Juego peligroso
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{Laurel}
En momentos como el que estaba pasando me preguntaba ¿por qué tuve que aceptar una relación seria? ¿Por qué tuve que volver a una etapa a la que me juré no hacerlo?
No era fácil, no estaba siendo como creí que sería jugar a la perra que no le importaba que su novio estuviese con otra y Celine, no era cualquier otra; hasta las situaciones se le estaban prestando para que Darius estuviese con ella y, aunque lamentaba lo de su madre odiaba muchas veces el buen corazón que ese hombre tenía, la inocencia que aún poseía y que no le dejaba ver más allá de sus narices.
Celine iba a conocerme mejor, de eso no había duda.
Decidí demostrarle por qué el diablo era rojo y pobre de ella si intentaba verlo de otro color. ¿Quería a mi novio? Pues iba a tenerlo, pero a mi manera.
Olek había llegado al club y estaba conmigo cuando Marshall llegó a avisarme que Darius tuvo que irse con Celine por lo que le pasó a su madre, mi rostro de disgusto fue difícil de ocultar y Olek lo notó y señaló con demasiado ímpetu y quise matarlo. ¡Joder! Los hombres de verdad no sabían cuándo quedarse callados.
Estaba molesta por Darius y por lo que Olek había llegado a decirme.
Mi madre estaba detrás de la quiebra de las empresas de los señores Sandr, ya era seguro y el chico frente a mí estaba decidido a demandarla y meterla a la cárcel; era un buen abogado y hasta se las ingenió para demandar a Dana por haberme hecho perder a nuestro bebé. Era una adolescente en ese entonces y estaba bajo sus derechos, no obstante, aquel bebé no era solo mío y en ningún momento di mi consentimiento para que me lo arrebataran y él tampoco; añadió el daño que me provocó con su arrebato y pronto nos iríamos a juicio. Por esa razón iba a reunirme con él a la mañana siguiente, su compañero y abogado nos iba a acompañar para asesorarme y explicarme con más detalles cómo procedería todo.
Olek también se tomó la molestia de buscar algunos locales para mi futuro negocio y me sorprendió cuando me dijo que estaba en comunicación con Amanda —la exempleada de Dana— para saber más acerca de nuestros planes y hasta armó todo un proceso y paso a paso de lo que se haría.
—¡Bien! Eso es todo, chicos —avisó Mike, abogado y amigo de Olek—. En el transcurso de esta semana llegará tu citatorio, me avisas para reunirnos una vez más —me pidió y asentí.
Se marchó segundos después porque iba a desayunar con su esposa y nos dejó solos con Olek, pedimos nuestro desayuno luego y comimos en un silencio tranquilo y muy cómodo.
—Sé que te va a gustar todo lo que hemos preparado con Amanda —dijo de pronto y lo miré.
—¿Por qué haces todo esto? —cuestioné luego de darle un trago a mi café, sin esperarlo tomó mi mano sobre la mesa y me puse nerviosa.
—Cuando estuvimos juntos hicimos muchos sueños y no pude estar junto a ti para cumplirlos, no estuve a tu lado para el viaje porque fuimos engañados y obligados a odiarnos —recordó y lo miré a los ojos—. Me siento mal por todo este tiempo que nos separamos y odiamos y, aunque ahora no estemos juntos y tú estés en una relación, quiero al menos ayudarte a cumplir este sueño —confesó y negué.
—No te sientas obligado, no es necesario. Tú eres el primero en aclarar que fuimos manipulados así que no tienes que sentir culpa ni hacer esto para limpiarte de ella —repuse y entrelacé mis dedos a los de él.
Negó y sonrió.
—No es por limpiarme nada, es porque quiero y voy a hacerlo —puntualizó y me reí por su tono demandante. Él me conocía y sabía que aquello no funcionaba conmigo—. Estás de mejor humor hoy, ¿hablaste con Darius? —preguntó, solté su mano y seguí comiendo.
—Haber dejado las relaciones serias por muchos años me supone muchos problemas hoy —respondí rato después—, no quiero cometer errores de los cuales me he burlado todo este tiempo, pero se me hace difícil fingir que algo no importa cuando en realidad quiero matar a todos.
