7: Manipulador

Jayce

Creo que es la primera vez en mucho tiempo, en estos tres años, que duermo tan bien. La Lady ha demostrado una vez más que no hay mejor sexo que hacerlo con ella, es la única que me hace sentir así. Además que he descansado como los dioses abrazándola. Es como si todos los malos recuerdos desaparecieran.

Ellie intenta levantarse de la cama pero la detengo.

―¿A dónde vas? ―le pregunto sonriente mientras sostengo su muñeca y ella se cubre con la manta a punto de pararse ―Hay que repetir ―expreso con un gesto de manera picara y muevo las cejas.

―Mi familia me está esperando ―dice avergonzada.

―¿Cuál familia? ―Alzo una ceja ―Tu esposo permanece en el hospital y tu nena de seguro con la niñera, nadie debe estar preocupado, ni siquiera se han enterado de dónde te encuentras, solo lo imaginarán y ya ―explico.

Frunce el ceño.

―¿Tú qué sabes? No conoces a Dean, mucho menos a mi hija.

Sonrío.

―A tu hija no, pero a tu maridito sí, es una persona confiada a la que se le puede estafar fácilmente ¿Cómo crees que me quedé con su única vía de escape? ―El barco ―Obvio, lo manipulé, es la persona más fácil de engañar del mundo.

―No hables de mi esposo como si lo conocieras de toda la vida, porque no es así ―exclama molesta.

―Vamos Lady, estoy seguro de que lo manipulaste, aprovechaste que fuiste la victima a la que dejaron, lo engatusaste, te embarazaste y lo agarraste vilmente para no tener que estar huyendo de todos los que te querían de trofeo, tomaste la oportunidad para salvarte, ya que no me tenías.

Me pega un cachetazo de repente.

―No sé ni para qué dejé que siguieras hablando ―expresa con los ojos humedecidos ―. Yo no hice ni una pisca de todo lo que acabas de decir, estos tres años han sido los mejores de mi vida, no sabes nada, toda mi existencia he vivido a la sombra de alguien, mi padre y la tuya cuando él murió. Si alguien ha sido manipulada siempre fui yo, y no me estoy victimizando, yo soy la culpable de eso, siempre he dejado que hagan lo que quieran, pero con Dean fue muy distinto, hemos decidido juntos, siempre hemos ido por el mismo camino y las mismas ideas.

―Sí y por eso elegiste engañarlo conmigo ―me burlo ―. No debe ser tan buen marido si lo traicionaste, quizás es malo en la cama, no sé ―Me río.

Me sigue mirando angustiada y enfadada a la vez.

―Tú no entiendes...

―Comprendo que te gusta más mi pene que el suyo.

―No seas asqueroso ―Me mira con desprecio.

Continuo sonriente porque estoy lleno de confianza.

―Lady, admito que quizás sí te manipulé, pero todas las veces que estuvimos juntos, tú elegiste, tú querías estar conmigo, todo no es mi responsabilidad, tú viene a mí porque deseas estar conmigo, no hay punto de comparación entre tu maridito y yo, yo te hago ver las estrellas y él... ―Hago una pausa para buscar las palabras correctas ―él te hace caminar en un lugar aburrido y normal ―Tironeo de su brazo y la hago caer, sentándola sobre mí, agarrando su cintura ―. Nosotros dos somos adrenalina pura.

Dejo varios besos en su cuello y noto como hace una pequeña fuerza para alejarse, así mirarme directo a los ojos.

―Tienes razón ―lo admite ―pero eso solo afirma lo que digo, solo hay física entre nosotros, como cuando me encerrabas en ese cuarto para que solo tengamos sexo, siempre he sido tu muñeca sexual, Jayce.

La miro extrañado.

―Sabes que me gusta el sexo, así que tu queja no tiene validez.

―Sí, lo sé, pero... ¿Acaso tú conoces lo que me gusta a mí? ―me pregunta y quedo pensativo, entonces ella sonríe con tristeza y responde por mí ―¿Ves? No lo sabes, nunca te has tomado la libertad de averiguarlo siquiera, si lo supieras, hubieras sabido que me gustan las pinturas, que en la universidad estudiaba Bellas Artes, que solo quería ser la chica normal que se había peleado con su novio y ya ―dice mientras una lágrima cae de uno de sus ojos ―, que deseaba con todas mis fuerzas no ser la hija de un mafioso, no sufrir esos impulsos, esos arranques de rabia, necesitaba huir... y nada, un día solo bastó para matar a mi padre, un día solo bastó para que me conocieras, pero no, ni una sola vez te lo planteaste ―Más gotas caen de sus ojos y se cubre la cara con sus manos para que no la vea llorar.

