33: Reino
Un nuevo día comienza. Puede verse el sol reflejarse a través de la ventana, un día tranquilo. Hoy preferí quedarme en casa. Muevo mi vista a la puerta cuando oigo el timbre. Camino hasta allí, observo por la mirilla de la puerta y abro.
Sonrío al ver un niño.
―Hola. ¿Qué puedo hacer por ti? ―Este no dice nada y me entrega una carta―. Oh, gracias. ―Luego se va corriendo. Yo miro a los guardias―. ¿De dónde vino?
―Ni idea, señorita Malya ―uno me responde y luego vuelvo adentro.
Voy hasta el sillón, me siento, abro la carta y leo.
"Hermoso día, ¿no? Me gusta el vestido rosa que tienes puesto, combina contigo y el sol que da directo a tu ventana, con la vegetación a tu alrededor eres una hermosa flor. Atentamente, S".
Rompo el papel, me levanto rápido y cierro las cortinas de la casa. Corro al baño, tirando la carta al inodoro, toco el botón para que lo que queda de esta desaparezca. Suspiro, voy a mi cuarto, que solo lo uso para cambiarme la ropa. Me quito el vestido, poniéndome un top blanco y unos pantalones negros. Guardo mi arma en la cartera y decido salir fuera de la casa.
Camino por la vereda y pienso.
¿Qué le pasa? ¿De dónde salió este maldito acosador? Encima S, y el único S que existe en la red de trata, es el Supremo Señor Letra. He aprendido mucho en este tiempo como para no saberlo.
¡Maldita seas, S! ¡¿Qué quieres de mí?! Me refiero a que, obvio, está coqueteando conmigo, haciéndose el misterioso y eso, pero simplemente no lo logro entender. ¿Por qué tanto misterio? Aunque tendría algo de sentido, mantener su identidad de manera secreta, lo protege de la ley más que a ninguno.
Tengo que decirle a Hermes, no puedo ocultarlo más.
Pasando a otro tema, creo que esto lo he pospuesto mucho. Sé que dije que esperaría a que mi marido se convirtiera en el Señor H, pero...
Luego de tomar un taxi, bajo del coche, entonces camino y me detengo al llegar, mirando con nervios el edificio.
Reino.
Camuflado como un hotel, es un prostíbulo.
Prostíbulo el cual está mi hermana.
Levanto mi muñeca y observo mi pulsera negra, recordando las palabras de Hermes:
"En el futuro tendrá un significado más oscuro".
Tenía razón, hace poco se implementó estás pulseras en esas mujeres, esto significa "ser un objeto". Puede que me confundan con una prostituta.
Aunque también tengo mi anillo.
¿Estoy segura de hacer esto? Puede salir mal.
Ya estoy aquí, no puedo retroceder. Saco el arma de mi cartera y la cargo para luego quitarle el seguro. Camino y me detengo, giro la vista a la ruta, hay un vehículo, pero no es el taxi que me trajo. Olvídalo, no es momento de preocuparse por mi acosador personal.
Entro al hotel y apunto con mi Glock al guardia que está en recepción.
―Estoy buscando a una persona y necesito que me digas dónde está.
―Señorita, no entiendo de qué me habla. ―Se encuentra fingiendo como si fuera un simple recepcionista, pero cuando ve mi pulsera sonríe―. Ah, no, creo que ya entendí, escapaste y quieres matar a tu dueño, qué tonta.
Hago una pequeña risa, cree que quiero matar a Hermes, qué gracioso.
―Pienso que no sabes quién soy. ―Sonrío y le disparo al brazo. Chilla por el dolor, lo agarro de su chaqueta, empujándolo hacia adelante, lo que provoca que se choque con la mesa que tiene en frente―. Estoy buscando a una mujer, cabello castaño, ojos cafés, se llama Mercedes, le dicen Merche, ¿la conoces?
―¡Agh, zorra! ―no responde y se queja del dolor de su brazo―. Me las pagarás.
Le pongo la Glock en la cara.
―Te vas a morir, si no me respondes, puedo preguntarle a otro ―amenazo.
―Ay... ―Bufa―. Hay muchas mujeres aquí, sería muy difícil saberlo. ¿Qué pulsera usa?
―No lo sé ―contesto cortante―. Es alta, tiene rasgos parecidos a los míos. ¡Maldita sea, piensa! ―Aprieto mi arma contra su frente.
Al fin el idiota comienza a analizar lo que digo y entonces responde.
―Creo que sé de quién hablas.
―Dime dónde está ―exijo.
―No está, hace un corto tiempo la dieron por muerta y en realidad se escapó, al parecer uno de los dueños la sacó de aquí.
Mis ojos se abren en grande.
―¿Hablas en serio?
―Sí, creo que fue... si mal no recuerdo, fue Eiden quién la sacó ―se burla―. El favorito del señor R ―opina―. Quién diría que su propio hijo lo traicionaría.
Así que Eiden. Había escuchado su nombre antes. Según Hermes, es el único de sus hermanos que ira al paraíso. ¿Tan buena persona es?
No interesa, aquí lo único importante es que Merche está libre y eso es lo relevante. Bajo mi Glock y retrocedo para irme, pero mi mala suerte me acompaña, pues tengo otro guardia delante, apuntándome con un arma.
―La mercancía no debería escapar.
¡Maldición!
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