10: Secreto a la tumba
Ellie
Estoy descansando plácidamente sobre el pectoral de mi marido, cuando oigo golpear a la puerta de entrada. Me refriego el ojo, miro el reloj, me doy cuenta que es el mediodía, nos quedamos dormidos. Rápido agarro una bata de mi cajón de la mesita de luz, entonces me levanto de la cama para ver qué ocurre.
―¿Diga? ―Bostezo cuando hablo. Hay silencio así que miro mejor, entonces mis ojos se abren en grande ―¿Qué haces aquí? ―Me sonrojo viendo a Jayce y me cubro más, moviendo la tela de mi desabillé.
Creí que era la vecina.
―Parece que borraste nuestro momento fogoso con una noche aburrida ―Señala el chupón de mi cuello que no llegué a tapar ―. Que linda ―dice serio y puedo notar sus celos.
Frunzo el ceño.
―¿Con que derechos vienes a hacerme desplantes? Tú me dejaste, yo no te prometí nada, lo que hicimos ayer fue por mera conveniencia, en todo caso el único que podría quejarse es Dean, así que ni hables.
Sonríe.
―Eres toda una Lady Salvaje, te dejé demasiado tiempo libre.
―Muérete ―digo molesta.
―Vine a ofrecerte una disculpa ¿Puedo pasar? ―Avanza sin mi permiso y cierra la puerta como si nada.
―Dean se encuentra durmiendo en el cuarto ―le aclaro rápidamente estando nerviosa ―. Ya vete, por favor.
―¿En serio? ―expresa en un tono burlesco.
―Jayce, por favor ―insisto angustiada.
Se detiene y se gira a mirarme.
―¿Tienes miedo de que le diga que tuviste mejor sexo conmigo que con él? Porque si quieres se lo digo, no tengo problema.
―No... por favor...
―¿Le vas a contar que lo engañaste?
―Cállate ―Bajo la vista ―. No sé qué estás haciendo aquí, pero necesito que te vayas.
―Vine a invitarte a un lugar ―dice tranquilo y luego vuelve a sonreír ―. A un lugar secreto.
―¿Secreto? ―expreso confundida.
―Sí, es una sorpresa.
―Preferiría que no ―digo cortante.
―Si no vienes, puedo hablar con tu esposo.
―¡No! ―chillo.
―¿Ellie? ¿Pasa algo? ―Oigo a Dean y me sobresalto.
―¡No, nada, amor! ―Jayce rueda los ojos cuando le hablo a mi marido de forma cariñosa ―¡Debo ir a comprar algo! ―Empujo a mi ex hasta la entrada ―Quédate ahí ―digo en tono bajo ―. Me cambio y vuelvo ―le aviso y cierro la puerta.
Me dirijo al cuarto y agarro mi ropa rápido, comenzando a vestirme, Dean me observa confundido por mi nerviosismo.
―¿Segura que no ocurre nada? ―pregunta otra vez.
―No, no ―repito ―. Es solo que me olvidé de algo, luego te cuento ―Le doy un beso y me voy a la salida.
―¡Ellie! ―me llama y me detengo, entonces lo miro, así que me sonríe ―Calma, estás muy agitada ―Asiento a su acotación y luego agrega ―. No estaré en todo el día, tengo que adelantar trabajos perdidos.
Me sorprendo.
―¡¿Cómo?! ¡¡No!! ―chillo ―Tienes que hacer reposo, quédate con la niña y aprovechamos de no llamar a la niñera.
―No me quiero retrasar ―dice serio.
―Me harás preocupar ―expreso sincera, la única verdad que puedo decirle entre todas las mentiras que se me acumulan.
Sonríe otra vez.
―Estaré bien.
No tengo mucho tiempo para pensar o intervenir, porque tengo a Jayce en la puerta, así que de mala gana, acepto la decisión de Dean y me voy. Mi ex sonríe de manera ganadora, entonces lo sigo, aunque yo no estoy de humor. Subimos a su coche y me doy cuenta cuando llegamos a destino de que me lleva a enfrente de una casita, así que ruedo los ojos.
―Ya sé lo que estás pensando, y la respuesta es no ―le aclaro.
―No vinimos a tener sexo ―Se ríe ―. Al menos no hasta después de la sorpresa.
