19: Encrucijada

Hermes

He sido entrenado para mantener una idea fija, un objetivo y para lograrlo no existe la indecisión. La confusión es algo completamente prohibido, un solo error te puede costar la vida en un segundo. Aclarado este punto, tengo un problema, una encrucijada que no debería estar, ni haber aparecido.

Esa encrucijada tiene nombre y apellido.

Malya Becker.

Se ha metido en mi sistema como si no pudiera sacármela de la cabeza, se ha impregnado en mi ser como si de mis ambiciones de poder se tratara.

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? No tengo idea, pensaba que solo era por sentirme identificado, pero el sentimiento fue aumentando y no lo pude detener.

Se supone que no me tiene que importar nada ni nadie, sin embargo, la pequeña entro en mi cerebro y no me la pude quitar. Ya no sé cuántas veces la he ayudado o cumplido sus caprichos, como si quisiera obtener algo a cambio.

Creo que mi deuda con ella la saldé hace mucho. Podría haberla enviado lejos y mis problemas habrían terminado, pero insisto en mantenerla conmigo. Creo que el caprichoso soy yo. Mejor dicho, el pervertido. Nunca me había pasado. ¿Cuál es el punto de querer besarla? No gano nada. Peor, ¿cuál es el punto de querer acostarme con ella? Menos me entiendo intentando reconfortarla. Se puso a llorar y acepté su pedido. Yo no me preocupo por el llanto de una niña, no me sirve de nada, no gano nada.

Hubiera sido otra persona y la hubiera ignorado.

La llevé a mi cuarto y cumplí su deseo. Ahí es cuando algo más cambió en mí. Me he acostado con mujeres antes, solo para tener algún beneficio, dinero, negocios, ese tipo de ganancias. La verdad, el sexo con ellas me ha dado lo mismo, por eso me consideraba alguien con una libido baja, pero acostarme con la niña ha sido todo lo contrario.

Terminé y quería más.

Se suponía que iba a cumplir su capricho, ella dejaría de insistir, yo continuaría utilizando mi tiempo para el trabajo y todo seguiría como antes. Cuestión, que la idea se modificó, apenas la apoyé en esa cama.

Sus gemidos, su rostro ruborizado por la excitación, su piel erizándose a mi tacto, el calor que le producía, todo su cuerpo correspondiéndome a cada momento. Sentí como si esa pequeña niña, debía ser completamente mía, mientras la penetraba. Es ilógico ser tan posesivo, no hay sentido para eso, y sin embargo, el deseo de repetir estaba latente.

