Juego Perverso 1
Advertencia (Leen bajo su responsabilidad)
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{Laurel}
Tiempo pasado...
Me tomó por sorpresa cuando Edward me hizo dar la vuelta y quedar frente a él, unió sus labios a los míos en un beso voraz, hambriento, posesivo y lleno de pasión. Su lengua se adentró en mi boca sin permiso alguno y me domaba de una manera única. Me encendí ante esa forma de besarme, jamás un hombre había logrado tan rápido que mojara mis bragas como mi mejor amigo gay lo estaba haciendo. Llevó sus manos a mi culo, lo apretó y masajeó como se le dio la gana. Nolan se unió al juego y comenzó a besar mi cuello desde la parte de atrás, presionando su pecho con mi espalda, sus manos sacaron el vestido que usaba dejándome solo en ropa interior; Edward me sonrió con sensualidad actuando como un hombre y no como siempre lo hacía y mientras Nolan seguía besando mi cuello y masajeando mis pechos, Edward se puso en cuclillas frente a mí y bajó mis bragas. Nolan quitó mi sostén y quedé totalmente expuesta a ellos, usando solo mis zapatos de taco alto, jadeé cuando Edward acarició mis piernas hasta llegar a mi feminidad, se abrió paso entre mis labios con sus grandes dedos y acarició mi manojo de nervios cual experto fuese. Gemí ante el placer que me daban entre ambos. Desde arriba veía a mi amigo observarme con lujuria y de la misma manera observaba a Nolan. No pude protestar a tiempo cuando sentí la lengua de Edward lamerme sin reparo alguno y lo hacía de una forma tan perfecta que no pude evitar gemir fuerte. Llevé mis manos hacia atrás y como pude me abrí paso entre los pantalones de Nolan y comencé a acariciar su falo y todo de él, lo escuché jadear del placer mientras yo lo hacía con el placer que me daba Edward.
¡Wow! Quien iba a decir que los chicos como Ed, eran los mejores en eso.
Edward me estaba volviendo loca con su lengua en mi entrepierna; sabía que hacer sin necesidad de que yo se lo pidiese. Él sabía cuándo ir lento y cuando acelerar el ritmo, el placer se estaba acumulando en mi vientre y sabía que pronto iba a explotar, eso era demasiado y no soportaría mucho tiempo sin derramar mi orgasmo. Edward se detuvo de pronto y gruñí por eso, pero poco a poco comenzó a subir dando besos en mi abdomen hasta llegar a mis pechos. Llevó uno de mis pezones a su boca y lo lamió exactamente como lo hacía con mi sexo, llevó sus manos hacia mi espalda y apartó mis manos de la erección de Nolan y comenzó a acariciarlo mientras me besaba haciéndome sentir mi propio sabor y el sabor de sus besos, como pude lo desnudé y comencé a jugar con su miembro mientras él hacía lo mismo con Nolan.
Primera vez que era parte de una orgía y lo estaba disfrutando.
Al volver el tiempo atrás para mí era perturbador imaginar a dos hombres acariciándose, pero esa noche era algo excitante, perverso y seductor; se notaba que para Nolan era la primera vez recibiendo caricias de un hombre, aunque sabía que por dentro lo disfrutaba igual que yo.
— Recuéstate — pidió Nolan y lo hice sin rechistar, luego se acostó a mi lado y pude ver su gran erección — ven aquí — pidió que me pusiera a horcajadas sobre su cara y sabía para qué.
Esa noche iba a romper una regla más.
Hice de nuevo lo que pidió y gemí cuando su lengua comenzó a juguetear con mi sexo, Edward estaba jugando al sur de Nolan y aunque en el momento se me hizo difícil asimilarlo me concentré en el placer que Nolan me daba; momentos después escuché como gemía por lo que Edward hacía y escucharlo me hizo excitarme más, al punto de que mis caderas tomaron vida propia y comenzaron a moverse por sí solas necesitando más fricción, pero de nuevo me quedaba a medias al sentir como Nolan se detenía.
Con agilidad quitó a Edward de donde estaba y a mí me hizo tumbarme sobre mi espalda, le dijo a Edward que continuara conmigo mientras él abría un paquete de preservativo y se lo ponía en su erección. Esa vez Edward besó mi cuello y lamió el lóbulo de mi oreja, llegó a mis pechos y continúo hasta el sur de mi cuerpo. Ya no solo lamía sino también me embistió con dos de sus dedos que me hicieron arquear la espalda y soltar un grito. Nolan tomó la cintura de Edward y lo posicionó como deseaba sin que él dejara de hacer lo que hacía conmigo. Sabía lo que seguía y no estaba segura de quererlo ver cuando los estúpidos recuerdos comenzaron a llegar a mi cabeza, quise detener a Edward y salir de ese cuarto de hotel, pero mi amigo se dio cuenta.
