La caída


Doble actualización, celebrando el éxito que está teniendo la trilogía 😂

Gracias por todo el bello apoyo.

Nos leemos el martes.

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{Laurel}

Tiempo pasado...

Miré por un momento hacia la carretera y rodé los ojos al escuchar a Ed.

—Ojalá que el trío con Jace valga todos los abusos que esa chica me ha hecho —murmuró con el dramatismo de una chica fresa cuando ya nos íbamos para mi casa.

Yo en cambio iba con una tremenda sonrisa en el rostro y babeando por todos lados luego de aquel encuentro con mi maestro, tanto así, que no me importaba si el trío con Jace se perpetuaba o no. Y si lo iba a hacer era solo porque se lo prometí a Edward y las promesas se cumplían ¿No?

El punto fue que mi amigo era demasiado dramático cuando claro estaba que había disfrutado de los abusos. ¿Por qué lo sabía? Pues porque lo encontré recibiendo tremendo sexo oral de una inocente Rose; la chica ni siquiera se avergonzó al verme, él en cambio se asustó como si quien los acababa encontrar eran los padres de ella y no su compañera de travesuras que por una vez dejó de ser su carnada. Siendo considerada los dejé solos un rato más, Rose estuvo feliz y Edward casi me asesinó, sin embargo, el maldito salió rato después más relajado y menos gruñón y todo era gracias a que obtuvo su liberación y con una mujer —una que no era yo—, luego de jurar que no se acostaría con ninguna otra.

—Te la chupó y lo gozaste, Ed. Deja el drama —pedí y me miró indignado—. Dijiste que no te acostarías con ninguna otra mujer porque nadie que no fuera yo lograba ponértela dura y obviamente después de lo que vi, eso no te lo creo —señalé y sus preciosos ojos casi se salieron de sus orbitas al oírme.

—Técnicamente me violó, Lorax y no me acosté con ella, Rose me folló con su boca y tiendo a reaccionar bajo presión y esa condenada chica me presionó demasiado así que obviamente mi nenito iba a reaccionar. Y para que lo sepas, tuve que cerrar los ojos e imaginarme a ese modelo que tanto nos encanta para poder eyacular —soltó y sin poder evitarlo solté tremenda carcajada.

Él solo me fulminó con la mirada y siguió conduciendo, pero sabía que aquella situación lo divertía igual que a mí.

Edward y yo no solo compartíamos el gusto por los hombres, sino que también nos gustaba mucho cocinar y luego de que ambos perdiéramos muchas energías en casa de los Palmer, decidimos pasar al supermercado y comprar algunos ingredientes que nos hacían falta para cocinar en casa. Seguimos hablando de lo sucedido y terminó disculpándose conmigo por usarme tanto tiempo de carnada ya que, al estar en mi lugar por un día dijo haber comprendido lo incómodo que era; acepté sus disculpas y le aclaré que eso aún no acababa pues seguiría siendo mi carnada cuando me quisiera colar de nuevo en casa del maestro y él, se encargaría de distraer a la bonita Rose.

Aquello no le agradó, mas no pudo protestar porque mi tiempo como su carnada no lo saldaba con una sola vez y él mismo lo aceptaba, así que, seguimos haciendo planes y terminé de contarle mi encuentro con el señor Palmer con todo y los detalles.

—¡Mierda! Ese hombre es demasiado interesante. ¿En serio no quieres compartirlo? —Le tiré un pedazo de lechuga en la cabeza por sus tontas preguntas, el rio y siguió picando los pimientos dejando de lado la cebolla.

—Así agregue por último esa cebolla, la picarás tú no yo, Ed. Así que deja de hacerte el idiota que esta vez yo paso de ella —le advertí y de soslayo lo vi hacerme caras e imitar mis mandatos, pasé a su lado y le di un azote. Se quejó, aunque hizo lo que le pedí.

El listillo siempre hacía lo mismo alegando que no permitiría ni que una cebolla lo hiciera llorar, pero yo estaba harta de llorar con ella así que esa vez no iba a ceder.

