Estrella Fugaz
¡Feliz día de San Valentín!
¡Feliz día del amor y la amistad!
Yo también quería darles un pequeño regalo y sobre todo después de tanto amor que ustedes me han dado, disfruten de esta corta introducción, pero que se las doy con todo mi amor.
Los martes de Jassy pronto volverán y espero tenerlos y tenerlas aquí, en esta nueva aventura.
No olviden que las amo y los amo, mis perversos y bellos lectores y lectoras.
Nos leemos el martes 😚😚😚😉😉😉
_______________________________________
{Laurel}
Decidida a no dar marcha atrás, llegué al avión para abordarlo y tomé el asiento que me habían asignado, puse mis auriculares luego de que fue permitido e ignoré a las personas que iban a mi lado. Viajaría en clase doméstica y no era que me agradara, porque no, no era agradable, pero era lo único que me podía permitir sin recurrir al dinero de mis padres y prefería la incomodidad de un viaje comercial, a los lujos de los señores Stone.
—Me podría avisar cuando hayamos llegado —pedí a la señora que iba a mi lado, leyendo lo que creí que era un libro romántico.
«Tú eres y siempre serás, el centro de mi tierra».
Alcancé a leer una parte y por la tristeza de la señora imaginé que aquello no era tan bueno. Me sonrió con amabilidad y asintió cambiando su expresión.
—Con gusto cariño. ¿Te vas a dormir? —cuestionó y asentí.
—Será un viaje largo —le recordé.
—Por eso vine preparada —aseguró sacando dos libros más y reí.
—Bien dicen que mujer prevenida vale por dos —bromeé y sonrió con muchas ganas, haciendo que las arrugas en los contornos de sus ojos se marcaran más.
—Duerme tranquila que se nota que trasnochaste, yo te aviso cuando lleguemos —me tranquilizó acariciando con ternura mi brazo.
No estaba equivocada.
La celebración con mis amigos se alargó demasiado y en realidad, uniendo las pocas horas que había logrado cerrar los ojos cada día, tal vez dormí en totalidad unas doce horas en casi una semana; aunque valió la pena contando con el hecho de saber que me iba de Italia sabiendo que muy pronto volvería a ser tía postiza.
«Claro, sobre todo porque mi primer tarea es estudiar a una estrella fugaz e intentar atraparla».
Esas palabras no me abandonaban y era eso lo que más me robaba el sueño. El tipo que las dijo me marcó igual o más que la primera vez que estuvimos juntos.
Darius Black.
Él era todo lo que no podía tener, lo que no merecería; era un niño en cuerpo de hombre, un inocente fingiendo ser culpable, un alma buena pretendiendo ser un alma pecadora. Era prohibido para mí, era una manzana en el jardín del edén y a diferencia de Eva yo no caería en esa tentación.
Ya había estado con él y rompí todas mis malditas reglas por su culpa, lo hice sin pensarlo y por lo mismo sabía que si cedía, ese hombre se convertiría en mi perdición.
Fue por eso que después de estar en Italia celebrando la felicidad de dos de mis grandes amigos y escuchar la declaración de aquel chico que me estremecía hasta el alma, corrí a los brazos de otro hombre, uno que realmente representaba peligro, uno que sabía que solo iba a usarme al igual que yo a él, uno que me daría lo que quería sin esperar nada a cambio... ¿Por qué?
Porque al igual que yo, Fabio D'Angelo protegía su corazón.
—¿Llevas todo? —preguntó la noche anterior con su mirada enigmática y asentí.
Durante una semana evité a Darius en casa de mis amigos, fue difícil y me quedé solo porque quería celebrar la felicidad de ellos al ser padres de nuevo. Mi amigo fue un hijo de puta que juró jamás ser cazado, pero se convirtió en presa fácil de una loba que llegó a su vida vestida oveja, por lo tanto, era el protagonista de muchas de mis bromas y vaya que lo aprovechaba.
