24: Fetiches de un enfermo

Yuri

Lo miro de mala manera.

―¿Puedes dejar de sonreír?

Se ríe.

―No pudiste ocultarme la llamada ―expresa triunfante y ruedo los ojos.

Clow cree que estoy trabajando a sus espaldas, porque en el otro momento que me llamó Guillermo, no le avisé, pero la verdad es que simplemente no me pareció importante.

―Lo de la otra vez, era un dato innecesario el que te lo contara, deja de reclamarme algo tan estúpido como esa información inservible.

―Pero en esta ocasión, sí es importante ―Sonríe ampliamente.

Creo que se está burlando de mí.

Como sea, hace unos días, luego de darme el alta, encontré las invitaciones, en mi departamento como me había nombrado Gallagher. Fuimos directo a la trampa porque no queda de otra, nuestro enemigo se esconde muy bien y la única forma de encontrarlo es que él nos busque, aunque sea casi un suicidio seguirle el juego.

―Quería hablarte de algo ―me dice Clow mientras caminamos por el pasillo para entrar al salón donde es la reunión.

―¿Qué sucede?

―Cuando vi a Guillermo... ―Hace una pausa y traga saliva ―me paralizó el miedo ―confiesa.

―Clow...

―No, déjame terminar ―exclama cortante ―. Necesito pedirte un favor ―Frenamos y nos miramos directo a los ojos.

―¿Sí?

―Tú, mátalo.

Se me hiela la sangre.

―¿Qué? ―expreso aturdida y luego reacciono ―Bueno, sí, yo soy la asesina y estaría encantada de destruir a ese energúmeno ―Sonrío y luego hago una pausa para aclarar lo que no comprendo ―pero lo que me desconcierta es, ¿por qué? ¿No quieres vengarte?

―Cuando me lo encontré aquella vez, no pude ni moverme, voy a arruinar todo si lo hago yo, ¿entiendes? ―Asiento ante su pregunta y prosigue ―Además, no es como si no hubiera delegado este trabajo a alguien más antes, aunque a quien se lo pedí, no lo hizo, pero confío plenamente en que tú sí podrás.

―No te quepa duda de que lo haré, te lo prometo.

Le daré el golpe de gracia a ese infeliz.

Entramos a la sala donde se realiza la reunión privada y me enerva la sangre oír música oriental, no porque odie mis raíces sino porque Guillermo las convierte en uno de sus fetiches. Todo el mundo está vistiendo yukatas y kimonos. Qué horror, como me irrita que use mis orígenes por diversión. Mi cultura no es un chiste o un juego, ya cansa con esta ridiculez.

―El edificio es enorme ―opina Clow sacándome de mis cavilaciones ―debe tener mínimo como mil cuartos ¿Cómo vamos a encontrarlo? ―Hace un bufido ―¿Aparecerá ante nosotros? Parece un chiste.

―Bueno, él nos invitó y las veces que ha convenido una reunión, siempre se ha presentado.

―¿Hablas de cuando fue tu cliente?

―Exacto.

―Veo su fetiche para contigo ―Observa y analiza el lugar más detenidamente ―. Está todo el escenario hablando de ti.

Bufo.

―Ni me lo recuerdes.

―Mira ―Se acerca a una pared viendo un mapa del edificio ―en el subsuelo hay un calabozo.

Camino hasta donde está señalando.

―Nos deja todo a la vista porque no teme ser atrapado.

―Se burla de nosotros.

El sonido de la música se frena, todos los presentes agarran sus armas, deteniendo su trabajo y sus bailes. Son empleados de Gallagher, es evidente. Una puerta se abre y visualizamos Guillermo llegar. Camina hasta nosotros con dos escoltas detrás.

―Sean bienvenidos ―expresa tranquilamente alzando por un instante sus brazos ―. Casi pienso que no vendrían, estoy emocionado, aunque hubiera comprendido si era por la salud de mi querida Yuri ¿Te gusta la temática? ―Mira el lugar ―La mandé a preparar especialmente para ti.

―Esto no es un homenaje, esto es una burla a mi cultura, yo no vine aquí a que me muestres tus fetiches por lo oriental ―exclamo indignada ―. Nos subestimas.

―Estás muy alterada ―Borra su sonrisa ―. Por estas razones es que termino cortándote el teléfono ¿Por qué no haces como Clow? Está calmado ―Lo señala.

Mi socio traga saliva, en realidad se encuentra nervioso, intenta mantener la compostura, para no arruinar el plan.

―¿Cuál es la trampa? ―pregunto directo.

―¿Y la tuya? ―contesta tranquilo y luego cambia de tema ―Hablemos, será divertido ―Señala una mesa.

―No quiero hablar contigo ―expresa Clow por primera vez desde que Guillermo entró a la sala y toca su revolver escondido en el pantalón ―quiero matarte ―dice con la mandíbula tensa.