—Veo que nada está bien entonces.
—No. Y si me ves de buen de humor es porque tampoco me voy a tirar a llorar o a lamentarme por lo que sucede —aclaré.
—Tuve la dicha de conocer otra faceta de ti, la tierna, la de una novia normal —señaló y me reí por ello— y la amé, en verdad lo hice y lo sabes. Pero esta nueva faceta tuya, la de una mujer segura que no se tira a llorar por nada, que dice la verdad de frente y no teme a ser juzgada... me vuelve loco, Laurel y me tendrías a tus pies muy rápido si así lo quisieras porque cuando estoy contigo por muy seria que sea la situación, siempre estoy pensado en llevarte a la cama, hacerte mía y sobre todo hacerte feliz —Me tomé casi todo el café que había en mi taza sin parar a pesar de estar caliente, mas no me quemó ya que más lo hicieron sus palabras.
—Estoy con Darius, somos novios y estoy enamorada de él, Olek —solté, sin embargo, pareció que aquella declaración no le incomodaba—. Es mi primer novio después de ti y me siento feliz, aunque al cabrón le dé por ser buen samaritano con una chica que está enamorada de él —Rio y negó cuando dije lo último.
—¿Y no sientes nada por mí? —Mi corazón se aceleró cuando preguntó tal cosa y me quedé muda por un buen rato «de nuevo»— Voy a tomar tu silencio como respuesta afirmativa —señaló y sonrió de lado.
El maldito se veía hermoso haciendo eso.
—Si te veo a los ojos con mucho detenimiento me puedo perder en ellos —confesé y fijó sus orbes en las mías para provocarme— y te aseguro que si hubieses vuelto antes, la que te habría llevado a la cama habría sido yo y ahora mismo te tuviera a mis pies, Olek Sandr —aseveré dejando de lado los nervios que me provocaba y tragó con dificultad cuando escuchó lo último—. Me gustas como solo me gusta Darius, pero tardaste mucho y me enamoré de él —repetí y me gustó ver que en lugar de molestarle mis palabras, las aceptó y comprendió.
—Entonces te sugiero que le hagas ver que la está cagando contigo y si lo sigue haciendo, no me importará ser un cobarde. Me meteré entre ustedes y te haré caer, pequeña escurridiza. Te recordaré lo bueno que es estar conmigo —Me reí al escucharlo, yo también estaba conociendo un nuevo lado de él que antes no me mostró.
Dejamos aquella conversación de lado y nos concentramos en lo que haríamos después del desayuno; fuimos a ver cinco locales que él mismo había buscado partiendo del área y puntos estratégicos para un negocio como el que quería montar. Dejando de lado los tonteos, Olek era el tipo de hombre que con facilidad se convertía en tu mejor amigo, era muy fácil hablar con él y te mostraba un apoyo incondicional; se nos llegó el medio día y todavía hacía falta un local por ver y que según él, podía ser el mejor y adecuado para lo que yo pedía.
—Permíteme un momento —pidió y asentí. Lo vi alejarse y sacar el móvil.
Aproveché ese momento y decidí enviarle un mensaje de texto a Darius.
Aún estoy con Olek y no hemos terminado, creo que pasaré del almuerzo. Aprovecha tu tiempo.
Tecleé rápido y vi a Olek hablando un tanto apenado, mi móvil vibró con un mensaje entrante.
Estás jugando ¿cierto?
Iba a responder que no, pero una llamada suya me lo impidió.
—Dame un minuto —le pedí a Olek cuando llegó a mi lado.
—Vale, cariño, yo espero —Lo fulminé con la mirada cuando me respondió así, pero al ver su sorpresa comprendí que no lo hizo adrede.
—¿Cariño? ¿En serio, Laurel? —reprochó Darius en cuanto escuchó a Olek y rodé los ojos, aunque no me viese.
—Creo que estaba pensando en alguien más —dije y bufó.
—¡Pasas de comer conmigo, tu maldito novio, solo por estar con ese imbécil! —Estaba muy alterado y si seguía hablándome así no respondía por mis actos.
