Introducción

Madeleine

Quizás mi nombre quede en el olvido y todo lo que soy permanezca en la oscuridad. No creo que haya alguien que me recuerde y si lo hay, puede que no me quiera ver más. Nací con un propósito, que cuando era pequeña no sabía que existía, del cual ahora no puedo escapar.

¿Me amaron? Tal vez, pero nunca lo sabré.

Estoy perdida en mis pensamientos mientras un montón de personas me observan, mi vestido blanco debería ser negro, porque mi mente se siente de luto. Jamás seré libre, no tengo elección, miro al cura que espera mi respuesta, y trago saliva, antes de responder.

―Sí, acepto ―Giro mi vista a observar al ser desagradable que está a mi lado ―. Acepto a Raid Rockefelle como mi esposo ―repito para que se me grabe en la cabeza este infierno del cual no puedo escapar.

El moreno sonríe con satisfacción y sus ojos tan oscuros como la noche me observan detenidamente. Si podría describir a esta persona, diría que no tiene alma, diría que esto no le importa, solo lo hace para complacer a sus padres y torturarme a mí. Porque lo sé, al igual que yo, no está de acuerdo, pero ver el sufrimiento ajeno se nota que le encanta.

Es un psicópata.

Todos celebran, se oyen aplausos y yo solo quisiera desaparecer. Reprimo las lágrimas que quieren escapar de lo más profundo de mi ser y me tenso cuando mi ahora declarado esposo me agarra de la cintura, para acto seguido besarme. Sus labios me causan asco y no sé cómo podré soportar lo que sigue. Raid se acerca a mi oreja y me susurra.

―Te estaré esperando en el cuarto.

Todo es tan nublado y oscuro, es tan horrible, y la pesadilla aun no acaba. Veo como se retira del salón, entonces cuando reacciono, avanzo levantando mi vestido, pasando entre los invitados. Al pasar la puerta, al final del pasillo esta la habitación.

Quiero morirme ahora.

Me sobresalto cuando siento una mano en mi hombro y me relajo cuando oigo esa risa.

―Lea no me asustes así ―Suspiro apoyando una mano en mi pecho ―estoy a punto de desfallecer ―declaro.

Leandra, mi amiga desde que llegue aquí, es a la única que puedo confesarle mis cosas, si fuera otra persona quizás estaría perdida.

―Tranquila ―Me sonríe la cobriza y alza una mano ―estás delante de la futura Señora L, nada va a pasar. Además, te traje un regalo de bodas ―Hace un sonido con sus labios carnosos y llenos de Rush rojo.

―No estoy de humor para eso ―Niego con la cabeza.

―¿Segura? ―Levanta un pequeño frasco y me lo entrega.

Frunzo el ceño.

―¿Qué es esto?

―Eso mi querida amiga, es una droga, una que te hará perder casi todos los sentidos, tanto que ni sabrás si su pene es grande o chiquito. Diría que se lo pongas a él en una copa, pero viendo la situación en la que estás, la pasaras mejor si eres tú la que lo ingiere. Si se da cuenta podría terminar golpeándote o matándote y no quiero eso para mi mejor amiga, mejor bébelo tú, Raid pensara que bebiste mucho alcohol nada más.

Presto atención a todo lo que me dice y presiono el pequeño frasquito entre mis dedos hasta que no puedo aguantar más.

―Gracias ―digo mientras lagrimas recorren todo mi rostro ―muchas gracias... lo siento ―Me refriego los ojos ―es solo que... pensar que ese tipo va estar encima de mí, sin ningún tipo de remordimiento, me pone...

―No necesitas disculparte ―Me interrumpe poniéndose seria ―las horas pasaran y esto solo será un mal recuerdo, solo asegúrate de embarazarte rápido para no tener que repetirlo ―aconseja y se gira para irse ―. Suerte.

Veo como mi amiga se aleja y suspiro. Me doy la vuelta en dirección al cuarto matrimonial. Una vez que estoy parada frente a la puerta, vuelvo a suspirar y apoyo la mano en la manija. Tomo todo el aire que puedo, entrando allí llena de nervios. Visualizo a mi marido sentado en la cama y cierro detrás de mí, sin dejar de mirarlo. Me sigue con la vista cuando camino hasta el espejo y me saco el tul que cubre mi cabello castaño. Tiemblo cuando él se levanta del colchón y se para detrás de mí.

―Tú no me agradas y yo no te agrado ―Se acerca a mi oreja y su mano se apoya en mi pierna ―. La única parte divertida de este circo que creo mi familia, es esta ―Sus dedos logran subir la tela del vestido y tocar mis bragas, su asqueroso tacto se encuentra en mí cuando ya está rozando mi feminidad ―. Imaginar que te parto a la mitad me parece muy divertido, así que espero que cooperes y así nos llevaremos bien ―Respiro agitada y rápido abro el frasco, me lo bebo de una sola vez, así que cuestiona mi acción ―¿Qué estás tomando? El alcohol no te salvara de esto, bonita.

Me giro a mirarlo.

―Cierto, ya estoy perdida ―confieso y él sonrío con satisfacción.

―Resignada desde el principio. Perfecto, por mí está bien ―Se acerca a mi rostro y sus manos pasan a mi trasero. Me empuja contra su cuerpo y puedo sentir su notable erección ―¿Vas a luchar? ―pregunta cuando me tenso.

―No, hoy no ―Cierro los ojos y noto su boca en la mía.

Cuando empiezo a sentir el efecto de la droga, todo se vuelve oscuro, puedo notar que Raid me está tocando, pero yo ni cuenta me doy de lo que realmente sucede. Las sabanas se manchan y mi cuerpo como todo mi ser, quedan en el olvido. Me pierdo en la oscuridad de mi mente, dejándome caer en el vacío, el dolor de esta noche ya no existe, nada existe dentro de mí.

Aún.

Veinte años atrás, esto no hubiera ocurrido. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top