Cruel y Frío Invierno

Minely_23 Feliz cumpleaños.

Dios te bendiga y deseo que te regale muchos años mas de vida, disfruta de este pequeño regalo mío.

Disfruténlo todos y gracias por el apoyo.

Sé que muchas y muchos quieren que actualice mas rápido, pero actualmente se me hace difícil ya que estoy con la edición de CdH y eso me consume mucho tiempo, prometo que al terminar con ello, me meteré mas de lleno en PS y les complaceré.

Gracias a los que me estan apoyando con este nuevo proyecto. No olviden que los amo.

Nos leemos el martes 😚😚

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{Laurel}

Tiempo pasado...

Estaba que me cagaba del miedo y no necesitaba esa actitud de su parte, era una niña sí, eso no significaba que él me iba a hacer sentir culpable de algo en lo que participamos los dos y eso me hizo sentir con su manera de hablarme.

—Me hice seis pruebas, Olek. ¿De verdad quieres que te lo repita? —cuestioné molesta.

Nos miramos fijo, para ese momento mi miedo fue opacado por la molestia y la incredulidad de verlo a él a la defensiva, retándome como si yo solo buscaba joderlo. Minutos después relajó el ceño y me mostró otra cara.

—¡Dios! —exclamó llevándose las manos al rostro y lo restregó con fuerza, logré ver el temblor que lo atacaba y me di cuenta de que estábamos igual de aterrados— Amor, perdóname, pero.... esto me supera —habló casi en un susurro y volvió a tomar mis manos, se encontraba tan helado como yo—. Nos concentramos demasiado en hacer planes para el futuro, soñamos mucho y se nos olvidó cuidarnos —aceptó y un poco de tranquilidad me embargó— ¿Qué pasará con esos sueños? —Me reí, era la persona menos indicada para responderle— ¿De cuánto estás?

—No lo sé, aunque supongo que de unas cuatro semanas —Sí, suponía. No podía ser mucho porque mi retraso apenas era de una semana. Suspiró con demasiada fuerza y desordenó su cabello, lo vi llamar a una mesera y la chica llegó de inmediato.

—¿Tienes algo que me ayude a calmar los nervios? —le preguntó y me habría reído si hubiésemos estado en otra situación. La chica asintió y le dijo todos los tipos de té que tenían —Tráeme dos por favor y bien cargados —Ni siquiera preguntó si yo quería, solo lo asumió, me conocía y sabía que yo estaba peor que él—. Te haré una pregunta y no me lo tomes a mal —advirtió cuando la mesera se fue con el pedido y mi estómago hizo una revolución horrible—. Nos acabamos de joder la vida, Laurel, aunque creo que hay solución —Mi corazón se aceleró demasiado al intuir lo que iba a decir— ¿Quieres tener a ese bebé? Porque si no, puedo....

—No termines eso, Olek, te lo suplico —Estaba a punto de llorar, él lo notó y se pasó a mi butaca para abrazarme con fuerza.

Me sentía aterrorizada de una manera inexplicable, estaba consciente de que mi vida iba a dar un giro de ciento ochenta grados y todos mis sueños y planes quedarían para después, mis padres me matarían, la gente se burlaría y apoyaba y respetaba las decisiones y deseos de cada persona; vivía en un país libre donde mi cuerpo era mío y podía hacer con él lo que quisiera, pero jamás pasó por mi mente la probabilidad de abortar y me sentí enferma en ese instante que Olek lo insinuó porque a pesar de todo lo difícil que mi vida se volvería, pretendía asumir mis errores y enfrentar las dificultades que se avecinaban sin dañar a esa pequeña cosita en mi vientre.

—Lo sé, perdón, perdón, perdón —repitió mientras me abrazaba y sobaba mi espalda de arriba a abajo. Contuve mis lágrimas y disfruté de aquel abrazo que tanto necesitaba—. Estoy asustado, cariño, por eso estoy pensando estupideces. No te voy a obligar a nada y si deseas tener a ese bebé, te juro por Dios que estaré a tu lado, no te voy a abandonar, Laurel —aseguró y esas palabras me dieron fuerza, eso era todo lo que necesitaba escuchar de su parte.

—Te amo tanto —dije en su oído, con la voz atestada miedo.

