No me vas a joder la vida de nuevo


alcides_guerrero ¡Feliz Cumpleaños! Adelantado, pero quiero ser ña primera en hacerlo 😊 Dios te bendiga y cumpla todos tus sueños.

Disfruten de este capítulo que pronto llega lo mejor 😉

¡Alerta de spoiler!

El capítulo contiene spoiler de la trilogía corazón. Los libros los pueden encontrar en mi perfil si desean leerlos, comenzando con Corazón de Hielo, luego Corazón Oscuro y por último Corazón de Fuego.

Y recuerden que este libro es un Spin Off de la trilogía. Tambien, si desean apoyarme más, pueden hacerlo comprando mis libros en físico en amazon o en librería Lee Hoy para Chile, CosmoBook para Perú y en Costa Rica por medio de una persona de la cual les puedo dar más información por privado.


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{Laurel}

Tiempo pasado...

Cuando la mujer que tenía por madre solo porque me parió obligada para no quedarse sin marido, me jodió la vida en el pasado, se le hizo fácil ya que era solo una niña indefensa; que intentara hacerlo de nuevo a esas alturas era demasiado descaro de su parte y estaba muy equivocada al creer que sería fácil esa vez. Tenía enfrente a una mujer que era capaz de hacer cosas horribles por defender lo que quería, ya no más a una niña y se lo iba a dejar muy claro; fue por eso por lo que cuando propuso semejante estupidez me reí como una maniática en su cara.

—Edward, cariño, podrías dejarnos a solas por favor —le pidió a mi amigo con una amabilidad hipócrita. Asentí a Ed para que lo hiciera cuando lo vi con la intención de negarse.

—Claro, Dana — respondió también con hipocresía, se acercó a mí y besó mi mejilla y luego miró a Jace para despedirse.

—Siento mucho que tengas que presenciar esto, Jace, pero creo que has descubierto la verdadera razón por la que mi madre te trajo con tanta buena fe a esta casa —ironicé viendo al chico frente a mí.

—No hables por mí, nena —advirtió mi madre con fingido cariño.

—He aprendido a conocerte lo suficiente como para hablar por ti —zanjé—. Te creíste demasiado eso de que puedo ser usada como pantalla con tipos homosexuales y ahora deseas que sirva de buena fe a ese papel —me burlé y ella sonrió con demasiado descaro.

—Tú ya sabes lo que se siente estar allí. ¿Qué de malo tiene que le evites ese sufrimiento a esa pobre chica? —cuestionó y me seguí riendo, eso era el colmo.

—¿Tú sabías de sus estúpidos planes? —le pregunté a Jace y negó de inmediato.

—Me sorprende tanto como a ti saberlo —aseguró.

—Míralo de esta manera, Jace. Laurel ya sabe lo que eres y a ella le encanta rodearse de chicos con tus gustos, con ella no tendrás que fingir e incluso te ayudará con su amigo si tanto te gusta. Andrea en cambio te juzgará —señaló con un maldito cinismo que me seguía sorprendiendo en ella.

Estaba resolviéndole la vida a Jace sin impórtale joder la mía.

—Cálmate un poco, Dana Stone —pedí manteniendo el control— ¿Así que en verdad pretendes que sea la tapadera de Jace, pero cuando supiste lo de Olek me lo reprochaste y hasta fuiste capaz de hacerme perder a mi hijo? —cuestioné y no pasé desapercibida la sorpresa de Jace al saber aquello.

No pretendía que él supiera esa parte de mi vida, pero era obvio que no iba a quedarme callada en cuanto la perra de mi madre comenzó a planear mi vida; suficiente daño me había hecho como para permitirle de nuevo joderme. Me quedé con ellos solo para castigarlos por lo que me hicieron y si llegaba a permitir de nuevo que lograra lo que deseaba, entonces mis errores iban a ser en vano y no podía darme ese lujo.

—¿Qué tiene Jace que Olek no haya tenido? Bien, no respondas —dije satírica—. Tiene el dinero y poder de su padre, ¿cierto? Además del estatus social que tanto anhelas —me respondí a mí misma y a Jace que estaba con aquella duda—. Eso para ti vale más que mi felicidad y la vida de un ser inocente que no tenía la culpa de nada, pero que aun así asesinaste... ¡No! —grité y la detuve cuando quiso abofetearme— ¡No te atrevas a ponerme una mano encima! ¡Ya no soy la niña estúpida de antes y no me usarás a tu antojo! ¡No me vas a joder la vida de nuevo! —le advertí con el odio que sentía por ella.

—¡No maté a tu bastardo! Ese maldito chico estuvo de acuerdo en que te practicaran el aborto porque al igual que yo no te quería a ti, él no quería a ese bebé.

