El Huésped
La mayoría habló y cumplo 😊😊
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Disfruten y nos leemos el martes.
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{Laurel}
Tiempo pasado...
No sabía explicar cómo me sentí luego de la respuesta de aquel chico, de alguna manera era una masoquista al desear a un tipo que solo había mostrado que no le agradaba para nada. Pero mi pregunta era ¿por qué? Si bien era cierto que nuestro primer encuentro no fue el mejor, eso no significaba que en verdad me molestara que él se quedara en casa, todo lo contrario, me agradaba.
Tener un hombre tan caliente a tú alcance siempre era una suerte.
Analicé mi situación un instante y comprendí que en el centro de rehabilitación en el que pasé metida un año, superé mi adicción a las drogas, pero no a todas; seguía siendo una adicta al sexo y eso creo que no tenía cura, tampoco quería que tuviese. Pensé de nuevo en Jace y en cómo comprendió mal mi comportamiento, mi molestia fue por la falta de interés de mis padres. Dejarme a solas con un tipo tan guapo y no pensar que algo podía suceder solo se debía a que les importaba una mierda lo que pasara conmigo o lo que hiciera con mi vida, igual eso no tenía que molestarme porque al final ellos habían superado la etapa de la desconfianza post cagada con las drogas y Olek. Aunque yo no superaría jamás la cagada de ellos hacia mí.
Decidida a aclarar la situación y así evitarnos una mal convivencia con Jace, subí hasta llegar a su habitación donde me percaté antes que se había metido y toqué la puerta con suavidad, minutos después él abrió y su rostro al verme fue de puro fastidio.
¡Fantástico!
—¿Vienes a expresarme tu descontento porque viva aquí? —bufó y caminó hacia la cama, dejó la puerta abierta y como estaba en mi casa decidí pasar sin ser invitada.
—No —respondí segura—. Mira, lo que me acabas de decir allá abajo no me agradó —aclaré y vi que sonrió sin gracia dándome a entender que le importa una mierda si me gustó o no; decidí ignorarlo— sin embargo, quiero pedirte una disculpa por cómo te recibí cuando mi padre nos presentó —Capté su atención y noté que me miró con sorpresa—. No me molesta que vivas aquí, de hecho me agrada —Sonreí de lado sin mostrarme tan perra— y si fui cortante y grosera es solo porque me molesta que mis padres sean tan desinteresados conmigo —expliqué y no tenía por qué decir tanto, pero el chico me agradaba y no solo por ser hombre y estar bueno—. Bien, dicho esto quiero que sepas que para mí también eres bienvenido en mi casa.
«Y si quieres, por una sola vez también eres bienvenido entre mis piernas».
Eso evité decirlo en voz alta. Jace no dijo nada así que decidí dar la vuelta y marcharme para dejarlo en su espacio y que asimilara lo que le acababa de decir.
—¡Espera! —pidió deteniendo mi paso y me giré para verlo— Discúlpame también por lo que te dije, solo creí que eras igual a esas chicas mimadas que se creen el centro del universo —Sonreí ante tal estúpido pensamiento—, la muerte de mi padre me ha afectado mucho y no pienso en lo que diré —Me tensé un poco por lo que dijo y al verlo mal por la muerte de su padre.
—¿Y tu madre? —cuestioné ya que me parecía extraño que no la mencionara.
—No quiero hablar de eso —espetó y me desconcertó su forma tan brusca de hablarme y lo notó—. Perdón, pero es un tema muy difícil para mí —agregó para que olvidara su tono de enfado.
—Está bien, Jace, espero que nos llevemos bien de aquí en adelante —Sonreí y me despedí.
—Me intriga mucho tu manera de ser —señaló y lo vi interrogante, otra persona hubiese dicho lo siento por lo de mi padre.
—Y que lo dijera, ¿quitaría tu dolor? —pregunté y lo vi sonreír, luego negó en respuesta. Tenía una bonita sonrisa— No me gusta ser hipócrita y la verdad no conocí a tu padre, decir lo siento no sería correcto —Recordé las palabras que una vez me dijo LuzBel cuando yo decía lo siento sin sentirlo y me prometí no hacerlo jamás solo por hipocresía.
Además, creía que para morir habíamos nacido así que era mejor tener claro eso y aceptarlo. Y sí, la vida era hermosa y nadie quería perderla o perder a un ser amado, yo no quería morirme a pesar de ya haber perdido mucho en mi corta vida, pero en algún momento mi hora llegaría así que por eso decidía vivir mi vida y disfrutar al máximo antes de que mi momento de ir al infierno llegara.
Porque estaba consciente que para allí iba.
