12: Un tercer engaño

Jayce

¿Ir directamente a una trampa? ¿Por qué no? Lo responderé yo mismo, porque es mi propia artimaña. Cross cree que encontrará un pendrive con el programa prohibido en un barco, pero no, yo guardé ese archivo en el cuadro que mandé a hacer de Ellie. Para que sea creíble, envié el código que lo abre a través de ese navío, pero para encontrar esa información tendría que pasar por mi cadáver y no le será nada fácil.

Involucró a la Lady y a su esposo en esto, pero eso no me distraerá, esto es una trampa contra trampa. Sin embargo esta vez yo iré por delante de él, ni notará qué lo golpeó.

Camino por el estribor viendo que estamos a punto de zarpar. Hace unas horas que debimos estar navegando, pero algo retraso la ida. Debe ser Claire. Tiene que llegar antes de que nos vayamos. Me detengo cuando veo a una pequeña niña saltando mientras avanza, la enana se para en frente de mí y me sonríe cuando alza la cabeza para mirarme.

―Sh, me escapé ―Me avisa y se ríe.

―Eres Analy, ¿cierto? ―pregunto tranquilo ―Como que tu mami no te cuida muy bien para venir a un lugar tan peligroso.

―Ann, enferma ―dice y se va corriendo, creo que se refería a su niñera.

Visualizo como la niña corre hasta esos botes salvavidas y se cae a uno de estos como tonta. Me río. Miren, es igual de idiota que su madre. Esto me causa mucha gracia. La sonrisa se me borra cuando veo que la cuerda que sostiene al pequeño navío se mueve. La nena no se ha dado cuenta, entonces me le acerco y rápido la saco de allí. Es un movimiento brusco porque el bote está avanzando de forma veloz, así que se tropieza, se golpea y se pone a llorar.

Definitivamente igual a su madre.

―Me uele aquí ―Señala su piernita y alzo una ceja.

―¿Y qué quieres que haga? Dile a tus papis.

―Mira, mira ―Lloriquea.

Bufo y me agacho.

―No tienes nada ―le digo.

Chilla más fuerte.

Qué insoportable.

Presto atención viendo una marquita al costado de su rodilla, se parece a la mía y se me cruza algo por la cabeza. No, no puede ser. Bueno, Ellie es una mentirosa, pero las marcas hereditarias son poco comunes, debe ser casualidad. Más vale que así sea, porque no sabría qué pensar.

Dean

No puedo creer estar en un barco de Rosa Negra, negociando con Adelia, para que nos proporcione este viaje para conseguir la información del programa prohibido del que habló Cross. Jayce es aliado de la Logia de la Serpiente, así que meter un pendrive en el barco de su enemigo me parece una trampa, aunque seguramente Cross ya sabe eso. Cada uno ha creado su propia jugada y nos han metido en un aprieto. Admito que acepté esto por el odio que siento, ya que me estuvieron engañando en mi propia casa, pero sinceramente yo no soy así, no soy vengativo. Debí haber actuado más normal y enfrentado a Ellie con su amante, en vez de ponerme en medio de una guerra de mafia.

Soy imbécil.

Miro como Adelia se cruza de piernas en el sillón en el que se encuentra sentada, mientras nosotros estamos parados en frente de ella.

―Me alegra que me llamarán, estoy muy contenta de ayudarlos ―declara la morocha mordiéndose el labio, mientras me observa de manera lasciva, sin importarle que mi mujer se encuentre al lado mío.

Ellie frunce el ceño.

―Arreglen sus negocios ―expresa molesta ―. Yo iré a ver a mi hija porque no confío en que tus empleados la cuiden bien ―Se retira cerrando la puerta de un portazo bastante fuerte.

―Tu esposa es muy agresiva ―Se ríe Adelia ―¿Por qué sigues con ella? Ya te di las fotos, seguro ni me creíste.

―Te creí, pero mi relación no te incumbe.

Se levanta del sillón y se me acerca, apoyando sus manos en mis hombros, para luego aproximar su rostro al mío.

―Se ve que sufres ¿Qué más te hizo?

La aparto quitándole las manos de encima y retrocedo.