Por esa razón estaba en Italia y me encantaba verlo extasiado y borracho de felicidad por la nueva y buena noticia que su cazadora le había dado. Pero el tiempo de marcharme llegó y una noche antes le pedí a Fabio llevarme al aeropuerto.
—Sabes que yo podía llevarte, Laurel, es absurdo que te niegues a estar cerca de mí cuando ambos sabemos que tiemblas en mi presencia —fueron las palabras de Darius al saber que Fabio me llevaría.
—No te creas tanto —dije, pero con ese hombre no funcionaba ser cortante. Era obstinado hasta la médula—, puedo temblar también cerca de él —añadí simplemente para joderlo, para que desistiera de querer estar conmigo.
Solo se encogió de hombros, restándole importancia a mis palabras.
—Así como yo puedo hacer temblar a otra —atacó y sí, eso me dolió, pero no se lo demostré ya que merecido me lo tenía—. Eso no quita el hecho de que nunca podremos borrar de nuestras mentes la follada que nos metimos hace más de un año. Porque sí, Laurel Stone, sé que piensas en eso cuando estás con otro así como yo lo hago cuando estoy con otra — dijo haciéndose el gracioso.
—Eres imposible —me quejé.
—Y sabes que tengo razón —aseguró.
Y sí... ¡Maldición! El maldito tenía razón y odiaba eso porque después de que estuvimos juntos nadie había logrado superarlo y pensaba en él cada vez que otro me tocaba.
—¿A dónde iremos? —le pregunté a Fabio el día anterior, después de que me ayudó a subir las maletas cuando llegó por mí a casa de mis amigos.
Ya había estado con Fabio en el pasado cuando fui a Italia simplemente para ser el apoyo de mi mejor amigo.
—Sabes lo hijo de puta que somos al hacer esto ¿cierto? —Asentí de nuevo cuando me respondió con una pregunta.
Fabio era amigo de Darius y luego de haber estado conmigo la primera vez y descubrir que Darius y yo también nos acostamos, fue hasta donde él y le dijo lo que pasó; me molesté ya que esperaba que no tuviese memoria, como era sabido, pero se defendió diciendo que ante todo era leal e iba de frente y, Darius al enterarse le dijo que no tenía importancia y que al igual que con él solo fue un acostón.
Tener la reputación de puta era cansado, mas no me quejaba.
Yo era algo así como un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer —como la sociedad solía tachar a las personas con mi personalidad— y muchas me odiaban por eso simplemente porque disfrutaba mi vida y la vivía a mi antojo, por eso me denominaba una estrella fugaz y por muy bueno que fuese el astrónomo, jamás lograría atraparme.
—Y como buenos hijos de puta, llévame a un buen lugar y dame una excelente despedida porque esta será la última vez que te comas este cuerpecito —Decidí responderle de esa manera a Fabio y señalé mis curvas, sonrió de lado y negó— ¡Ah! Y esta vez no es necesario que vayas de chismoso a contárselo a Darius porque ya sabe que me iré contigo y si me conoce si quiera un poco, sabrá que no solo te daré un abrazo de despedida. Además, él y yo solo somos conocidos, no hay necesidad de darle explicaciones —aclaré, sus ojos verdes se clavaron unos segundos en mí.
—¿Ustedes se acostaron de nuevo? —preguntó y negué. No lo hacía por celos ni posesividad, fue más una pregunta curiosa hecha por un amigo.
—Nada ha pasado entre nosotros desde la vez que nos conocimos en aquel memorial —ironicé y asintió.
Sin hablar más del tema me llevó a un bonito hotel cerca del aeropuerto y me despidió tal cual esperaba de él. Fabio sabía cómo tocarme y volverme loca, aunque lamentablemente desde hacía poco más de un año, me eché una maldición encima y desde ese día no volví a sentir nada en comparación a lo que sentí en los brazos de Darius Black.
Él sería mi castigo eterno y estaba consciente de tal cosa.