—Paso del almuerzo porque todavía no he terminado de ver los locales con Olek y no es ningún imbécil, tú en cambio sí y eso que eres mi maldito novio —dije entre dientes para que Olek no se diera cuenta de lo que pasaba.
—Te estás pasando, Laurel —advirtió y me reí fuerte para que me escuchara.
—Mira quién lo dice —me burlé—. Sabes qué, Darius Black, paso de verte hoy y quizá también mañana o después de mañana. No estoy para tus ridículas escenas de celos.
—Laurel, espera...
No lo hice.
Estaba demasiado alterada en ese momento y antes de decir algo de lo que después iba a arrepentirme, era mejor que dejáramos de hablar y seguí en lo mío con Olek. Me sorprendí al descubrir que él estuvo hablando con Bianka ya que quedaron de ir a comer juntos y le avisó que lo dejaran para luego porque estaba en algo importante conmigo; quise irme entonces porque no me pareció justo, pero me explicó que con Bianka solo eran amigos y ya ni sexo ocasional tenían. Lo de ir a comer con ella no fue nada formal y puesto que yo terminé mal con Darius, opté por seguir con nuestro plan.
Al final terminamos casi todo el día juntos y con una muy buena oferta con el último local que vimos, me sentía emocionada y muy ilusionada al saber que pronto uno de mis sueños iba a cumplirse y Olek estaba igual de emocionado.
—Gracias por todo —dije cuando llegué a mi coche, lo había dejado en el estacionamiento de un café y sí, al final no solo desayunamos y almorzamos juntos sino que también nos tomamos el café de la tarde.
—No se merecen —dijo y me atreví a abrazarlo con fuerzas, creo que mi ilusión me estaba afectando demasiado.
Inspiré su aroma cuando él también me abrazó y cerré los ojos, olía demasiado bien. Nos separamos cuando un coche se estacionó a la par de nosotros y lo reconocí de inmediato.
Darius.
Pero no era solo él y al parecer siguió mi consejo de aprovechar su tiempo.
Salió de su lado y nos miró a Olek y a mí con demasiada furia, del lado del copiloto vi salir a Celine luciendo ropa un tanto holgada, su maraña de rizos estaba en un moño mal hecho y las manchas oscuras bajo sus ojos delataban lo cansada que se encontraba, sentí pena por ella y también muchas ganas de asesinarla al recordarla abrazando a Darius con mucha confianza.
—Nos vemos cuando volvamos a reunirnos con Mike —dije a Olek.
—No te dejaré sola —advirtió.
—¡Hola, Celine! —saludé a la chica que estaba muy distraída e ignoré a Olek. Se asustó al escucharme y verme frente a ella.
—¿Laurel? No sabía que nos acompañarías —dijo observando a Darius.
—No lo hará, es una coincidencia que esté cerca del hospital donde está tu madre —respondió él y me erguí cuando habló tan frío. Estaba usando el piercing de su lengua de nuevo ya que se lo quitó unos días y aquello lo hacía ver más caliente.
¡Dios! Ese hombre no aprendía que no era bueno tentarme así.
—¿Cómo está ella? —pregunté ignorándolo a él.
—Todavía no sale de la UCI, pero el médico dice que la transfusión de sangre la sacó de peligro. Es una suerte que Darius la haya donado —informó y lo miré.
«Hacías demasiado por esa chica, Pecas y solo esperaba que no fuese con segundas intenciones».
—Es una suerte que él siempre esté para ti, cariño. Es tu mayor apoyo —señalé tomándola de la mano y asintió agradecida—. Pronto saldrá de esta tu madre, ánimos —pedí y besé su mejilla dejando un poco más de tiempo mis labios en ella. Miré a Darius sin dejar de hacer aquello y le guiñé un ojo—. Les dejo seguir —los alenté y me separé de ella.
Vi que Darius la animó a caminar, pero él se quedó frente a mí y a Olek.
—Veo que la han pasado bien —ironizó.
—Tan bien como tú y esa chica —se metió Olek para provocarlo.
—¿Podemos hablar tú y yo? —me pidió muy molesto.