Respetaría si él decidía hacerse a un lado y dejarme sola ya que a pesar de ser una niña, no pretendía amarrarlo a mi lado, no obstante, me sentí bendecida porque en ese instante me apoyó y no me abandonó.

—Y yo a ti, te amo demasiado y vamos a salir de esta —Me tomó por sorpresa cuando llevó su mano a mi vientre y lo acarició—, se los prometo —Mis ojos se abrieron demás y una lágrima rodó por mi mejilla.

Ambos éramos niños y nos obligaríamos a madurar por el bien de la personita en mi panza, pero él estaría ahí para mí, lo sabía y fui feliz al saber, al confirmar una vez más que Olek no era el tipo que los demás creían, a mí me había demostrado ser el ser humano mas bueno del planeta y no me abandonaría.

Pasamos el resto del día juntos, un tanto pensativos y asustados, modificando los sueños que ambos teníamos, pero no cambiándolos, fue así como él lo dijo; había planes que tenían que ser modificados y otros pospuestos por un tiempo, pero íbamos a cumplirlos, de eso estábamos seguros. Cuando la noche llegó decidí irme a casa, mis padres llegarían pronto y no deseaba que me encontraran fuera, le insistí a Olek que no era necesario que me acompañara ya que habíamos decidido no decirle nada a nuestros padres aún, sin embargo y como ya sabía, decidió dejarme en casa y no hubo nada que lo pudiese evitar.

—Te veo mañana en la escuela —recordó cuando ambos estábamos frente a la entrada de mi casa—. Duerme bien, amor, lo necesitas —pidió y asentí.

Sonreí cuando metió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, Olek tenía la capacidad de hacerme sentir como una chica de Disney.

Embarazada, pero chica Disney al fin.

—Gracias por seguir aquí —susurré, se acercó y besó mis labios, fue un beso rápido que incluso así me dejó embobada.

—No podía ser diferente —aseguró.

Lo vi irse luego y suspiré fuerte antes de entrar a casa, un poco de tensión me abandonó al saber que Olek seguiría a mi lado y al menos la carga que según yo significaba ser madre cuando aún no terminaba de ser niña, ya no pesaba tanto. Saqué mi llave para abrir la puerta y antes de lograrlo la misma se abrió sola, bueno, no sola. Dana Stone, mi madre estaba detrás de ella y me veía con su característica mirada gélida.

—¡Hola, mamá! —saludé con entusiasmo, no la veía desde hacía un mes.

—¿Quién era ese chico? —preguntó sin ocultar su molestia, no había emoción por verme al fin y me dolía, aunque era estúpido de mi parte esperar alguna cuando las únicas veces que la veía emocionada era al irse de viaje con mi padre.

—Gracias, mami, he estado bien ¿y tú? —ironicé y me observó con cara de pocos amigos, luego cerró la puerta de golpe, di un respingo por el fuerte sonido y supe que no era momento de ponerme graciosa— Es mi novio, lo habría invitado a pasar si hubiese sabido que ya estaban en casa, pero como lo ignoraba, lo dejé ir. Ya sabes, no es correcto que una chica de mi edad meta chicos en casa cuando está sola.

¡Uf! Sabía que estaba comenzando mi vida en la hipocresía con eso, ya había dejado entrar a Olek hasta en mis rincones prohibidos, no obstante, era algo que mi adorable madre no debía saber. No en ese momento al menos.

—¿Cómo se llama? —siguió con su interrogatorio.

—Olek Sandr y antes de que preguntes lo que ya sé que quieres saber. Es de buena familia, es un año mayor que yo y vamos a la misma escuela —Me hice la ignorante referente a la familia de Olek y deseaba que ese no fuese otro problema que sumar a mi lista porque ya era muy larga.

—Sé de qué familia es, los Sandr son conocidos en la ciudad y por si no lo sabías, también nuestra competencia así que no los denominaría buena familia —se quejó, estaba molesta de nuevo ¡Qué novedad! —Sabiendo eso, espero, Laurel, de verdad espero que ese chico solo sea un pasatiempo.

