Epílogo

Clow

Un año después.

Mi vida solo tenía un objetivo, asesinar a Guillermo Gallagher, luego de matarlo parecía que ya nada tenía sentido, estaba equivocado. La existencia va más allá de una venganza o una sola meta, hay que vivir cada segundo y probarse a sí mismo cada día, descubriendo nuevas formas de estar, aquí y ahora.

Observo el ventanal de la casa en la que me encuentro, afuera se puede ver el campo, varias hectáreas. El viento entra y mueve las cortinas, visualizo como el humo de mi cigarro se va en una dirección en específico. Al fondo a lo lejos se pueden ver los árboles y oír los pájaros. Un área bastante silvestre.

El ambiente perfecto para recordar quienes somos.

¿Confío en mí? Creo que un poco más que antes ¿Cumplí mi trato con Yuri? Puedo asegurar que lo hice, casi caigo en el abismo unas cuantas veces, pero logré recomponerme. No necesito a la muerte, necesito seguir adelante y eso es lo que hago ahora.

Vivir.

Aunque claro, no soy una persona normal, sigo siendo un mafioso, así que vivir para mí es algo distinto. Seguro cuando vaya al infierno me castigarán por varias cosas de las que no me arrepiento. Cada uno sabe en donde se me metió, pero eso lo dejamos para cuando llegue el momento de nuestra muerte y este no lo es.

Apago el cigarro, dejándolo en el cenicero, que está sobre el mueble que se encuentra al lado del ventanal. Saco el celular de mi bolsillo, viendo la cantidad de mensajes de la empresa que tengo en el extranjero. Mis empleados no pueden vivir ni un minuto sin mí, son unos inútiles, ni siquiera saben hacer una estafa bien ¡Es el crimen más fácil! No molesten.

―Estúpidos ―gruño.

―¿Cuál es el problema? ―Oigo la puerta y me giro a visualizar a Yuri, ella está frunciendo el ceño ―Dijiste que hoy era nuestro fin de semana, deja el trabajo por un momento ―se queja.

Me río.

―Chinita.

―Apágalo ―me reprende y alza la mano para que se lo dé. Sonrío y hago lo que me pide, apoyo el celular sobre su palma, ella camina hasta el mueble, entonces lo deja allí. Se da la vuelta a mirarme sonriente ―. Y bien ¿A dónde quieres ir?

Me acerco hasta ella y la agarro de la cintura.

―A donde tú vayas. 

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