—Claro, cuando dejes de ser la sombra de esa chica —hablé satírica—. Ahora ve con ella, no la dejas sola porque te necesita —Me acerqué para besar su mejilla, pero me detuvo y lo impidió. Estaba molesto, no obstante, jamás debió hacer eso porque yo estaba peor.
Sonreí irónica y me aparté de él.
—Gracias de nuevo por todo, Olek —reiteré hacia el ojiazul y besé su mejilla, él no se negó.
—Nos estaremos hablando —prometió y asentí.
Se fue cuando vio en mirada que quería eso y luego de darle una mirada fugaz a Darius, abrí la puerta de mi coche para marcharme de ahí.
—Si te vas voy a tomar ese gesto muy mal —advirtió.
—Tómalo como putas quieras, pero si no eres un buen ejemplo deja de joderme y actuar como el bueno de la historia y vete a la mierda —zanjé soltando palabras que usaba solo cuando me enfurecían demasiado.
Me subí al coche y me fui de ahí harta de su actitud de mierda cuando yo trataba de darle espacio y no parecer una loca celópata.
Y me moría de celos, jamás me sentí tan celosa como en ese momento y aun así decidí no decirle nada para no joder más las cosas, pero Darius me estaba orillando a ser alguien que no quería e íbamos a terminar muy mal de seguir así.
Cuando llegué al apartamento me encontré a Edward y Jace, me sorprendió ver al último ahí ya que estuvo de viaje y más lo hizo el que ambos hubiesen estado en una discusión muy acalorada; quise darme la vuelta e irme al percatarme de eso, pero Ed me detuvo. Los dos peleaban porque Jace se encontraba en casa cuando Darius llegó a dejar mi amigo la noche anterior y el rubio lo acusaba de infiel; estaba muy molesta por lo sucedido con mi posible exnovio, sin embargo, me causó gracia y ternura saber que Jace moría de celos y Ed muy feliz al darse cuenta de lo que todavía provocaba en su novio y asustado por no saber defenderse.
—Ese imbécil como tú lo llamas y que en realidad lo es a veces, es mi novio, Jace —expliqué— o ex, todo depende de cómo quedemos cuando lleguemos a hablar. El punto es, que a él no le gustan los hombres por mucho que algunos se le insinúen —Ed me fulminó con la mirada cuando dije aquello, mas no me importó. Era su lección por ser tan atrevido—. Y fueron a cenar solo porque quería agradecerle a Edward que lo haya ayudado a meterse a mi habitación una noche pasada —Cambié la versión solo para no joder más la situación y vi a Jace más tranquilo.
—Te lo dije, cariño. Esta colita sigue siento tuya —Me reí sin poderlo evitar al escuchar al idiota de mi amigo.
Me fui de ahí cuando ambos estuvieron más calmados y puse música fuerte en mi habitación al escuchar que habían llegado a la reconciliación; con esos dos se prendía la cosa y me alegraba que al menos ellos estuvieran arreglando su situación cuando la mía era posible que se pusiera peor.
Esa noche y la siguiente no vi a Darius en los clubes, no nos llamamos y tampoco nos escribimos y por una mesera amiga de Celine me enteré de que el jefe estaba siendo muy amable con Rulitos y no la había dejado sola con la situación que estaba viviendo. Era una cobarde porque en mi interior prefería que si las cosas entre nosotros se acababan fuese por ella y no por mi problema.
Jace se había instalado en el apartamento y, aunque él y Ed se mostraran a gusto conmigo estaba pensando en buscar mi propio espacio y dejarles su privacidad. Me dolía la ausencia de Darius, aun así, no lo busqué y traté de distraerme en mis cosas; terminé encontrando un apartamento muy hermoso y cómodo y los chicos me ayudaron con la mudanza y decoración.