Me molestó escucharla decir eso, ella no tenía ningún derecho de escoger u opinar con quien debía estar o quien tenía que ser solo un pasatiempo para mí y la razón era fácil, mamá ni siquiera era parte de mi vida, sirvió solo para traerme al mundo y luego me dejó al cuidado de otras personas, así que sí, era la menos indicada para opinar.

Mis padres manejaban una empresa tecnológica, eran famosos por crear joyería con tecnología incrustada de último nivel y aparte, mi madre tenía una empresa floricultora y aceptaba que era una mujer exitosa y ella sola logró hacer un imperio partiendo de una pequeña floristería que Greg Stone, mi padre, le compró años atrás; su fuerte era el injerto y creación de nuevas especies de rosas, gusto que yo había heredado ya que me encantaba probar dichos métodos, pero eso era lo único que teníamos en común, dejando de lado la sangre. Y por supuesto que Greg y Dana tenían sus rivales y cuando descubrí que ellos eran Steve y Olivia Sandr —padres de Olek— ya era muy tarde.

—No, madre, no lo esperes —advertí y comencé a subir los escalones para irme a mi habitación.

—¡Lo que no puedo obtener, lo fuerzo, así que más te vale que solo sea un pasatiempo, chiquilla malcriada! —se quejó y sentí que me seguía, no me importó y continué con mi camino.

Era increíble que después de no verlos por tanto tiempo ella se preocupara más porque su hija no estuviera con su supuesta competencia, Olek y yo no teníamos la culpa de nada, sus padres comprendieron eso y no me trataban como una intrusa cuando me conocieron, fueron amables, ellos sí eran padres.

—Hola, nena —saludó mi padre al verme en el pasillo que conducía a mi habitación.

—¡Papá! —exclamé y lo abracé, si bien nuestra relación no era la mejor, al menos él se interesaba un poco en mí, aunque siempre se pusiera del lado de mamá cuando las decisiones debían tomarse.

—¿Qué pasó? —preguntó al verme alterada.

—Pasa que la acabo de ver llegar con el hijo de los Sandr y aceptó que es su novio —habló mamá, se expresó como si hubiese cometido la peor traición del mundo con ellos.

—¿Hija? —me llamó papá y odié aquel tono. Me separé de él dispuesta a enfrentarlo.

—Lo es y no solo eso, Olek es lo mejor que me ha pasado, papá y no pienso dejarlo ni mucho menos permitir que solo sea un pasatiempo y todo para cumplirles a ustedes cuando ustedes jamás me han cumplido a mí —les recordé a ambos y vi cuando mamá alzó la mano para golpearme.

—¡Dana! —advirtió papá y ella se detuvo casi pulverizándolo con la mirada.

—Todo esto está pasando por tu culpa —le reclamó ella con más ira de la que aquella situación merecía—. Si tan solo hubieses aceptado mi decisión ahora mismo no tendríamos que pasar por esto.

Mi padre se quedó en silencio, pasaba lo mismo cada vez que discutíamos por algo, ella siempre decía esas mismas frases y en algún momento le pregunté a papá qué significaba y solo negó, no quiso darme una respuesta.

Y para mi mala suerte ellos estarían en casa más de lo acostumbrado, por lo mismo, ya no podía verme con Olek tanto como deseaba y al día siguiente que mis padres llegaron le conté todo lo que sucedió con ellos, dijo que eso era algo para lo que estaba preparado, que incluso sus padres se lo advirtieron y me sentí muy avergonzada. Durante una semana tuve que conformarme con ver a mi príncipe azul solo en la escuela, lo de nuestro embarazo seguía siendo un secreto entre ambos, aunque él se lo quería decir a sus padres, pero le pedí que esperara.

Después de aquella semana mis padres aún seguían en casa y la situación se volvió tensa entre nosotros, aunque la cosa se puso peor al sentir a mi madre con ganas de asesinarme cada vez que me veía y eso me ponía nerviosa; papá se la pasaba trabajando en su oficina así que lo veía poco. Mis malestares habían iniciado, la náuseas se hicieron presentes por las mañanas y ya que todavía no podía ir al médico porque mi estado seguía siendo un secreto y al ser menor de edad necesitaba de mis padres para ir a la clínica, tuve que investigar en internet y comencé a cuidarme al menos en las comidas y, como la cereza del pastel, Olek comenzaba a cambiar conmigo, lo sentía un poco distante y la paranoia volvió a mí.

