11: Vip

La sección vip, el lugar más exclusivo de este infierno, por lo tanto, el que tiene más información. Toda la data puede ser obtenida allí, todo el que esté ahí, sabe más de lo que debería. La oscuridad solo es el comienzo de esta red de prostitución. Un mundo plagado de perversión, perversión que pienso destartalar. Parece una tarea imposible, pero si salvo a muchas chicas en el proceso, vale correr el riesgo.

—No quiero saber de la sección vip, quiero pertenecer ahí —le aclaro al rubio que parece que analiza cada movimiento que hago.

—¿Sabes que solo las chicas más obedientes van ahí, cierto? —Me acaricia el cabello y luego baja su mano a mi trasero, para empujarme hacia él—. ¿Lo sabes, cierto? —Sonríe perversamente—. Dime, ¿por qué crees que eres obediente? Que yo sepa atacaste a un cliente y desafiaste a un guardia.

Sonrío.

—Porque... —Paso mis manos por su cuello—. Soy una experta en la cama —digo cerca de sus labios—. ¿Y tú por qué estás interesado en saber lo que quiero hacer?

—Dos razones, me pareces sospechosa, y me debes un cliente, ¿recuerdas? Me lo ahuyentaste. —Me muerde el labio y se aleja para ofrecerme la mano—. Acompáñame.

—De acuerdo. —La tomo y lo sigo.

Así que sospecha, debo tener cuidado con él. Por otro lado, solo tengo que cumplir con lo que me pide y quizás consiga lo que busco, la información.

Lo acompaño hasta lo que parece ser su habitación en el prostíbulo. Agarra una de las tantas maletas que hay en su armario y la apoya en la cama, abriéndola. Saca un vestido naranja de ahí, su color. Más descriptivamente el color de la pulsera de Demián.

—Quítate la ropa —ordena.

Lo obedezco y siento su mirada penetrante, mientras me deshago del poco vestido que tengo. Me quito el sostén y mis senos quedan al aire, luego bajo la bombacha quedando completamente desnuda. Veo como se acerca y no me afecta en lo más mínimo. Se queda prendado mirando mis pechos.

—Buena delantera. —Sonríe y me entrega el corpiño que sustituye el que me acabo de quitar. Mientras me lo pongo no deja de observarme y decide acotar algo más—. Cuando saldes tu deuda conmigo, me gustaría probarla. —Me entrega la otra parte de la prenda interior y solo me falta ponerme el vestido. Se acerca y me ayuda con el cierre—. Es hora de que demuestres que tan buena eres en la cama. Te entregaré a un cliente que es de mucha confianza, no me decepciones —susurra en mi oído.

Luego me lleva fuera del prostíbulo, para viajar a la sección vip. A diferencia de Eiden, antes de salir allí, me tapa los ojos con una tela. Era cierto cuando decía que sospechaba de mí.

Al llegar me quita lo que bloquea mi vista y me hace caminar con él, tomada de su brazo. El lugar parece más concurrido que la última vez que estuve aquí, hay más personas y sexo que otra cosa. Algunos se van a las habitaciones y otros directo lo hacen en presencia de todos. Hay mujeres bailando en caños y haciendo estriptis. Obviamente, las tienen amenazadas, pero aquí nadie se fija eso, solo se satisfacen con la desgracia ajena.

—El cliente que tengo reservado para ti, es un amigo de mi padre y él nos dará mucho dinero, asegúrate de satisfacerlo en todo —me da indicaciones Demián, mientras caminamos y yo asiento—. Su nombre es George. Espero tener buena opinión cuando salga o vas a conocerme enojado —me amenaza, aunque no me estremece en lo más mínimo. Igual sé que ese hombre quedara conforme, yo sé cómo tratar a idiotas como esos.

Mi tranquilidad se va cuando visualizo a Clow, está sentado en un sillón mientras una chica le... ¿Hace falta que lo diga? ¡Me da tanta rabia! Le está haciendo sexo oral a su puto pene. Una fea sensación pasa por mí cuando su mirada se cruza con la mía, y de forma para nada sutil, se levanta abruptamente, haciendo que la muchacha caiga el suelo. Se sube el cierre de su pantalón y camina hasta nosotros.

—Gatita —exclama sonriendo, luego frunce el ceño al mirarme por completo—. Primero Eiden y ahora Demián, ya de verdad eres una prostituta.

El rubio se ríe.

—Tranquilo, hermanito, tu mirada posesiva te sienta muy mal...

—Es mía —vuelve a exclamar como la otra vez y observa a Demián, desafiante.

Mi brazo se aferra al idiota del rubio, por mis miedos del pasado. Esto es tan patético.

—Eh, me vas a romper el brazo. Mira que no soy Eiden, yo no te voy a proteger. —Sonríe Demián, viéndome directo a los ojos.

Yo sonrío también.

—Lo sé, pero yo vengo a pagar mi deuda, así que vas a tener que cuidarme.

—Touché. —Gira su vista a un cliente—. Ese es George. —Señala a un hombre grandote, sentado en una mesa—. Atiéndelo y tráeme el dinero cuando termines.

—Claro. —Me voy y oigo como Clow discute con Demián mientras yo me acerco al hombre, luego me siento en el regazo de este—. Hola, vengo a satisfacer tus necesidades.

—¡Wow! —George me mira de arriba abajo—. Parece que al fin me traen a una reina de mi talla. —Sonríe y me observa de forma lasciva, para luego levantarme entre sus brazos, llevándome hasta una habitación.

Me recuesta en la cama y cierra la puerta, para luego quitarse la parte de arriba del traje.

—Dime tu nombre, preciosa —ordena.