―Cuanta intriga ―digo sin ganas, ya que no estoy interesada, solo quiero largarme y ya, me estoy cansando de mentirle a Dean.
Jayce continúa con su entera confianza en lo que va a mostrarme, salimos del vehículo y nos dirigimos a aquella casita, una vez entramos visualizo una galería vacía, entonces me sorprendo.
―¿Qué hacemos aquí? ―pregunto confundida.
―Dijiste que estudiabas Bellas Artes, así que decidí comprarte esto.
―¡¿De un día para el otro?! ―exclamo impactada.
Se ríe.
―Me faltan algunos temas ilegales con la escritura, pero sí. Aunque estoy interesado en poner una pintura en especial ―me comenta.
―¿Cuál? ―Me sonrojo.
No creo que sepa de arte.
―La tuya ―Sonríe y ahora soy yo quien se ríe.
―No digas estupideces, no hay ninguna pintura mía.
―No, pero podemos hacerla.
―Seguro ni sabes pintar para decir eso ―me burlo.
―Yo no, pero el pintor que contrate sí.
Vuelvo a sonrojarme.
―Contrataste... ¿un pintor?
―Eso dije ―Toma mi mano ―. Acompáñame.
Lo sigo, notando el tacto de sus dedos, mientras mi corazón se acelera. No debería sentirme así, pero eso fue muy tierno, es un bonito gesto. No puedo creer que me haya escuchado. Llegamos a un cuarto pequeño, tiene un sillón al frente de una ventana y al otro lado el caballete en donde está apoyado el cuadro en blanco. Visualizo al pintor y Jayce me señala el lugar donde debo sentarme, así que voy allí.
―Esto se siente tan extraño ―opino nerviosa pero sonriente.
―Es tu momento, disfrútalo ―declara el castaño y de algún modo me olvido de todo lo malo que estaba pensando antes.
El momento es relajante, tranquilo, diría que me siento como una lady de verdad. Nunca me habían hecho un cuadro, o sea el tiempo que estuve estudiando vi tantos, aprendí como hacerlos, supe de todo el mundo que rodea a miles de pinturas, pero jamás creí estar del otro lado, siendo dibujada. Incluso ni me importa si el pintor es bueno, solo de encontrarme aquí ya es mágico.
―Terminé ―dice el hombre.
Voy a pararme pero Jayce me detiene, él mira el dibujo primero y sonríe.
―Es preciosa ―declara y mira al pintor ―. Ya puedes retirarte ―ordena entonces el señor se dirige a la puerta.
Me levanto.
―¡Espera! No pude agradecerte ―le digo.
―No hay porqué, señorita ―El hombre asiente.
―Pues claro que sí, sé lo mucho que un pintor se esfuerza y quiere a su trabajo, sería muy maleducado de mi parte no agradecer.
―Oh muchas gracias, eres la clase de cliente que nos pone felices de crear nuestra magia, espero que le guste mi obra.
Ignoro a Jayce que no me dejó verla y sonrío.
―Está hermosa ―le aclaro al señor y puedo ver una expresión gratificante en su rostro antes de que se vaya, luego miro a Jayce ―. Eres un descortés, no entiendes de arte ―lo reprendo.
―Vale, lo admito ―Alza las manos ―. Quería pasar tiempo a solas contigo y traté mal al hombre, pero en mi defensa estaba hipnotizado en tu sonrisa.
―Olvida el piropo, Jayce ―Ruedo los ojos.
Me acerca un bloc de dibujos y lo miro extrañada.
―Enséñame tu arte ―declara de repente y mi corazón se acelera.
―¿Es en serio?
―Mucho ¿Nos sentamos? ―Señala el sillón y suspiro.
―¿Es por eso que querías que me mantuviera sentada?
―Algo así ―Se ríe.
Nos dirigimos allí y me entrega un lápiz. Se queda mirándome fijamente mientras dibujo. Se siente raro esto, aunque para nada malo, es placentero. Un momento de paz, tranquilo y en silencio. Es algún tipo de respeto que se logra ver en Jayce. Ojalá el tiempo se detuviera aquí, en este preciso instante.
―¿Somos nosotros? ―me pregunta señalando a la pareja.
―No creo ―Me río.
―Pero también están en un sillón.