Los días siguientes pasaron rápido y en la universidad todo seguía sin ningún cambio; el señor Palmer continuó siendo mi serio y respetado maestro y algunas tardes se convertía en mi profesor personal de anatomía en instructor de Kama Sutra. Edward siguió apoyándome obligadamente como carnada y mientras yo me la pasaba aquellas tardes en la habitación del maestro dándole un poco más de mi fruto prohibido, Ed entretenía a Rose y seguía jugando al chico virginal; en mi interior intuía que eso le encantaba, pero debía seguir fingiendo que no frente a mí para mantener su reputación de comebananas.

Jace al fin había vuelto de su viaje con Andrea y estaba muy intrigada luego de que la chica llegara a dejarlo a casa y sin que él se diese cuenta me pidió que habláramos en un café cerca de casa, pude haberme negado, sin embargo, la pobre insistió casi a punto de llorar y cedí solo porque necesitaba comprobar que no era yo la causante de su tristeza. Ella me agradeció al verme llegar y le pedí que fuera directo al grano ya que no me agradaban los misterios o las intrigas.

—Algo pasa con Jace y me estoy preocupando —soltó y no es que fuera una perra, cosa que sí era, no obstante, me refería a que no es que fuera una desalmada, pero no estaba para preocuparme por Jace y lo que le sucedía; él tipo estaba follable y hasta ahí, suficiente tenía con mis dramas y los de Edward como para preocuparme por los demás.

—Sé precisa y más directa, cariño, por favor —exigí.

—Laurel, desde hace un tiempo Jace no me toca, ya sabes, sexualmente —señaló como si no iba a entender tal cosa—. Y me preocupa que ya no le guste o que le guste otro tipo de persona —añadió y no me gustó para nada la forma en que dijo tal cosa y sobre todo cómo me miró.

—Si insinúas que crees que le gusto yo, pues mal gusto no tiene el tipo y no lo culparía de que ya no te desee —solté y sus ojos casi desorbitaron al oírme.

Intentó decir algo, aunque por unos segundos fue como un pez fuera del agua abriendo y cerrando la boca sin saber cómo hablar.

—No seas tan perra, me refería a que creo que le gustan los hombres y solo me está usando como pantalla para no ser juzgado.

¡Joder! En ese momento fui yo la se quedó sin palabras y sentí cierto odio hacia Jace al pensar en que tal vez era cierto lo que Andrea decía. Y no sentí odio porque le gustaran los hombres sino por ser un cobarde y usar a aquella chica quien, aunque fuese una chillona y arrogante, no se lo merecía y me constaba que lo amaba con locura y que tal situación le dolía demasiado.

—¿Qué te hace pensar eso? —pregunté con molestia.

—La manera en la que ve a tu amigo —admitió y entonces las palabras de Edward llegaron a mi cabeza.

—Bien, esperaré paciente por el que haremos con Jace.

—¿Y si él no quiere?

—Algo me dice que sí va a querer.

Ed tenía olfato de perra en cuanto a hombres se trataba y analicé que si él había dicho aquello era porque tal vez intuyó lo que pasaba con Jace desde la primera vez que lo conoció y por esa razón se sentía seguro de que aceptaría aquel trío. No quería imaginar a Jace con esos gustos y debía admitir que en mi interior deseaba que se negara y pidiera estar solo conmigo, mas si eso no sucedía iba a aceptarlo y enfrentarme a lo que se viniera.

Me fui de aquella cafetería prometiéndole a Andrea ayudarle en lo que pudiese, ella jamás iba a imaginarse mi manera de ayudarle, pero era algo que un futuro me agradecería; cuando llegué a casa decidí poner en marcha mi plan de seducción con mi rubio inquilino y lo provoqué de todas las formas que sabía, incluso terminé caminando en ropa interior por toda la casa y él casi rodó por las escaleras al verme así. A pesar de que reaccionaba bien y como me lo esperaba, no cedí hasta que hablé con Edward y le pedí que llegara a casa bien bañado y listo para un nuevo juego perverso; el maldito llegó casi una hora después oliendo de maravilla, cosa que hizo que me burlara de él durante un buen rato, aunque ya era inmune a mis burlas y terminó empotrándome en la pared del pasillo hacia mi habitación, me tomó de la mano y la metió dentro de sus pantalones.