Era viernes otra vez, nueve días exactos sin saber nada de Darius y ese día por fin me permití sentir dolor; me cansaba de ser fuerte o aparentar serlo. Esa mañana había recibido el citatorio para declarar contra mis padres y en cuanto le avisé a Olek nos reunimos con Mike; por la tarde me fui a mi apartamento, tomé una ducha y me tumbé en la cama a pensar y meditar en lo malo que era el amor, estaba enamorada de Darius y era una suerte no haber llegado a amarlo como loca y que todo acabara tan pronto. El timbré me sacó un respingo y de mis pensamientos, tenía música suave y aun así me asusté; usaba un pantaloncillo de algodón que apenas cubría mis nalgas y una camisa blanca sin mangas, mi cabello estaba en un moño flojo y ni siquiera me vi al espejo cuando fui a abrir la puerta.
Mi corazón se aceleró emocionado y mi cerebro le revoleó los ojos suplicándole porque no fuera tan idiota, yo me quedé sin saber qué decir cuando vi a Darius frente a mí e imaginé que Edward le había dado mi dirección.
—¿Puedo pasar? —preguntó y solo asentí dándole espacio para que lo hiciera.
Era un día frío, él usaba un jeans azul gastado y zapatillas deportivas, su camisa era negra y sobre ella tenía una chamarra del mismo color con detalles marrones, su cabeza era cubierta por un gorro y sí, también noté que el piercing seguía en su lengua.
—¿Quieres algo de tomar? —ofrecí cuando estaba observando mi nuevo hogar.
—Tal vez luego, ahora solo quiero hablar —aclaró y le hice una seña con la mano para que tomara asiento.
—Hablemos entonces porque dentro de unas horas debo irme a trabajar.
—Durante mucho tiempo me consideré un hombre demasiado orgulloso —declaró y tomé asiento a su lado—. Cuando conocí a Isabella y LuzBel me di cuenta de que lo mío era cosa de niños, pero al conocerte a ti creo que ya no sé en qué etapa denominarme porque tú haces parecer cosa de niños lo de esos dos —Sonreí sin gracia cuando dijo aquello—. Nueve días, Laurel —Al menos él también los llevaba contados— y hubiesen sido más si no te hubiese buscado yo.
—Pues la verdad sí. Incluso ya estaba comenzando a dar por terminado lo nuestro —dije serena.
—¿Deseas eso?
—No, aunque tampoco estoy dispuesta a seguir con un tipo para el que no soy prioridad —solté y me miró con sorpresa—. Desde que estoy contigo he comprendido que no soy buena para las relaciones serias porque no soporto que me dejen de lado, no nací para ser la segunda opción de nadie a menos que yo lo quiera y sabes que contigo no quiero serlo, pero estás tan enfrascado en ser bueno con Celine, que olvidas que soy tu novia y que tendría que ir antes que cualquiera.
—Y tú me dejas por estar con Olek, el tipo que una vez amaste y el cual busca algo contigo. A mí también me molesta que hagas eso, que me dejes de lado por estar con él.
—Solo ha pasado una vez y lo hice para que sintieras lo que sentí al verte esa noche con Celine muy a gusto entre tus brazos.
—Solo estaba cansada, Laurel —zanjó exasperado.
—¿Y cuándo te la folles también me dirás lo mismo? ¿Qué fue porque estaba cansada y querías ayudarle a liberar estrés? —increpé exasperada igual que él y negó incrédulo.
—Eso no va a pasar, es solo una amiga —Me reí.
—Tampoco te preocupes por Olek, nada pasará porque es solo un amigo.
—Uno que está enamorado de ti —alegó furioso.
—Igual que Celine de ti, no te sigas haciendo el idiota porque eso me enfurece más —zanjé—. Y sabes qué, a mí también me gusta Olek y te lo digo y sostengo en la cara, Darius —confesé y vi la ira en sus ojos—. Me gusta y le gusto, pero le he dejado claro que estoy contigo, que estoy enamorada de ti y eso ninguna atracción física lo va a cambiar y a diferencia de Celine, Olek no se aprovecha de eso y busca excusas para que deje de dedicarte tiempo a ti. Somos adultos y sabemos respetar los límites, cosa que esa niña desconoce.
—No la juzgues si no la conoces —pidió y entonces fui yo la que lo miró incrédula— y es muy descarado de tu parte que me digas lo que acabas de decirme como si no fuese malo.
