supuesto él era para mí alguien prohibido y eso era lo mejor. Soñaba con que un día de esos me encerrara en uno de los salones vacíos, aunque creía que tenía miedo de ser descubierto y yo como buena persona que era, estaba ideando un plan para ayudarle.

El timbre de mi teléfono sonó y, aunque quise ignorarlo para seguir formulando la manera en la que haría caer a mi hombre prohibido no pude hacerlo, el insistente sonido de verdad que era molesto así que lo tomé y vi que era una llamada de Connor; fruncí el entrecejo ya que era muy extraño que él me llamara y sobre todo después de tantos meses de que nos habíamos visto en Elite.

—O me extrañas mucho o LuzBel te pidió que me llamaras —dije al tomar la llamada—. Si es por él, dile que pronto estará listo su encargo —avisé al recordar lo que había tenido que hacer para él y su no novia, según ese tonto.

—Laurel, LuzBel está muerto —Casi me ahogo con mi propia saliva cuando dijo eso— y antes de que creas que es una broma, no, no lo es —La tristeza en su voz me confirmó lo que decía y el dolor se arremolinó en mi pecho.

¿¡Qué demonios!?

—¡Como me sueltas una noticia como esa de esta manera, idiota! —reproché con lágrimas en los ojos— Connor, te juro que si esta es una broma, llegaré hasta Richmond y cortaré tus bolas.

—Era mi deber avisarte, sé que ustedes tenían una historia y él te consideraba su amiga... —dijo en el mismo tono— ¡Maldición! Esto no debería estar sucediendo —bufó con un profundo dolor en su corazón, el mío no era menos que el de él.

Yo amaba a LuzBel, no de una forma como se aman las parejas, pero sí como un hermano, un amigo que estuvo para mí en los momentos más difíciles.

—¿Puedo irme en estos momentos y quedarme contigo? —pregunté con la voz gangosa.

—Claro, ven y acá hablaremos de lo sucedido.

—Gracias, Connor —susurré y terminé la llamada.

Todo el camino hacia Richmond lloré como una Magdalena, me era difícil creer lo que había sucedido; le llamé a Edward para comunicarle lo que pasaba y por qué me iba a ausentar, a Jace le dejé una nota ya que no se encontraba en casa y salí lo más rápido que pude. Miles de motivos por los cuales LuzBel podía estar muerto llegaron a mi cabeza, pero ninguno era creíble para mí.

A veces crees que situaciones como esas podían pasarle a cualquiera, menos a ti, como si de alguna manera estuviésemos blindados, pero cuando la ocasión llegaba, cuando el blindaje lograba ser destruido el dolor era insoportable. Mi corazón estaba a punto de estallar en miles de pedazos, mis ojos estaban rojos al igual que mi nariz y agradecía el no haberme maquillado ya que de seguro después de llorar tanto, perecería un mapache.

Connor estaba esperando por mí para cuando llegué, me sentía super agotada de tanto llorar y por el largo camino recorrido, la brisa fresca acarició mi rostro y suspiré con pesar; el chico frente a mí vestía con ropa negra y no era por la organización a la que pertenecía... no. Era por el luto que guardaba a uno de sus grandes amigos.

Corrí hacia él y lo abracé con fuerzas, los sollozos no se hicieron esperar y sabía que él se contenía solo porque alguien tenía que ser fuerte en momentos como esos.

Luego de un rato en la misma posición me invitó a pasar a su apartamento, en el camino hacia ahí me comunicó que Evan estaba con él, también estaba Jane y cuando entré los saludé con educación, aunque había un poco de tensión entre todos —sobre todo con Evan tras las palabras cruzadas en Elite—. Todos vestían de negro y eso solo acababa con mis esperanzas de que todo era una estúpida y muy mala broma.

—¿Como sucedió? —pregunté luego de casi tres horas de haber llegado, todos estábamos sentados en los cómodos sofás de la pequeña sala del apartamento, la pregunta rondaba en mi cabeza, pero no me atrevía a formularla. Se vieron entre sí como animándose entre ellos mismos a hablar de lo sucedido.

—Salimos una noche de estás al club de LuzBel, él e Isabella se fueron antes debido a una nota que le hicieron llegar a ella —Connor habló y por primera vez pensé en la chica que se había adueñado del corazón de mi amigo—. En el camino tuvieron un accidente y luego fueron emboscados por algunos Vigilantes. Intentamos rastrearlos, pero no podíamos; después de eso alguien que está infiltrado en la organización de los Vigilantes nos avisó de cierto movimiento que había notado, Elliot fue a donde nos indicaron.

—¿El mismo Elliot que se acostó con Amelia, el primo de LuzBel? —interrumpí y asintieron— Ellos dos se odiaban a muerte —recalqué extrañada del por qué Elliot había ayudado.