—Búrlate todo lo que quieras, pero te aseguro que cuando la tengas dentro agradecerás mi higiene —Quise reírme, mas sus palabras me dejaron sin ganas de hacerlo y con deseos de que cumpliera tal cosa, sobre todo al sentirlo tan duro y grande.

(Cof, cof)

Saqué mi mano del pantalón de Ed cuando ambos escuchamos aquel carraspeo, miramos hacia el lugar de donde provino y nos encontramos con Jace, justo en la entrada de su habitación.

—Hora de obtener mi pago —susurró Edward en mi oído y sin descaro alguno besó mi cuello y me sonrió con malicia.

¡Carajo! Me gustaba demasiado cuando activaba su lado macho.

—Perdón por no haberte visto antes, Jace, pero aquí nuestra anfitriona necesitaba que le aclara ciertas cosas —dijo entonces hacia el rubio.

Jace lo miró serio y quise pensar que era por celos hacia Ed y no hacia mí.

Ya había hablado con mi amigo acerca de lo que Andrea me dijo y me confirmó lo que sospeché por sus palabras, alegó también que si no me dijo nada fue solo porque no deseaba quitarme la ilusión que sentía por mi huésped. Odié oírle aquello, no obstante, iba a confirmarlo por mí misma.

—¿Y le ha quedado claro ya? —cuestionó Jace con su voz fría, nos miramos con Ed y con una señal sutil de cabeza me animó a hacer mi parte.

—No —dije un poco nerviosa—. Tal vez tú puedas ayudarme.

—¿Qué necesitas? —preguntó lacónico y hasta intuí que molesto. Suspiré profundo y caminé hasta quedar muy cerca de él.

Sus brazos estaban cruzados a la altura del pecho, así que tuve la osadía de acariciar los músculos que se tensaban en sus bíceps; me miró y luego miró a Edward cuando se colocó detrás de mí. Jace me recordaba mucho a Olek, no se parecían en lo físico pues en mi mente recordaba a Olek como un adolescente y Jace era todo un hombre, pero la personalidad de ambos era parecida y entendí que por eso me dolía imaginarme al chico con otro hombre.

Aunque bien decían que al mal paso darle prisa y yo tenía que apresurarme con muchos pasos.

—Saber qué se siente tener dos penes dentro de mí al mismo tiempo —solté y sus ojos se desorbitaron— y mi amigo me estaba haciendo tocarlo para que reconfirmara lo grande que es —seguí sin inmutarme, llevé mis caricias hasta su torso y bajé con rapidez a su entrepierna—. Tú también te sientes grande, Jace, pero sé que puedo con los dos —aseguré, intentó alejarse y no se lo permití.

Edwar besó mi cuello de nuevo, sacó su lengua y lamió ahí; Jace no apartó su mirada de él y supe que mi amigo lo veía, sentí su mirada penetrante, pero más sentí lo duro que Jace se puso en ese momento y mi corazón se aceleró demasiado e intuí que no era de emoción.

—Estás metiéndote en terrenos muy peligrosos, Laurel —señaló Jace.

—Ya me he metido antes y mírame —dije abriendo los brazos— sigo aquí, con ganas de más —Ambos nos miramos.

Ed aprovechó el momento y envolvió sus brazos en mi cintura hasta llegar a la cinturilla de mi short y colarse dentro de él. Tocó mi feminidad con una mano y con la otra acarició mis pechos sacándome un jadeo. Me estremecí cuando Jace alargó sus brazos y desabrochó mi pantaloncillo para darle mejor acceso a Ed; iba a suceder de nuevo y aceptaba que esa vez no quería por miedo, aunque iba a hacerlo.

No me echaría atrás.

—¿Me ayudarás? —pregunté entre gemidos, algunos eran fingidos. Él asintió— Hay una condición que debes saber antes —solté.