―Ellie... yo...

―Dean sí lo sabe ―declara y vuelve a mirarme con odio, aunque su cara está toda empapada por las lágrimas ―. Él me escuchó, con él sí hablamos, me entendió y me ayudó, él cargó con todo, tú no te comparas con Dean, solo lo engañé porque soy débil, creí que había superado tu manipulación, pero soy débil ―repite ―y te odio, odio todo lo que hay alrededor de ti, te desteto, me irrita tanto hacerte caso, me duele llegar a esto, no soporto caer nuevamente en esta situación.

Frunzo el ceño ya que me estoy enfadando.

―Deja de hablar, deja de llorar, casi caigo en tus malditas lágrimas de cocodrilo. Tu marido es un imbécil, si tanto te gusta estar con él, no me culpes a mí de engañarlo, tú eres la única que se sube sobre mi pene, ve y dile a ver si te perdona, el santo ―La empujo sacándomela de encima ―. Será mejor que regreses aquí cuando descubras que significa tener un amante, porque no estás entendiendo el concepto, niña ―exclamo irritado y noto mis celos explotando, si la tengo más cerca quizás la ahorco, mejor tenerla lejos.

Toco mi mano que tiembla, ese titiritar que me recuerda que sabe mi secreto y que su mera existencia me rememora que debo matarla.

Ellie se levanta del piso y agarra su ropa sin responderme, comienza a vestirse despacio porque está nerviosa. Ella también se encuentra inquieta, pero por diferentes razones. Cuando dejo de ser un hijo de puta al reaccionar, me levanto y se sobresalta al yo abrazarla de repente.

―Jayce, suéltame ―Lloriquea.

―Lo siento ―me disculpo y ella solo hace silencio ―. Una vez te dije... que no querías entrar en mi cabeza. Estoy tan centrado en mí, en todos mis demonios, que no hay espacio para nada más, no lo hago a propósito.

―Entonces déjame ―Se suelta de mi agarre ―. Te fuiste ―Me mira directamente a los ojos ―, pensaste en mí por una vez y estaba enojada, pero ya no, porque fue la mejor decisión que elegiste para mí, la única buena.

―Tienes razón ―lo acepto ―pero mientras tenga negocios por aquí, no puedo estar lejos de ti y como dije, solo puedo matarte o follarte ―le aclaro.

Me mira un segundo que parece eterno, hasta que se gira en dirección a la puerta sin observarme ni un momento más, toma las llaves para retirarse, entonces se oye el portazo cuando se va.

Claire

Escucho a Jayce llegar a mi oficina de malhumor y dejo de revisar unos documentos, para mirarlo, me mantengo sentada en mi silla.

―¿Qué pasó? ¿No tuviste sexo acaso? ―me burlo.

Me mira de mala manera.

―Haberlo tenido es el problema.

Alzo una ceja.

―¿Y eso?

Se acerca hasta la silla de en frente del escritorio y se sienta con mucha confianza, ahora sí está sonriendo.

―Tuve el mejor sexo que no he tenido en años, sin ofender, Lucecita.

―No me molesta ―Vuelvo a agarrar los documentos y observarlos ―. Hace tiempo que no involucro sentimientos cuando me acuesto contigo.

Baja el papel para que lo mire directo a los ojos.

―¿Ves? Tú sí entiendes.

Sonrío.

―Te acostaste con Ellie ―afirmo y él borra su sonrisa ―. Deja de aprovecharte de esa pobre chica ¿No era que querías protegerla de ti?

―Es difícil, además no hay mujer que se me resista ―Le regresa la confianza.

―No voy a negarlo, pero ocasionarás tu propia destrucción.

Hace una carcajada.

―¿Qué quieres decir? ¿Qué ella va a matarme?

―Sigue jugando con sus sentimientos y obtendrás el resultado.

Se levanta de su asiento, rodea la mesa que nos separa y apoya sus manos en los apoyabrazos de mi silla, acercándose a mi rostro.