—Mírame preciosa — pidió al ver mi reacción — concéntrate en lo que yo te haré a ti, te prometo que lo disfrutarás como nunca — dijo casi en una súplica y asentí.
Cerré mis ojos, pero pude sentir el movimiento brusco que hizo la cama cuando Nolan dio su siguiente paso. Edward gimió de puro placer y mis terminaciones nerviosas reaccionaron ante ese sonido; Ed de nuevo comenzó a comerse mi feminidad y a embestirme con sus dedos, el placer regresó a mí y gemí como loca. Su lengua, el sonido de su placer y el de Nolan me hicieron abrir los ojos y vi como el rostro de Nolan se desfiguraba con gestos de placer y el de Edward igual, volví a cerrarlos cuando ya estaba a punto de llegar a mi clímax y grité cuando el orgasmo me abrazó y consumió en el más puro placer. Noté que Edward se había estado tocando cuando logré visualizar el líquido blanquecido derramarse en su mano y por los gestos de Nolan supe que él también se había corrido.
Sin dejarme tomar respiro Nolan había culminado con Edward y minutos después se había colocado un condón nuevo, se acostó en la cama y me hizo subirme en él. Poco a poco me introduje su gran erección y mi cuerpo se erizó al sentirme llena, besó mis pechos y luego mi boca haciendo que la necesidad volviese a crecer en mi interior.
— ¿Estás lista para continuar? —preguntó y asentí.
Comenzó a embestirme lento y sentí a Edward acariciarme por detrás; me sentía un poco abrumada por lo que pasaba, aunque el morbo le ganaba a lo abrumado y comencé a disfrutar mucho más cuando me concentré solo en Nolan y en mí, viendo a Edward acomodarse en una silla cerca de la cama y disfrutar de aquel peculiar acto que junto a su amor platónico le estábamos dando. Lo vi tocarse de nuevo y sus ojos no se apartaban de nosotros, poco a poco le hallé mas el gusto a aquella situación y me desinhibí por completo.
Cuando mis jadeos intensos se presentaron Nolan comenzó a embestirme al mismo tiempo que Edward apresuraba sus movimientos en él mismo y ahí mis gritos no pudieron ser controlados. Gemía, gritaba, y jadeaba al sentir a uno y observar al otro. Nolan se apoderó de mis labios para tratar de ahogar mis sonidos, mas era inevitable que no se escapara alguno. Las manos de Nolan estaban en mis nalgas y las apretujaba para darse un mejor acceso. Mi amigo por su parte continuaba masajeándose y las embestidas de mi amante se aceleraron. Grité y gemí con locura cuando otro orgasmo atravesó cada terminación nerviosa de mi cuerpo y nubló mi mente. Sentí a Nolan corriéndose también en el mismo instante y al final los tres jadeábamos con la respiración acelerada y el corazón a punto de salirse de nuestros pechos.
Ese de seguro había sido el mejor orgasmo de mi vida.
(****)
Desperté con el sol brillando y sus rayos acariciando mi rostro — esos que se colaban a través de la ventana — me sentía exhausta y con un poco de dolor en mi entrepierna a causa de la noche anterior. Edward dormía a mi lado como un ángel y sonreí al ver el cabello caer en su frente y sus labios entre abiertos, respiraba tranquilo, señal de que estaba profundamente dormido, recordé lo que me había hecho la noche anterior y no pude evitar sonrojarme; él no solo me probó con su boca, lo hizo con todo lo suyo y vaya que también superó mis expectativas en eso. Él era mi amigo y era gay, nunca se me cruzó por la mente conquistarlo — bueno, si lo intenté una vez, mas no luego de saber sus gustos — y más al ver como rechazaba con asco a cada mujer que se le acercaba con esas intenciones — mujeres realmente hermosas — me removí con cuidado y noté que Nolan no estaba por ninguna parte. En la mesita de noche junto a la cama se hallaba una nota y la tomé.
Era de Nolan.
Desde que te conocí quise tenerte porque eres la mujer más hermosa y caliente que he visto en mi vida, pero nunca imaginé que en el paquete venia incluido tú amigo.
Me hiciste caer chica perversa, pero también me hiciste tener la mejor noche de mi vida.
Espero volver a encontrarte en mi camino y tener otra noche de perversa seducción, aunque solo tú y yo.
Hasta pronto.
Pd: Dile a Edward que no me van los hombres, pero por una noche disfruté de estar con uno.
Sonreí como tonta al leer las palabras de Nolan, los tres tuvimos una primera vez de algo y con certeza podía asegurar que lo habíamos disfrutado y jamás olvidaríamos lo que había sucedido en ese cuarto de hotel, después de una noche muy loca.
