Epílogo

cami9696 caroaynu caroliaann karenDG13 este sí es el final del final y no iba a despedirme de esta historia sin antes darles las gracias a ustedes. Las personas que siempre están para mí y no me abandonan a pesar de las peleas o desacuerdos. Gracias por ser mi mayor apoyo.

Gracias a todas y todos los que me leyeron y esperaron pacientes por cada capítulo. Gracias por hacer crecer a esta pareja y aceptarla tal cual era.

Nos leeremos pronto en una nueva aventura, la cual espero que amen igual o más que esta. Los amo mis corazones perversos.

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{Laurel}

Un año más tarde...

Estaba harta de las etiquetas, de lo que se podía hacer y lo que no; estaba cansada de actuar de acuerdo con lo que era correcto en un día como el que estaba viviendo e intuí que muchos o más bien todos olvidaron quién era yo. Era el día de mi boda y me sentía abrumada, todas las chicas estaban en la habitación terminando de arreglarse, la ceremonia comenzaría casi dentro de nada.

El aire comenzó a faltarme, me estaba ahogando e iba a desmayarme si no salía de ahí.

Ed me gritó cuando me vio salir y solo le saqué el dedo corazón como respuesta, era el organizador de mi boda y también un total cabrón cuando estaba en ese papel, así que antes de matarlo decidí irme unos segundos.

No usaba vestido blanco porque sentí que eso no iba conmigo, Isabella había recomendado que fuera de negro porque moriría mi putería — según ella —, pero lo que nadie comprendía es que yo seguía siendo una, pero solo con un hombre; así que no era necesario despedirme de nada. Sin embargo, mi vestido era rojo porque me describía a la perfección; llegaba hasta el suelo y como Ed lo había descrito, era en corte sirena, sin mangas o escotes, pero sí con una enorme abertura en mi pierna derecha y con pedrería que adornaba desde el pecho hasta una parte de mi cadera derecha. Mis tacos eran dorados y mi cabello estaba agarrado en unos nudos que al final quedaron muy hermosos, también llevaba pequeñas piedras de joyería en él y pasé del velo ya que nunca me gustó eso y no se veía bien con mi sensual vestido.

Antes muerta que típica.

Habían sido las palabras de Ed y me reí por su tan acertado comentario.

Cuando llegué al lugar donde sería la ceremonia y me arreglaría para mi gran momento, vi a un tipo que me dejó alucinada con su belleza; no era correcto y lo sabía, pero si no lo buscaba estaba segura que no sería capaz de llegar hasta la hora de mi matrimonio. Logré escabullirme de todos y entré a la habitación donde lo vi meterse tiempo atrás, sus ojos se abrieron demás al verme y con un gesto de mano le pedí silencio y con mi cabeza le indiqué que me siguiera.

El cuarto de vinos estaba helado, pero era el único lugar en el que no me buscarían ya que habían sacado antes las bebidas que se estaban sirviendo.

— ¿Qué desea señorita? — preguntó cuando cerré la puerta con seguro y sonreí divertida.

— Una opinión de cómo me veo.

— Muy hermosa y a punto de casarse — me recordó he hice un puchero por lo último.

— Busco una buena despedida de soltera, no la tuve anoche. La pasé demasiado aburrida a decir verdad — confesé y sus ojos brillaron con entendimiento — ¿Haz hecho de todo en el ámbito sexual? — comencé a subir mi vestido cuando hice esa pregunta y se lamió los labios.

— Casi, todavía no me he acostado con una mujer a punto de casarse — confesó y noté que su voz se había vuelto más gruesa.

— Estás de suerte, solo te pido que evitemos los besos porque vas a joder mi maquillaje y todos notarán lo que estuve haciendo antes de reunirme con mi prometido en el altar — sonrió a mi petición.

— Pobre de tu prometido, esta noche le costará superar lo que voy a hacerte — se mofó y eso solo me calentó más.

Dio el primer paso y llegó hasta mí, metió la mano entre mis piernas aprovechando que mi vestido ya estaba recogido y gemí cuando besó mi cuello y acarició mi centro con ímpetu. Tenía tres días de abstinencia, eso se traducía en un año para mí y ese tipo hacía un excelente trabajo con su mano; hizo a un lado mis bragas y gruñó cuando sintió mi humedad, sus dedos torturaron mi clítoris y casi grité cuando introdujo dos de ellos en mi vagina y con la palma de su mano sobó mi manojo de nervios. Iba a correrme solo con su mano, sus besos en mi cuello y en el lóbulo de mi oreja.