—¿Has visto a Olek? —le pregunté a Elijah Pride, ellos dos eran muy amigos y en los últimos meses se había vuelto el mío. Era un chico muy guapo y se llevaba realmente bien con Olek porque ambos eran casi iguales en su forma de ser.

—Lo vi con tu amiga Bianka, se fueron a la biblioteca, creo —Me pareció raro que Olek estuviese con Bianka, aunque no quise mostrar mi sorpresa frente a Elijah así que disimulé lo mejor que pude.

—Gracias, Pride —dije, me había acostumbrado a llamarlo por su apellido porque él lo prefería así.

—¿Puedo darte un consejo? —preguntó de pronto y sentí que mi estómago se presionó mucho, asentí sin embargo y me llevé las manos al vientre— Jamás confíes en nadie, Laurel, porque hasta tu propia sombra te abandona —Tragué fuerte cuando escuché aquello y simplemente sonreí.

Me marché de ahí después de escucharlo, no dije nada y, aunque preguntara sabía que él no hablaría, Olek era su amigo, yo también lo era y estaba segura de que no traicionaría la confianza de ninguno de los dos.

Llegué a la biblioteca con el corazón acelerado y busqué a los chicos en las mesas donde estaban otros estudiantes leyendo algún libro, no vi ahí ni a Olek ni a Bianka, así que decidí buscarlos entre los pasillos de las libreras y el alma casi se me salió por la boca al encontrarlos en uno de los más alejados y solos, Olek acunaba el rostro de Bianka y sus labios estaban pegados a los de ella, quise que la tierra me tragara en ese instante, deseé jamás haberlos visto en esa situación y me recargué en una librera al sentir que un mareo me atacó y mi vista se nubló, boté unos libros al buscar apoyo, ellos se asustaron por la intromisión y más al verme a mí frente a sus narices.

—¡Laurel! —gritó Olek y corrió hacia mí, quise alejarlo, pero me sentía muy mal y necesitaba apoyo para llegar a una silla— ¿Estás bien? —preguntó al cogerme en sus brazos.

—¿Tienes idea de lo estúpida que es esa pregunta? —logré decir y se quedó en silencio. No pude seguir hablando, solo cerré los ojos y hundí el rostro en su cuello, lo sentí suspirar con fuerza y me aferró mas a él, estaba dolida por lo que acaba de ver y me sentía demasiado mareada, por esa razón no me separé.

—Tenemos que llevarla a la enfermería —habló Bianka, quería gritarle muchas cosas, pero no podía así que agarré la playera de Olek y la hice puño, él sabía que no podía ir a la enfermería.

—No, ayúdame trayendo una botella con agua y algo dulce —le pidió él.

—¿Laurel? —me llamó ella con vergüenza.

—Solo desaparece —logré mascullar.

No escuché nada más que pasos alejarse, cerré los ojos y me separé de Olek en cuanto me ayudó a llegar a una silla, me sentía demasiado mal, tenía muchas náuseas y todo me daba vueltas; estar embarazada era una real molestia y pensar en lo que acababa de ver me ponía peor. Bianka era mi mejor amiga, ella sabía lo enamorada y estúpida que estaba por Olek y aun así se atrevió a traicionarme, lo de Olek era incluso más doloroso porque ambos estábamos pasando una etapa en la que lo necesitaba a mi lado como mi mayor apoyo y él en cambio buscaba a otra y no a cualquier otra sino a mi mejor amiga.

—Perdóname —susurró y no dije nada, solo me limité a verlo y luego suspiré con fastidio.

—A mí no me vas a tener de tu estúpida, Olek —advertí—, te necesito a mi lado, sí. Eso no significa que me vas a arrastrar por el suelo solo porque me aterra tener a un hijo sola.

—Ya, amor. Sé que la cagué, pero no tienes idea por todo lo que estoy pasando —Me reí, el malestar se me pasó por la furia que sentía y me puse de pie indignada.

—De todo lo que me podías haber dicho, de todas las excusas que pudiste haberme dado escogiste la más estúpida —espeté enfurecida y comencé a caminar hacia afuera de la biblioteca.

