Italia
EmilySempertegui karymartinez15
Chicas, Feliz cumpleaños
Dios las bendiga y les regale muchos años más de vida. Les dejo aquí mi humilde regalo 😘😘😘
Nos leemos el martes corazones perversos. Quería ser dadivosa este viernes 😂😅😘
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{Laurel}
Ya no tenía nada que estrellar contra la pared, todo lo que había antes, estaba hecho pedazos junto a mi corazón y solo dejé intacta la TV porque en verdad amaba ver mi series favoritas ahí y no valía la pena destruirlo. Estaba hipando y sollozando con brusquedad, mi cabeza iba a explotar del dolor que sentía y ni hablar quería de los restos del maldito órgano que jamás debí dejar en manos de ese estúpido, mal nacido, cobarde y poco hombre.
Estaba llorando con tanta intensidad y llegué a casa tan descontrolada, que ni siquiera me fijé que había dejado la puerta abierta y cuando me giré buscando algo más para estrellar, encontré a Edward con la boca abierta y aterrorizado por lo que veía.
— La TV no por favor, deseo ver contigo a Riverdale — logró suplicar y grité con fuerzas.
— No digas nada, solo déjame sacar esta ira para poder seguir adelante mañana — pedí cuando me abrazó con fuerza.
Así de patética estaba, pero lo necesitaba. Ese era mi ritual en casos como el que estaba viviendo, caía con fuerza y esa misma me impulsaba hacia arriba; era eso lo que hice durante toda mi vida, utilizaba la fuerza de mi caída para volver a impulsarme y salir de las profundidades en las que me hundía. Estaba destrozada, no obstante, aquel estado me lo iba a permitir solo esa noche porque al día siguiente me levantaría siendo la mejor de las mejores; ni mi madre me había logrado derrotar cuando me arrebató a mi hijo y mucho menos lo haría un estúpido que quiso jugar al hijo de puta y hacerme mierda, no. De peores estados me había levantado y no me quedaría en la cama llorando por una semana por alguien que no merecía ni una sola de las lágrimas que estaba derramando en ese momento.
Edward se quedó esa noche conmigo y el idiota escondió todo lo que tenía filo.
Al día siguiente todo fue como lo había planeado, me levanté a tomar una ducha y me maquillé para ocultar los rastros de miseria de la noche anterior; era un nuevo día y una nueva vida estaba a punto de iniciar.
— Eres mejor que Elena, Stefan y Daemon juntos — señaló Ed y me sirvió un café. Lo miré dándole a entender de que no sabía de lo que hablaba — The Vampire Diaries, mujer. Desactivas mejor que ellos tu lado humano — aclaró y me reí.
Él y sus series.
Por Edward había comprado una TV gigante y también por él me pasaba horas frente a ella hasta que nos veíamos series completas.
— Deberías ir esta noche a Vértigo, voy ahí hoy y tal vez podría escaparme un rato de mis horas de trabajo — propuse y me miró estupefacto.
— No querrás ir para matarlo ¿cierto? — bufé y negué —. ¿Ni a la chica de cabello hermoso? — mis ojos se abrieron demás al oír aquello, pero negué. Suspiró fuerte con una mano en su pecho mostrando su alivio.
— Firmé un contrato Ed, trabajo ahí y lo que esos dos hicieron no vale como para no seguir mi vida — dejé claro y asintió.
— Quiero ser una mujer como tú cuando sea grande — inquirió y me reí.
— Bueno, el cabello negro ya lo tienes, solo te falta tener un buen culo, buenas tetas y... ¡Ah, sí! Un buen coño — me miró indignado y solté una sonora carcajada.
A veces caía demasiado fácil conmigo.
Estuve de compras ese día, era lo único que lamentaba después de mi momento de estupidez; tuve que reemplazar todo lo que había roto. Darius había dejado en claro que no quería verme, a mí me daba lo mismo si lo veía o no; lo que le había dicho a Ed era así, solo necesitaba sacar todo la noche anterior y sabía que luego de eso estaría como nueva. Lo amaba, lo seguía haciendo después de haberlo encontrado en la cama con Celine, pero mi amor por él no se comparaba al que sentía por mi misma; la seguridad que tenía en mí como mujer no me permitía caer tan fácil con los desplantes de un hombre que solo buscó dañarme.