—¡Laurel, no! —pidió Jace metiéndose en el medio cuando fui yo la que intenté golpear al monstruo frente a mí— No haré nada que tú no quieras —susurró tomándome del rostro, haciendo que lo mirara a él—. No importa lo que tu madre desee, importa lo que tú quieras —aseguró.

Estaba casi perdida entre la bruma de mi odio y mis ganas de vengarme de Dana; la odiaba con todo mi ser, a ella, a mi padre y a Olek por haberme dañado así, por atentar contra la vida de una personita que no podía defenderse y me odié a mí misma por no ser capaz de defender a ese angelito que dependía de mí, solo de mí. Por culpa de mis padres y de aquel malnacido cobarde perdí a lo único bello que la vida iba a darme y no solo eso, también perdí para siempre la posibilidad de ser madre y lo descubrí meses atrás en mis revisiones de rutina con mi ginecóloga. Fui por un retraso que tuve y, aunque siempre me protegía en mis relaciones sexuales, la posibilidad de un embarazo estaba presente por algún daño imperceptible que los preservativos pudiesen tener, pero luego de los estudios de rutina mi doctora me dio la mala noticia. El legrado que me practicaron en aquel aborto dañó mi sistema reproductor al haber sido tan joven y era cien por ciento seguro que jamás sería madre.

No deseaba ser madre en esos momentos, sin embargo, sabía que en el futuro iba a desearlo y jamás podría, estaba consiente también de que, aunque no deseara a un hombre a mi lado, nunca podría hacer completamente feliz a uno porque no iba a ser capaz de darle un hijo y así muchas veces los hombres fueran unos cabrones, siempre tenían la ilusión de ser padres y en eso yo estaba incompleta, todo por culpa de la mujer frente a mí y un tipo que me usó y huyó luego como un maldito cobarde.

—¿Quiero irme de aquí? —susurré a Jace y me abrazó, mas no correspondí a su abrazo.

—Para irte necesitas dinero y si te niegas a mis deseos, entonces no verás ni un centavo de lo que te corresponde de mi parte —habló Dana y Jace me abrazó con más fuerza cuando de nuevo quise irme sobre ella.

—Pero sí verás todo lo que te corresponde de mi parte —Los tres nos sorprendimos al escuchar a mi padre y verlo llegar a la cocina.

—¡Greg! —advirtió Dana y él alzó una mano para callarla.

—Estúpidamente te apoyé cuando mi hija era solo una niña. Lo hice porque te amo, mujer y aunque aún lo haga, también amo a Laurel, incluso si no lo haya demostrado como se debe —aseguró viéndome con vergüenza. Jace se apartó de mí y se hizo a un lado—. Y a pesar de que suene duro, estás aquí por mí y no he sabido darte tu lugar, cariño, tal cual lo dijiste años atrás y eso es algo que pesa en mi conciencia día tras día —dijo lo que ya sabía, no obstante, siguió doliendo—. Apoyé a tu madre, mas no lo haré ahora —zanjó y vi el odio de Dana al escuchar tal cosa—. Ya eres una mujer próxima para cumplir la mayoría edad, así que te he heredado en vida y puedes hacer con tu dinero lo que te plazca y sé que eso no ayuda a resarcir el daño que te hemos hecho, pero te ayudará a comenzar de cero donde tú desees y tan lejos de nosotros como quieras —confesó y por primera vez en años lo abracé sorprendiéndolo con mi acto.

—Gracias por no ceder esta vez y liberarme al fin de ustedes —dije y lo vi sonreír con tristeza por mis palabras.

Pero todos sabíamos que era la verdad, nuestra familia era solo por conveniencia, por el que dirán de la gente y no por amor; ellos me enseñaron a ser como era así que mi padre no podía exigir más de mí, sobre todo cuando no exigí más de ellos. Mi madre por supuesto que alegó por la decisión de mi padre, aunque lejos de lo maldita que había sido conmigo, sabía que lo amaba con locura y el haberme tenido lo comprobaba; fue por eso por lo que mi padre le dejó claro sus puntos y la convenció por primera vez de dejarme en paz. Con Jace terminamos hablando largo y tendido luego de que me ayudó a llevar mis cosas a un hotel mientras encontraba un apartamento donde vivir y pude comprender su miedo de mostrarse como era, mas lo convencí de al menos ser claro con Andrea y que fuera ella la que decidiera si seguir su farsa o no.