— Date la vuelta, esto tendrá que ser rápido porque tu novio ya está esperando por ti — avisó, vi el intercomunicador en su oído y entendí por qué sabía tanto.

— ¡Mierda! — me quejé, pero me di la vuelta y me apoyé en un mueble de madera que contenía botellas de vino.

El guapo chico subió mi vestido por la parte de atrás hasta dejarlo en mi cintura, deslizó mis bragas hasta mis rodillas y escuché cuando bajó la cremallera de su pantalón, el simple sonido terminó de activar mi libido y gemí cuando acarició mi raja con la corona de su polla. Estaba resbaladiza y no le fue difícil introducirse en mí de una sola estocada, maldije porque la intromisión brusca me provocó un leve ardor, aunque pronto el malestar se volvió placer cuando salió unos centímetros de mí y de nuevo me penetró.

Mis bragas me mantenía un poco cerrada, el material de ellas era delicado y en un arrebato de pasión que tuve, separé con fuerza mis piernas y logré que el material que las unía a los lados se rompiera, la tela cayó al suelo. El tipo que me follaba por detrás gimió de placer cuando fui libre y comencé a mover mis caderas para encontrar sus empujes, nuestros fluidos se mezclaron y sus manos se apretaron con mucha fuerza en mi cintura; dejaría marcas, pero después habría tiempo para preocuparme por ellas.

Tomé con fuerza el borde de aquel mueble y las botellas de vino amenazaron con caerse ante la fuerza de los empujes que yo estaba recibiendo, una de las manos de mi amante llegaron a mi centro y eso fue todo lo que necesité para correrme como tanto deseaba. Contuve un grito en cuanto el orgasmo me arrasó y mis espasmos siguieron cuando el hombre detrás de mí comenzó a correrse en mi interior y me llenó de su semen caliente. Por la cantidad de aquel liquido imaginé que el pobre también había tenido abstinencia y ambos nos estábamos desahogando en ese instante.

Lo observé por encima de mi hombro y le sonreí satisfecha de lo que acabábamos de hacer, lo vi sacar un pañuelo y me limpió cuando salió de mi interior, a pesar de todo tuvo esa delicadeza conmigo y eso solo me hizo sentirme más segura de lo que estaba a punto de hacer.

— Se supone que es de mala suerte ver a la novia antes de estar en el altar — dejó de ser mi amante, mi desliz antes de casarme y se convirtió de nuevo en el tipo que amaba.

— Deja eso para los novios comunes, tú y yo somos diferentes y la suerte me acompaña desde que te cruzaste conmigo en aquel cementerio — le recordé y sonrió.

— Te espero en el altar, amor — me despidió y me regaló un beso casto —. Ed se está volviendo loco porque no te encuentra y está jurando matarte porque piensa que me has dejado plantado — nos reímos por las locuras de mi amigo y ya más tranquila salí de aquel lugar.

Mi pecas era todo lo que necesitaba para sentirme en calma.

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{Darius}

Vi a Laurel irse del cuarto de vinos y sonreí por las cosas que me hacía hacer, mi vida a su lado carecía de aburrimiento y me ponía loco cuando una nueva fantasía llegaba su cabeza y me buscaba para cumplirla. Ella era mi chica perversa y cada día me esmeraba por ser su compañero ideal.

Mi hermana nos había hecho separarnos tres días antes de nuestra boda, lo impuso como un reto y a pesar de que accedimos y nos propusimos ganarlo, por momentos llegué a arrepentirme; estar lejos de mi preciosa estrella no era nada fácil y ambos nos estábamos castigando con esa separación. Lo que menos esperaba esa mañana era la propuesta que me hizo por medio de un mensaje de texto y la nueva fantasía que estaba teniendo.

«Mi Estrella: ¿Quieres ser mi desliz antes de la boda?

Desde que leí ese mensaje mi polla se endureció, hasta ella conocía lo que implicaban las fantasías de mi mujer.

—: ¿Qué deseas hacer?

Mi Estrella: Tener un amante antes de llegar al altar, a minutos de casarme de contigo.