____****____
París fue mi primer parada. Terminé mis estudios en administración de negocios seis meses atrás y durante toda mi vida estuve ahorrando para hacer ese viaje que incluía varios países del mundo; miré la pequeña agenda donde marqué todo el itinerario y sonreí ya que lo hice desde que comencé la secundaria, mi letra me delataba y me sentía orgullosa de que después de tantos años, al fin estaba cumpliendo uno de mis sueños.
Llegué al hotel en el que me registré antes vía telefónica y luego de instalarme salí a caminar, a conocer la ciudad y a sacarme fotos en algún lugar pintoresco, lo hice sola, pero cuando vi a un chico guapo aproveché para pedirle que me hiciera una. Estaba en mi naturaleza coquetear y cuando la tarde llegó y fui a un acogedor restaurante para comer algo descubrí que terminé con cinco números telefónicos distintos. Me reí divertida pareciendo una loca y luego tiré a la basura aquellos números.
Un desperdicio.
Contando con que los dueños de aquellos números estaban realmente para chuparse los dedos, pero se cruzaron en mi camino en un mal momento, en un tiempo de descanso, así que perdieron su oportunidad. Abrí la agenda mientras bebía un poco de vino, ya había terminado de comer y fue algo bueno después de lo que vi en una de sus páginas, algo que me habría quitado el hambre si lo hubiese leído antes.
«Este es nuestro sueño y te juro que voy a cumplirlo, porque te amo y quiero darte siempre lo mejor, lo que te haga feliz mi pequeña escurridiza.
Con amor, Olek Sandr».
Tomé todo el vino que me quedaba de un sorbo y cerré con fuerza los ojos.
Odiaba que después de tantos años aquel infeliz me siguiera jodiendo la vida y que así como fue el chico de mis sueños, se hubiese convertido en la mayor bestia de mis pesadillas y odiaba no poder dejarlo en el pasado ni olvidarlo tras hacer todo lo que hice para lograrlo. Odiaba a Olek porque por su culpa me convertí en una mujer fría, llegué a sufrir fobias y me negaba a amar a alguien más, por su culpa me impuse reglas estúpidas y por su maldita culpa perdí a lo más importante de mi vida.
Acaricié mi estómago y pensé en Edward —mi mejor amigo gay—, el chico que por razones del destino también fue mi amante. Recordé a Jace, alguien que pudo ser mi amigo, pero que jodí por mis miedos; también en John Palmer, mi maestro, el hombre que quiso darme su amor sin restricciones y luego a mi mente llegó Darius, mi más reciente desliz, el único que representaba un verdadero peligro. Todos ellos fueron lastimados por mí y por el mismo mal nacido que escribió aquella nota en mi agenda y tras eso me destruyó sin pudor, sin remordimientos y desapareció de mi vida dejándome hecha cenizas y permitiendo que renaciera siendo alguien peor.
Con él tuve todo y también lo perdí todo.
Cogí mis cosas y salí de aquel restaurante tras pagar la cuenta, me fui directo al hotel y tomé una ducha rápida para luego meterme a la cama, antes de dormir tomé de nuevo aquella agenda y releí la nota que Olek me dejó años atrás, cuando juntos planeamos ese viaje que estaba haciendo sola. Rememoré mi vida en esos instantes y me transporté hasta el principio, al momento que me hizo cambiar, en el que decidí ser quien era y, supe que esa noche sería larga, pero necesitaba hacerlo.
Era masoquista tal vez, sin embargo, mi alma, mente y corazón me pedían volver al pasado, ver mis errores y aprender de ellos; necesitaba recordar la razón de ser tan perra, el motivo por el que protegía mi corazón y la necesidad que tenía de negarme a amar. Y fue fácil saber por dónde comenzar.
Suspiré con fuerzas y recordé dos frases, nueve letras, un nombre, un apellido y un sentimiento fuerte hacia el dueño de todo aquello. Para redescubrirme tenía que volver al pasado y lo haría, aunque doliera.
Olek Sandr, el principio de todo. Al fin pensaría de nuevo en ti.
_______________________________________
Propiedad de Jassy.
Obra registrada bajo derechos de autor.
Instagram: wattpad_jm
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top