—¿Cuál?

—Tú me follas, Ed me folla —respondí y vi cuanto le gustó oírlo.

—Luego también tú me follas a mí —añadió Ed con crudeza y a diferencia de Nolan, Jace no protestó en ningún momento.

Nos metimos a su habitación en ese momento y antes de arrepentirme.

Mi mente estaba en otro mundo en ese instante y escuché a Edward llamarme a lo lejos, vi a Jace frente a mí y sin pensarlo más me fui sobre él y lo besé como tanto deseé y no había podido; sus labios tenían el grosor exacto para que su beso se sintiera delicioso y su lengua pronto estuvo dentro mi boca. Sus manos no se quedaron quietas y de inmediato me sacó la blusa que usaba y me dejó en sostén; Ed hasta ese momento estaba solo observando y disfrutando del espectáculo, aunque minutos después lo tuve detrás de mí y sacó el short de mi cuerpo. Desnudé a Jace y lo dejé solo con su bóxer, nuestros labios no deseaban dejarse ni un segundo y me sentí bien al saber que reaccionaba a mí.

De pronto Edward entró en la verdadera acción y comenzó a acariciar a Jace junto conmigo, Jace se sorprendió al sentir las manos de mi amigo sobre su erección.

¡Maldición!

Aquella cosa creció más cuando sintió la mano de un hombre; Ed me tomó con una mano del rostro y lo hizo a un lado para besarme con más facilidad, Jace nos observó atento y disfrutó de la mano de Ed acariciándolo. Lo miré fijo, su respiración era agitada y cerró los ojos disfrutando en demasía de aquella caricia; mi respiración también estaba acelerada y me zafé de Edward para llegar hacia la parte de atrás de Jace y así él quedara en medio ambos. Era una suerte que estuviésemos cerca de la cama, me subí en ella para quedar a la misma altura ya que ambos me superaban en altura y abracé a Jace por los hombros para acariciar su pecho, Ed no paraba con su toque y en cuanto estuvo a mi alcance tomé su cuello y lo besé de la misma manera que antes hice con Jace; mi amigo me besó con ímpetu y gimió, quise creer que fue por mi beso, pero minutos después comprobé que Jace lo estaba tocando.

Me sorprendí mucho, todo estaba saliendo al contrario de lo que esperaba, aun así, cogí el rostro de Ed y lo acerqué al de Jace, los dos se observaron con demasiado deseo, sin embargo, Jace no se atrevía a seguir. Lo tomé a él también del cuello y di el empujón que le hacía falta observando cuando sus labios al fin se unieron y se besaron como jamás podrían besarme a mí; en ese instante regresé a casi cinco años atrás y ya no vi a Ed y Jace besarse y tocarse como lo estaban haciendo, no. Vi a Olek y Andrew haciendo todo eso y mi corazón amenazó con explotar dentro de mi pecho.

Eso era demasiado.

Pude soportar lo que sucedió con Nolan porque ante todo él me siguió demostrando que solo había cedido por mí y mi supuesto deseo, mas ver a Jace reaccionar a Ed mejor de como reaccionaba a mí, simplemente me superaba y no eran celos lo que sentía, no. Solo era un maldito pasado que me marcó demasiado y me hirió de una forma incurable.

De pronto escuché los llantos aterrados de un bebé y salí de aquella habitación en busca de ellos, pero al llegar a mi habitación de donde creí haberlos escuchado no encontré nada y reaccioné, volví a mi presente con lágrimas en los ojos y sentí a Edward llegar tras de mí.

—Regresa a esa habitación y termina, Ed —pedí en un susurro que no admitía contradicciones.

—No haré nada sin ti —alegó y me reí.

—No puedo volver, pero necesito que tú sí y me dejes sola.

—Lor...

—¡Vete! ¡Maldición! ¡Ve y termina lo que empezamos o te juro que dejaré hablarte! —espeté y él sabía que no mentía.

