13: Tarde

Eiden

La mañana comienza tranquila. Aún no puedo creer que el día de ayer descubrí que Hermes está casado ¡Y con la hermana de Merche! Esto es de locos. Lo tenía oculto, nadie lo sabía, no creo que alguien más lo sepa, ¿o no? Pero lo más sorprendente es que sea justo Malya. Ahora no sé lo que piensa Merche. Quiero sacarla de ese prostíbulo, pero no me deja y que su hermana esté con Hermes me lo complica. Esto va a terminar mal, debo encontrar una solución y pronto.

Salgo de la universidad de psicología y camino hasta mi motocicleta. Me siento sobre esta, levantando mi celular.

—Hola, Luke —digo cuando me atiende—. ¿Está todo listo para el operativo?

—Sí, interceptaremos la camioneta antes de que llegue a la avenida principal —me contesta rápido y corta.

Enciendo el motor de la moto y arranco. Me dedico a hacer lo que mejor me sale, ir en contra de las ideas retorcidas de mi familia. Llego al lugar de encuentro y le hago una señal a Luke, uno de mis contactos más confiables y amigo del fallecido Jonathan. Sigo pensando que pude haber hecho algo por él antes de que muriera, pero no puedo hacer nada. En este mundo la gente buena termina muriendo, mientras los culpables se burlan de la justicia.

Vemos la camioneta, es hora de actuar. Arranco la moto y la sigo detrás. Luke y sus compañeros van delante, sin levantar sospechas. Saco mi arma en un movimiento rápido y le disparo a la rueda trasera. En consecuencia va a tener que frenar y aquí se arma un tiroteo de seguro. Parece que la camioneta aún puede seguir. ¿Habré fallado en el tiro? Luke frena su auto y la camioneta no frena. ¡Maldita sea! Última oportunidad, el automóvil de su compañero se arrima y no le queda otra que parar.

—Creo que ustedes quieren morir. —Un hombre barbudo baja del vehículo con un arma enorme y parece furioso. Seguido de otro que sale de la puerta del copiloto.

Luke y sus compañeros cargan sus armas, mientras yo corro tras la camioneta y abro la puerta trasera. Tres chicas atadas y amordazadas se encuentran en la cúpula. Les hago una señal para que hagan silencio y bajen. Se escuchan los disparos y se asustan.

—Tranquilas, las sacaremos de aquí. —Las desato y les doy las indicaciones de cómo salir de allí sin ser vistas. Termino de asegurarme de que se escapen y regreso con Luke.

El compañero del barbudo está muerto y este se alarma, entonces se va a la fuga, todo su valor desapareció. No me ha visto el rostro, así que puedo estar tranquilo. Luke se encarga de lo que haga falta y yo me retiro.

~~~

En la tarde llego al prostíbulo y mi buena suerte se acaba. Frunzo el ceño al escuchar lo que me avisa el guardia.

—¡¿Cómo que Demián se la llevó a la sección vip?! —grito.

Estoy alarmado, ayer en la noche mi hermano envió a Merche a ese lugar y yo... ¡Recién me entero! ¡Maldición! Es tarde, a este paso ya no puedo ni pensar en que usen su cuerpo ¡Me pone como loco!

Salgo del prostíbulo para dirigirme hasta allí, llego más veloz de lo que parece. Miro la hora, aún no abren, tengo tiempo. La sacaré rápido y me iré.

—Oí algo de que iba a ser vendida a George, no sé más —me explica un empleado y me pongo más desesperado que antes.

¡George es un animal! No puedo pensar ni en lo que le hizo. Estoy frustrado, desesperado y nervioso. ¡¿Dónde estás, Merche?!

¿Es mucho pedir que estés bien?

Voy hasta la casa de ese grandulón, ese amigo de mi padre, ese asqueroso. Estoy enojado. No, es más que enfadado. ¡Estoy furioso! Lo quiero matar.

Mi locura aumenta cuando escucho lo que me dice:

—No, no pude cerrar nada con Demián porque Clow se la llevó.

Todo mi odio hacia este hombre se convierte en miedo, por la preocupación que me produce siquiera pensar que está con el sádico de mi hermano.

Vuelvo a irme y marco el número de Luke.

—Escúchame, tienes que conseguirme la nueva dirección de Clow y pronto —pido desesperado.

¡Maldita sea! ¡¿Por qué Clow siempre se muda?! Estoy perdido. No, peor, ella es la que debe estar sufriendo. ¡¿Qué hago?! Esto va a tardar más de lo que creí.

Los segundos, los minutos, las horas, todos los tiempos imaginables pasan y se me hace interminable la espera. Entro al hotel en el que me estoy hospedando y me siento en mi cama. Miro el reloj, ya es muy tarde, no voy a poder dormir en toda la noche, esperando el llamado de Luke. ¡Maldita sea! Esto no es solo preocupación por una chica, estoy enamorado. Solo pensar que está sufriendo, se me pone un nudo en el pecho y siento que no puedo respirar.

¡Maldición! ¿Dónde estás, Merche?

Cuando te encuentre, no me alejo más, porque siento que me voy a morir si lo hago. Tengo que encontrarte y pronto.

