12: Ginecólogo
Merche
El horrible tiempo pasa lento y sin embargo, se nota como transcurre. ¿Cómo? Miro mi barriga, la cual ya ha crecido bastante, cinco hermosos meses tiene mi bebé. Sigo atrapada en la desagradable casa de Clow, pero lo mejor que me ha pasado en esta fea situación, es sentir a mi niño o niña. Me encantaría saber qué es o cómo está su salud. Lo único que me tranquiliza, es cuando comencé a darme cuenta de las pataditas. Mi hijo o hija se mueve dentro de mí y me hace alejarme de la realidad al menos un instante. Ese momento, somos solo la pequeña criatura y yo.
—Gatita. —Oigo como me llama el que arruina mi tranquilidad y no me queda otra que ir hasta el despacho de la casa.
—¿Qué quieres? —Frunzo el ceño.
Me mira de arriba abajo y sonríe.
—Bonito vestido.
—No soy tu muñeca. —Lo único bueno de este atuendo, es que aunque es rojo, no es pegado al cuerpo, no aprieta y me cubre al menos un poco más. Es un vestido corto, pero suelto, bastante cómodo. Aunque si podría elegir otro color, lo elegiría, o si me dejaría usar un pantalón, sería mucho mejor—. ¿Qué quieres? —pregunto arisca.
—¿Sabes qué fecha es hoy?
—No, y no quiero saberlo. —Obviamente, no me va a gustar.
—Hoy es el turno del registro civil, te pondré un pequeño vestido blanco, que te quedará pintado, serás preciosa. —Se muerde el labio inferior.
Sabía que no quería saber.
—De acuerdo, pero quiero algo a cambio —digo directo y sin expresión.
—¿Disculpa? —Frunce el ceño.
—Llévame al ginecólogo. —Toco mi vientre—. Hace mucho que debí haber ido —exclamo preocupada.
Se hace un silencio y hace una mueca, molesto.
—¿No estarás intentando huir otra vez, cierto?
—¡Necesito saber cómo está mi bebé! —Aumento la voz—. ¡Hiciste lo que quisiste conmigo, déjame al menos saber cómo está mi hijo! —digo alterada.
Bufa.
—Okey, deja de gritar.
Respiro agitada.
—Por favor.
—Ya entendí. —Rueda los ojos y se levanta del asiento de su escritorio. Toma unos papeles y los guarda—. Vamos.
No digo más nada, entonces lo sigo. Agarra mi brazo y caminamos fuera, dirigiéndonos al coche. Arranca en seguida, entonces cuando me quiero dar cuenta, estamos en la clínica "de la familia", aquella exclusiva para estos corruptos. Eso me recuerda la última vez que estuve aquí, fue hace tanto, pero lo recuerdo como si fuera ayer.
Eiden había sido Herido por mi culpa y fue llevado hasta aquí. También fue el día en que me desveló que sabía que yo pertenecía al ámbito de la ley.
"¿Eres policía, verdad?"
Todo ha cambiado tanto. Extraño mi placa. Y sobre todo mi arma. Miro a Clow con odio mientras caminamos por los pasillos.
Habla con un médico y este me atiende rápidamente.
Como dije, corruptos. No hay que ni siquiera sacar turno para esto.
El doctor me hace las pruebas necesarias y luego me sonríe.
—Parece que todo está en orden. —Mira a la pantalla y luego vuelve a mí—. ¿Quieres saber el sexo del bebé?
Me sorprendo.
—¿Puedo saberlo? —Me emociono.
—Estás en el quinto mes, por supuesto.
—Bueno, pero apúrese —exclama Clow, molesto, parado en la puerta mientras espera—. Tengo que hacer trámites.
¿Y a quién le importan tus trámites? Ruedo los ojos y vuelvo a mirar al doctor, sonriendo.
—Por favor, dígame —insisto.
—El pequeño está en buena posición, así que te lo diré enseguida. —Mueve el transductor que tiene en mi panza y sonríe—. Me corrijo, la pequeña está en buena posición.
"La pequeña" ¡Es niña! Una enorme sonrisa de felicidad se forma en mi rostro. Es mi nena, es mi pequeña.
Cuando dejo de estar en trance, embobada por mi beba, giro la vista, lentamente, esperando algún comentario desagradable por parte de Clow. Digo, ya le he hecho perder el tiempo y debe estar enojado. No me importa su estado de ánimo, solo es mejor mantenerlo calmado.
Me encuentro con que me estaba viendo fijo, pero cuando giro a observarlo, directamente, mueve su cara para dejar de hacerlo y se sonroja.
¡¿Pero qué rayos?! Definitivamente está loco.
—Si ya terminaste, vámonos —acota y sale del consultorio.
Me acomodo la ropa, le agradezco al doctor y camino hacia la puerta. Bufo cuando está apoyado esperando en la pared. Ojalá se hubiera ido. Debo dejar de soñar.
Frunce el ceño.
—Camina de una vez —ordena y lo sigo.
—¿Y a ti qué te pasa? ¿Estás loco, cierto? —Continúo el paso al lado, miro a los guardias, no puedo hacer nada, miro su arma, tampoco por aquí.
Aunque creo que está distraído, pensativo. No me respondió.
Subimos al auto y sigue callado, todo el transcurso del viaje sigue en silencio. Por suerte para mí, no me apuesto ni una mano encima mientras llegamos a destino.
Registro civil.
¡Te maldigo, maldito registro civil!
No soy de esas personas que creen en el matrimonio, pero obviamente no me quiero casar con un asqueroso psicópata.
Primero aquí y después la iglesia, maldito tormento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top