20: Encuentra la oportunidad

Keyla

Vinicio volvió con sus jugadas sucias. La buena relación entre nosotros luego de matar a Nolan no podía durar mucho. En definitiva, estoy segura de que quiere amenazarme. Muevo mi copa y dejo de mirar el líquido, esperando su explicación.

―¿Y bien? ―consulto―. ¿Vas a decirme de qué trata todo esto?

―Tranquila ―acota el castaño y el administrador se ríe―. No creas que esto es una amenaza, es un negocio, sé perfectamente que jamás aceptarías sino.

Hago una risilla.

―¿Este es el cliché de la boda? ―me burlo.

―Era una buena opción, pero no ―expresa tranquilo.

―¿Entonces? ―Enarco una ceja.

―Seamos socios, creo que eso te gustaría más, aunque claro, habrá condiciones.

Nada es gratis pero...

―Interesante, esto me gusta más. ―Tomo un sorbo de mi copa―. Aunque no dejaré de estar alerta.

―No serías Keyla si no lo hicieras.

―¿Cuáles son las condiciones? ―Voy directo a la molestia.

―Cerraremos un contrato, tendrás las pautas en este, pero te haré un resumen de cómo más o menos irá la situación. Ahí va a declarar que serás mi socia, te daré un poder, sin embargo debes cumplir algunas consignas porque te pueden destituir del título. En calidad de que eres mi mujer, ya no cumplirás las funciones de prostituta. Con este papel, todos estarán enterados de ello, pero si llegas a ejercer tu trabajo, estarás en problemas. Podrás subir de rango como cualquier jefe de prostíbulo, aunque solo estás obligada a ser mi socia, cualquier trato con otro te quitaría el puesto. El incumplimiento de algunas de estas pautas pueden desencadenar en ir a un prostíbulo.

―Entiendo ―expreso pensativa y luego miro al administrador―. En conclusión, no puedo hacer tratos con usted, qué triste. ―Le sonrío entonces el anciano se carcajea.

―Tendrías que ser una superiora para eso, belleza ―me contesta el hombre mayor―. ¿Te crees capaz de llegar a tanto? ―se burla.

―Soy capaz de cualquier cosa.

―¿Y bien, Keyla? ―me vuelve a hablar Vinicio―. ¿Aceptas?

―Creí que me pondrías entre la espada y la pared ―bromeo.

Sonríe con malicia.

―La pregunta fue por cortesía.

―¿Vas a matarme como a tus padres? ―me burlo.

―Es mi deseo por ti o yo, no hay más opciones.

―Si no elijo el deseo me muero, vaya. ―Continúo altanera.

―Es la mejor elección. Además, venimos haciendo esto sin papeles, solo habrá un documento que lo avale, ¿no te parece mejor?

―Estoy de acuerdo, solo por el simple hecho de que ahora me encontraré al mismo nivel que ustedes. ―Tomo el ultimo sorbo de mi copa y observo a alguien caminar por el salón. La persona me causa curiosidad, así que le devuelvo el recipiente al camarero que pasa cerca, para luego mirar al administrador y a Vinicio―. Caballeros, si me disculpan, iré a caminar un rato para pensar, es una decisión muy importante. ―Me despido de ellos y me aproximo a esa mujer.

―¿Disculpa? ―digo cuando ya estoy cerca, entonces toco su hombro y se gira, mis ojos se abren en grande al verla de forma más minuciosa.

Es una copia barata.

Su cabello es castaño, lo tiene rebajado, con menos hebras en las puntas, sus facciones son parecidas, pero no es la misma, además de que viste igual que ella y también su maquillaje es idéntico al que siempre se ponía Susan.

―¿Sí? ―expresa cuando me quedo callada.

Reacciono, un picor llega a mi garganta, mis ojos se humedecen, subo mi mano despacio hasta mis labios y abro mi boca bastante lento, siento como tiembla mi piel.

―Perdón, me equivoqué, fue un desliz. ―Bajo mis dedos a una velocidad muy tenue hasta descender mi brazo por completo, todo por los nervios que me aquejan.

Sonríe.

―De hecho no lo fue ―explica algo que parece confuso, se me aproxima al oído y susurra―. No soy Susan, mi nombre es Trix, pero la verdad es que estoy vestida así porque él quiere dejarte un mensaje. ―Sopla en mi oreja―. "Estoy en el edificio".

No puede ser, habla de mi enterrador.

―¿Qué? ―Retrocedo sorprendida.

―Sabes que es un superior, conoces su rostro, ahora encuéntralo.

¿Es un chiste? Quiere jugar psicológicamente conmigo.

Frunzo el ceño.

―¿Dónde está?

―Si sigues intentando convencerme se te va a ir ―se burla―. Yo ya no sé dónde se encuentra.

Mierda.

La empujo y avanzo observando toda la mansión. Sala por sala. Llego a una de las varias escaleras, entonces visualizo a un hombre subir por estas. Reconocería a ese pelado en cualquier parte. Subo rápido los escalones, pero pierdo al hombre en este pasillo tan largo y con tantas puertas. Reviso una por una sin hallar nada, abro la última y en vez de encontrarme con mi enterrador, veo al tal Drew sobre una prostituta. La mujer está abierta de piernas con su trasero sobre el escritorio y él follándosela.