Si Darius no deseaba verme, iba a tener que hacer algo con el contrato ya que él era el único que podía disolverlo con facilidad, a mí me daba igual aquello. Esa noche fui a Vértigo dispuesta a hacer lo mío, iba a demostrar que el trabajo con los asuntos personales no se mezclaba.
Vi a Celine en cuanto llegué, estaba con las demás meseras y las saludé amable en cuanto me vieron, ella me miró asustada y estupefacta e imaginé que no creyó volver a verme, al menos no sin querer matarla. No obstante, tenía la madurez para aceptar que ella no había tenido toda la culpa de lo que pasó.
— ¿Podemos hablar? — pidió cuando iba a la oficina, era hipócrita de mi parte decir que no sentía odio por ella, pero lo oculté y decidí poner en práctica todo lo que aprendí a lo largo de mi vida.
— Claro, querida. Vamos a la oficina — dije y caminé delante de ella. La invité a tomar asiento en cuanto llegamos — ¿Qué deseas? — pregunté amable.
Me miró sorprendida y de pronto avergonzada.
— Lo de anoche...y-yo — alcé una mano para callarla.
— Anoche solo fuiste una mujer inteligente aprovechando una oportunidad, Celine; yo habría hecho lo mismo, de hecho lo hice en muchas ocasiones en el pasado así que no te juzgo — acepté, lo que ella hizo no fue nada diferente a lo que yo había hecho y como dije antes, hipócrita no era y aceptaba mis errores y el karma que me castigaría en algún momento por todas las mujeres que sufrieron por mi culpa —. Probaste a tu jefe, te diste ese gusto y ya — seguí aclarando tranquila —. Al fin se hizo ¡eh! — halagué su astucia y negó.
— Darius me dijo que ya no estaba contigo y ambos dejamos claro que solo era sexo, él me gusta y lo sabes, mas eso no significa que quiero meterme entre ustedes; sí, me acosté con él cuando todo en su relación es muy reciente, me dejé llevar por las ganas, pero te juro que no quise dañarte, no pretendí eso y menos que nos vieras — soltó luego de salir del estado anonadado en que la había dejado mi declaración anterior. Sabía reconocer la mentira de inmediato y vi en sus ojos que nada de lo que dijo era eso, me hablaba con la verdad y asentí.
Era una mosquita muerta, pero no una mujer mala, solo era su forma de ser y ya.
— Y te lo agradezco — solté ocultando la ironía y no por sus palabras, sino por lo que estaba saliendo de mi boca — pero no era necesario que lo aclararas, sé cómo son las cosas y no me voy a morir por la traición de tu jefe. Soy una mujer, Celine, y los hombres para mí no son lo principal; ellos son más como un postre: me los como porque quiero, no porque los necesito — solo pudo observarme al decirle tal cosa y se quedó en silencio hasta que volví a hablar —. El trabajo seguirá siendo como siempre, lo de anoche no tiene por qué cambiar nada. Ya nos hemos dicho todo lo que teníamos que decir con tu... ¿nuevo maestro? — se sonrojó cuando le dije eso y me reí — Y para mí esto es un borrón y cuenta nueva — asintió un poco más tranquila —. Si eso era todo lo que querías decirme, pues ya está; ve a lo tuyo — la animé.
Se puso de pie y comenzó su camino hasta la puerta, se detuvo antes de salir.
— Me sorprende lo bien que te levantas de las caídas a pesar del dolor que ocultas en tu interior y se refleja en tu mirada — señaló y la miré seria —. No sé qué pasó entre ustedes, pero está más que claro que lo llevas mejor que Darius — alcé una mano indicándole que siguiera su camino cuando mencionó el dolor de aquel... hombre.
