2: Vestida de sangre
Yuri
Camino lentamente hasta el ventanal del edificio y miro la hermosa vista que tiene el departamento. La mudanza ha terminado, solo faltan reacomodar algunas cajas y todo será perfecto. Siento la buena sensación del viento y cierro los ojos regocijándome de este. Los abro sonriendo, cuando mi prometido me abraza por detrás, notando su suave tacto.
―Manuel ―Lanzo un suspiro cuando pasa su mano por debajo de mi blusa y la sensación se intensifica en el momento que presiona el sostén. Me giro y lo observo, su cabello oscuro está alborotado, sus rasgos tan diferentes a los míos, pero él no podría ser más perfecto ―mi amor ―Lo abrazo por el cuello ―me alegra haber venido aquí.
―Empezar de nuevo es importante, mejor mantenerte alejada de todo ese mundo tan peligroso en el que te envolviste ―Se acerca a mis labios y siento su respiración ―. Lamento tanto alejarte de tu país de origen, pero realmente me preocupas, Yuri ―Toma mi mano y la acaricia ―. No quiero que mi futura esposa, este involucrada con un montón de asesinos.
―Cuidado que yo soy una ―Me río y sin tardar mucho más, me besa apasionadamente, a lo cual le correspondo de manera incondicional.
Me centro en lo importante, mi felicidad. Hasta hace poco, era una asesina a sueldo en todo el oriente, pero ya no más, luego de que conocí a Manuel, lo único me importa es complacerlo. Nos dirigimos hacia la cama y nos seguimos besando cuando caemos en el colchón. Lo seguí a su país y me olvide de todo lo demás.
O al menos en parte.
Mi celular suena y nos interrumpe el momento íntimo.
―Un segundo.
Me sujeta la mano.
―Déjalo que suene ―Me sonríe.
―Pero puede ser importante.
―¿Cómo qué? ―Comienza a desabotonar mi blusa ―Aún no conoces a nadie por aquí.
―¿Y tú qué sabes? ―bromeo ―Quizás conocí a un hombre más guapo que tú ―Me río.
―¿Más guapo que yo? Imposible ―Desengancha mi sostén y acerca sus labios a mi pezón, mordisqueándolo. Lo que provoca un gemido en mí ―¿Acaso ese hombre imaginario te hace sentir así?
―Oh ―Emito otro sonido cuando su mano pasa bajo mi pantalón y luego volvemos a besarnos.
Rodeo mis piernas y unimos nuestras leguas en un deleitante frenesí. De repente el teléfono suena otra vez y nuevamente somos interrumpidos.
―Ponlo en silencio ―Hace un bufido.
―Deja que atienda ―Me río, me inclino y al fin me deja contestar ―¿Hola?
―Ya está todo listo ―expresa directo el informante al oír mi voz.
No sé si contestar al tener a Manuel delante, es mi último trabajo, ya no más luego de este, pero él no lo sabe. Me sobresalto cuando me besa la mano y sonrío cuando se me queda mirando.
―Numero equivocado ―Corto.
―Eso es muy sospechoso, cariño ―Me mira desconfiado pero con un ligero gesto de ternura en su rostro.
―¡Cállate y hazme el amor! ―Lo giro y me pongo encima ―¿Me dejaste expuesta y no me atiendes? ―Lo beso y el me corresponde, presiona mis pechos cuando me arrimo a su cuerpo.
El timbre suena y somos interrumpidos otra vez.
―Parece que hoy no es nuestro día ―Se ríe y me muevo de sobre él cuando se levanta. Camina hasta la puerta y antes de abrir, espera que me ponga el sostén para luego abotonarme la blusa ―¿Sí? ―pregunta y le contestan rápido, observa por la mirilla y termina por dejar pasar a su primo.
―¡Mañana es el gran día y ustedes ya están teniendo noche de bodas! ―Mueve las cejas el rubio ―Que atrevidos.
Ruedo los ojos y me levanto de la cama.
―Lázaro ¿Ya viniste a hacer su despedida de soltero sin avisarme? ―me quejo estando arisca. Nótese que no lo soporto ―Voy a salir y conocer un poco, ustedes hablen ―indico, agarro mi celular, le doy un beso a mi prometido y me voy fuera del edificio rápidamente.
Marco el número que me llamo antes mientras camino por la vereda.
―Kei, dime todo lo que sepas ―le digo a mi informante, mi intermediario y también socio en casi todos mis trabajos ―. Veo que no es llamada de larga distancia ―termino opinando.
―El cliente quiere profesionalidad absoluta, así que vine exclusivamente por eso ¿Por qué tanta importancia?
―No quiero que Manuel te vea ―le aclaro ―. Además, ya te dije que este es el último.
―Eso no es tan fácil, pero puede arreglarse.
―Como sea ¿A quién hay que matar? ―pregunto sin titubear.
―Es un socio del cliente, Álvaro Rodríguez.
―Listo, anotado ―exclamo grabándome el nombre en la cabeza ―. Enviarme todos los datos, horas, lugares, lo necesario que pueda servirme para encargarme de él ―Luego le recuerdo ―. Acuérdate de quemar el chip de tu celular, después de esta conversación.
―Lo sé ¿Por qué siempre debes recordármelo? ―Se ríe.
―Porque eres un idiota.
―Qué mala. Por cierto, es un cliente habitual y quiere el trabajo para mañana, sin excepción.