~~~

La mañana comienza, irritable. Aún no recibo el llamado de Luke y me estoy volviendo loco. Pasé casi toda la noche en vela. ¿Por qué estos procesos tardan tanto?, ¿o yo estoy demasiado desesperado?

Miro el reloj, una y otra vez. Luego mi celular, una y otra vez. ¡Maldita sea, suena de una vez!

—¡Suena! —digo en voz alta para ver si funciona de esa forma.

Pero no, ni eso funciona. Estoy desquiciado.

Las horas comienzan a pasar otra vez y se hace la tarde. En mi desesperación voy a marcar el número de Luke. No sirve de nada porque no tendrá información, pero no puedo aguantarlo más. El celular suena y me sobresalto.

—Hola —exclamo nervioso.

—Eiden... —Oigo la voz de Hermes y mi emoción se va a la mierda.

—¿Qué pasa? —lo interrumpo.

Nunca lo interrumpo, es peligroso solo contradecirlo, pero no estoy interesado en hablar con él en estos momentos, ¡Merche está en problemas!

—Deja de moverte a tantos lugares, se supone que tienes que quedarte quieto. Padre está buscando a la persona que quiere matarte. Debes vigilar tus movimientos, limítate a estar tranquilo.

—No puedo estar tranquilo, sabiendo que Clow tiene a mi chica.

¡Espera! ¿Yo acabo de decir eso? He sonado posesivo.

—Calle Street 327, barrio Pompeya, ahora deja de moverte tanto. —Me corta y reacciono.

Le diría gracias, pero me colgó, así que directamente salgo corriendo allí. Le pido prestado el auto a Luke, para ser más discreto y llego a toda velocidad, se escucha como freno. Dejando el automóvil en marcha, toco el timbre reiteradas veces y preparo mi arma por las dudas.

Clow me abre y frunce el ceño.

—Qué porquería —se queja.

—¿Dónde está, Merche? —digo amenazante.

Él sonríe.

—El favorito de papá viene a buscar lo que no le pertenece.

—Devuélvemela, sabes que es "mía" —refiriéndome a la pulsera.

Con eso me defiendo. Solo espero que se atenga a las reglas y desee cooperar. Aunque quiero matarlo, pero no soy como él.

Bufa, entendiendo.

—Maldigo el día en que Hermes implementó el sistema de pulseras. Ni siquiera sé para qué lo hizo. —Rueda los ojos—. Quédate ahí. —Vuelve a entrar y me cierra la puerta en la cara.

Respiro agitado. ¿Va a abrir? ¿Entro por la ventana? No, tiene rejas. ¿Qué hago? ¡Maldición! La desesperación me está matando, debí haber puesto el pie en la puerta cuando cerró. ¡¿Por qué no me di cuenta?!

El tiempo se me hace interminable otra vez, pero la puerta se abre y Clow empuja a Merche fuera, para luego cerrar, enseguida.

La observo por un instante y la abrazo, el alivio llega hasta mi cuerpo, pero...

—Llegaste tarde. —Me mira con esos ojos vacíos, que siempre parecen sin alma y una punzada pasa por mi pecho al entenderlo.

Clow ya ha usado su cuerpo.

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