3: Porquería
Merche
Abro mis ojos, observo a un lado y otro, me siento en aquella cama, moviendo mis muñecas porque aún están lastimadas. No tengo las esposas, pero aún no se han curado y por eso me duelen. Me levanto y camino con la mirada perdida en la habitación.
Ya no estoy en Infierno, aunque todavía tengo la pulsera roja de Clow.
Han pasado unos días nada más, pero pareciera como si hubiera sido ayer. Yo descubriendo sobre mi embarazo, el sádico amenazando con destruirlo y yo cediendo a todos sus caprichos para proteger al bebé.
¿Dónde estoy?
En su casa, otra casa que compró hace poco, según él. Luego de aceptar sus malditas peticiones, me he convertido en su esclava, podría llamarse así. Dice y hace lo que quiere conmigo, como si fuera su muñeca.
Por esa razón no tengo las esposas, no opongo resistencia. Simplemente, no puedo, si lo haría pondría en riesgo a mi hijo.
Toco mi vientre y camino por la casa, desde que descubrí sobre el embarazo, lo hago siempre. Como me encantaría contarle a Eiden. ¿Cómo estará?, ¿se encontrará bien?, ¿lo estarán tratando bien en la cárcel?
Suspiro. Quiero verlo.
Levanto la vista y observo la ventana con los barrotes. ¡Estúpidos barrotes! Y maldigo a los guardias que están afuera.
¿Qué si he intentado escapar? Obvio, está bien que sea obediente, pero tampoco para exagerar. He abierto la puerta una vez, he noqueado a uno y también he roto una ventana. Todos esos sucesos fueron cuando él no ha estado y siempre con cautela, el guardia no supo que lo golpeó. Lástima que el otro me metió dentro de la casa otra vez.
O sea, todo es una porquería.
Oigo la puerta y me giro, hablando de porquería, aquí llega la peor de todas e incluso sonríe.
—Ya llegó la basura —susurro, molesta, y Clow camina hasta mí.
—Hola, Gatita. —Me da un pequeño beso en los labios y me agarra de la cintura—. ¿Cómo estuvo tu día?
—De maravilla, hasta que vi tu cara y se me arruinó.
Se ríe.
—Qué linda. —Me besa, pero esta vez mete su insoportable lengua—. Hermosa. —Continúa besándome y su mano baja a mi trasero—. La más preciosa de todas. —Pasa bajo el vestido, para luego meter un dedo dentro de mis bragas y adentrarlo allí detrás.
Entonces, lo empujo.
—No seas asqueroso.
Se pone sus dedos en los labios.
—Si de todas formas, no te lubricas, toque el agujero que toque, será el mismo resultado —se burla.
Qué asco.
—Me harás vomitar.
—No, ya aprendí esa lección. —Vuelve a reír—. Súbete arriba de la mesa —ordena.
—Ya empiezas desde tan temprano, eres un fastidio —digo sin expresión en mi rostro.
—Es que tengo que darle de su leche a mi gatita, debo dejarla nutrida. Ahora sube ahí. —Señala la mesa—. Obedece —exclama de manera dominante.
Bufo y camino hasta la mesa, sentándome sobre esta.
—Termina de una vez.
Sonríe.
—Perfecta y obediente como me gusta, ahora quítate la bombacha —Hago lo que me dice y me quito la ropa interior inferior—. Buena chica, abre las piernas para mí. —Se acerca mientras sigo sus órdenes, luego se para delante—. ¿Ves que cuando te portas bien no ocurre nada malo?
—Todo lo que tú hagas es malo, solo protejo a mi hijo de tu agresión.
Posa sus manos en mis piernas y acerca su rostro al mío.
—Hablando de eso. —Su sonrisa se expande—. Ya tenemos fecha, Gatita.
—¿Hablas de tu estúpida boda sin sentido? —exclamo de manera arisca.
—Mira quién es la mala, yo demostrando todo mi afecto y tú rechazándomelo. —Me da un leve beso—. Ahora te demostraré lo mucho que te deseo. —Se baja el cierre del pantalón.
—Cómo si me importara.
—Es hora de que grites mi nombre. —Agarra mi cabello con una mano—. Y recuerda, es una orden. —Se baja el bóxer con la otra—. Grita mi nombre, Gatita.
Mierda.
~~~
Una vez que termina con su porquería, me quedo quieta y recostada sobre la mesa mirando al techo, mientras Clow revisa unos papeles de su asqueroso trabajo. Por lo que escuché, él se está encargando de los negocios turbios de su padre, ya que Hermes está desaparecido. Eso solo me recuerda, que Malya sigue con él, pero ya entendí de qué lado está, me lo dejó claro.
Pero sigue doliendo.
Oigo que Clow enciende la televisión y me siento, veo como frunce el ceño. Observo lo que está mirando y me sonrojo.
"Aún se sigue buscando al prófugo, por cualquier información que tenga comunicarse con las autoridades".
Eiden está en la pantalla. ¡¿Eiden es prófugo?!
Mi corazón late rápido como si no fuera a haber un mañana.
—Hola, Marco. —Veo que Clow habla por su celular—. Necesito que hagas algo por mí.
—¿Eh? —Frunzo el ceño.
—Esto debió ser obra de Edgard, localiza a la mafia de la droga, que te digan dónde está Eiden y cuando lo encuentres... —Sonríe—. Mátalo.
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