―Estás de broma ¿Cierto? ―Levanto una ceja ―¿Quién es ese exclusivo? Además, no puedo.
Hace una pausa cuando pregunto y luego al fin se anima a contestar.
―Guillermo Gallagher.
Bufo.
―¿Ese maldito viejo que me tiene ganas?
―Pero paga muy bien ―Vuelve a reír.
―Sus fetiches raros me tienen podrida, envía a otro. En definitiva, no lo haré ―exclamo determinada ―. Mejor, así complaceré por completo a mi prometido y no tendré que ver a ese viejo nunca más.
―Pero...
―¡Pero nada, olvídalo! ―Le cuelgo rápido y molesta.
¿En que estaba pensando?
El problema con este trabajo es que está difícil salir, porque te llenas de enemigos. Manuel cree que yéndome del país, quizás me alejaría de los problemas, pero aun así me persiguen.
No importa, nadie sabe que estoy aquí. Tiro el chip de mi celular por una alcantarilla cercana y sigo caminando por aquellas veredas como si nada pasara. Pues eso es, nada pasara nunca más.
~~~
Despierto temprano y me levanto de la cama rápidamente, muy ansiosa. Abro la caja que está sobre el mueble, viendo mi vestido blanco de novia, por completo al el estilo occidental. Es precioso.
Toda la tarde, con la familia de mi prometido estamos con los preparativos, me río feliz sintiéndome normal.
Como si no tuviera sangre en las manos.
Cuando llega la noche, estoy que exploto de la emoción. Me he mirado un montón de veces al espejo con aquel vestido, bello, hermoso, deslumbra delicadeza y pureza. Que no soy, pero no me importa.
La hermana de Manuel me ayuda con los retoques, reímos cuando se me caen las flores de las manos como por tercera vez y cuando finalizamos, es como el cuento de hadas de una princesa.
La felicidad es perfecta.
Ya en la iglesia, nada puede ser mejor, todo es mágico.
―Nada podría arruinar este momento, Mónica ―le aclaro a mi cuñada y ella me sonríe muy feliz ―. Al fin podre tener una familia, mis padres deben estar mirándome desde el cielo, muy felices por esto ―Una lagrima se me escapa y me la limpio rápidamente.
Ella toca mi mano.
―Seguro que sí.
En el momento que la canción suena, el padre de Manuel se me acerca y ofrece su brazo para avanzar por aquel lugar maravilloso. Me entrega a su hijo cuando llegamos hasta el cura y yo hago una sonrisa nerviosa, Manuel también lo hace. Miro al hombre que nos va a casar y me preparo, ya es mi tiempo, este es mi paraíso.
De repente, se oye un disparo. El mundo se detiene como si se congelara, una sensación horrible se apodera de mí. Me duele el pecho, no quiero mirar, pero cuando oigo que cae, me doy cuenta que es la realidad.
―¡Manuel! ―Me agacho pero ya es demasiado tarde ―No... mi amor ―exclamo desconsoladamente y las lágrimas me desbordan ―no... ―Lloro sin poderme detener.
Está muerto, un disparo directo a la nuca. La sangre se encuentra esparcida por todo el suelo. Todos corren en su auxilio y yo lo sé, es demasiado tarde.
No puedo entenderlo, no quiero aceptarlo ¿Qué es esto?
―No, no ¡¿Por qué?! ―grito y salgo corriendo con mi vestido lleno de sangre por los pasillos de la iglesia, nada me detiene, solo necesito saber.
Mucha oscuridad se aproxima en mí, se acumula, llena de odio. Entro a la habitación dónde me cambie y agarro un cuchillo junto con mi arma, también mi taser, que es un aparato electrocutador. Armas ocultas en una caja, siempre por precaución.
El francotirador debe estar cerca, lo mataré.
Sigo la pista de desde dónde vino el disparo y no dejo de correr. Una novia con el vestido lleno de sangre corriendo por las calles, no se ve todos los días, las personas voltean a verme con sorpresa. Voy hasta el edificio que calculo que tuvo la distancia perfecta y subo los pisos con furia en todo mi interior. Visualizo al hombre e intento dispararle.
―¡Detente ahí! ―Lo sigo sin detenerme ni un instante.
Mi rostro empalidece, debo parar cuando descubro que es una emboscada. Es más de uno, pero aun así no planeo detenerme. Respiro con agitación y continúo.
―Lo mataron ¿Quién los envió? ―Nuevas lágrimas caen por mi rostro, incluso aunque intento concentrarme.
―Tú ya lo sabes ―responde el que escapaba demostrando una sonrisa.
Frunzo el ceño con odio.
―Guillermo Gallagher ―deduzco ―lo mataré.
―Eso si sobrevives ―se burla y todos se preparan para lo que parece querer asesinarme.
―Me subestimas.
Golpeo la alarma de incendio que había visualizado con anterioridad mientras corría por los pasillos del edificio. Hace un ruido tan alto, que los aturde, pero a mí eso no me detiene y le disparo a dos. Uno intenta golpearme y lo pateo. Agarro mi cuchillo cuando se me acaban las balas y mato a otro, pero uno viene por detrás, noqueándome con un golpe que no vi venir.
Cuando me quiero dar cuenta, ya casi he perdido el conocimiento. No creo que sea mi fin, lo pensaba, pero resulta que me equivoque. Antes de perder la conciencia del todo, siento que uno de esos hombres me levanta, lo que me hace deducir lo que se nota obvio, es un secuestro.
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