—Elliot fue novio de Isabella mucho antes de que conociera a LuzBel, ellos cortaron cuando ella llegó a Richmond —respondió Jane—. Después que conoció a LuzBel —susurró y una sonrisa se formó en mi rostro. La chica había sido la venganza de LuzBel hacia su primo y al final terminó enamorado de ella.

Vaya mierda que podía ser el karma cuando quería.

—Elliot fue descubierto y también secuestrado por los Vigilantes, pero el llevaba un localizador. Lo tuvo que esconder y desactivar para no ser descubierto —prosiguió Connor—. Cuando lo logró activar fuimos en busca de ellos, pero...

—Llegamos tarde —terminó Evan cuando Connor no pudo seguir—, el edificio estaba en llamas y a punto de derrumbarse, Elliot apenas logró salir con Isabella en brazos. LuzBel murió en una explosión; lo hizo a cambio de que ellos salieran con vida — Me llevé la mano a la boca intentado acallar un gemido lleno de sorpresa y dolor.

Sabía que estaba muerto, pero la manera en la que murió era horrible, él no se lo merecía. Me puse de pie luego de escuchar lo suficiente como para tener pesadillas por el resto de mi vida.

—¿Isabella y Elliot están bien? —pregunté con dificultad.

—Elliot tiene muchos golpes y algunas costillas rotas, Isabella fue marcada para el resto de su vida; la torturaron de una manera horrible y la rompieron en cuerpo, alma y mente al asesinar a LuzBel frente a ella —Jane lloraba al decir cada palabra—. Ha despertado luego de estar inconsciente por un día, pero no habla ni reacciona a nada —Connor la abrazó justo en el momento que creí que la chica iba a desmoronarse por el dolor que la agobiaba al saber a su amiga en ese estado.

—Lo siento mucho —dije llegando a ella y por primera vez en mi vida esas palabras salían de mi corazón—. Casi no la conozco e incluso creo que me odia por creerme la amante de LuzBel, pero te aseguro que fui muy feliz por él cuando supe que estaba enamorado de ella —Todos me vieron como si me había salido otra cabeza y entendí que ninguno se dio cuenta de los sentimientos de LuzBel hacia esa chica— ¿Crees que aquella noche que casi te mata a golpes fue por gusto o por su posesividad? —pregunté a Evan.

—Sospechaba de sus sentimientos, pero siempre me dije que era así porque quería a todas para él solo —respondió con pena.

—Yo creí que lo hacía porque a él no le gustaba que tocaran lo que creía suyo —confesó Connor.

—Yo solo rezaba para que jamás dañara a mi amiga, en verdad siempre me aterrorizó estar cerca de él, pero luego de lo que hizo por ella no supe que creer —añadió Jane, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano.

—Al igual que Isabella, yo siempre vi más allá del hombre de hielo que LuzBel aparentaba ser —dije y caminé hacia una de las ventanas del apartamento— ¿Cuándo lo sepultarán?

—No hay cuerpo que sepultar, Laurel. Explotó y lo que quedó de él se quemó —Me estremecí al escuchar las palabras de Evan—. Mañana se hará un pequeño acto en honor a su memoria, es todo lo que se puede hacer —Asentí sin volver a verlos, las lágrimas se hicieron presentes de nuevo.

Eso era demasiado.

____****____

Veía una lápida colocada al lado de la sepultura de Elsa, quien lastimosamente también había muerto el día que secuestraron a Isabella, su leyenda decía:

Elijah Pride

Amado hijo, hermano y amigo...

Excelente líder y heredero único.

Vivió para amar y murió por amar.

Leer lo último en verdad era doloroso e irónico; él se negó tanto al amor y cuando al fin se rindió ante ese sentimiento se entregó de corazón y entregó también su propia vida. Su lápida fue colocada solo como un símbolo y el acto que se hizo en su memoria fue muy emotivo. Saludé a Tess y le di mis condolencias; le pregunté por Isabella ya que fue muy extraño que no estuviera presente, pero su respuesta fue muy abrumadora: la chica castaña se negaba a aceptar la muerte de LuzBel y por eso no estuvo presente. Tuve la intención de ir a verla y entregarle lo que LuzBel dejó para ella, sin embargo, recordé sus palabras.

—Entrégaselo cuando creas que es el momento indicado.

—Esto es raro, LuzBel, sería mejor que se lo entregaras tú —alegué.

—Quiero que lo hagas tú, su cara será épica cuando seas precisamente tú, la chica que cree mi amante, quien le entregue esto —rio y puse los ojos en blanco, aunque no podía verme—. Confío en que sabrás cuándo entregárselo».

No sabía si era lo correcto que confiara en mí, pero por alguna razón presentía que aún no era el momento, así que evité verla. Luego regresaría y sería hasta cuando ese momento al fin llegara.