Ella vino sola, pero yo fui quien comenzó en el baño al día siguiente y cuando sonó el teléfono, maldije por dentro. «Es la oportunidad perfecta», pensé, y de algún modo me alegré cuando ella, me dio a entender que quería también. Lástima que al regresar se había dormido, la cubrí con mi chaqueta, se estaba helando allí y luego me retiré a mi habitación.

~~~

Y aquí estamos otra vez en la encrucijada, abro los ojos al despertar, encontrándome con la pequeña niña durmiendo delante de mí. Muevo mi mano sin pensarlo y la apoyo en su pierna. Observo el reloj, de algún modo estoy satisfecho con la hora. Mis dedos suben hasta adentrarse en su vestido, para luego pasar bajo su ropa interior e introducir mis dedos dentro su intimidad.

―Ah ―lanza un gemido cuando termino de humedecer sus partes.

Abre sus ojos, los cuales se encuentran con los míos. Su rostro demuestra toda la excitación que le acabo de generar. Me siento complacido por su reacción y dichoso por el momento.

―Buen día ―la saludo y la beso, necesito esos labios.

Ella se aparta, confundida.

―¿No...? ¿No tienes... que ir a trabajar? ―pregunta y jadea mientras sigo moviendo mis dedos dentro de ella.

―Es temprano. ―Bendita sea la hora, la vuelvo a besar y me subo encima. Necesito averiguar, de una vez por todas, qué es lo que deseo de esta niña. Le quito el vestido y me mira, nerviosa, aún debe estar pensando en la primera vez―. ¿Qué ocurre? ¿No quieres?

Niega con la cabeza.

―No es eso. ¿Me dolerá? ―pregunta avergonzada.

―Eso lo podemos averiguar juntos. ―Le saco toda la lencería y la tengo completamente desnuda para mí.

Noto todo su pudor, pero este es modificado por placer cuando comienzo a acariciarla y me quito la ropa yo también. Cuando pienso que la tengo lista, agarro el preservativo que tenía preparado en la mesita de luz y me lo pongo, para luego agarrar sus piernas.

―¿Lista? ―pregunto y ella asiente de manera tímida. Entonces, sin nada más que añadir a la conversación, uno nuestros sexos y Malya me corresponde enseguida.

―Ah... ―gime y jadea cuando empiezo a moverme―. Hermes... ―me llama y eso solo me da más ganas de embestirla con más fuerza.

Sus ojos me observan con lujuria, me desea y sé por qué es, está enamorada. Eso es lo que siente esta niña por mí. Debe estar más loca que yo, supongo. Pero al menos ella tiene claro su objetivo. No debería estar pensando tanto, cuando estoy teniendo sexo.

Arremeto sin compasión, pero ella no se queja, así que continúo aumentando el ritmo. Cielo santo, con el placer que estoy sintiendo, si sigo así voy a terminar demasiado rápido.

Me concentro en mirarla, su rostro lo demuestra, está teniendo un orgasmo. No sé si la primera vez haya podido disfrutar de ese sentimiento, no obstante, ahora la estoy haciendo gozar y eso de algún modo me satisface. La pequeña niña ahora es toda una mujer adulta.

―¡Ah! ―gime por el placer que le genero.

No puedo aguantar más, ya es mi turno, cielos, ahí viene, me corro.

―¡Uf! ―Me dejo caer por completo sobre ella y respiro agitado.

―Ya... ya empezaste otra vez ―se queja, avergonzada, porque aún no he despegado mi sexo del suyo. Es inevitable, es como si deseara continuar, pero mi cuerpo no me deja por el cansancio―. Hermes... ―Intenta empujarme, sin embargo, no logra moverme ni un centímetro―. Quítate. ―Noto como su parte íntima se acopla con la mía.

―¿Quieres seguir? ―susurro en su oído.

Ella se sonroja más de lo que estaba, termina por callarse. Sabía que si decía algo como eso, se quedaría quieta. Necesito pensar antes de separarme, no puedo tardar más tiempo del que he demorado. Mi mano toca su piel mientras lo pienso.

―Mm... Hermes, no hagas eso, ya es suficiente con lo otro ―pide agitada y cada vez más avergonzada.

Creo que me gusta molestarla y ver las caras que pone.

―Silencio ―ordeno―. Necesito pensar.

―¿No puedes pensar en otro lado? ―Su pudor está llegando al límite y noto como su intimidad se sigue aferrando a mi miembro.

―No ―digo directo―. Solo un poco más.

Me mantengo sobre Malya mientras reflexiono. Si uno todas las piezas del rompecabezas, la respuesta está a la vista, pero si es esa, debo negarla, porque me haría débil, y sin embargo, ya me he comportado de esa forma. Esta encrucijada me volverá loco.

Me levanto un poco, aunque no separo mi sexo del de ella, simplemente, la observo y comienzo a tocarla. Ella se mantiene en silencio como le ordené. Su rostro está rojo y respira agitada.

Entonces, ¿estoy enamorado de esta niña?

―Mm... Hermes ―se queja.

―Silencio ―vuelvo a ordenar y ella se calla.

Pero si eso es cierto, no solo estoy en una encrucijada, estoy en un problema y uno grave. No solo me he vuelto débil, sino que sé quién es está chica, es...

―Mi debilidad ―pienso en voz alta y Malya me observa, sonrojada.

Y si tengo una debilidad, mis enemigos pueden usarla contra mí, acabo de descubrir mi desgracia. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top