Lo vi volver a la habitación de Jace un poco reticente al verme en aquel estado, pero él me conocía y estaba consiente que en esos momentos necesitaba mi propio espacio y verlo continuar para no sentirme peor por haberle jodido su deseo; esperé cinco minutos y al ver que no salió de nuevo comprendí que estaba hecho. El rubio lo había aceptado ahí y en otras partes de su cuerpo y la decepción me golpeó al conocer a otro Olek, otro maldito que era capaz de usar a alguien que lo amaba solo por no tener la valentía de enfrentar al mundo y mostrarse como era y sí como aparentaba ser solo para intentar encajar en la puta sociedad de mierda que muchas veces solo estaba para jodernos la vida.

Le llamé a John en mi desesperación del momento y le pedí que nos viéramos, Rose no estaba en casa, había salido con otras amigas así que tomé una ducha rápida para intentar en vano lavar los recuerdos y me fui de inmediato hacia su casa. Me estremecí al pasar frente a la habitación de Jace y escuchar los gemidos de ambos y manejé con lágrimas en los ojos que solo me hacían sentir patética, débil y triste; mi pasado nunca me abandonaría, estaría ahí siempre para recordarme que no merecía ser feliz y con toda mi alma podrida deseé que LuzBel estuviese vivo para llamarle y que me dijera lo estúpida que era por no disfrutar de mi vida, por desperdiciar los días pensando en un hecho que solo me jodía la existencia.

—¡Imbécil! ¿¡Por qué tuviste que morirte?!

Grité a la nada y golpeé el volante del auto.

Ya había perdido a todas las personas que me importaban en la vida y me dolía a veces estar tan sola, amaba a Edward y era el único que aún me quedaba, pero si el cabrón se enamoraba entonces también lo perdería a él.

—¿Qué te pasó? Te escuché muy mal por teléfono —preguntó John en cuanto entré a su casa.

—Simplemente el pasado me acecha y necesito olvidar —respondí con la voz gangosa.

—Estás en el lugar correcto —afirmó con una sonrisa.

Necesitaba olvidar de la única manera que sabía y quería hacerlo con un hombre de verdad y él era el correcto para eso; lo besé y entre el beso suspiré al sentir el cambio y la enorme diferencia con la que antes fui besada. John disfrutaba de mi boca y me adoraba con la suya, para él era solo yo y nadie más, me deseaba solo a mí, sin acompañantes o juegos perversos y me di cuenta de que me gustaba eso, me gusta saber y confirmar que ese hombre sabía lo que quería y era a mí, solo a mí.

—¿Quieres que te haga olvidar con besos y caricias? O ¿Prefieres hablar esta vez? —propuso con diversión y dio un casto beso en mis labios— Dicen que el café me queda rico, podrías averiguarlo —señaló y sin contenerme me reí.

—Si así como folla prepara ese dichoso café, entonces no lo dudo, señor Palmer —aseveré con una sonrisa y sintiéndome un poco mejor.

Por una vez en la vida decidí cambiar mi rutina y opté por beber una taza de café y hablar en lugar de follar como una ninfómana que era en lo que me había convertido. John resultó ser un excelente oyente y pasamos horas hablando y conociéndonos un poco más; él sabía cómo era y no ignoraba lo cola juguetona que muchas veces me encantaba tener, terminó confesándome que admiraba esa parte de mí porque disfrutaba de mi vida como deseaba sin temor a ser juzgada, algo que él no podía hacer y por lo que terminó con su matrimonio de apenas un año. Aunque según lo que me comentó, su expareja no ayudaba en nada pues era de las que vivía pendiente de lo que la gente decía y le importaban más las apariencias, cosa que terminó por acabar con el poco amor que se tenían; él, obvio que era mayor que yo y mejor que nadie tenía claro que lo que había entre nosotros era solo un juego que ambos disfrutábamos en demasía, pero también dijo que deseaba ser mi amigo y ayudarme en lo que estuviera en sus manos hacer.

—Bueno, preciosa. Ya hemos hablado así que ahora podemos pasar a lo que tanto nos gusta —avisó luego de quitar la taza vacía de mis manos.