—Te saliste con la tuya —susurré hacia la lápida de Elsa—. No pudiste tenerlo para ti en vida, entonces vienes y te lo llevas a la muerte —Parecía una loca, pero no me importaba.

Cuando LuzBel me dijo que su amiga había muerto no me lo podía creer, todo fue una jugada de su peor enemigo y asesino también de Amelia, su exnovia. Isabella no pudo defenderla por defender a Tess. Luego de que LuzBel salió de aquel club como alma que llevaba el diablo a buscar a su chica y su amigo, Elsa, Tess e Isabella fueron secuestradas y cuando lograron rescatarlas fue tarde para Elsa; mi amigo sufrió mucho la muerte de la chica y sufría más por el miedo de que su mundo y sus enemigos llegaran a Isabella. Y, le dije en ese momento que solo era un paranoico y me arrepentía, él presentía el peligro y no se equivocó.

—Buena jugada, Elsa y como dicen por allí, si no sería para ti, no sería para nadie. Cuídalo y entretenlo mientras yo llego —Sonreí por las estupideces que salían de mi boca—. Te fuiste sin despedirte, LuzBel —Tragué con fuerza para retener las lágrimas—, no pude decírtelo en vida, pero agradezco todo lo que hiciste por mí y jamás habría podido pagártelo. Te extrañaré mucho, mi hermoso diablo —Limpié una lágrima solitaria mientras veía su lápida— y cumpliré con tu pedido cuando sea necesario, lo prometo.

Finalicé y me di la vuelta, mi tiempo ahí había terminado y no me apetecía estar en un lugar donde él ya no estaría más; algún día lo volvería a ver, cuando el momento de mi muerte llegara estaba segura de que allí estaría él, esperando por mí, dándome la bienvenida a su hogar.

Mi amigo se había ido, pero algo me decía que su huella permanecería para siempre.

—¡Perdón! —exclamé cuando choqué con alguien a la salida de aquel cementerio. Exhalé un delicioso aroma a madera y miré anonadada al chico frente a mí.

¡Madre de Dios! Era precioso.

¡No! Era inhumanamente hermoso y casi me corro solo con verlo; sus ojos oscuros me escanearon y cuando se conectaron a los míos tuve miedo y no sabía la razón. Estaba barbado y tenía preciosas pecas sobre su nariz. No pude ver su cabello ya que usaba un gorro a parte del de la sudadera negra que usaba, llevaba un pantalón también negro y botas a juego. Sus manos habían estado en las bolsas de su pantalón y las sacó para tomarme de los hombros ¡Carajo! Ese chico no tenía idea de lo que me provocaba con un simple toque.

—Perdóname tu, venía distraído —¡Jesús! Su voz también tocó todas mis terminaciones nerviosas solo con el tono y me estremecí— ¿Estás bien? —cuestionó y asentí. Miró para todas partes como buscando o cuidándose de alguien y luego me miró de nuevo— Bien, debo irme. De nuevo perdón —dijo y, aunque quise decirle algo, no pude pues se fue de inmediato y desapareció como una sombra lo hacía en la oscuridad.

Pero aquel choque accidental y su mirada me marcó como el hierro caliente en la piel de un ganado.

El chico del cementerio me había intrigado.

(****)

Los días transcurrieron tan rápido como el viento, pero el dolor de mi pérdida aún seguía y por increíble que pareciera hasta había dejado de follar y vaya que tuve muchas tentaciones, sobre todo después de que Andrea se fuera de la casa y Jace se quedó todito para mí.

Pero nada era igual, Edward estaba preocupado y al ya no verme coquetear con el maestro Palmer yo también me estaba dando cuenta que no todo estaba bien conmigo, la muerte de uno de mis mejores amigos en serio me dio muy fuerte. Sin embargo, deducía que tal cosa igual se podía deber a un peculiar choque que aún me tenía pasmada.

—En serio me preocupas, Lorax —Ed utilizó ese sobrenombre que me había puesto, y que tanto odiaba, en un intento por hacerme reaccionar, aunque no me importó—. Mira que el culo del maestro Palmer luce maravilloso con ese pantalón de mezclilla y tú no estás babeando —Señaló al maestro cuando escribía algo en el pizarrón, su saco en color beige se subió un poco y dejó al descubierto su bien formado culo; lo admiré por unos segundos, luego quité mi vista de él al imaginarlo en un pantalón negro y en lugar del saco lo visualicé con una sudadera también negra y un gorro cubriendo su cabeza.

¡Uf! Estaba muy mal.

Había dejado de lado los coqueteos con el maestro desde que regresé de Richmond tres semanas atrás, e incluso evitaba cruzarme con él como si eso estuviese mal, y lo peor de todo fue que cuando era yo la que quería evitarlo más me lo encontraba.