Salió sin decir más y me quedé ahí, pensando y recordando por un momento todo lo que había hecho en esa oficina con mi exnovio; era increíble cómo cambiaban las cosas de un momento a otro y la facilidad con la que una ilusión tan linda se jodía, porque al final eso habíamos sido Darius y yo: él, un chico tonto fingiendo ser un astrónomo y yo, una estrella fugaz que pretendió dejarse atrapar cuando claro estaba que eso era imposible.
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Toda la semana la pasé muy mal, mi estómago estaba revuelto, me dolía demasiado la cabeza y los mareos no paraban; era viernes de nuevo y había un motivo para estar feliz: habíamos ganado el caso, Olek recuperaría sus empresas y el treinta por ciento de las que en la actualidad poseían mis padres como remuneración por todos los años de carencias que vivió. El setenta por ciento que me correspondía a mí no quise tomarlo, pero a cambio de eso, tomé el cien por ciento de las empresas de floricultura que le pertenecían a Dana; lo hice solo por joderla, para quitarle algo que en verdad amaba más o igual que a mi padre. La miré con una sonrisa cínica cuando el oficial se acercó a ella para esposarla, ya que sí, la condenaron a cadena perpetua por el asesinato de Steve Sandr y mi bebé, a parte de los cargos por estafa; mi padre corrió con mejor suerte y solo le dieron tres años de prisión con derecho a fianza después de ellos. Él fue pieza clave en aquel caso y las pruebas que nos proporcionó sirvieron para incriminar a Dana por todos los otros cargos, Olek fue benevolente en eso y lo acusó solo de complicidad al final, pero demostró que fue utilizado por la arpía que tenía como mujer. La cereza del pastel fue deliciosa cuando mi padre puso una demanda de divorcio ahí mismo y por primera vez vi a una Dana Stone derrotada.
— Duele ¿cierto? — inquirí satírica cuando pasó frente a mí.
Puse una mano sobre el hombro de mi padre y la miré displicente y poderosa.
— ¡MALDITA! — gritó cuando papá besó mi mano en su hombro y se aferró a ella. Mi sonrisa se ensanchó aún más y me regocijé en su dolor, sobre todo cuando Olek tomó mi cintura y besó mi sien mostrándole así, que no pudo lograr todo lo que se propuso y en ese momento era yo, la dueña de todo lo suyo.
Mi pequeño era lo más valioso que me arrebató, pero sabía que ese bebé era un ángel en mi vida que me ayudaba a levantarme de las peores caídas.
Creí que no iba a sentir dolor en aquella audiencia final, pero lo sentí al ver cuando otro oficial llegó por mi padre.
— Tres años prisión valen la pena vivirlos después de ese acercamiento tuyo — aseguró mientras lo esposaban.
— Papá...yo... — me quedé en silencio porque era difícil decirle que lo hice solo por provocar a Dana.
— Tranquila princesa, sé que lo hiciste por Dana y no me molesta, lo merezco — aceptó y le di una sonrisa seca.
— Tres años pasarán rápido — quise animarlo y rio.
— Cuando salga, dame una oportunidad para estar cerca de ti, mi amor — suplicó y sentí cuando mis ojos se aguaron — déjame recuperar y consentir a mi niña — mordí mi labio con fuerza sin responder. Quizás ya era muy tarde para nosotros.
Me juré que después de Darius ningún hombre me haría llorar y mi padre no me ayudaba.
— Hora de irnos — avisó el oficial y lo haló con fuerzas.
— Por favor estrellita mía — rogó llamándome como no lo hacía desde que era una niña y el interruptor de las lágrimas en mí se activó.
«— ¿Dónde estás, estrellita mía? — gritó entrando por la puerta de casa.
Yo estaba en la cocina haciendo galletas de navidad con mi nana y corrí cubierta de harina y me tiré sobre él haciendo que me atrapara casi en el aire.
— ¡Papi! — grité con tremenda emoción y él rio.