―Cálmate ―le digo observando a todos los que tienen las armas.

El hombre canoso sonríe.

―Parece que ambos tienen problemas de ira, por eso combinan ―exclama con satisfacción ―. Pero de acuerdo, si no quieren sentarse, charlemos aquí.

―¿Qué hay que charlar? ―acota molesto el cobrizo y se aguanta la necesidad de vomitar, se nota pálido.

No es para menos.

―Me intriga mucho lo que hay entre ustedes, es como si dijera, mi ex sale con mi actual pareja, es tan morboso esto, pero me gusta.

―Nadie está con nadie, viejo verde, menos contigo.

―Oh, entonces es una especie de amigos con derechos, que divertido ―Se ríe ―¡Me encanta!

Este asqueroso se encuentra enfermo de la cabeza.

―¿Qué quieres de nosotros? ―pregunto cambiando el rumbo de la conversación.

―Creo habértelo dicho en mi llamada, Yuri ―Señala el lugar ―. Esto que ves aquí, es una disculpa.

―No nos interesan tus disculpas ―exclamo fríamente y se ríe.

―Así que va a ser así. Bueno, estoy de acuerdo, de todos modos mi paciencia se estaba agotando. No olvides que tú pediste esto ―Me guiña.

Acto seguido hace una señal con su mano y una bomba de humo cae en medio de Clow y yo. Mierda. Puedo ver como a ambos nos ponen capuchas en las cabezas, luego ya no visualizo nada más. Alguien me saca mi arma y me empuja a quien sabe dónde, una vez que oigo el sonido de una puerta cerrarse, me sientan en un sillón, para después quitarme la bolsa. Me encuentro en un cuarto pequeño y tengo en frente a Guillermo en el otro asiento.

Miro para todos lados.

―¿Dónde está Clow?

―La última vez se me escapó, así que preferí meterlo al calabozo a él y a ti te deje el cuarto vip, soy un buen anfitrión, ¿no?

―No le hagas nada o te juro que... ―Me callo cuando comienza a aplaudirme y lo observo extrañada ―¿Qué?

―Era justo lo que estaba esperando que dijeras, una amenaza ―recalca lo último ―. Verás Yuri, he estado investigando bien a fondo sobre ustedes, pero nunca lograba descifrar quien estaba más metido en la relación y sinceramente estoy satisfecho con que seas tú, después de todo prepare este escenario para ti.

―¿De qué hablas? ―digo estupefacta y luego aclaro ―Y no somos una pareja ―Frunzo el ceño ―Clow es...

―Tu socio, lo sé ―Vuelve a interrumpirme y a explicar ―pero también sé lo mucho que se divierten y se pelean a la vez, casi una pareja, no es formal pero casi que lo son ―se burla.

―¿A dónde quieres llegar con esto? ―expreso indignada.

―Que será una lástima, porque lo voy a tener matar ―confiesa directo ―. A menos claro, que hagamos un pequeño intercambio.

No me gusta cómo suena esto.

―¿Qué? ―pregunto disconforme.

―Te pondrás eso, sacaremos algunas fotos ―Señala un kimono sobre una mesa y luego me indica una puerta corrediza al estilo oriental tradicional, hasta tiene unos estampados de decoración ―. Luego pasaremos un buen rato en esa habitación, ¿de acuerdo?

Abro mi boca despacio ¿Acaso tengo otra opción? Trago saliva y me levanto, camino hasta aquella prenda para tomarla entre las manos. No se me ocurre nada, ni mis armas tengo y si me resisto, Clow podría morir, sé de lo que es capaz Guillermo. Suspiro y me giro a mirar al asesino de mi prometido.

―De acuerdo ―acepto su oferta y se levanta del sillón en el que se encuentra, así que me sonríe.

―Has decidido bien ―me felicita ―. Volveré en un momento para que puedas cambiarte, mientras tanto me asegurare que tu amado tenga las mejores comodidades y regresare cuando tenga todo preparado ―me avisa ―, así que puedes tomarte tu tiempo.

Veo como se retira del cuarto, entonces tiro la ropa al suelo y corro hasta la puerta, forcejeo con esta pero me es imposible abrirla, la han cerrado desde fuera, debe tener un cerrojo. Me giro y camino al cuarto que señaló Gallagher antes, abro la entrada corrediza, entonces veo la habitación, es como viajar a otra época. La cama es una colchoneta plegable con algunas almohadas y sabanas que están apoyadas en el suelo al estilo tradicional japonés. Ignoro lo que pueda pasar en este cuarto si no logro salir y paso mi vista hacia arriba, no hay ventanas, solo cuadros y una cámara con su sujetador en un rincón para grabarlo todo. Qué horror, estoy perdida. 

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