—Entonces prefieres que te mienta como tú me mientes a mí —repuse poniéndome de pie—. Eso quieres, que te vea a la cara y te diga que Olek solo es un amigo, así como tú te mofas de que Celine lo es sabiendo que está enamorada de ti y a ti te gusta ella. Niégamelo Darius —lo reté—. Ten las bolas de mirarme a los ojos y decirme que esa chica no te gusta y que ignoras lo que ella siente por ti.
—Eres imposible —se quejó, se puso de pie y me dio la espalda.
Me dolió su actitud, la típica de un hombre cuando estaba atrapado y no sabía si decir la verdad arriesgándose a perderlo todo o mentir para no perder nada de momento, porque a la larga también terminaría perdiéndolo.
—No soy imposible, solo soy lo suficiente inteligente para saber lo que sucede frente a mis narices —aclaré—. Y solo te pido que no seas como los demás. Déjame si quiera ser una estúpida porque quiero y no porque tú quieres —clamé y él sabía a lo que me refería.
Solo en mis manos estaba la decisión de ser engañada, no quería que estuviese en las de él.
—No pasa nada entre Celine y yo —dijo y se acercó a mí, acunó mi rostro y se lo permití—. Estás haciéndote películas tontas en la cabeza —aseguró, pero su mirada no coincidía con sus palabras.
Sentí de todo con ellas y me juré que ese hombre iba a conocer una parte de mí que lo iba a dejar idiota.
—Perdón por eso, pero estos días me han afectado demasiado —cedí fingiendo que le creía.
«Era bueno que no te creciera el pene, Pecas porque si no, a esas alturas ya me habrías tenido en silla de ruedas».
Me besó luego de eso y a pesar de todo me gustó sentirlo después de tantos días, pero sus besos por alguna razón no se sentían igual, no eran los de mi novio, los de mi hermoso pecas, no. Eran los de un hombre miedoso y confundido, eran los de alguien desconocido para mí y cuando quiso llegar a más, no se lo permití y mentí diciendo que estaba con mi periodo.
—Soy un buen marinero, amor. No le temo al mar rojo —aseguró y, aunque me pareció asqueroso, también me causó gracia.
—Tampoco temo a eso o que te aventures por otras partes —solté—, pero no estoy bien, me duele la cabeza y me siento un poco indispuesta —Asintió comprensivo y dejó de insistir.
Me pidió faltar al trabajo esa noche porque deseaba estar conmigo y no fue de mi agrado ser irresponsable, sin embargo, cedí y cenamos juntos; estaba encantado con mi comida y hablamos de lo que pasó en nuestra semana sin vernos, le seguí hablando de Olek sin importarme lo que sintiera porque deseaba mantenerme sincera con él en eso y de nuevo me ofreció apoyo para el juicio.
Conversamos de mis planes con el local de flores y el pequeño laboratorio que montaríamos para probar con nuevas especies y frente a mí llamó a personas conocidas en ese rubro que me ofrecieron su apoyo, me comentó que el caso de Karma iba avanzando y cuando la mención de Nolan llegó, recordé a Ed cuando le hablé de haber visto a su amor platónico y la emoción que surcó su rostro. Saqué el tema de Celine otra vez, tanteando el terreno y al menos esa vez me habló sincero sobre lo que le pasó a la madre de la chica; Celine regresaba al trabajo esa noche y quise evitar pensar en que él no quería que me cruzara con ella después de nuestra conversación de antes.
No era idiota, no le creía e intuí que el espacio que nos dimos esa semana en lugar de ayudarle a ver bien las cosas, lo confundió y tal vez me iba a embarcar en juego peligroso, pero como lo dije antes, en lugar de empujarlo a ella mejor lo llevaría y en mis manos estaba ser engañada o no. Y no quería serlo, sin embargo, él sentía curiosidad o atracción por esa chica e iba a averiguarlo; por eso, cuando se metió a la ducha violé un código de privacidad que me juré no quebrantar jamás y cogí su móvil con una enorme curiosidad por revisar sus mensajes, mas me controlé y solo envié uno haciéndome pasar por él.
