17: El jefe y la sierva
Clow
Me encuentro sentado en la cama del hotel, esperando a que Yuri salga del baño. Se está tardando un poco, debe estar avergonzada. Me río al pensarlo, aunque en realidad ella quería esto. Se siente raro complacer a una mujer y no a mis gustos. Tomo la bolsa que guardé y saqué de la guantera, la cual la tenía escondida cuando revisé el cuarto de Yuri. Estaba rara en el auto, ¿la habrá visto? Quizás por eso se comportaba de esa manera extraña.
Alzo la vista cuando oigo la puerta del baño, sonrío de lado cuando la veo y me levanto cuando se acerca hasta mí. La miro de arriba abajo, sus mejillas están ruborizadas por el atuendo de sierva que lleva puesto. Es ajustado, las medias blancas tienen tirantes y el escote es perfecto, ya que no tiene tiras. Este conjunto no viene con ropa interior, así que debe estar fresquita la chinita. Observo que tiene el plumero en la mano y lo agarro.
―Esto lo usaré yo ―le índico y asiente. Tiro el objeto sobre la cama y toco la bolsa ―¿Sabías que te quité cosas de tu cuarto? ―le aclaro y analizo su reacción.
Es la única razón por la cual puedo imaginar porqué se comportó extraña mientras iba a comprar el atuendo de mucama.
―No puedo creer que los hayas traído ―se queja presionando los dientes ―, solo pensé que los habías visto y nada más.
―¡Están nuevos, hay que usarlos alguna vez! ―Me río ―¿Por eso estás alterada? Veamos que tienes.
―¿Alterada? ―expresa confundida y creo que se da cuenta ―Eh, sí, supongo que sí ―exclama demostrando dudas.
¿Miente? ¿No es eso?
―¿Sucedió algo mientras fui de compras? ―Me pongo serio.
―¡¿Claro que no?! ―grita nerviosa.
―No alces la voz que yo soy tu jefe ―digo jugando.
―Claro que sí, jefe ―expresa con sarcasmo, demostrando que todavía no entró en el juego sexual.
Tú querías esto, ahora atente a las consecuencias.
―Niña mala, te voy a castigar ―Agarro unas sogas de la bolsa.
Se sobresalta cuando ato sus manos, y vuelve a su estado de timidez, dejando de ser agresiva. Es increíble como cambia de personalidad cuando se trata de sexo, es como si fuera dos personas a la vez. La siento sobre la cama y observo la bolsa, tomando otras cuerdas más, estas las enrosco en sus rodillas levantando sus piernas, para mantenerlas alzadas con las columnas de la cama. Veo que su feminidad que esta al descubierto está palpitando, Yuri solo se encuentra quieta como una muñeca con las mejillas ruborizadas. Por último tomo sus muñecas atadas y hago un nudo al respaldo de la cama.
―Vaya, creo que nunca había amarrado a alguien tanto ―opino alzando una ceja al mirar mi obra maestra.
Ella se mantiene en silencio mientras puedo ver su agitación.
Agarro la bolsa y observo lo que hay, visualizo unas pinzas para pezones, las tiro, no me interesan, veo un látigo y una fusta, también los descarto, encuentro un dildo y un vibrador, elijo este último.
―Con sinceridad prefiero cosas más caseras, pero esto puede servir ―Lo introduzco en su intimidad y hace un pequeño salto con un jadeo, ante la sorpresa repentina del ataque a su vulva ―. Quizás en un futuro pueda mostrarte el objeto que hice con un montón de hilos y una pequeñas cuchillas, lastiman un poco, pero son muy excitantes ―Me muerdo el labio inferior mientras veo como intenta movilizarse, pero no puede por las sogas, mientras el vibrador hace su trabajo y lo meto más a fondo.
―¡Oh! ―chilla y es lo único que dice.
―Me dejas hablando solo, Chinita ―Me río ―. Eres la peor mucama que he tenido, discúlpate ―expreso jugando.
―Lo... lo siento ―responde al juego sexual.
Se siente algo raro fingir que soy un jefe, mientras tengo sexo. Me saco la chaqueta y la camisa porque ya me dio calor con solo verla excitada. Mantengo el vibrador conectado dentro de sus partes mientras me quito el calzado. A ella se lo dejo, total le quedan bonitos los zapatitos blancos y ver como se mueven suspendidos en el aire mientras ataco su intimidad es divertido.
―Ya que estás siendo una buena empleada, ordené servicio al cuarto, traje algo para brindar ―Acerco la pequeña mesita a la cama, abro la tapa de los hielos y agarro uno con una tela para no congelarme los dedos, tironeo de su escote dejando sus pechos expuestos y chilla cuando apoyo el hielo en uno de sus pezones, este se endurece ―. No te quejes, se una buena sierva, estamos celebrando tu buen comportamiento ―Refriego el objeto frío en su pecho mientras ella se estremece y parece que intenta huir pero no puede por las sogas.
Tan excitado que estoy apoyo mi bulto en su intimidad descubierta y me refriego a la par del hielo en su pezón con el pantalón puesto.
―Oh Chinita ―expreso acalorado y ella sigue chillando.
―¡Clow! ―grita.
―Sí, di mi nombre ―ordeno excitado mientras continuo con el vaivén de nuestros cuerpos y el hielo derritiéndose en su seno.
―¡Clow! ¡Ah, Clow!
Tiro el hielo hacia atrás con tela y todo, me apresuro a abrir mi pantalón, pero me detengo viendo el plumero a nuestro costado. Lo olvidé por completo. Y si gaste dinero en esa cosa, obvio la tengo que usar.
Rápido desato las piernas de Yuri y la giro todavía atada de las manos en el respaldo de la cama, levanto su falda negra, dejando sus nalgas al descubierto.