— ¡Wow! Princesa, si vuelas así ahora de pequeña, cuando seas grande serás una estrella fugaz — aseguró y me reí como loca cuando besó mi cuello y me hizo cosquillas».
Era mi único recuerdo feliz con él y mi nana Judith una vez me dijo que tenía cinco años cuando aquello pasó; era por papá que me crié con la idea de ser una estrella fugaz.
— Aquí estaré para ti, papi — prometí y vi una sonrisa iluminar su rostro. Tal vez no era tan tarde.
Salí acompañada de la corte por Olek, estaba emocionada y triste a la vez.
— Me haces tan orgulloso — aseguró cuando llegamos a mi auto. Presenció de lejos lo que pasó con mi padre y sabía ya lo sucedido con Darius.
— Y tú me das miedo en tu rol de abogado, eres un monstruo — aseguré y rio.
— También lo soy en la cama, pero estoy seguro de que ahí no te daría miedo — golpeé su hombro cuando dijo aquello y retrocedió dramático.
Siempre había sido juguetón, pero se contenía cuando sabía que estaba con mi ex, desde que me supo soltera y sin compromisos volvió recargado a su juego de conquistador y aunque le salía más que bien, sabía respetar mi limite.
— Solo espero que si eso llegase a pasar, no te pongas a llorar como un mariquita o me inventes excusas como que te duele la cabeza — lo reté y sonrió decidido.
— Vas caer ante los encantos de mi vara mágica, pequeña escurridiza — aseguró divertido.
Reí aun más, después besé su mejilla y lo aparté para poder subir al coche.
Me fui dejándolo ahí de pie y solté el aire que había retenido estando ahí con él; irme a la cama con ese hombre era algo fácil, pero que no deseaba en aquel momento, uno: porque aunque aparentaba otra cosa, lo de Darius dolía cuando me permitía pensar en él y quería darme mi tiempo, dos: porque Olek era importante para mí y si me descuidaba iba a caer con él y no quería hacerlo.
No quería nada con nadie que despertara sentimientos en mí.
Llegué a la clínica de mi doctora de cabecera, había hecho una cita con ella porque necesitaba chequearme después de los achaques que había estado sufriendo y mi cita estaba para después de la audiencia. Cuando llegué me hicieron orinar en un bote y me sacaron sangre, después pasé con ella e hizo sus preguntas de rutina y revisiones normales; terminaron haciéndome pruebas de embarazo a pesar de saber que aquello no era posible, pero que igual debían hacerlas como procedimiento. Al final fui diagnosticada con un estrés extremo debido a los últimos sucesos y mis hormonas estaban vueltas locas por esa razón, mi estómago sufría por los desordenes que había tenido en mis comidas así que solo fui recetada con algunos calmantes y mucho descanso.
Al parecer en Italia ya sabían lo sucedido entre Darius y yo, ya que LuzBel me llamó queriendo parecer casual y al final cuando entendió que no era tonta y debido a que no iba decirme nada de lo que había hablado con su cuñado, me pidió irme unos días con ellos. Su pequeña pronto iba a nacer y me dijo que antes quería darle una sorpresa a Isabella.
— ¡Oh, Dios! Lo siento, lo siento. Por favor, perdóname — suplicó una señora que chocó conmigo en un pasillo de la clínica. Iba llorando y muy descontrolada.
Le dije a LuzBel que le llamaría luego y tomé a la señora del brazo. Él aseguró que había un jet privado esperando por mí.
— No pasa nada señora ¿Está bien? — me atreví a preguntar y negó aterrorizada.
Estaba sola y me preocupó su estado, le dije que iba a llamar a un médico, mas se negó con rotundidad alegando que lo que le sucedía era cosa del karma y sus errores del pasado; me sentí un poco identificada cuando me dijo aquello y terminé invitándola a un café, justo en la misma cafetería que una vez estuve con Olek.
— Eres muy buena, cariño. Gracias — dijo acariciando mi mano y le devolví el gesto.
— No lo haga, he estado en su lugar y sé lo que siente — dije y negó.