Le pedí a Celine llegar a mi apartamento, ella no sabía que era mío, solo que Darius necesitaba que le llevara unos papeles de inmediato; borré el mensaje luego de que lo recibiera y respondió con un «en diez minutos estoy ahí».
Que comenzara el juego.
Sabiendo que iba a hacerlo, le pedí a Darius meternos a la tina juntos con la excusa de dejarlo navegar dónde él quisiera y me fui del baño con la mentira de ir por una botella de vino y copas para relajarnos mejor. Rulitos era muy eficiente cuando de su jefe se trataba y tal como lo prometió, diez minutos después tocó la puerta de mi apartamento y di gracias porque obviara el timbre.
La sorpresa fue grande para ella cuando vio que fui yo la que abrió aquella puerta.
—¡Laurel! —saludó y sonreí.
—La misma, dulzura. Pasa —invité y cerré la puerta cuando lo hizo.
—Darius me pidió esto —Alzó los documentos y los tomé.
—Fui yo, pero intuyendo que vendrías más rápido si te lo pedía de su móvil, lo hice tal cual.
—¿Arreglaron las cosas entre ustedes? —preguntó y noté su impresión.
—No me digas que creíste que no sería así —satiricé y di un paso frente a ella, se alejó uno.
—No dije eso.
—Es lo que demuestras —Di un paso más, repitió su acción.
—Te estás equivocando conmigo —señaló, di otro paso frente a ella, no pudo retroceder más porque el sofá se lo impedía y entonces la miré a los ojos y acaricié su rostro. Se tensó y su piel se volvió chinita—. É-él es f-feliz contigo —titubeó.
«Ride It» de Jay Sean comenzó a reproducirse en la barra junto al televisor y sonreí porque me iba la sensualidad de la melodía en ese instante.
—Sé que quieres montarlo —susurré cerca de sus labios y bajé mi caricia hasta el comienzo de sus pechos—, pero eres muy tierna.
—No te equivoques conmigo —pidió cogiendo valor y tomando mi mano—. Bajo esta ternura existe alguien peligroso. No me tientes, Laurel —advirtió y sonreí con descaro.
—Me encanta que te quites la máscara, Rulitos —alabé y entrelacé mi mano con la suya—. Te gusta Darius y creo que tú quizás le gustas a él, pero la pregunta aquí sería... ¿Crees que puedes ponerte mi nivel? —Sus ojos brillaron cuando dije lo último.
—Pruébame —pidió.
Y el juego dio inicio.
Me acerqué del todo y uní mi boca a la suya, se sorprendió al principio al sentir mis labios y se quedó tiesa, pero en cuanto mi legua salió abrió los suyos y me recibió; mantuve los ojos abiertos y los de ella se cerraron en ese instante y gimió cuando profundicé el beso mostrándole que estar a mi nivel era delicioso, tentador y peligroso a la vez. Vi una sombra de soslayo y supe que Darius llegó justo en el momento indicado, así que di mi siguiente paso y cogí a Celine del cuello con una mano y la otra la llevé a su entrepierna metiéndola por debajo de la falda y acariciando su sexo por encima de la ropa, gimió fuerte en mi boca y llevó las manos a mis pechos, bajé mis besos a su cuello y sentí el acelerado latido de su corazón.
Miré a Darius que estaba anonadado y sin saber qué decir o hacer y le sonreí con picardía cuando vi el bulto entre sus piernas elevarse junto a la toalla que lo cubría.
—Voy a preguntar una última vez, Darius —dije y sostuve a Celine en su puesto cuando me escuchó hablar y mencionar aquel nombre— ¿Te gusta la chica que hora mismo está disfrutando de mis besos y caricias justo en su entrepierna? —Introduje mi dedo dentro las bragas de Celine y sentí su humedad.
—¡Oh, mierda! —gimió ella cuando la toqué justo como sabía que iba a gustarle.
—Si te gusta, tómala. Pero conmigo en el paquete —advertí y sus ojos se desorbitaron—. Ella lo desea también ¿cierto, Celine? La chica me miró estupefacta.
Los dos estaban así al ver a lo que se estaban enfrentando.
¿Querían jugar? Lo harían a mi manera.
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