Por primera vez me sentía feliz de que alguien no fuese peor de como lo había conocido y con eso me refería a mi padre; su acto me ayudó a entender que ya no valía la pena seguirme jodiendo la vida con la intención de joderlos a ellos, descubrí que al menos cargaba en su conciencia el daño que me había hecho y, aunque estaba arrepentido, nada podía arreglar lo que ya estaba efectuado entre nosotros y solo me quedó confiar en que él mantendría alejada a mi madre de mí y yo me alejaría de ellos. Era mejor así, pues también deseaba comenzar de cero y así su compañía tecnológica me perteneciera, amaba más la floricultura que aprendí de Dana y que fue lo único bueno que me heredó; esa fue la razón que me hizo tomar un curso a parte de mi carrera de finanzas y no era mi intención, no obstante, intuía que en un futuro Dana Stone tendría competencia y de la buena.

Los meses fueron pasando y con ellos mi vida fue cambiando, mis juegos con Edward acabaron y descubrí que él seguía viéndose con Jace y, aunque eso no me sorprendió para nada, sí lo hizo el descubrir que también seguía viéndose con Rose y que la dulce chica era muy parecida a mí, pues también se veía con Jace y los tres disfrutaban de sus perversiones; la cosa no acababa allí, puesto que una tarde Edward me confesó que Jace se dejó al fin con Andrea y Rose encantada aceptó ser la prometida de él solo para que el chico lograra obtener su herencia y todo porque en las cláusulas del testamento estaba estipulado que solo si Jace se comprometía y casaba iba a obtener su dinero.

Al menos Rose estaba consiente de donde se metía y al parecer era feliz de esa manera.

Mis idas a la casa de mi caliente maestro también cesaron, pero no porque lo que teníamos había acabado sino porque era él el que me visitaba en mi nuevo apartamento y habíamos estrenado cada rincón de aquel lugar. John era el único que le daba estabilidad a mi vida y me gustaba mucho el descanso que me tomé con mi zorres; no teníamos una relación seria, pero sí estaba solo con él y disfrutaba mucho de las tardes de tranquilidad a su lado. Nos cuidábamos para no ocasionarle problemas con su trabajo y las reglas del campus y durante más de un año estuvimos juntos teniendo claro ambos que en cualquier momento podíamos irnos con alguien más si así deseábamos; nuestro lema era claro: éramos equivocados, pero nos disfrutábamos mientras llegaban nuestros indicados.

Tres años después nuestros indicados todavía no llegaban y me había comenzado a asustar de que sin quererlo ya estuviéramos en una relación formal, aunque me tranquilizaba el que no existieran celos entre nosotros ni peleas; nada era complicado y a veces me sentía más como estar con mi mejor amigo. Hablando de mejores amigos, Edward decidió irse un tiempo del país para terminar su carrera con una especialización en pediatría, pues aseguró que amaba la medicina, pero más a los niños; su viaje no fue del todo por estudios ya que días después me terminó confesando que Jace se fue con él. Rose y Jace se casaron dos años atrás y un año después se divorciaron por diferencias irreconciliables y, aunque no peleó por parte de la herencia que Jace recibió gracias a ella, sí obtuvo un buen porcentaje, tal cual lo hablaron antes.

John había querido persuadirme para saber más acerca de su sobrina, pero se rindió cuando se convenció de que no me sacaría nada. La mamá de Jace falleció en el transcurso de su matrimonio y fue grato saber que al menos lo aceptó por lo que era y ambos se pidieron perdón por el daño que se hicieron.

De mis padres no supe nada en todo ese tiempo, aunque de vez en cuando mi padre me escribía un te quiero que no respondía porque no podía hacerlo, John me aseguraba que eso me hacía mal, decía que debía hablar con él e intentar arreglar las cosas al menos con él, pero había algo en mi interior que no me dejaba dar aquel paso y todavía no comprendía qué era.

—Tiempo sin oírte, hermosa mujer.

—Apuesto a que no tienes a Jane cerca, por eso me hablas así —dije a Connor luego de responder su llamada, admitía que le temía a sus llamadas y más después del tiempo que había pasado.

—¡Auch! Sí está aquí —respondió e imaginé que ella lo había golpeado.

—De corazón espero que esta vez tu llamada no sea para darme una mala noticia —rogué y lo escuché reír apenado y triste.

—No, aunque no deja de ser triste —avisó e imaginé la razón.

—Si es para la ceremonia en honor a LuzBel, sabes que no lo soporto, Connor —le recordé, así como cada año en el que me había llamado para que estuviera presente.

—Esta vez será especial e Isabella estará presente, deberías venir —informó y, aunque no podía verme, mis ojos casi se salen de sus orbitas cuando dijo aquello.

Isabella de regreso, la chica que se robó el corazón de mi amigo y a la cual yo ayudé a irse del país luego de la muerte que nos desbastó a todos, tenía que ser una broma.

—¿Isabella regresó? ¿Sola? —pregunté entre emocionada y asustada.