—: ¿Me quieres como un hijo de puta o un tipo tímido al que tengas que seducir antes?

Mi Estrella: Quiero un poco de ambos, yo te buscaré cuando sea el momento».

Admitía que me puse un poco loco cuando no aparecía y casi me le fui encima en el momento que lo hizo.

Me sentía vivo al lado de aquella mujer y cada día me convencía de que era perfecta como era, no le hacía falta nada, ni siquiera lo que ella creía que era un defecto.

Es hora de que vuelvas, cuñado. La novia ya va a salir — avisó LuzBel por el intercomunicador en mi oreja.

— Estaré ahí en un segundo — aseguré.

Vi la braguita roja tirada en el suelo y la recogí antes de salir de aquel cuarto, en el bolsillo delantero de mi saco llevaba una rosa roja, pero al ver aquella tela entre mis manos supe que nada sería mejor que llevar eso. La acomodé como un pequeño pañuelo y me reí cuando vi el encaje sobresalir, mi futura esposa tenía mucha razón: nosotros no éramos los típicos novios.

Llegué al altar donde los padrinos esperaban por mí, Connor negó divertido al verme e intuí que sabía en donde había estado.

— Jane dijo que Edward casi mata a Laurel y solo espera verte para intentar lo mismo — me reí al imaginar al tipo, desde que se había casado meses atrás, se había vuelto un gruñón y solo sonreía cuando tenía a su esposo cerca — ¿Esa es una braguita? — preguntó de pronto al ver mi bolsillo y me reí.

¿Cómo lo supo?

— El encaje de ellas no pasa inadvertido ¿cierto? — respondí.

— ¡Mierda! Después de ser el más inocente de nuestro grupo, pasaste a convertirte en el más pervertido — aseguró y me sentí orgulloso.

— Tengo a la mejor maestra — vi al frente después de decir aquello y sonreí cuando la marcha nupcial comenzó a sonar.

La había visto rato antes, pero al volver hacerlo fue casi como una primera vez.

Mi preciosa estrella fugaz, mi maestra personal se veía perfecta en aquel vestido rojo y la joyería que usaba y el maquillaje solo eran un extra para su despampanante belleza. Su cabello negro brillaba con el tenue sol que nos acompañaba esa tarde y la sonrisa que me regaló al verme solo me hizo sentir más afortunado; LuzBel la escoltaba hasta mí, el señor Stone todavía estaba en la cárcel, pero lo fuimos a visitar para pedirle la mano de su hija solo como un ritual. El hombre pagaba sus culpas, mas la felicidad que sintió cuando su única heredera lo visitó, alivió todo lo que sufrió y supe que para él cada cosa mala vivida en ese tiempo valía la pena, sobre todo al confirmar que Laurel lo estaba comenzando a perdonar y lo quería en su vida, nuestras vidas.

Mi cuñado ocupaba aquel lugar tan privilegiado para una mujer y estaba seguro de que era el único que merecía llevar del brazo a esa chica que para él era como su hermana. Dasher iba al frente de ellos con mi hermosa sobrina Leah, vestían igual a nosotros y muy dentro de mí sentí una incomodidad al pensar que algún día esa pequeña estaría en otra posición y solo deseé que el tipo que la llevara al altar la mereciera e hiciera feliz.

Por supuesto que mis sobrinos gemelos también eran parte del cortejo nupcial junto a mi bella Abby, Isabella estaba como una dama de honor y saboreé la gloria al verme y sentirme al fin en ese día tan esperado para mí, rodeado de mis amigos y mi verdadera familia, incluida Celine, con quien ya tenía una verdadera relación de hermanos.

— Cuídala, porque si la haces infeliz, te mato — advirtió LuzBel cuando me cedió su lugar.

Había devuelto mi advertencia y sonreí por eso.

Sin embargo, no tenía por qué preocuparse, yo me desvivía por la mujer frente a mí y mi mayor objetivo era hacerla feliz.

— Bonito pañuelo — halagó ella cuando notó mi bolsillo.

— Regalo de una hermosa damisela en apuros a la cual ayudé hace rato — dije y quise besarla, pero iba a aguantarme hasta ser declarados marido y mujer.