—Me gusta tu sinceridad, Laurel —halagó y no supe por qué ese simple comentario me hizo sonrojar—. Estoy seguro de que sí, nos llevaremos bien —Asentí y salí de su habitación sin esperar a charlar más.
Conocer un poco de él sin esa arrogancia que lo caracterizaba me hizo ver que no era un mal chico. Herido y dolido sí, pero era lógico después de perder a su padre; yo me volví peor tras perder a mi bebé.
Fui a mi habitación y me puse a hacer un trabajo que nos habían dejado en la universidad, mi móvil vibró y al revisarlo vi que era una solicitud de amistad de mi nuevo maestro. Sonreí cuando me di cuenta de que no le caí tan mal al señor Palmer, sin embargo, decidí no aceptarla por el momento para no mostrarme tan necesitada, pero... como siempre mi curiosidad fue grande y me fui a su perfil, tenía muchas imágenes públicas y algunos vídeos en los que salía en el gimnasio haciendo sus rutinas. Me quedé embobada admirando su cuerpo musculoso —ese que no pude apreciar bien por la ropa— y pensé en todo lo que podía hacer con un hombre como él. Me alegraba no ver ninguna foto en la que saliera con alguna mujer ya que iba a ser una lástima follármelo y que ella se pudiese enterar, no quería causarle ningún problema, al contrario, quería hacerlo que se relajara con una buena dosis de sexo salvaje.
Más tarde, cuando había terminado todo, cambié mi pijama por un mini short de mezclilla azul gastada —tres centímetros abajo de mis nalgas— y una camisa de tirantes blanca y bajé a la cocina a prepararme algo de comer; reproduje en mi móvil una serie de canciones y mientras bailaba comencé a sacar todo lo que iba a necesitar del refrigerador. Me decidí por milanesas de pollo y una ensalada; al ritmo de la canción que sonaba movía mis caderas, coloqué el sartén en la estufa ya encendida y cociné con mucho ánimo. La melodía hacía que a mi mente llegaran las imágenes de todo lo que pasó la noche anterior, lo que Edward me hizo se reprodujo como si lo estuviese viviendo de nuevo y sentí que comenzaba a humedecerme solo con los recuerdos.
Debía admitir que no sabía cómo iba a hacer para no desear a mi amigo de nuevo.
Cerré los ojos un instante para tratar de controlarme y respiré profundo para olvidar todo, pero mis recuerdos fueron sustituidos por las imágenes del maestro Palmer con su cuerpo lleno de sudor mientras se ejercitaba.
Vaya que era zorra.
—Que bien huele —Esa bonita voz interrumpió mis pensamientos y me giré para verlo.
¡Carajo! A veces deseaba dejar la zorres, pero la vida se empeñaba en que siguiera por ese camino.
Jace estaba parado bajo el marco de la puerta de la cocina, solo usaba los pantalones caídos bajo su cadera y dejaban ver la cinturilla de su bóxer, no utilizaba camisa lo que me permitió ver su torso desnudo y sus músculos marcados bajo su piel.
—Estoy preparando milanesas de pollo y ensalada —dije tratando de salir de la idiotez en la que me encontraba— ¿Quieres? —Asintió en respuesta y se sentó en uno de los taburetes de la isla.
—Pensé que no eras de las que cocinaban —soltó—, creí que vivías pidiendo comida a domicilio o comiendo en restaurantes —Rio por sus suposiciones.
—Tengo muchos dones ocultos —señalé con una sonrisa provocadora y esperando a que entendiera el doble sentido—. Además, con tanto tiempo sola en algo me debo entretener.
—Hay situaciones en las que es preferible que tus padres no se interesen en ti y te dejen vivir solo —analizó y entendí que su vida no era mejor que la mía.
—Lo dice alguien que nunca ha tenido que vivir la mitad de su vida siendo ignorado por sus padres, esos seres que en lugar de amarte te han dañado y, deseando compañía así sea solo para las fechas especiales — Lo miré y tomé dos platos para servir la comida.
—Es cuestión de perspectivas, pero por lo que veo los dos hemos tenido y tenemos una vida de mierda.
—Exacto —concordé con él.
Terminé de servir la comida y me senté frente a Jace. Platicamos y me habló un poco de su vida; el motivo por el que estaba en casa era porque su padre dejó un testamento muy difícil en el que su madre era la heredera principal, pero ella no se encontraba en condiciones para tomar posesión de todo —y el motivo de eso se lo reservó—. Le tocaría a él seguir un proceso antes de ser nombrado el heredero de total, mientras tanto, debía mantenerse al margen y eso lo llevó hasta a mi hogar.