Sabía que ambos la estábamos pasando mal, pero en mi caso era peor; era yo la que me iba a enfrentar al mundo siendo una niña embarazada, la que iba a tener que confrontarse a unas personas que parecían más dictadores que padres. Era a mí a la que el cuerpo le cambiaría, la que arriesgaba la vida con aquel estado al no haberle permitido a mi cuerpo desarrollar como era debido, la que estaba sufriendo malestares, a la que le harían bullying porque lastimosamente vivía en un país donde tal cosa era una moda y aun con todo eso, no fui a besarme con el mejor amigo de mi novio para intentar olvidar lo que sucedía, así que como se lo dije a Olek, era estúpido que me diera tal excusa.

Durante dos días pasó llenándome el móvil de llamadas que rechazaba y mensajes de textos melosos, no respondí a nada, no me sentía capaz y aún estaba muy dolida y más después de haber hablado con Bianka y no porque quise, sino porque llegó a mi casa y se metió sin ser invitada.

—Sé que éramos amigas, pero no pude evitarlo. También estoy enamorada de Olek y no puedo decir que lo siento.

Esas fueron sus palabras y de manera inevitable nuestra amistad estaba terminada y lo único que agradecía es que al menos me dijera las cosas sin tapujos.

—Gracias por darme esta lección, Bianka —dije antes de sacarla de mi casa— Me has enseñado a no volver a tener "mejores amigas" porque son peores que las enemigas —solté con sorna y luego abrí la puerta—. Espero no tener que cruzarme otra vez contigo —Eso era algo ilógico ya que íbamos a la misma escuela, pero no me importó analizarlo en aquellos instantes.

Antes de salir de casa me miró avergonzada y simplemente reí; desde el jardín de niños habíamos sido casi inseparables hasta que un hombre lo logró. Bien decían que nada duraba para siempre.

—¡Ahora mismo vas a explicarme cómo es eso de que estás embarazada! —Casi caigo de culo cuando iba saliendo del cuarto de baño de mi habitación y mi madre entró dando tremendos gritos.

Supe que estaba blanca como el impoluto edredón de mi cama en cuanto procesé aquellas palabras y ella me miró horrorizada, Dana en cambio estaba roja de la ira y mi padre tremendamente decepcionado. ¿Cómo se habían enterado? Me aseguré de tirar las pruebas y mantuve mi estado en secreto con Olek, ni siquiera se lo dije a Bianka cuando la creía mi mejor amiga porque aún no terminaba de asimilarlo yo misma. Me quedé petrificada bajo el marco de la puerta y apreté más la toalla en mi cuerpo como si eso me fuese a proteger y sentí náuseas seguido de las ganas incontenibles de vomitar, eso mismo me hizo moverme, me apresuré a llegar al váter y saqué todo el miedo que me embargaba, vomité hasta lo que había comido el día anterior y las lágrimas ya no salieron solo por el esfuerzo que hacía sino también porque le estaba dando a mi madre una respuesta más concreta, una explicación irrefutable de mi estado y me aterroricé cuando me cogió del cabello justo cuando intenté lavarme la boca.

—¡Maldita estúpida! ¿¡Cómo pudiste vernos la cara de idiotas!? —Mamá podía ser demasiado cruel cuando se molestaba, pero en esos instantes la desconocía.

—¡Suéltala, Dana! —pidió papá y se acercó a ella para quitar su agarre de mi cabello y terminó dándole una bofetada a él. Lloré aterrorizada y me aferré más a la toalla.

—¡No, Greg! ¡Me jodiste la vida a mí y no se la joderás a ella! —No entendía nada de lo que decía y solo fui capaz de coger mi pijama y meterme al baño para cambiarme, todo fue hecho con rapidez y salí antes de que mi madre matara a mi padre.

—¡Mamá lo siento! —le grité para que pusiera su atención en mí, giró mi rostro con una tremenda bofetada y caí sobre la cama.

La miré incrédula por lo que había hecho, era mi madre y comprendía su molestia, aun así no entendía por qué me atacaba de aquella manera, me veía con repulsión, desconociéndome como su hija y tal cosa me dolió como no creí que lo hiciera. No dije nada más, simplemente corrí de la habitación escuchando un «regresa aquí» de su parte, no me detuve.