—Regresó por un atentado que tuvo Myles, pero antes de que asustes, él está bien —soltó refiriéndose al padre mi fallecido amigo—. Ella está aquí con unos amigos suyos —siguió y a pesar de que no era lo que esperaba oír, me tranquilizó saber que ella no se había expuesto.

—Dime cuándo es, la hora y dónde, estaré allí —aseguré y comenzó a darme los datos.

Me dolía recordar la muerte de mi amigo y si volvería, sería solo por Isabella White.

Días antes de la muerte de LuzBel fui por petición de él a una fiesta de máscaras que celebraban en su dichoso mundo, el idiota se negaba con rotundidad al amor, pero esa noche preparó todo demasiado bien para que un simple baile saliera a la perfección y que eso no fuera amor ni un nene se lo creía. Escogió Apologize para bailar con ella y, aunque alegué que la canción hablaba de ser tarde, él contradijo que quería darle otro sentido a la letra; aseguró que así todo lo que decía la melodía era acertado con lo que Isabella pasó por él, tenía la intención de cambiarlo y hacerle ver que él era capaz de cambiar el significado de una canción solo por ella. Mi cámara estaba lista para captar el momento perfecto de cuando ellos bailaran y admitía que ambos lucían jodidamente hermosos enfundados en sus vestimentas negras y las máscaras cubriendo sus rostros.

Todos allí se veían iguales, pero había algo en ellos que los hacía sobresalir de entre multitud, el porte de poder en ambos era inconfundible y mientras bailaban comprendí que no siempre los polos iguales se rechazaban, ellos, aunque eran eso: polos iguales. Desafiaban a la química y así hicieran corto circuito al estar juntos se, complementaban como jamás lo harían los polos opuestos.

Mi padre era el fabricante de la cadena de plata que LuzBel usaba, era un relicario que mi amigo siempre usó y deseaba que se hiciera otro igual al de él para Isabella y le agregara aquella perfecta fotografía que logré captar de ambos; LuzBel me proporcionó su huella y la de Isabella para poder añadirlas al código de seguridad que permitía abrir aquel objeto, junto con un chip de rastreo que serviría para la seguridad de la chica, adicional a eso, mi madre estaba creando una nueva especie de rosa en color negro, pero no iba a ser como esas rosas que solo mantenían el color por unos días, no. Esa sería una rosa que se sembraría y crecería siendo negra, sin embargo, el cultivo tardaría unos meses en estar listo y el testarudo quería esperar hasta que aquella rosa estuviese lista y entregarle la primera de la cosecha a su castaña de ojos de miel; mi madre estuvo feliz con la cantidad de dinero que LuzBel pagó para que la creación fuese solo para él y me hizo prometerle que se la entregaría yo a Isabella junto con una nota que no me dejó leer.

Pero su pedido estuvo listo hasta que él ya no estaba en este mundo y me dolió cumplir aquella promesa porque lo extrañaba demasiado, no obstante, supe que tenía que hacerlo cuando me enteré del estado en el que había caído la pobre chica al no soportar vivir sin el amor de su vida.

—¿Puedes hacer que vea esto también? —me había pedido un hombre asiático cuando estuve en el psiquiátrico. El señor era el maestro de Isabella y habló conmigo antes de que yo pasara a verla— Es muy importante que lo sepa y solo tú con ese regalo de Elijah podrás lograr que lo haga.

—¿Puedo verlo? —le cuestioné y asintió, antes de que lograra abrir el sobre me tomó de la mano

—Dicen que Elijah fue como tu hermano y si es así, espero que protejas su sangre con tu silencio —señaló y sentí temor, aun así seguí abriendo aquel sobre.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y no podía creer lo que veían en aquel examen médico practicado a la chica que iría a ver. Felicidad y una profunda tristeza me embargaron en cuanto procesé lo que estaba sucediendo; mi amigo, mi hermano se había ido, pero dejó su huella bien marcada, un pedacito de él que tenía que ser protegido contra todo y todos.

— E-esto e-es in-increíble —titubeé y el señor Cho sonrió.

— Ayúdame —suplicó—. Debo sacarla de aquí y creo que tú me ayudarás en esto.

—Lo haré —aseguré.

Y lo hice, así como también mantuve mi silencio.

Por eso iría a verla, estaría a su lado en aquel día que sería difícil para todos los que habíamos amado a LuzBel y me aseguraría que el legado de mi amigo estuviese bien y a salvo como siempre se había pretendido. Preparé todo para mi viaje y John me ayudó a no tener problemas en la universidad por mis faltas; en tres días viajaría a mi pasado de nuevo, pero mientras el momento se llegaba mis sueños se volvieron extraños, un chico de ojos oscuros y pecas hermosas no salía de ellos y no sabía la razón o de quien se trataba, aunque sí sabía que me estaba atormentando que aquel hombre solo existiera en mis sueños.

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