La música se interrumpió cuando mi móvil comenzó a sonar, me fui hacia donde lo había dejado y vi que era un mensaje de texto de Edward, sonreí cuando lo leí y respondí de inmediato.
Nolan vino a casa por mi hermano, nos hemos cruzado y creo que se sonrojó al verme. ¿Será que le gusto?
Creo que recordó lo que sucedió anoche, seguro que le gustó más de lo que algún día aceptará.
Volví a mi lugar y dejé el móvil sobre la isla para seguir hablando con Jace y no pude evitar preguntarme por qué había bajado sin camisa y no era que me quejara por eso, pero sí me torturaba mucho las hormonas verlo así.
—Y... ¿Tienes novio? —la pregunta de Jace me descolocó un poco.
—No —respondí segura y extrañada, cuando iba a decir algo más mi móvil volvió a sonar, en la pantalla de este se desplegó un recuadro con el mensaje de Edward y me sonrojé al ver que Jace lo había visto.
Nuestra noche fue fantástica gracias a ti.
Decidí no responder y guardé el móvil en uno de los bolsillos de mi short, Jace me observó con una ceja alzada y una sonrisa divertida y solo pensé en lo inoportuno que fue ese mensaje.
—Entonces... ¿No tienes novio? —repitió, pero esa vez noté la burla en su voz.
—Es un amigo y no es lo que piensas —mentí y caí en cuenta de que su pregunta me puso nerviosa— ¿Y tú?
—No soy un tipo de novias, me divierto, pero hasta ahí —Sonreí irónica por su respuesta.
—Eres igual que yo —confesé— ¿Y hay mucha diversión en tu vida? —seguí con mi interrogatorio sin dejarlo decir nada por lo anterior.
—No me quejo. ¿Y en la tuya? —La conversación había tomado otro rumbo e instintivamente crucé mis piernas e hice más presión de la necesaria.
—Tampoco me quejo —Y como la perra que era, luego de responder tomé un esparrago y lo llevé a mi boca, antes de meterlo en ella saqué la lengua y lamí la punta para luego morderlo, Jace tragó fuerte y sonrió por lo que hice.
—Ya, veo que eres una chica muy juguetona —susurró acercándose un poco a mí a través de la isla— y a mí me gusta mucho jugar —agregó y justo cuando creí que algo iba a suceder entre nosotros, el timbre de la casa sonó con demasiada insistencia— Salvada por el timbre —farfulló haciendo que sonriera con diversión.
«Mi nuevo huésped haría de mi soledad muy entretenida».
Caminé hacia la puerta y maldije al escuchar lo persistente que era la persona que llamaba, abrí con el fastidio reflejado en el rostro y más cuando vi a una rubia platinada, esbelta y vestida como la réplica de una barbie que sonreía mostrando todos sus dientes como si estuviese en un anuncio de crema dental.
—¡Hola! Tú debes ser parte del personal —habló con voz chillona y me reí satírica de eso.
—¡Hola! Tú debes ser vendedora de... pelucas —respondí de la misma manera que ella viendo su cabello.
—¡Aww! Que graciosa eres —su voz en verdad era muy molesta.
—¿¡Andrea!? —la voz de Jace nos interrumpió y la chica sin ser invitada pasó y se fue hacia a él
—¡Oh, Cariño! Sí estás aquí. Creí que no te encontraría —Se aferró a él en un abrazo estrujador y luego le dio un beso casto en los labios.
El cabrón si tenía novia y la negó.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? —Antes de que ella respondiera carraspeé para que recordaran que estaba ahí, en mi casa— Lo siento, Laurel, ella es Andrea Folk. Andrea, ella es Laurel, la dueña de la casa —agregó y le agradecí la aclaración.
—Hola, Laurel y perdón por lo de antes —Su disculpa fue un descaro de la hipocresía, pero lo pasé—. Como escuchaste, soy Andrea la prometida de Jace —Reí con burla al oír eso, la chica quería marcar su territorio sin saber que eso era algo que a mí no me importaba.
—Mucho gusto, Andrea —Me acerqué a ella con fingida simpatía—. Soy la dueña de la casa como lo dijo Jace y pronto también su mejor amiga —Le di un pequeño abrazo de saludo y cuando lo hice, le guiñé un ojo a Jace y sonreí con picardía, él mordió su labio para evitar sonreír, sabía que eso le divertía al igual que a mí.
Me despedí de ellos para dejarles privacidad y me marché a mi recámara, ahí aproveché para responder los mensajes de texto de Edward y de paso decidí aceptar la solicitud del maestro Palmer, pero antes de hacerlo escribí algo en mi perfil para que él lo viese.