—Merche —prefiero decir mi apodo, me mantiene en incógnito y a los demás no les importa que no lo diga.

—Merche, hoy espero escuchar tus gemidos o le diré a tu dueño que no hiciste un buen trabajo —amenaza.

Bastante agresivo, pero no me intimida.

—Claro, soy una experta. —En fingirlos—. Pero a cambio, si te gusto tanto, quiero hacer un trato. —Me levanto de la cama y me acerco hasta su enorme cuerpo—. Quisiera ir a los diferentes prostíbulos, para hacerlo en diferentes habitaciones contigo. —Suena muy perverso, no obstante, es la única manera de conseguir las direcciones.

Él sonríe.

—Me gusta tu manera de pensar, trato aceptado. —Me agarra del brazo y me tira contra la cama de una manera bruta—. Pero quédate ahí, que ese es tu lugar —vuelve a ordenar.

Este George comienza a molestarme, pero ya que es el único acercamiento a mi misión, voy a tener que aguantármelo.

—Cómo ya dije, vine a satisfacer tus necesidades, puedes hacer conmigo lo que quieras. —Muevo las piernas de una manera seductora.

—A eso llamo un gran servicio. —Tira su gran cuerpo sobre el mío. ¡Dios! Sí que pesa—. Es hora de jugar.

Aprisiona mis muñecas de una manera ruda y presiento que esto se me va a ser eterno. No tengo miedo, solo quiero terminar ya. Es un sentimiento de vagancia, aburrimiento o como quieran decirle.

~~~

Luego de utilizar mi cuerpo, el grandulón disfruta de la comodidad de las sábanas mientras me abraza y duerme. Logré mi objetivo y al parecer decidió hacer lo que le pedí. Debería estar contenta, pero un sentimiento de culpa se mueve a través de mí. Desde que lo hice con Eiden, mi mente siempre piensa en repetirlo solo y solo con él. Ahora estoy aquí con este tal George y estoy molesta conmigo misma, como si hubiera engañado a mi desconocido ¿Pero yo no lo engañé, cierto? Digo, entre Eiden y yo, no hay nada. Ni siquiera sentimientos, o eso intento creer. ¡Maldita seas! No me di cuenta y me enamoré de él. ¿Y ahora qué hago? Me tapo la cara, no debo llorar.

No llores, Merche.

El rato pasa, el hombre deja el dinero en la mesa y se retira. Hablará con Demián y me iré con él. Debo pensar en mi misión, en nada más. Lástima, no pude despedirme de Eiden. Suspiro.

Me bajo de la cama y comienzo a vestirme. Miro el preservativo en el suelo. Ese hombre ni siquiera es limpio, tener que verlo seguido me molesta, quiero golpearlo.

Oigo la puerta y hago la sonrisa más falsa que tengo, pero la borro al ver a Demián, con él no tengo razón para fingir.

—Me divierte mucho saber, tus tratos con la clientela. —Él sí sonríe, pero también deja de hacerlo—. Eso demuestra que mis sospechas aumentan. ¿Quién eres? —pregunta dominante.

¿Me descubrió? ¡Maldita sea! Tranquila, aún no sabe de qué.

—No sé de qué hablas. —Giro mi vista.

—Tu trato con George se cancela, momentáneamente, ya te voy avisando.

Por un lado, me alegra y por el otro, estoy perdiendo mis posibilidades de seguir investigando.

—Como sea. —Ruedo los ojos y el rubio se acerca, empujándome a la cama con fuerza.

—Cuando dije que iba a probar tu delantera, nunca pensé que sería tan rápido y de una manera agresiva. —Rompe la parte de arriba del vestido, junto con el sostén que me acabo de poner, dejando mis senos expuestos—. Dime, ¿quién eres? O la vas a pasar mal —amenaza, pero él tampoco me da miedo.

—Si vas a hacer algo, hazlo —digo sin expresión en mi rostro. Las amenazas sexuales no funcionan conmigo, aunque él no lo sabe. Muerde mi pezón y de mi boca sale una queja al este ser lastimado. Veo la sangre caer, sin embargo, no estoy asustada e incluso sonrío—. ¿Eso es todo? Me divierto mucho, ¿sabes?

—Tú... —Se enoja más y agarra mi cuello.

¡Me está ahorcando! No debí provocarlo. Pataleo, pero es imposible, me estoy quedando sin aire. Voy a morir. Noto como mi vista se nubla, me va a matar, no puedo respirar. Me estoy desvaneciendo.

Alguien, por favor, quién sea.

Mis súplicas parecen ser escuchadas, aun así, no visualizo a mi salvador, porque me quedo sin fuerzas y me desmayo.

~~~

Al despertar me doy cuenta que ya no estoy en la sección vip y tampoco llevo el vestido naranja de Demián, sino un camisón de color beige y mi pecho tiene gazas. Continúo observando en la cama donde estoy, no es la habitación de Eiden, ni el prostíbulo, ni el vip, es... ¿una casa? Sí, es una casa. Con algún que otro barrote en la ventana, pero los normales. Me levanto de la cama y camino, sigilosa. ¿Dónde estoy? Abro la puerta y miro para todas partes, no entiendo nada.

De repente, unos brazos me rodean por detrás y me estremezco al presentirlo.

—Hola, Gatita —me susurra al oído y me doy vuelta, asustada.

Clow.

El único hombre que me da miedo es mi salvador, hubiera preferido morir. Respiro agitada mientras retrocedo sin dejar de mirarlo y él avanza hacia mí.

—¿Do... dónde estamos? —me atrevo a preguntar.

Sonríe.

—En mi casa.

Estoy perdida.

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