— No creo que tú hayas sido capaz de abandonar a un hijo y luego la vida te lo ponga en el camino de formas irónicas — soltó de pronto, tragué con dificultad cuando dijo aquello y luego bebí un poco de mi café.
— Oiga, no sé su vida ni la conozco, pero yo también he pasado malos días y he necesitado de hablar con alguna persona que no me conozca solo porque deseo desahogarme — hablé y me miró con atención — Es casi imposible que usted y yo volvamos a cruzarnos, así que... ¿Qué le parece si yo le cuento lo que me pasó y usted me cuenta lo suyo? — propuse y asintió de inmediato.
Me dio las gracias una vez más y nos la pasamos hablando esa tarde de nuestras vidas.
Edward me había dicho en alguna ocasión que él hacía eso cuando estaba mal y descubrí que era una buena terapia, no quisimos decirnos los nombres y al final la llamé «Señora Bonita» porque en verdad lo era y ella me llamó «Chica Hermosa». Se rio mucho cuando le dije que me había escogido un sobrenombre perfecto y después terminó indignada con mi situación y yo con la boca abierta con la de ella; no estaba equivocada cuando decía que no era bueno juzgar a las personas solo porque pecaban diferente a uno y esa tarde con la señora bonita volví a confirmarlo.
Y también me ayudó a entender que había errores que no podían juzgarse hasta conocer las verdaderas razones para cometerlos.
Por la noche Olek y Edward habían organizado una salida de cuatro, después de que le comenté a Ed lo que mi doctora había dicho y consideré que merecía salir a divertirme. De Darius no sabía nada y no lo veía ni en el trabajo — aunque por los chismes del personal me enteré de que seguía en su aventura con Celine —, Nolan se encargaba de las cosas cuando yo no podía estar, así que le llamé y pedí que me cubriera esa noche porque no iba a llegar. Tenía tiempo de no ir a un club diferente que no fueran los de Darius, por lo mismo decidimos ir a Elite — el club de LuzBel— y solo fue necesario hacer una llamada para que nos dejaran pasar al mejor VIP. La noche pintaba bien en cuanto entramos, los tragos fueron servidos de inmediato en nuestra mesa, Jace se reía al ver a su loco novio moviendo la cola como puta desesperada y Olek me retaba a que hiciera lo mismo; me había perdido tanto en mi trabajo y mi noviazgo, que me olvidé por un tiempo de lo bien que se sentía salir con amigos y disfrutar como una persona de mi edad.
Me reí como loca cuando vi que en un privado cercano estaban Connor, Evan, Dylan y sus respectivas parejas — a excepción de Evan —, pero más lo hice al ver que también estaba Darius y sí, estaba con su pareja del momento.
Iba a otros clubes para no cruzarse conmigo y al final el destino nos cruzó por la mera gana de jodernos.
El pinchazo en mi pecho por verlo con Celine se sintió, sin embargo, decidí que eso tenía que dejar de hacerme sufrir y lo cumplí.
— Perdona guapa ¿Me invitas a un trago? — me reí cuando Connor llegó detrás de mí. Les había dado la espalda minutos antes.
— Lo siento, pero tengo novio — aclaré con una sonrisa juguetona.
— ¿Te pega?
— ¡Bah! ¡No! Es porque ya borrachos voy a querer violarte y entonces tu mujer me va a matar y mi novio te va a descuartizar — su risa fue escandalosa. Estaba achispado y la hermosa panzona a su lado negó divertida.
— Veo que volviste — señaló Jane, su mujer, besando mi mejilla como saludo.
Se quedaron un rato con nosotros y Connor intuyendo lo que sucedía con su amigo evitó invitarnos a su mesa; Tess llegó a saludarnos rato después con Dylan y nos acompañaron igual que sus otros amigos, Olek en un momento de suma confianza tocó el vientre abultado de Jane y me estremecí al verlo hacer eso.
