53: Correr

Malya

Julia intenta dispararme, pero yo me cubro por las columnas que sostienen las gradas. Cargo mi arma y también me dispongo a apuntarle cuando llega mi turno. La tipa es buena en esto, sin embargo, quien diga que soy mala con las armas, está muy equivocado. Es una de las pocas cosas que hago bien.

Disparar.

Los tiros no se oyen muy fuertes, ambas armas tienen silenciador, si sacara el mío, Hermes me escucharía y no pienso arruinar el plan. Porque sé perfectamente que él vendría en mi auxilio y eso no es lo correcto. Debo ser autosuficiente y lograrlo yo misma, para no interceder en nada.

―¿Lista para morir? Nenita de tu hermana. ¡Ah, no! Juguete de tu esposo. ¡Ya sal! Vamos a divertirnos. ―Se ríe, burlándose.

Está intentando descentrarme, ella tampoco ha salido de su escondite.

―¡Cállate, exiliada! ―la provoco yo también―. Seguro ya te expulsaron tantas veces de la Logia, que hasta ya aburres. ―Sonrío, al parecer le callé la boca.

Oigo un sonido en mi celular, he recibido un mensaje, no una llamada, qué raro, me fijo y me percato.

¡Eiden!

¡¿Y ahora qué hago?! ¡Tengo que avisarle a Hermes! Pero con esta mujer molestando, no puedo hacer nada.

¡Al carajo todo, yo me arriesgo!

Salgo corriendo y oigo los disparos de Julia, llego hasta dónde están todos los seguidores, entonces visualizo a mi marido, para rápidamente gritarle.

―¡¡Hermes!!

Me ha visto, pero no voltea, claramente no puede, sin embargo, estoy segura que me oyó. Ahora debo huir de la castaña.

¡Maldición!

Mi autosuficiencia se ha ido muy lejos, porque corro en dirección a donde sé que seguro está Merche. Me detengo al visualizar a la pelirroja, peleando con mi hermana y me giro al ver que Julia me sigue persiguiendo.

Bienvenida la mala suerte o...

―¡¡Malya!! ―grita Merche y le pega un puñetazo a Hanna que cae al suelo―. ¡¡Corre hasta Eiden y ve qué ocurre, yo me encargo!! ―Saca su arma y empieza a dispararle a la castaña para distraerla.

Comienzo a correr, nuevamente.

Llego hasta la entrada de la plaza, pero no visualizo a mi cuñado, aunque si a los hombres de la droga, o sea, nuestros refuerzos. No sé qué pasa, no obstante, les doy la señal de por dónde hay que entrar. Ellos acatan mis órdenes sin quejarse.

Ciertamente, vuelvo a correr.

Mientras vamos por el centro de la plaza, y paso por donde se encontraba Merche, ella ya no está allí. Ni las hermanas Azulay. Cada vez se complica más todo, aun así, al menos traigo los refuerzos.

Luego de la corrida, viene el tiroteo.

Llego hasta la cancha, todos se preparan y me siguen. Realmente, me siento líder, esto lo debería hacer Eiden, pero no hay más tiempo.

No hay vuelta atrás.

―¡Al ataque! ―grito como si estuviera en una película medieval y levanto mi revólver con aire de guerra.

Apenas se oye mi aviso en alto, mi marido se moviliza de otra forma, los seguidores de S se levantan e incluso William saca sus armas.

Corro hasta el lugar en el cual que se oculta Hermes con su magnum preparada, detrás de unos bancos de piedra, bastante altos para cubrirse de manera perfecta.

―¿Dónde está Eiden? ―me pregunta.

―No sé ―exclamo preocupada―. Corrí hasta allí, no lo vi y Merche tampoco sé adónde se encuentra.

―Ya lo descubriremos, pero ahora hay que prepararse ―aclara con su expresión típica sin emociones.

―La mafia de la droga, ¡qué divertido! ―Oigo a Will hablar en alto―. Se la han pensado, pero yo también. ―Se ríe.

¿Y ahora qué?

Los tiros cesan, lo que me hace levantar la cabeza para ver qué sucede. Primero que nada, visualizo a Bastián, el que se hace el caballero y no lo es.

―Las trampas que involucran a los seres queridos, son las mejores, ¿no hermano? ―le pregunta el rubio al morocho, el cual sonríe con malicia.

Los ojos azules del nuevo villano presente se giran a mirar arriba.

―Yo diría, que si se tiene al que paga su trabajo, ya no se puede hacer nada, digo, ¿para qué pelear si no verás el dinero?

―Neill estará muy decepcionado. ―Mueve la cabeza S, haciéndose el dramático.

¡Un segundo! Miro hacia donde observa Bastián, visualizo a Luke atado en lo alto de una columna. ¿Cómo llegó ahí el amigo de Eiden?

¡Espera! ¿Dijo que no pagaremos?

¿Dónde está mi cuñado para desmentir esto?

―Claramente, no sabemos qué está pasando. ―Se levanta Hermes y yo hago lo mismo―. ¿Dónde está mi hermano? ―Mira a nuestros refuerzos que ya no parecen estar de nuestro lado―. Dejen de dudar, que se les pagará, y si nos traicionan... ―Todos se estremecen―. Yo mismo me encargaré de asesinarlos a ustedes.

―¡Exacto! ―grito―. ¡¿No saben que Hermes volvió de la muerte?! ―exclamo con confianza―. ¡Más respeto a mi marido!

S lanza una carcajada.

―Me estoy divirtiendo mucho. ―Hace que piensa, pero pone una cara psicópata―. ¿Dónde estará Eiden? ―Mira a su hermano―. ¡Yo no lo vi! ¿Tú lo viste?

―No. ―Se ríe este―. No tengo idea.

―Más te vale que me lo digas. ―Oigo la voz de Merche y me pongo contenta. Me giro a ver, entonces me asusto, tiene cara de asesina serial, con mirada de odio, con todos esos golpes en su cara. Sostiene el cabello de la pelirroja y la apunta con su arma, la cual también está lastimada―. O le vuelo la capa de los sesos.

Ciertamente, no entiendo qué pasa aquí, aunque todavía no veo a Julia y eso me inquieta un poco. No estoy segura de lo que pueda suceder ahora, parece una corrida interminable, que solo lleva a la muerte.

Y hablando de muerte...

―Yo que tú bajo el arma.

¡Sabía que la maldita no podía faltar!

La hermana de la pelirroja apunta a Merche con su pistola y ahora sí estamos perdidos.

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