Las clases al fin dejarán de ser aburridas. Ansío que llegue el lunes.
Enseguida de eso acepté la solicitud y minutos más tardes comenzaron a caer algunas notificaciones de respuestas que dejaban en mi publicación y de personas que le daban un me gusta. Me vestí con ropa más cómoda y me cepillé los dientes, las horas habían pasado pronto y la hora de ir a la cama llegó, pero antes de lograrlo me vi interrumpida por unos golpes en la puerta de mi cuarto; fui a abrirla y me encontré con Jace, esa vez usaba un pantalón de pijamas a cuadros, muy bajos en sus caderas y al no ver que se asomaba la cinturilla del bóxer imaginé que no usaba nada. Cerré los ojos con fuerza y traté de ignorar ese hecho.
—¿Duermes así? —preguntó un tanto sorprendido al verme solo en mi pantaleta corta o cortísima para ser sincera y una camisa blanca, sin mangas que dejaba descubierto mi ombligo y ya que no usaba sostén, los pezones se me marcaban.
—A veces duermo desnuda —respondí jugando un poco.
—Interesante —murmuró—. Quería preguntarte si Andrea puede quedarse esta noche —No es lo que esperaba que dijera, pero igual no me importaba.
—Si quieres pasar una noche aburrida, por mí no hay problema —Jugueteé con el dobladillo de mi camisa.
—¿A qué te refieres? —preguntó, él sabía a qué me refería y le encantaba hacerse el idiota.
—Buenas noches, Jace —dije sin responder su pregunta y sonrió.
—Buenas noches, Laurel —contestó y cerré la puerta de mi cuarto.
Esa noche tenía mucho material para fantasear... y yo que quería irme a la cama como una niña buena.
Pero si creía que mi noche llegaría hasta ahí, estaba muy equivocada; el maestro Palmer me sorprendió enviándome un mensaje privado a mi cuenta en la red social, me emocioné mucho y luego sentí una punzada de decepción cuando todos sus mensajes se limitaron al estudio y en todo momento fue muy respetuoso. Él no era viejo, al contrario, era muy joven y guapo, era el tipo de hombre maduro que cualquier mujer deseaba y con el que muchas fantaseábamos y por lo mismo creí que intentaría algo más conmigo. Claramente me equivoqué.
Así que... está ansiosa por regresar a clases señorita, Stone.
Ese mensaje me hizo sonreír satisfecha al haber captado su atención.
La verdad sí y mucho.
Mi respuesta fue corta y solo para darle una señal le agregué una carita haciendo un guiño.
¿Por algún chico?
¡Maestro! Esa es una pregunta muy personal, ¿sabe? Pero no es por un chico, más bien es por un hombre.
Afortunado hombre. Solo espero que eso no la distraiga de sus estudios y perdón si la incomodé con mi pregunta.
Vaya, la conversación con el maestro me estaba calentando mucho —¡Queee raro! —, su seriedad me intrigaba y a la vez me hacía desearlo más. Sabía que intentaba hacerse el serio, pero por dentro algo me decía que deseaba lo mismo que yo.
Maestro, no me incomodó para nada y no le prometo no distraerme, sobre todo en su clase.
¿A qué se debe eso?
A que el hombre que me hace querer regresar con ansias al campus también estará en esa clase y ojalá él también se considere afortunado.
Pasaron unos minutos y él no respondió, me decepcionó, pero no perdía la esperanza de hacerlo caer en algún momento.
Señorita Stone, solo le pido que considere estar atenta a mi clase, ese hombre deberá comprender que el estudio es importante y que tendrá mucho tiempo después para distraerla. La espero el lunes, que tenga una buena noche.
Seco y directo, serio y estricto, maduro y muy guapo. ¡Joder! Esa era una combinación muy peligrosa y atrayente para mí. Decidí dejar hasta ahí mis insinuaciones y me despedí él; una despedida muy característica de mí.
El único en quien me distraeré será con usted, señor Palmer de eso no tenga duda, considero que tenerlo como maestro será muy interesante. Igual, le deseo una buena noche... Hasta el lunes.
Bloqueé mi móvil sin esperar respuesta y me fundí entre las suaves sábanas de mi cama con una sonrisa cínica en el rostro, deseando caer en los brazos de Morfeo y rogando por tener sueños candentes con un chico rubio o con un gay que me había dado hasta el momento el mejor orgasmo de mi vida y si no era mucho pedir... con un maestro caliente y de cualidades que me intrigaban.
Quería portarme muy mal en mis sueños...
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