— Es difícil no imaginarte a ti — dijo llegando a mí y recordé cuando hacía eso en mi vientre aun plano. Éramos tan jóvenes y sin embargo, asustados y felices por aquella noticia —, pero me gustas más así — añadió para reconfortarme y se lo agradecí.
— Vamos a bailar — pedí cuando todos estaban en la pista y asintió tomando mi mano.
— ¡Así que los traidores no conforme con lo que hicieron, deciden seguirme y presentarse también aquí! — Darius nos había interceptado en el camino, Connor llegó de inmediato al ver aquello y quiso calmarlo.
— ¡No vayas a...! — pecas alzó las manos para callarlo y nos miró sintiéndose superior a todos.
— ¡Ni te hemos seguido ni somos traidores! — aclaró Olek, estaban hablando alto debido a la música.
— ¡Hijos de puta y descarados! — espetó.
Desconocía a ese hombre y cuando quiso irse sobre Olek me metí en medio.
— ¡No sé qué demonios te pasa, pero no te hemos seguido! ¡Estamos aquí porque queríamos divertirnos! — zanjé y me miró furioso.
— ¿¡Te cansaste de divertirte con él en la cama!? ¿¡Vienes aquí en busca de un compañero para hacer tus orgías!?
— ¡Respétala cabrón! — exigió Olek.
Mi respiración estaba acelerada y mi cuerpo temblaba por la ira.
Celine y todos los demás estaban ahí presenciando la escena y eso me enfureció aún más, Darius no tenía ningún derecho de querer humillarme cuando fue él quien se revolcó otra.
— ¿¡Así como tú la respetaste el día la audiencia pública!? ¿¡Eh!? — Olek y yo supimos de qué día hablaba y nos dejó anonadados — ¡Te mofaste de que ibas de frente puto cobarde, pero aprovechaste y te la follaste cuando estábamos pasando por un mal momento!
— ¡Entre Olek y yo no ha pasado nada! — grité indignada.
— ¡Los vi Laurel!¡Deja ya tus mentiras de mierda! — mis orbes casi se salieron de sus cuencas cuando dijo aquello y rió desquiciado al ver mi reacción.
— ¡Bien! ¡Salgamos de aquí y aclaremos esto de una puta vez! — exigió Olek y me tomó de la mano. Vi hacia atrás para comprobar si Darius iba a seguirnos y lo noté desquiciado al verme de la mano del tipo que él consideraba traidor.
Pero nos seguía.
Mi mente daba vueltas al pensar en la acusación de Darius, el día que lo encontré con Celine me trató de traidora y esa noche decía que nos había visto; me vi de pronto recordando aquel día y los sucesos que me llevaron a estar desnuda con...
— ¡Joder! ¡Darius tiene llave de mi apartamento! — le grité a Olek, pecas estaba muy atrás — ¡Tuvo que haber entrado el día que estuviste conmigo apoyándome y terminaste desnudo! — dije y la comprensión surcó su rostro.
Connor llegó hasta nosotros y nos guio hasta una oficina que conocía a la perfección, pero no era momento para esos recuerdos así que los obvié.
— Si fue eso tuvo que habernos enfrentado así como tú lo hiciste — asentí de acuerdo. Ya estábamos en oficina.
La puerta casi voló de sus bisagras cuando pecas entró hecho una furia, le entregó un arma a Connor y después cerró la puerta con fuerza.
Y yo que creí que ese hombre era solo dulzura y perversión.
— ¡Al fin se te refrescó la memoria, jodida puta! — me enfrentó y sus palabras activaron en mí cosas inimaginables.
— Sí y fue una lástima que no te quedaras esa noche, nos hubiésemos divertido mucho — ataqué.
Si me creía puta iba a darle motivos.
— ¡Se calman los dos! Somos adultos, no adolescentes inmaduros — señaló Olek actuando como el mediador de esa contienda.
— No me vengas con tus discursos de mierda que no te quedan — pidió Darius y me reí.
— Esa noche caí en un estado patético porque temía perderte — dije.
— ¿Y lo superaste dejando que este te cogiera como una ramera?