Seguí mi camino hasta llegar a casa de Olek. Necesitaba verlo, hablar, olvidé en ese instante lo que había hecho con Bianka; la señora del servicio me abrió la puerta y se asustó al verme en pijamas y llorando, no le dije nada, solo corrí escaleras arriba hasta la habitación de Olek, sus padres no estaban, me lo había dicho él en un mensaje de texto que no quise responder, pero sabía que ellos volverían hasta el día siguiente. Abrí la puerta de golpe y me quedé sin respirar por lo que veía frente a mí; Olek estaba desnudo y durmiendo, abrazado a alguien y deseé morirme.

—¡Dios mío! —jadeé horrorizada.

—¡Laurel! —me llamó su acompañante, asustado al verme, Olek ni siquiera se movió.

—¿Esto no puede ser real? —musité. Andrew Lewis salió de la cama, también estaba desnudo y ni siquiera se molestó en cubrirse, a mí ni siquiera me llamó la atención que no lo hiciera.

Mi shock era demasiado en ese instante, estaba totalmente estúpida de haberlos encontrado de aquella manera, ambos desnudos y abrazados, era una niña, pero claramente deduje que aquello no era por una simple amistad, por calor o cualquier otra mierda.

—Puedo explicarlo —se apresuró a decir Andrew e intentó tocarme, con él me desquité la bofetada que me había dado mi madre y gruñó de dolor.

—¡Me dan asco! —espeté y odié que aun con tal alboroto, Olek no despertara.

Me fui de aquella habitación sin decir más o esperar más; Andrew era gay, todos lo sabíamos y lo aceptábamos, sin embargo, jamás se me cruzó por la cabeza que él y Olek tuviesen algo, mi novio jamás me demostró que le gustaba ser bateado, le gustaba batear, yo misma lo había comprobado y encontrarlo en tal situación me dejó aún más estúpida que la bofetada de mi madre. No tuve más remedio que volver a mi casa, derrotada y decepcionada; cuando entré y subí los escalones encontré a mi madre esperándome, su rabia todavía no había pasado.

—Te advertí que esperaba que ese chico solo fuese un pasatiempo —Ya no gritaba, aun así la ira era palpable en su voz, la miré sin verla en realidad; de mi cabeza no salía la imagen de Olek y Andrew desnudos y abrazados.

—Acabo de encontrarlo en la cama con un hombre —dije y me miró serena, cómo si lo que había dicho no era nada del otro mundo.

¡Mierda! ¡Me había engañado con un hombre!

—Encima te embarazaste de un gay —bufó con asco y de nuevo dejé salir las lágrimas cuando ella mencionó aquello, me negaba a creerlo incluso cuando lo había visto con mis propios ojos—. Eres menor de edad y por lo mismo yo tomo las decisiones por ti y he decidido que no tendrás a ese bebé —soltó y mis ojos se ensancharon al escuchar semejante idiotez.

—¿¡Acaso te volviste loca!? —cuestioné y me llevé las manos al vientre.

—¡Estoy más cuerda que cuando decidí tenerte a ti! —espetó y sus palabras tocaron profundidades en mi interior que ardían— Porque sí, chiquilla estúpida, me jodí la vida contigo solo porque tu padre me lo exigió para seguir a mi lado y lo amaba demasiado, por lo mismo te parí, pero no te quería, Laurel y ya que yo no pude evitarlo, tú sí —zanjó y dejé de escucharla, era demasiado cruel lo que había dicho.

Y era por esa razón que no estaba en contra del aborto ya que así yo quisiera a mi bebé, sabía que había personas que no tenían el instinto y el amor de ser madres y por los mimo existían personas como yo, hijas no deseas que a pesar de tenerlo todo, carecían de lo más importante y fundamental: el amor de padres.

Pero no dejé de escucharla solo por eso, sino también porque me estaba desvaneciendo y lo supe cuando escuché el grito aterrador de mi padre mientras yo rodaba por los escalones hasta llegar al final de ellos y sumirme en la oscuridad.

Quién iba a decir que aquel invierno sería tan cruel.

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Propiedad de Jassy.

Obra registrada bajo derechos de autor.

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