Tomé una ducha y me vestí con la misma ropa de la noche anterior a excepción de las bragas, cuando salí del baño Edward ya había despertado y me sonrió, le respondí con timidez ya que estúpidamente me sentí cohibida después de lo que me había hecho. En silencio se metió al baño y un rato después salió vestido y con su cabello alborotado.
— ¿Te llevo a casa o pasamos a algún lugar a desayunar? — preguntó.
— Llévame a casa — pedí y asintió.
— Leí la nota de Nolan — dijo y me preparé para algún reclamo — definitivamente tuve la mejor noche de mi vida y no importa que él no quiera repetir, ya logré lo que quería — sentí que respiré con tranquilidad después su declaración.
— Siento mucho que no hayas podido estar solo con él — hablé sincera al recordar que al pobre le tocó acceder a estar conmigo solo para poder estar con Nolan.
— Laurel, anoche tuve mi mejor noche y no solo por él, sino también por ti — su declaración me tomó por sorpresa — fuiste mi primera vez con una mujer y ha sido sensacional, eres la única mujer que ha logrado ponérmela dura — mis mejillas se sonrojaron por su halago — no quiero que nada cambie entre nosotros, eres mi mejor amiga y mi mejor carnada.
— Vaya que me halagas — dije riendo por lo último y sentí que me liberé de un gran peso al saber que en verdad nada iba a cambiar entre nosotros.
Caminamos hacia fuera del hotel en un silencio cómodo, pero por mi cabeza pasaban miles de pensamientos acerca de la noche anterior. Estar con Nolan fue increíble, estar con Edward lo fue aún más; él supo cómo tratarme y logró que me quedara con ellos a pesar de los estúpidos recuerdos que llegaban a mi mente y el miedo de que ese maldito trauma de mi pasado regresara.
Y sí, aunque había decidido seguir adelante, aquellos traumas que me atormentaron años atrás no se iban.
Edward como el caballero que intentaba ser, abrió la puerta del auto para mí y ya que me había subido la cerró y se fue para el lado del piloto, abroché mi cinturón y esperé que él hiciera lo mismo y luego se puso en marcha. Hablamos de cosas triviales y reímos de acontecimientos que nos habían sucedido antes, agradecí que él no quisiera hablar nada sobre la noche anterior ya que no me sentía capaz de hacerlo en esos momentos. Sin embargo, sabía que tarde o temprano tendríamos que hablarlo siendo más claros que esa mañana en el hotel, mas no en esos momentos; saqué el móvil de mi bolso y si no hubiese ido sentada creo que me hubiese ido de culo al ver las veinte llamadas perdidas de mis padres.
— ¡Oh mierda! — maldije sintiéndome nerviosa.
— ¿Sucede algo? — cuestionó Ed al ver mi cara de preocupación.
— Mis padres han estado llamándome como locos, algo tuvo que suceder — dije con voz nerviosa al imaginarme no el cabreo de mis padres sino lo que pudo haber sucedido para que me hayan llamado con tanta insistencia.
— Tranquila Laurel, ya casi llegamos — Ed puso su mano sobre mi muslo para tratar de calmarme, pero ese gesto de su parte solo me puso más nerviosa e hizo que algunos recuerdos regresaran.
Vaya que era zorra, mis padres me llamaban quién sabía para qué y yo sintiendo cosquilleos por el inocente toque de mi amigo.
Al llegar frente a mi casa me despedí rápido de Edward y me apresuré a bajar del auto e ir dentro de mi hogar dispuesta a enfrentar lo que se me fuera encima. Me sentí un poco calmada cuando me adentré y no vi a nadie, caminé con sigilo hasta llegar a mi habitación, volví a tomar una ducha rápida para despabilarme y luego vestirme con ropa cómoda; bajé de nuevo para ir a la cocina por un vaso de jugo y grité cuando la voz cabreada de mi padre me llamó.
— ¡Me vas a matar de un susto papá! — dije llevándome la mano al pecho.
— Y tú me matarás de una cólera Laurel ¿Dónde estabas? — su voz era dura y sabía que me había metido en un problema.
— Me fui de fiesta con unos amigos y me quedé a dormir con Edward — frunció el ceño por mi respuesta y supe lo que se estaba imaginando y no estaba equivocado —. No pienses lo que no es papá, Edward juega con tu bando no con el mío — aclaré y lo vi relajarse un poco.
No pude evitar sentirme una mentirosa de lo peor cuando le dije aquello, pero...tampoco era que le pudiese decir que iba de follar no solo con uno, sino con dos hombres y en la misma noche. Mi padre estaba muy, muy lejos de ser el mejor, no obstante, reconocía que era mejor que la pe... peculiar de mi madre y cuando ella no estaba cerca, hasta cariñoso intentaba ser.
— Tu madre y yo te hemos estado esperando desde anoche ¿Por qué no avisaste que no llegarías? — preguntó.