―Sí, bueno, yo... pinto lo que siento ―expreso notando el calor en mis mejillas, así que seguro me he ruborizado otra vez.
―Entonces puedo entender que en estos momentos estás feliz, ellos lo están, ¿no?
―Puede ser ―acoto pensativa viendo la nube oscura que dibujé alrededor de los personajes, ellos sonríen, pero saben que algo anda mal.
―¿Terminaste? ―pregunta cuando dejo de mover el lápiz.
―Sí... creo que sí.
Me quita los objetos de mis manos, apoyándolos a un costado, para luego poner la suya en mi pierna, acto seguido acercar su rostro al mío.
―Esto fue mi sincera disculpa, por no prestar atención a tus gustos y por tratarte de mala manera en el hotel.
―Ya me pediste disculpas.
―Sí, pero sentí que debía hacerlo de nuevo, sé que te dejé, sé que hay una enorme barrera entre nosotros, sé que si estás cerca de mí la muerte solo te acecha en mis manos, sé que te deseo ―Se inclina sobre mí ―. Me doy cuenta de tantas cosas, Ellie, pero siempre llego tarde. Por eso me fui, para no matarte, sé que te voy a asesinar.
―Me das miedo ―le aclaro.
―Haces bien, yo también tengo miedo de mí mismo ―Me besa entonces le correspondo, sus dedos recorrer mi piel debajo de mi falda ―. Ahora dame un poco de ti, déjame sentirte.
Apoyo mis manos en sus hombros mientras su cuerpo me aplasta.
―No podemos, Jayce, me tengo que ir.
―Olvídate de tu esposo y tu hija por un momento ―Se muerde el labio.
―Ya lo hicimos ayer, encima no puedo dejar a Analy con la niñera todo el tiempo, me sentiría una mala madre y no soy así ―me quejo.
―Solo un ratito, además eres toda una máquina sexual, luego de atenderme a mí, te encargaste de darle un poco a tu maridito minusválido. Tú si sabes cómo mantener a tus hombres satisfechos, por eso dicen que las mujeres aguantan más en el sexo, eres una prueba viviente ―Se ríe ―. Toda una lady salvaje.
―Me avergüenzas, Jayce.
―No hay nada de qué avergonzarse, puedes ser una fiera en la cama y fuera de esta toda una lady, ahora déjame follarte ―Se relame los labios.
―Entonces fóllame duro ―Me abrazo fuerte de su cuello.
―Esa es mi chica salvaje ―Tironea de mis bragas ―. Te voy a hacer ver las estrellas ―Agarra un preservativo de su bolsillo y al ver mi gesto se ríe ―. Seré rápido para que puedas irte con tu niña ―Abre su pantalón, baja su bóxer, entonces se pone el condón, pero segundos después usa sus dedos y masajea mi intimidad.
Siento las yemas en mi vulva, cada vez más adentro, hasta tocar todas mis paredes y acariciar mi clítoris. Esa mano me vuelve loca, gimo sin control. Creí que me penetraría directo, pero ha sido todo un caballero al humedecer mi feminidad primero. Esta vez lo logra rápido, toda esta puesta en escena sobre la galería me hizo sentir querida y cómoda para dejarme llevar más fácil por las sensaciones. Abro las piernas cuando noto que ya estoy lista y él se adentra en mí al entender el gesto que hice con mi cuerpo. Me aferro a Jayce cuando comienza a moverse y los jadeos sobre el sillón no se hacen esperar. Una gran cantidad de sensaciones se apoderan de mi físico logrando llegar al clímax aguardado, los orgasmos no tardan y Jayce no lo retiene, se deja correr en el condón. Chillo sintiendo el calor y mi espalda se enarca. Podría hacer esto por horas, pero tengo que irme y él lo sabe.
Tener sexo con Jayce es estar en las nubes y no puedo creer que haya engañado a Dean otra vez. Solo por un polvo. Porque es eso, una calentura. Ojalá fuera otra cosa pero no lo es. Años atrás hubiera pensado que el sexo reforzaba nuestra relación, pero ahora solo es una aventura de dos cuerpos. Él solo quiere acostarse conmigo, no volver conmigo y yo solo quiero sentirlo por un mero capricho del pasado, esa malvada obsesión destruirá mi presente. Solo deseo que Jayce termine sus negocios y se vaya, entonces podré olvidarme de esto y ya. Mientras tanto, aunque con culpa, lo disfruto.