―¡Ayúdame! ―chilla la morena cuando se da cuenta de mi presencia, pero yo me quedo quieta.

Estoy algo conmocionada por lo de la falsa Susan, creo que hace unos momentos atrás esto no me hubiera importado.

―Keyla ―expresa Drew―. Mil disculpas, no te vi.

―No hay problema ―digo seria.

El mafioso se quita el preservativo, lo tira a un tacho, con un solo movimiento de mano, sin moverse de su lugar, luego se sube la cremallera. La chica intenta pararse, pero él la detiene, toma su brazo para que se quede en el lugar. Ella llora, su cara ya estaba empapada en lágrimas antes de que yo llegara.

―¿Quieres acompañarnos? ―me pregunta tranquilo y yo me río sin humor.

―No, gracias ―respondo de forma tosca―. No me gustan los tríos.

―¿No? ―Hace que piensa―. Dicen por ahí que te gustaría estar en uno con el conocido Tyner Verol y tu comprador, Vinicio Vanadis ―se burla y yo quedo perpleja, más por la mención de Tyner, eso es un secreto.

―¿Cómo es que...

―Soy el nieto del administrador y él me estima bastante, así que cuando me interesa algo, solo debo preguntarle a él y si tiene la información me la consigue. No olvides que es el hombre más sabio de Cenizas Ocultas, tiene cualquier dato, hasta el más mínimo.

―Me viste una vez y ya te interesaste, sospechoso ―opino analizando todo―. Hace un momento estaba persiguiendo a un hombre, ¿sabes si pasó por aquí? O quizás debería empezar a creer que usó a terceros para burlarse de mí, ni siquiera estuvo en el edificio, ¿cierto?

―No sé de qué hablas, pero me intriga ―expresa con interés, pero suena bastante hipócrita, muy manipulador.

―Por favor... por favor... ―Llora la chica mientras Drew sostiene su cintura, así que la miro un momento, luego vuelvo a observarlo a él―. Déjame ir ―ruega ella.

―No solo eres un empresario, también eres un cliente ―opino sobre la que ocurre en esta sala―. ¿Eres del tipo que les gusta ver sufrir a sus prostitutas?

―¿Te refieres a si prefiero experimentadas o novatas? ―pregunta el castaño continuando con su tranquilidad.

―Experimentada soy yo, todas las demás son resignadas a esta vida de mierda o... ―Camino hasta el escritorio y toco el cabello de la chica que sigue temblando debajo de él―. Luchadoras. ―Sonrío y le confieso a ella―. Si no quieres convertirte en resignada, encuentra la oportunidad y huye. ―Me acerco a su rostro―. Aunque para escapar, a veces hay que fingir ser resignada. Recuerda mirar a un punto fijo cuando te follen, eso te hace olvidar en dónde estás.

―Qué buenos consejos ―opina Drew y la muchacha mantiene la mirada en mí, pero se ha callado―. Deberías entrenar a las demás chicas.

Me carcajeo.

―Si eso pasara, se quedarían sin prostitutas. ―Saco de mi escote una tarjeta y se la entrego―. Ya no busques información donde tu abuelo, si quieres saber de mí, llámame.

Estoy segura de que tiene que ver con mi enterrador, además si le intereso, es más fácil sacarle información, definitivamente.

―¿Segura que no quieres hacer un trío? ―insiste.

Se abre la puerta de repente y visualizo a mi futuro socio.

―No, esa es mi mujer ―expresa furioso Vinicio, camina y me agarra con fuerza de la cintura―. ¿Ni firmamos el contrato y ya lo estás anulando? ―se dirige hacia mí indignado.

Me río.

―Yo no le dije que sí ―le respondo y muevo mi índice hasta su labio inferior―. Con el único que estaré en una cama pronto será contigo ―lo seduzco como siempre.

Aunque puedo notar su erección, mantiene la compostura.

―Drew. ―Lo saluda y luego me mira a mí―. Keyla, vámonos.

Me empuja para que camine, entonces observo hacia atrás, viendo que el nieto del administrador nos sigue mirando mientras nos vamos. Su sonrisa demuestra confianza, pero luego se concentra en la chica a la cual estaba atacando, aunque a ella ya no se la oye gritar.

Mi consejo es bueno, pero repugnante.

Y ese hombre, como todos aquí, también lo es.

Giro mi vista cuando llegamos al final del pasillo viendo la alarma de incendios, entonces me aparto de Vinicio y me acerco a esta.

―¿Qué haces? ―pregunta el castaño desconcertado.

―Dándole una oportunidad a la chica. ―Bajo la palanca, entonces el agua cae y la alarma súper fuerte comienza a sonar.

Vaya, todavía tengo conciencia.

Siento que esto es toda una trampa de mi enterrador.

Por lo de la falsa Susan.

Y aunque la oscuridad se cierne en mí, no puedo dejar que me domine por completo, porque además de ser odio también puede ser tristeza y no dejaré que nada perturbe mi plan, cumpliré mi venganza.

No importa lo que haga ese hombre, no va a lograr burlarse, ni alterarme. Lo lograré, por ti, Susan, por ti, la única y verdadera. 

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