―Lo que dices es imposible, tanto como las veces que me explicaste que no sienten nada por mí. Donde hubo fuego, cenizas quedan ―Se muerde el labio.

―Ya te dije, que todos cometemos deslices ―aclaro tranquila.

―Tú también tienes problemas con tu amorcito.

―Yo sí quiero alejarme de Lyon, sí lo cuido de mí ―Frunzo el ceño.

Se ríe.

―Pero te encontraste con otra cosa, al final termino siendo lo que no querías que fuera, todos tus esfuerzos fueron en vano, como los míos, pero de diferente manera.

Frustrada miro hacia el suelo.

―Cállate, no te soporto cuando atacas mis debilidades.

―Es una forma de obtener lo que quiero ―Me toma de la cintura y me sienta sobre el escritorio ―. De esa forma las personas caen en la trampa de la oscuridad.

Alzo la vista a mirarlo.

―Todo un manipulador ―lo felicito sonriente aunque sigo algo molesta ―pero no tendremos sexo hoy para quitarte tu estrés, búscate a otra.

Lo empujo y me bajo de la mesa, antes de que pueda irme en dirección a la puerta me detiene por detrás, agarrando mi cintura apoyando mi espalda en su torso cuando me empuja hasta él, su otra mano recorre mi cuerpo hasta llegar a mi cuello, entonces posa sus labios húmedos atrás de mi oreja.

―Creo que la que está estresada eres tú, Lucecita.

Mi corazón se acelera por los nervios de no quererle dar la razón.

―Es tu culpa, tú metiste a Lyon en la conversación.

―Podemos hacerlo mientras piensas en Lyon, yo no te voy a juzgar si cierras los ojos y dejas que tu mente vuele, como si estuvieras teniendo sexo con él.

―Déjame, Jayce ―Apoyo mi mano en la suya que está sobre mi cuello ―. No me metas tus ideas perversas en la cabeza.

―Vale, no, eso fue demasiado rebuscado ―Me da la vuelta sin dejar de presionar su cuerpo con el mío ―, pero nos merecemos un momento a solas.

Apoyo mis manos en su torso y hago fuerza para así al fin alejarme.

―Hoy no, hay cosas que separar a veces y esta es una de ellas.

Se ríe.

―Ya caerás.

―No puedo negarlo, porque ya ha pasado, pero como ya dije, hoy no, tú y yo tenemos muchas cosas en la cabeza para involucrarnos de esa manera, sobre todo si te pones a recordármelas para que me acueste contigo ―digo seriamente.

―Juro que la próxima vez utilizare una técnica que te guste más.

Ruedo los ojos y nuevamente me doy la vuelta para retirarme. Fuera del edificio, mi chofer se choca conmigo, el cual se disculpa y me abre la puerta del coche. En un principio no me parece sospechoso, pero cuando comienza a conducir y veo que vamos en otra dirección, además de que las puertas están trabadas y al mismo tiempo no encuentro mi arma, me percato de que ahora sí estoy en problemas. Agarro la cuerda decorativa de mi vestido para proceder a atacar a su cuello mientras está distraído, pero para mi mala suerte llegamos justo a destino y cuando se detiene, me abre la puerta en frente de un salón.

―El Señor Cross la está esperando.

Lo que más temía, maldición.

Adelia

Dean me rechazó, pero le demostraré que su amada esposa no es ninguna santa. Sonrío de lado cuando mi empleado me entrega las fotos que esperaba. Ellie Divine saliendo de un hotel de Jayce Markov. Ahora sí te atrapé maldita zorra. Subo a mi auto y en todo el trayecto mantengo mi sonrisa, al llegar al hospital, me dirijo a la habitación de Dean. Tengo suerte porque no veo a su mujercita ni a la niñera de su hija cerca, es mi oportunidad. El rubio frunce el ceño cuando entro al cuarto.

―Tú otra vez ―expresa molesto.

―Oí que te darían el alta, así que decidí volver lo más pronto posible ―Me acerco hasta él y mis tacos se oyen con cada paso que doy ―¿Sabes dónde está tu mujer ahora? ―Le entrego el sobre con las fotos.

Frunce el ceño.

―¿Qué es esto?

―Míralo por ti mismo.

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