8: Culpa
Eiden
Aún no logro entender como llegué a esta situación, quien hizo esta idea retorcida y me dio un ultimátum fue Demián. Tener dos opciones tan turbias es denigrante. Por un lado, mandar a Merche con Clow, sería como enviar a un inocente al infierno y por el otro, la opción dos, la cual sigue siendo una aberración, grabarnos teniendo un momento íntimo. ¿Qué clase de maniático hace eso por venganza? Encima, solo por perder a un cliente. No me quedó otra que aceptar la segunda. ¿Qué más podía hacer? ¿Dejar que se vaya con Clow y que la lastimara? No es como si pudiera hacer algo. Estoy siempre entre la espada y la pared, en un rincón sin salida.
A pesar de todas mis quejas, terminé haciéndolo y aunque ella aceptó esta situación tan apaciblemente, no puedo evitar sentirme una basura. Más aún cuando me dejé llevar. Porque aunque me resisto a los impulsos que me pide mi cuerpo, los estoy disfrutando, estoy disfrutando estar sobre ella. Y eso para mí es imperdonable, en este tipo de situación. Mucho más cuando irrumpo dentro suyo.
Abro sus piernas e introduzco mi miembro en su cavidad. Oigo su suspiro cuando termino de entrar, intento ser delicado y suave, lo intento. Comienzo a moverme dentro de ella y una corriente eléctrica se mueve por todos mi cuerpo. Estoy excitado. Noto como sus piernas se aferran a mi cintura y continuamos el ritmo de la misma manera.
—E... e... iden... —dice mi nombre entrecortado y su rostro demuestra placer.
Sus mejillas están rojas, su boca abierta, observando con éxtasis. Realmente me parece perfecta y lo presiento, ella empuja su cadera contra la mía, se mueve pidiendo más, desea más. Mi cuerpo no escucha a mi mente y la penetro más fuerte. Aumento el ritmo en un instante, sin poderme detener.
Nos besamos y me continúo moviendo sobre ella con fuerza. Me siento un animal, aunque ella me responde en cada momento. Comienzo a correrme cuando olvido por qué estoy haciendo esto. El orgasmo me ataca enseguida y me doy cuenta de algo al terminar. He tenido sexo con Merche.
La culpa me ataca como un puñal cortando mi corazón en pedazos. Me he convertido en uno de ellos, disfruté acostarme con una mujer que es privada de su libertad para ser obligada a hacer estas cosas. La usé como a una prostituta.
—¿Eiden? —me llama del otro lado de la cama cuando me siento en la punta a insultarme mentalmente—. Eiden. ¿Qué sucede?
—Nada, tú duerme —le indico y sigo sentado, aunque estoy cansado.
Siento su mano en mi espalda y levanto la cabeza.
—Deja de pensar tanto —pide con su típica cara sin expresión. Niego y se sienta a mi lado—. ¿Sientes culpa? No lo hagas.
—¿Lees la mente o algo así? —Fuerzo una sonrisa.
—Tu rostro dice muchas cosas.
—El tuyo no dice nada —aclaro, pero al nombrarlo en mi mente aparece su imagen, expresando excitación, y muevo la vista para no recordar—. Lo siento.
—Parezco yo el hombre y tú la chica —se queja.
—Un verdadero caballero hubiera encontrado una tercera opción. —Suspiro.
Si solo hubiera encontrado una solución.
—¿Puedo decirte algo? Y no te ofendas —pide y asiento—. Fue el mejor sexo que he tenido en años. —Noto un rubor en sus mejillas y muerdo mi labio inferior, deseándola.
¿Qué rayos me está pasando con esta mujer?
—No digas eso. —Vuelvo a la realidad—. Tú solo deberías hacer esto con el hombre que ames.
—Huy, qué cursi —se burla y noto por primera vez una sonrisa sincera en su rostro. De algún modo me agrada más que ver la sonrisa de cualquier otra chica. Acerco sin darme cuenta mi rostro al de ella. Debo detenerme antes de que cometa un error. Retrocedo y regreso a girar la vista. Esto está mal. Estoy... estoy sintiendo cosas por Merche, cosas que no debería sentir—. ¿Sucede algo? —Me mira confundida al notar mi acción.
—Nada, olvídalo. Vamos a dormir. —Giro la vista a la puerta—. No creo que abran hasta el amanecer. —Agarro la ropa y comienzo a ponérmela.
—¿Qué haces? —pregunta observándome detenidamente.
—Lo que ves —indico.
Luego me recuesto en la cama, cerrando los ojos. Oigo como ella baja del colchón y hace lo mismo. Se viste y se vuelve a acostar. Siento su respiración cuando se pone bien cerca de mí. No sé por qué lo hace, pero es una sensación agradable, que me hace olvidar de la culpa.