El sacerdote comenzó la ceremonia cuando estuvimos listos y yo no podía dejar de ver a mi preciosa estrella ¿Quién nos iba a imaginar en aquella situación? Pocos lo creyeron y casi todos tomaron a broma cuando dije que mi tarea era atraparla. Estaba callando la boca de muchos estando ahí, ansioso por unirme a mi único y verdadero amor.

Encontré todo en Laurel Stone.

Por eso en la fiesta de nuestra boda, cuando bailamos por primera como marido y mujer escogí la canción de «Solamente tú» misma que describía todo lo que sentía por ella, por mi amiga, mi amante, mi novia, mi esposa, mi maestra, mi compañera, mi pervertida.

Mi primer amor y el último.

La vida me dio al mejor de los hijos y junto a él a la mejor de las mujeres.

— Nunca imaginé que me enamoraría de una mujer como tú — dije en su oído mientras la hacía girar en la pista.

— ¿Y cómo es una mujer como yo según tú? — quiso saber y di un beso casto en sus labios.

— Una que fue y vino fácil del infierno, que se quemó, pero luego se limpió las cenizas y todavía tuvo el descaro de reírse del diablo porque estaba segura de que era más fuerte que todas las pruebas que se le pusieran enfrente — sus ojos se volvieron brillosos por lo que le habían causado mis palabras, aun así me regaló una hermosa sonrisa.

— No fue fácil pasar por todas esas pruebas, mas siempre recordé que cada cuesta abajo siempre tiene una subida y caminé por ella en tacones, siempre subiendo un peldaño más hasta llegar a donde estoy ahora — a mi lista también le agregaba que era mi luchadora, una que jamás se dejaba vencer.

— También recuerda siempre que eres la estrella más brillosa que ilumina mis noches.

— Gracias por salvarme — respondió y entonces fue ella quien me besó.

Pero el agradecido era yo, me dio una segunda oportunidad y con ella una eternidad de felicidad.

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Había pasado casi un año de nuestra boda y en ese tiempo logramos más de lo que nos propusimos en la vida. Mi objetivo más importante después de hacer feliz a mi familia era el poder darle amor a aquellos niños que fueron abandonados, Laurel era mi mejor compañera en eso junto a Dasher, pero teníamos el problema de enamorarnos de cada niño que necesitaba de nosotros y después de buscar una segunda adopción entendimos que no sería fácil escoger. Fue por eso por lo que con la ayuda de un amigo del gobierno logramos abrir una casa hogar a la que llamamos «Pequeño Ángel» y en ella albergamos a todos aquellos pequeños que deseábamos como hijos; amor, salud, comida y bienestar en general era lo que más tenían y era una felicidad inexplicable la que sentíamos cada vez que llegábamos y los niños que la habitaban nos recibían con furor. Algunos nos veían como sus verdaderos padres y a Dasher como hermano y la satisfacción era enorme al ver realizado aquel gran sueño.

Pero nuestros sueños eran interminables y hubo uno en especial que nos volvió locos: un hijo biológico.

— ¿Llevas todo? — le pregunté a mi esposa. Sus nervios eran evidentes, pero más la emoción.

— Todo — aseguró colgando en su hombro un enorme bolso repleto con ropa de bebé en varios colores.

Salimos para el hospital y por supuesto nuestro hijo nos acompañaba, allá nos esperaba nuestra nueva ilusión y una enorme bendición que la vida nos había dado.

Antes de casarnos, Laurel se sometió a estudios para ver si sus óvulos eran aptos para fecundar, al principio no obtuvimos noticias tan buenas ya que tenía un conteo pobre de ellos, sin embargo, su doctora la hizo tomar unos tratamientos y un mes después de habernos casado llegó la mejor noticia de nuestras vidas: la fertilización in vitro había sido efectiva y el vientre de alquiler estaba listo.

Al principio nos sentimos reacios a aquel proceso ya que creíamos que no era justo arrebatar un bebé de su madre, en nuestro caso era el óvulo de Laurel y mi esperma el implicado, pero igual sentíamos que la mujer que lo llevaría en su vientre también era madre de ese ser. Sin embargo, en la clínica de fertilización nos explicaron todo y nos mostraron a la mejores mujeres para llevar a nuestro a bebé y al final nuestra ilusión pudo más y accedimos a intentarlo. No quisimos tener esperanzas en aquel proceso hasta que aquella noticia llegó y fuimos parte de todo el proceso, mismo que estaba llegando a su fin cuando esa mañana nos llamaron para hacernos saber que nuestra elegida había entrado en labor de parto y nuestro bebé estaba a punto de ver la luz del mundo.