—Rose puede volver en cualquier momento —le recordé. Estaba sentada en una butaca alta y cuando él se acercó para acariciar mi mejilla, rozó su pelvis en mi pierna y me hizo sentir la parte más deliciosa de su cuerpo después de su boca.

—Ella se quedará con sus amigas esta noche —avisó acariciando mi pierna con su mano e introduciéndola entre ellas por debajo de mi vestido. Jadeé cuando llegó a su destino y presionó lo suficiente como para hacerme cerrar los ojos y morder mi labio inferior.

—¿Ya te he dicho lo mucho que me encanta tu carita inocente cuando debajo de ella está la de una deliciosa zorra? —susurró sobre mis labios. Abrí los ojos y miré los suyos.

No me estaba ofendiendo, aunque lo hubiese querido, esas palabras suyas solo me provocaban aún más y él lo sabía.

—No me lo has dicho hoy.

—Pues me encanta, me vuelve loco —dijo y un enorme «ah» se escapó de mi boca cuando logró colarse entre mis bragas.

Nos besamos e hizo que me pusiera de pie y luego me cargó haciendo que envolviera las piernas en su cintura, llegamos a su habitación y la ropa desapareció, la ordenada cama se deshizo en cuestión de segundos y rato después ambos jadeábamos y gemíamos agitados y exhaustos de una más de nuestras sesiones tan placenteras de sexo.

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Llegué a casa hasta el siguiente día, mi móvil había estado apagado porque quise desconectarme de todo mientras estaba con John y no me interesaba nada de quienes me rodeaban a excepción de mi maestro; cuando entré vi a Edward en la cocina con una taza de café y Jace frente a él en la isla con otra taza. Ed se alivió al verme llegar sana y completa, Jace en cambio lo hizo con un poco de vergüenza y de cierta manera me incomodó estar frente a él de nuevo. Los tres nos miramos sin hablar y decidí dejarlos solos tal cual lo había hecho el día anterior.

—Tus padres llegaron esta mañana —avisó Ed y detuve mi paso—, les dije que habías salido por un desayuno chatarra y que me quedé aquí porque decidimos hacer una noche de películas.

—¿De películas porno? —inquirí seria. Él sonrió con descaro, Jace se puso aún más incómodo.

—Vienes muy graciosa, al parecer obtuviste lo mismo que yo anoche, pero con diferente persona —intuyó. Me crucé de brazos y sonreí satírica, así como él lo había hecho antes.

—Jace, de verdad espero haberte dejado en buenas manos anoche —dije al rubio e ignoré a Edward—, pero sobre todo espero que al fin dejes de fingir y de usar a Andrea como pantalla.

—¡Laurel! —advirtió mi amigo y alcé la mano para que callara. Caminé hasta Jace, tomé la taza de café de entre sus manos y le di un sorbo, luego lo miré a los ojos.

—No critico tus gustos, ni siquiera te culpo de que te gusten los... sabes a lo que me refiero —señalé y asintió—. No te critico porque también a mí me encantan y entiendo la razón de que los prefieras, pero no seas un cobarde, Jace y no uses a Andrea cuando la chica obviamente te ama y cree que eres el príncipe de su historia, porque eso no se vale. Ser gay no te hace poco hombre, que uses a alguien aprovechándote de sus sentimientos, sí —zanjé y, aunque su vida no me importaba, ponerme en los zapatos de Andrea me hacía entrometerme porque yo sabía lo mucho que dolía aquel engaño.

—Mi padre murió de un infarto cuando le confesé mis gustos y mi madre fue recluida en el psiquiátrico por el dolor de su muerte y negarse a mi verdadero yo —soltó entonces y lo miré estupefacta—. Estar con Andrea es mi único camino para recibir mi herencia y sacar a mi madre de ese lugar, así me odie.

—Entonces deja a Andrea si no la amas y cásate con Laurel —propuso Dana bajando por las escaleras con una sonrisa de suficiencia.

¡Hija de...! No me iba a joder de nuevo.  

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  Propiedad de Jassy.

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