Soy de lo peor.
Nos vestimos y Jayce me lleva a mi casa, al llegar no veo a nadie, entonces me giro mirando a mi ex.
―¿No te has ido todavía? ―Alzo una ceja.
―Yo no ―Me entrega el papel que lee ―pero tu niña sí ―Sonríe.
―¿Eh? ―Leo en voz baja ―"Señorita Ellie, fuimos a la plaza con Analy, siento no haberle pedido permiso, pero estaba muy insistente en comprar caramelos y le quise dar el gusto, perdóneme, Ann" ―Firmó con su nombre la niñera. Bufo para luego quejarme ―¿Otra vez golosinas? Ya me va a escuchar cuando vuelva, no podemos ir al dentista todo el tiempo.
Jayce se ríe.
―Así que sí eres una buena madre ―se burla.
Alzo la vista y me ruborizo.
―Solo me preocupo por los dientes de mi hija.
―Ya veo ―Me quita el papel y lo apoya sobre la mesa en la que estaba ―. Bueno, ya que no hay nadie aquí, ¿seguimos con lo que estábamos haciendo en la galería? ―Me agarra de la cintura acercándome hasta su cuerpo.
―¿Estás loco? ―Apoyo mis manos en su torso ―Esta es mi casa, podría entrar cualquiera.
―Eso es lo que lo hace más excitante ―Aproxima su boca a la mía ―, el peligro aumenta el placer ―Me besa y le correspondo.
Me guía hacia atrás pero lo detengo en la puerta que quiere entrar.
―No, el cuarto matrimonial no ―dictamino severa.
―Ah, entiendo, el lugar sagrado no lo podemos profanar, a pesar de que lo hicimos una vez en la cama de Claire.
―Es diferente ―Forcejeo.
―Vamos, Ellie, no seas así ―insiste.
―¡No, definitivamente no! ―grito histérica.
―Vale, tranquila, será el living entonces ―Me guía hasta allí y me sube sobre un mueble. La entrada de la casa está a un pasillo de la puerta del lado en el que estamos ―. Que emocionante ―Me quita las bragas que aún están mojadas por nuestro encuentro anterior, utiliza un nuevo preservativo al bajarse rápido su ropa y sin previo aviso me penetra.
―¡Ah! ―chillo sintiendo su pene, alzo la cabeza y rodeo mis piernas en su cintura cuando comienza a embestirme ―Ah, Jayce... esto, esto está muy mal ―Me abrazo a su cuello dejándome apoderar por su cuerpo.
Se muerde el labio inferior.
―Lo está... pero es muy emocionante... ¡Uf! ―Sigue con sus arremetidas sobre el mueble.
Creo que lo he manchado, debo limpiarlo.
Se oyen las llaves de la puerta de entrada y mis ojos se abren en grande, Jayce hace un gesto para que haga silencio, entonces me muerdo el labio para no gemir.
―¿Hola? ¿Hay alguien en casa? ―Oigo la voz de Dean ―¿Vieron mi portafolios? Lo olvidé ―Se hace una pausa ―. Creo que no hay nadie ―opina y se escucha como se pone a buscar el maletín.
Mierda, jamás querría que se entere de esta manera, o sea no deseo que lo sepa, me hubiera llevado el secreto a la tumba, pero si tenía que conocer lo que estaba haciendo, hubiera preferido que no fuera de esta forma.
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Oh oh esto se puso picante y peligroso jajaja
Por cierto ¿Recuerdan el cuadro de Ellie? Decidí poner la misma imagen en multimedia que usé en Conquista, todavía no llegamos a la mitad de la historia, pero estoy emocionada por haber nombrado todo lo que Merche encontró en Conquista, el cuadro, el programa prohibido ¿Faltará mucho para la carta que dejó Jayce? 😈 Ay cuanto extraño a mi Merche 💔
Deseando escribir Cristales pero antes tengo que explotar una bomba al final de este libro. Si no tuviera esa bomba podría escribir ambas historias a la vez 😂
Estoy sufriendo con mis propios spoilers que no puede decir xd
Atte: Vivi.
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