Hasta el destino quería que me portara mal, y yo era una perra que no lo aprovechaba.

¡Vaya mierda!

Ignoré por el resto de la clase a Edward y me concentré en lo que el maestro explicaba, de vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y cuando eso sucedía simplemente giraba mi cabeza para ver hacia otro lado. Cuando al fin la clase terminó todos salieron del salón, por último nos preparamos para salir Ed y yo, acomodé mi vestido —un corto vestido floreado y con vuelos de la cintura para abajo— y tomé mis libros. Caminé en silencio al lado de mi amigo y justo al salir del salón, una voz me detuvo.

—Señorita, Stone ¿me permite un momento? —su voz varonil ya no hizo que mi piel se erizara. Di la vuelta para verlo— Señor Edward, usted puede marcharse —Asentí hacia mi amigo cuando con su mirada preguntó si estaría bien.

—Estaré afuera, cuidando tu espalda —susurró acercándose a mí y dándome un beso en la frente.

Cuando Edward salió regresé mi vista al maestro frente a mí, me sonrió sin mostrar sus dientes y con una mirada me invitó a sentarme en uno de los lugares frente a él; cerró la puerta del salón y luego se acercó a mí. Se acomodó en el escritorio poniendo su bien torneado trasero en él y cruzó sus largas piernas por los tobillos. Aunque no estaba bien anímicamente y hasta distraída pensando en alguien que jamás volvería a ver, no pude evitar mirar cómo se marcaba su gran paquete por encima de la mezclilla; mis hormonas regresaron a la vida en ese instante y un carraspeo por parte de él hizo que pusiera atención a su rostro y me sonrojé cuando vi una pícara sonrisa en sus labios.

Era claro que se había dado cuenta hacia dónde miraba.

—Me he preocupado mucho por usted, señorita Stone —habló al fin—, desde hace un par de semanas la he notado decaída. ¿Tiene algún problema?

—Oh, no señor Palmer, agradezco su preocupación, pero no tengo ningún problema —respondí obviando el problema que se estaba formando con mis hormonas.

—Puede confiar en mí, en serio me preocupa su bienestar —Cruzó los brazos a la altura del pecho y llevó su mano hacia su barbilla, colocó un dedo en sus labios, deseé ser ese dedo en eso delgados, pero hermosos labios.

—Solo he estado triste por la muerte de un amigo y antes de que diga lo siento, no lo haga sino lo siente —aclaré sintiendo calor, mi cabello estaba suelto así que lo recogí hacia un solo lado de mis hombros.

Él sonrió por lo que había dicho.

—Yo tampoco creo en esas palabras —confesó— ¿Y eso ha influido también en su falta de coqueteos? —preguntó de pronto y como una niña tonta me hizo sentir nerviosa.

—Yo no he coqueteado —dije y soné como una estúpida, me puse de pie, pero él se acercó a mí con agilidad.

Lo que siempre había deseado y en ese instante no sabía qué hacer, definitivamente algo estaba muy mal conmigo.

—Debo admitir que extraño eso, señorita Stone —susurró cerca de mi rostro, él era muy alto, olía delicioso y no estaba siendo el típico maestro, no. Estaba siendo un seductor y se le daba malditamente mejor que el ser maestro— ¿Qué tengo que hacer para que esa parte de usted regrese? —Me quedé sin palabras, no sabía que responder. Últimamente me sucedía mucho, no sabía ni cómo mover la boca para hablar.

Alguien tocó la puerta en esos momentos, eso hizo que él se alejara de mí; mi corazón estaba acelerado como si hubiese corrido una maratón y agradecía el estar maquillada porque en definitiva acababa de perder todo mi color natural.

La adrenalina era exquisita.

—Adelante —dijo él y la puerta se abrió, la secretaria del decano apareció con sus gafas hípster que no la hacían ver nada sexi.

—¡Hola, John! El decano necesita verte —anunció queriendo escucharse sensual.

No lo lograba.

—Ahora voy —dijo él regalándole una sonrisa, noté la emoción en ella y casi me río, al parecer no solo yo babeaba por ese adonis. Decidida a salir tomé mis cosas y caminé hacia la puerta, le sonreí a la secretaria, pero antes de marcharme, decidí regresar al juego.

Creo que ya había tenido demasiado descanso.

—Maestro Palmer —lo llamé cuando estaba tomando unos documentos de su escritorio—. Respondiendo a su pregunta... siga así —dije guiñándole un ojo, él entendió a la perfección, me regaló una hermosa sonrisa y asintió.

El caliente maestro acababa de darme la pauta para continuar y ni de loca la desaprovecharía.

Mi vieja yo, había decidido regresar y olvidarse de chicos misteriosos.

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