No quisimos saber el sexo hasta que naciera y fue lindo por parte de mi hermana, organizar una fiesta para el bebé aun cuando Laurel no lo llevaba en su vientre. Mi hermosa estrella fue sorprendida y todos sus amigos la hicieron sentir como lo que en verdad era: una verdadera madre.

— ¿Lista para verlo nacer? — tomé su mano y pregunté mientras iba conduciendo. Ella estaría presente en el parto, a mí se me negó esa oportunidad por privacidad de aquella mujer, pero me conformaba con saber que pronto tendría a mi hijo o hija en mis brazos.

— Más que cuando te di el sí — me reí por su broma, sabía que se moría de los nervios e intentaba olvidarlos por un rato —. Todavía no me lo creo — susurró y acaricié su rostro. Tampoco yo terminaba de creerlo.

Pasé casi cinco horas en la sala de espera y junto a Dasher nos estábamos volviendo locos, Laurel me mantenía al tanto de todo y traté de comportarme como un adulto para no alterarla con mis preguntas e impaciencia ya que ella estaba igual.

Miré a Dasher cuando estaba dormido en mis piernas y acaricié su mejilla, pensé en Laurel estando a punto de recibir a nuestro bebé y solo pude dar gracias; era algo que no me cansaba de hacer cuando pensaba en cuan completa se estaba volviendo mi vida. Tenía a la mejor esposa, al mejor hijo, a la casa hogar Pequeño Ángel, a mis sobrinos y mis hermanas, tenía amigos de verdad y una madre que estaba seguro de que me cuidaba desde cielo junto a Amelia — mi luchadora hermana — y pronto a un pequeño o pequeña de mi propia sangre, mío y de la mujer que tanto amaba.

— ¡Pecas! — miré a Laurel cuando salió de la sala parto, todavía llevaba un traje especial verde y un gorro que no dejaba ver su cabello. Mi corazón se desbocó al verla con sus ojos y mejillas mojadas por las lágrimas y un brillo inconfundible en sus ojos.

Dasher despertó al oírla y se puso de pie de inmediato, lo tomé de la mano e hice lo mismo.

— ¿Ya está aquí, mamita? — preguntó soñoliento y emocionado, mi preciosa mujer no pudo hablar y solo asintió llorando como nunca lo había hecho.

— Es una niña, nuestro milagro es una mujercita. Nuestra Essie — logró decir con su voz ahogada y llegué a ella para abrazarla con fuerza.

Mi propia princesa, mi sueño más anhelado, mi pequeña estrella al fin estaba en mi mundo.

Essie Black Stone.

La replica exacta de su madre, eso fue lo único que pude pensar cuando al fin la tuve en mis brazos horas más tarde. Mi nena brillaba con luz propia al igual que su madre y más orgulloso no podía estar, al ser recompensado con dos mujeres que de seguro seguirían poniendo mi mundo patas arriba, pero tenía a Dasher para compartir aquella locura, él sería mi mejor aliado.

Nadie se imaginó nunca que mi verdadera felicidad llegaría de la mano de una mujer perversa y un pequeño que lo perdió todo por cuestiones de la vida.

El destino y la vida misma actuaban de formas misteriosas y al fin podía decir de corazón que todo lo malo que pasé valió la pena y comprobé lo cierto de las palabras de mi amada Laurel Black, ella me enseñó que toda cuesta abajo tenía una subida y aunque yo no las caminaba en tacones, sí lo hacía de su mano.

Nuestra historia había dado un giro total porque después de una perversa seducción, encontramos el verdadero amor, uno sin prejuicios, sin pasado, sin rencores, sin secretos, sin miedos, sin limitaciones, sin género. Pero sí cargado de pureza, fidelidad, admiración, respeto y pasión.

Mucha pasión.

Nuestra verdadera vida al fin estaba comenzando y por primera vez comprobamos que cuando se amaba, no había imposibles.

Mi estrella fugaz había cumplido todos mis deseos y me convertí en el mayor portavoz y defensor de que los milagros sí existían.

El mío era mi familia.

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