―¿Clow? ―expresa confundida.
―¿Estás muy excitada Chinita? ―Su piel se eriza al acercarme y susurrarle en su oído, apoyo todo mi cuerpo en su espalda, lo que provoca que se estremezca otra vez ―. Atendí muy bien tu vagina, ¿verdad? ―Muevo mi mano quitándole el vibrador.
―Sí... ―Tiembla mientras responde ―Jefe, ¿no me va a penetrar?
Hago una pausa interminable para ella.
―Has sido una mala empleada, no debería ―Bajo el cierre del vestido.
―¿Qué he hecho mal... ¡Ah! ―chilla cuando meto el plumero en su trasero ―Uf... Clow ―expresa algo excitada y aturdida por el ataque repentino a su ano.
―No temas, es de goma ¿Te duele? ―pregunto cuando lo muevo y ella tironea de las sogas.
―No... no pusiste lubricante, jefe.
―Esa era la intensión ―Sigo empujando el palo mientras jadea ―para que no puedas levantarte los próximos días.
―Uf...
―¿Te gusta?
―No... no sé ―expresa avergonzada ―es... es muy estrecho.
―Lo sé, hace tiempo no lo hacemos.
―¡Ah! ―grita.
Veo como se remueve mientras muevo el palo dentro de ella. Me muerdo el labio inferior, es tan preciosa de esta manera. Mi pene está muy hinchado pero continuo con la tortura, aunque en realidad no lo es, ya que ella lo está disfrutando.
Esta mujer es tan rara.
Sigo moviendo el palo del plumero en su ano mientras muerdo su espalda, dejando varios chupones allí. Ella grita una y otra vez, lo que provoca que me ría. La molesto un poco más antes de agarrar el preservativo, ponérmelo y abrir sus nalgas para penetrarla.
Tanto tiempo preparando su vagina y terminé en su ano. Me gusta someterla desde la espalda, parece más manejable. Aunque sinceramente ella es permisiva de ambos lados, pero creo que me encanta su trasero, podría entrenarlo. Noche y día follándola por detrás, hasta agrandarlo lo suficiente.
Puedo imaginar sus gritos de placer.
Y hablando de placer, me muevo dentro de ella y es un deleite, mi pene está satisfecho, podría follarla por horas.
―Mi pequeña mucama es una experta en el arte de gritar.
―¡Ah! ―Tironea de las sogas mientras la embisto.
―Querías que te penetre, ahora te estoy penetrando ―expreso mientras me muevo pero ella no me contesta, le tiro del cabello y la vincha blanca se le cae ―. Eres una mala empleada, no me ignores.
―Es... es que me gusta mucho, jefe.
Me muerdo el labio inferior y me lastimo.
―¿Te gusta esto? ―Doy una estocada un poco más fuerte y gime.
―¡Oh, sí! ―Tironea de las sogas por el movimiento.
Continúo tirando de su cabello mientras ella jadea, la empujo una y otra vez, sus muñecas se lastiman de tanto movimiento, se agarra de las sogas intentando controlar su poca estabilidad, ya que su cuerpo está a mi merced en estos momentos. Grita perdida en sus orgasmos mientras yo sostengo sus caderas. En estos momentos es toda mía, soy dueño de todos sus movimientos, no puede hacer nada sin mi consentimiento y eso le encanta.
Y a mí por supuesto también.
Me corro entonces tiro el preservativo agarrando otro, me lo pongo y la sigo penetrando, puedo con un segundo o tercer round, estoy seguro.
―¡Clow!
―¿Sí mi empleada?
―Ah... ah... ah...
―Es muy graciosa mi sierva. Se más específica, tu cuerpo ahora me pertenece, si quieres algo, tienes que pedírmelo ―le aclaro.
―Soy tuya, haz lo que quieras, jefe ―Muerde las sabanas sin ya no saber cómo controlar sus sensaciones.
―Mía, ¿eh? ―Agarro una mordaza y la ato en su boca ―Cierto, si no quieres hablar, no hay que obligarte.
―Mm... mm... mm... ―Se escuchan sus jadeos con la boca tapada mientras sigo embistiéndola.
―¿Ya aprendiste la lección? ―Me acerco a su oído y niega moviendo la cabeza, parece que le gustó que la dejara sin habla ―Sí que eres rara, Chinita ―Saco mi pene de su ano y la giro, agarro otro preservativo, es el tercero que uso pero no me molesta, podría seguir horas y horas, tengo varios.
Termino uniéndome a Yuri por el lado de su feminidad, se encuentra bastante húmedo por aquí, realmente lo está disfrutando. A pesar de que este es el tercer round, mi pene todavía sigue hinchado. Esta mujer ha provocado tal acto en mi físico, que me provoca mucha emoción. Creo que nunca he tenido tanto sexo seguido en toda mi vida y eso se lo debo a ella, porque este mutuo acuerdo entre nuestros cuerpos, ha hecho que el momento sea pleno.
La tensión sexual se acaba, entonces quedamos dormidos. A la mañana siguiente despierto, me levanto, voy al baño para darme una ducha relajante, larga y tendida. Termino de lavarme, me visto y veo un mensaje en el celular de Yuri. Es de un número desconocido. No debería, pero todo el mundo sabe que no soy ningún santo, así que lo abro.
"Estoy abajo ―G."
¿G?
¿Gallagher?
¿Tendrá que ver con lo que no me quiso decir Yuri ayer?
Sin pensarlo mucho, rápido, agarro el arma, y me dirijo a bajar los pisos del hotel. No debería arriesgarme así, pero quizás sea la única oportunidad que tenga. Además, si Yuri guardo el secreto de que habló con Guillermo, yo tampoco debería decir nada. Estamos a mano.
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