¡Wow! Por primera vez me dejó sin palabras.
— ¡No! ¡Imbécil! Solo la ayudé a salir de la bañera, estaba muy mal y terminé mojando mi ropa. Me quedé en toalla porque la única ropa que me quedaba era tuya y ambos te respetamos como para no haber cruzado ese límite.
— ¡Te vi desnudo!
— ¡Y ella tenía cerrado los ojos! Sé que la situación se mal interpretó y te comprendo, pero entre ella y yo no pasó nada — la mirada de Darius cambió en ese momento a dudas y la mía a más furia.
La razón por la que me había engañado era peor de lo que pensaba.
Quiso dañarme adrede y si antes pudo haber una posibilidad de perdón, esa se había ido al carajo en ese instante.
— Desde que iniciamos lo que teníamos te fui sincera, me mostré a ti tal cual soy, pero no me conociste ni un poco Darius. Ese día solo deseaba estar bien contigo — hablé con mi voz ronca por el dolor y la ira —. Fuiste mi primer novio en años, el primero al que le entregué mi confianza ¡Mi todo! Y en lugar de quedarte ahí para enfrentarnos te fuiste como un cobarde — acusé y sin pensarlo llegué a él y golpeé su pecho.
— Estaban desnudos — habló sin gritar, comenzando a entender su error.
— Desnudos, no follando. No me encontraste en cuatro mientras Olek me penetraba y yo gemía de placer — volví a golpearlo.
— ¡Laurel! ¡Cálmate!
— ¡No! — grité a Olek cuando me dijo aquello — Este imbécil me falló cuando más nos necesitábamos — pecas negó incrédulo, confundido — ¡Mírame a los ojos Darius Black! Demuéstrame que me conociste aunque sea un poco y dime si en verdad crees que me acosté con Olek — lo reté.
Él miró a Olek y este último negó.
— No lo hicimos viejo. Busco una oportunidad, pero tengo los huevos bien puestos y jamás me aprovecharía de lo que ustedes estaban viviendo en ese momento. — vi la dificultad con la que Darius tragó al oírlo y luego me miró con vergüenza.
Me reí y negué.
— Ese día mientras Olek me consolaba como un amigo, yo acepté lo mucho que te amo — confesé sin miedo y sus ojos se ensancharon —, pero amar es malo Darius y no quiero más cosas malas en mi vida — negó, esa vez por una razón diferente —. Ahora quiero que te quede claro que si me crees o no, ya no importa. Lo nuestro es periódico pasado y solo sirve para limpiar mierda — alcé mi barbilla y decidí salir de esa habitación.
— ¡No! Amor, espera — reí irónica y con mucha burla cuando me llamó así — ¡Perdóname! ¡Compréndeme! — suplicó derrotado, entendiendo al fin que su error más grande fue no quedarse y aclarar lo que había visto; se fue creyendo lo quería y no lo que debía.
Me zafé de su agarre con delicadeza y asentí.
— Claro dulzura, estás perdonado y comprendido — besé la punta de su nariz y lo escuché suspirar un tanto aliviado. Pegó su frente a la mía y nos miramos a los ojos —, pero también olvidado — añadí, me separé de él con una sonrisa ladina y malvada, viendo el dolor que le causaron mis palabras. Mas no me inmuté y me fui de ahí.
Había sido clara con él y se confió mucho creyéndome igual que a las demás, nunca llegó a comprender que si me quedaba era porque quería y me iría cuando debía. Y justo en ese momento debía irme ya que no era de las que seguía en relaciones sin confianza porque esas solo me servían para jugar y no iba a hacerlo con él.
Saqué mi móvil sin importarme la hora y llamé a LuzBel mientras caminaba hacia afuera.
— Demuéstrame tu poder y has que esté mañana mismo en Italia — pedí.
— Evan te llevará en este instante al aeropuerto — aseguró y sonreí.
Era momento de disfrutar la vida como mejor podía y Maokko sería una excelente compañera.
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