~~~
El sol sale temprano a la mañana, la luz se refleja en la ventana y me da dolor de ojos, cuando logro abrir uno y luego el otro. Visualizo a la dormida Merche, abrazada a mi cuerpo. Siento mis mejillas arder, empezando a sentirme nervioso. Me doy cuenta que mi corazón está acelerado y mis sentimientos afloran. Creo que Merche tiene razón, estoy siendo bastante cursi. Me levanto despacio para no despertarla y me pongo el calzado que es lo único que me falta colocarme, luego utilizo el baño. Al salir unos aplausos se escuchan desde la puerta y esta se abre dando paso a ver quién es, en este caso, Demián.
—¡Bravo! —Sigue aplaudiendo—. ¡Estoy impresionado! —exclama emocionado y yo frunzo el ceño.
—¿Qué quieres? Y haz silencio que Merche está durmiendo.
—¡Wow! No sabía que las putas tenían nombre. —Ríe a carcajadas y mi puño se aprieta con fuerza.
—No es ninguna puta, lávate la boca antes de hablar así de ella, termina de decir a qué has venido y lárgate.
—En una hora, en la casa principal —indica y se gira. Noto su sonrisa de costado—. Al final demostraste tu hombría. —Vuelve a reír fuerte y antes que pueda decirle algo, se va.
¡Qué frustración! Quiero matarlo.
Me doy la vuelta y observo a Merche. Me acerco y me siento a su lado. Su cabello castaño me encanta, lo acaricio levemente, es suave. Sus ojos cafés se abren despacio y me observan en silencio. Nuestras miradas quedan en sintonía. Estamos solo ahí, viéndonos. Es agradable.
—Hola —exclamo sonriendo.
—Hola. —Aunque no dura mucho, ella también sonríe.
Esa milésima de segundo quedo hechizado y hubiera querido que el tiempo se detuviera allí, pero no, su cara sin expresión vuelve rápidamente.
Con toda la molestia que me provoca, tengo que decir lo que no quiero exclamar, lo que no quiero para ella.
—Hay que volver.
Tener que dejarla ahí, otra vez en el prostíbulo, me mata y aunque esta sería la oportunidad perfecta para ayudarla a escapar, sé que ella no querrá y ahora sé por qué.
Por su hermana.
Debo apurarme y averiguar, así puedo alejarla de este infierno.
~~~
Dejo a Merche en aquel horrible lugar. Al menos está en mi cuarto, pero pensar que Clow puede conseguir otra vez la llave, me exaspera. Cambié la cerradura, pero aún no me genera confianza.
Al llegar a la casa principal, la de mi padre, entro y la mucama me indica donde está su jefe. Entro a la oficina y me encuentro con Demián y el maldito dueño de la casa, que tanto odio.
—Aquí está. —Levanta el rubio un pendrive y lo conecta a su computadora.
"Ah... ah..."
Oigo los gemidos de Merche en el video que acaba de reproducir.
Mi respiración se agita al escuchar el sonido, la culpa vuelve a aparecer y la basura que me siento aumenta.
—Apaga eso —exijo.
—Pero está en la mejor parte, ¿no? —Mira a nuestro padre y este asiente.
"Eiden... a... ah..."
—Parece que la hiciste disfrutar ¡Ese es mi niño! —me festeja ese maldito viejo verde. De solo oír su voz, me frustro. Mi hermano se ríe por la expresión de odio que debo tener en la cara.
Me acerco a la computadora, determinado, y me dirijo a destruir el pendrive, pero me detengo al escuchar la puerta abrirse. Clow está aquí.
—¿Qué? ¿Vienes a ver? —pregunta Demián, sonriendo.
Sus ojos grises se posan en la PC y levantando su arma le da un disparo a la máquina.
—¿Ver qué? —exclama enojado.
—¡Clow! ¡Mi computadora! —Se enoja el rubio y el cobrizo le apunta directo a la cara.
—Dame ese maldito pendrive.
—Tranquilo, toma —exclama asustado y se lo entrega.
—¿Qué vas a hacer con eso? —pregunto sorprendido.
—¡No te importa! —dice furioso y se retira.
Cuando lo voy a seguir, soy detenido por mi padre por el brazo y me suelto, abruptamente.
—¡¿Qué quieres?! Estoy apurado —pronuncio a regañadientes.
—Te llamé aquí porque Hermes me aclaró que ibas a contarme algo y me expresó que te dijera que "El trato sigue en pie" —explica mi progenitor.
Analizo la situación. O sea, que si le pido ayuda a mi padre por lo de los intentos de asesinato, Hermes traerá a la chica, la supuesta hermana de Merche.
¡Maldición! Tengo que seguir a Clow. ¡¿Qué hago?!
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