— Lo siento Greg Stone, es la costumbre — me mofé con descaro y vi como el enojo volvió a llegar a él.
— Soy tu padre Laurel, ten más respeto — me regañó, aunque no le tomé importancia — tu madre y yo nos vamos dentro de unos minutos y regresaremos dentro de tres semanas — avisó, era algo que ya imaginaba.
— Creí escuchar a mamá decir que todo iba a cambiar — me quejé y odiaba admitir que necesitaba la atención de ellos, aun después de todo lo que me habían hecho — al final no entiendo a qué se refería si todo sigue igual.
— Te equivocas, esta vez no te quedaras sola — lo observé con atención esperando a que se explicara mejor.
Me quedé de piedra viendo bajar de las gradas al chico más guapo que había visto en mi miserable vida, bueno, aunque había muchos que me parecían los más guapos de mi miserable vida, pero quería agregar drama. Era alto, delgado, aunque con músculos bien definidos, tatuajes adornaban sus brazos, su cabello era rubio, muy corto de los lados y largo de la parte de arriba y el frente, peinado a la perfección como esos modelos de las revistas, sus ojos eran verdes, labios medianamente gruesos, nariz fina y mandíbula cuadrada. Vestía una simple camiseta negra sin mangas y con gorro en la parte de atrás, un jean celeste desgastado con aberturas que dejaban al descubierto parte sus piernas y zapatillas deportivas negras. Tenía un aura de peligro sobre él y sobre todo se le notaba la arrogancia que desprendía a cada que daba un paso hacia nosotros.
El maldito cabrón sabía que estaba hecho un adonis y curiosamente me recordó a mi querido e hijo de puta amigo.
Eso lo hacía actuar de esa manera, el típico chico guapo y popular que sabía que tenía a sus pies a cuanta mujer se le cruzara en el camino y hasta a los hombres que gustaban de comerse un buen pene. No pude evitar pensar en Edward y me imaginé la cara que pondría si lo hubiese visto. En esos momentos me arrepentí de haberme vestido con las fachas que elegí para estar en casa, un pantalón de pijama a cuadros, una vieja camisa de tirantes y mi cabello negro arreglado en un moño desordenado.
¡Ja! Si mis padres hubiesen estado sabedores de mi vicio creo que habrían pensado mejor, el dejarme a solas con un chico.
— Laurel, él es Jace Hoff — habló mi padre sacándome de mi ensoñación — Jace, ella es mi hija Laurel — cuando nuestras miradas se cruzaron él solo me miró con arrogancia y superioridad.
Vaya mierda, ya sabía yo que tanta hermosura no podía ser perfecta, pero para un cabrón yo sería una cabrona.
— No sabía que tendríamos visita — dije a mi padre.
— Con las fachas que llevas puestas me imagino que Greg y Dana no te habían dicho nada — su voz, aunque era como un canto erótico, también estaba llena de altanería y burla. En seguida me comencé a desencantar de su belleza.
— No me lo habían dicho, pero si lo hubiese sabido igual hubiera vestido lo mismo — lo miré de la misma manera en la que él me miró a mí — no eres nadie especial para recibirte con mis mejores atuendos ¿o sí?
— Sabía que ustedes dos se llevarían muy bien — los dos observamos a mi padre incrédulos ante la estupidez que había dicho — hija, Jace se quedará a vivir aquí durante unos días — informó y lo observé sin poder creer lo que estaba diciendo — Con la muerte de su padre hay muchas cosas que solucionar y mientras eso sucede, lo acogeremos en nuestro hogar.
— Papá, pero ustedes no pasan aquí ¿En serio me dejarán a solas con él? — cuestioné un poco más dura de lo que quise sonar — ¿No te da miedo que me viole? — vi a mi padre reír por lo que había dicho.
Tal vez interiormente mi padre sabía que era más posible que yo lo violara a él.
— No te preocupes, no eres mi tipo — respondió Jace a mi pregunta — sé que en esta ciudad hay chicas mejores.
¡Sí que era idiota!
— Cariño estoy lista — avisó mi madre con una sonrisa, me saludó y saludó a Jace con mucho cariño y luego de darnos algunas indicaciones se marcharon dejándome con mi nuevo inquilino.
— ¿Sabes? Cuando Greg me habló de su niña, me la imaginé diferente — habló Jace cuando aún estábamos en el porche de la casa viendo partir a mis padres.
— Te imaginaste a una niña de quince años — aseguré con una sonrisa.
— No, me imaginé a una niña grande, pero con más clase — respondió dándose la vuelta y desapareciendo dentro de la casa antes de que pudiese defenderme.
Hijo de puta, no sabía con quién se había metido.
Pensé en aquel momento; esos instantes de mi vida me dejaron muy bonitos recuerdos.
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Propiedad de Jassy.
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