―Cross sabe también de esto ―digo lo que pienso ―. Los vio en el living, estoy seguro, seré todo el hazmerreír de la mafia ―declaro.

―No te preocupes, yo me encargo de Cross ¿En el living? ¿En tu propia casa? No tienen límites ―exclama indigna aunque se nota que lo disfruta ―. Yo creo que necesitas algo fuerte para digerir esto ―Me empuja al sillón y me hace sentar, luego se acerca a un mueble, entonces de allí llena un vaso con vodka, después me lo acerca, entonces aunque no muy convencido me lo tomo ―¿Quieres otro? ―pregunta tranquila.

―No me voy a emborrachar ―dictamino y dejo el vaso a un costado en una mesita.

Se ríe.

―Lástima, borracho eres muy divertido.

―Deja de mirarme de esa manera ―le advierto ―. Estamos aquí para hablar de negocios, necesitamos registrar todo el barco, ¿me entiendes?

―Olvida eso por un rato.

Camina hasta mí y la atrevida se me sienta encima, entonces rápido me la saco empujándola, ella solo se ríe mientras yo continúo serio sentado en aquel sillón.

―Soy un hombre casado, no hagas eso.

―Ellie es una mujer casada y mientras tanto folla con su ex ¿Por qué tú no puedes hacer lo mismo? ―se burla.

―Porque no soy vengativo.

―Pero te duele... ―Vuelve a sentarse sobre mí y cuando dice aquello me quedo callado ―no es venganza ―Posa sus dedos sobre los botones de mi chaqueta ―es dejar de pensar en eso que te hizo ―Roza sus labios con los míos ―¿No mereces acaso un consuelo?

Miro hacia un costado pensativo, no quiero caer en sus artimañas. Me besa un momento aunque no le correspondo tampoco la alejo. Luego pasa sus labios por mi cuello dejando pequeños besos mientras desata mi chaqueta.

―No... no puedo ―La agarro de los brazos y me levanto.

De repente la puerta se abre, entonces veo que Ellie entra al camarote y nos mira sorprendida.

―¿Qué estás haciendo? ―expresa mi mujer indignada.

―Creo que tienen que hablar ―dice Adelia sintiéndose triunfante ―. Iré yo por tu hija ―declara como si nada y se retira.

Cuando se escucha la puerta cerrarse despacio Ellie se queja.

―Qué asco ―expresa molesta ―. Me dijiste que esa mujer no tenía importancia para ti ¿Era mentira? Dime la verdad ¿Me estás engañando?

Frunzo el ceño.

―No ―digo cortante.

―¿Y por qué tu chaqueta está abierta? ―Sus ojos se humedecen cuando la señala.

―Porque me besó y no la aparté ―expreso con sinceridad.

―¿Qué dices? ―exclama con su voz quebrada ―¿Por qué?

―No sé.

―¡¡Eso no es una explicación, Dean!! ―grita alterada.

―No, la verdad que no.

―¿Por qué me haces esto? ―Lágrimas empapan su rostro.

Hay tanta hipocresía en este camarote.

―¿Por qué lo haces tú? ―le pregunto dolido.

―¿Eh? ―expresa confundida.

―Lo sé todo, Ellie.

Sus ojos se abren en grande.

―¿Qué? ―exclama impactada.

―Sé lo tuyo con Jayce, sé cuando se vieron en el hotel y cuando estuvieron follando en nuestro living.

―No es cierto ―Retrocede.

―Lo es, otra vez me mentiste.

―Perdóname ―Se refriega los ojos.

―¿De nuevo? ―expreso afligido.

―No es lo mismo ―Niega moviendo la cabeza.

―Me mentiste hace tres años atrás y te perdoné ¿Otra vez quieres que lo haga? No puedo simplemente olvidarlo y ya.

―No es lo mismo ―repite.

―Me engañaste con Jayce, me mentiste sobre nuestra hija ¿Qué más me ocultas, Ellie? ¿Cuántas veces tengo que perdonarte? Dime en qué más me has mentido.

Traga saliva y no puedo creer que haya un tercer engaño.

―Yo... dejé de usar las pastillas anticonceptivas hace tiempo. 

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