49: Contarte

Eiden

Estaciono el coche de Edgard, en frente de una plaza, recordando que no tengo ni dinero a mano y siento que voy a explotar muy pronto. Respiro agitado y pongo mi cabeza en el cabezal del auto, suspirando, mientras cierro los ojos, intentando calmarme.

―¿Por qué frenas? No puedes estacionarte aquí ―Merche se queja―. Es contra la ley.

―Tú y tu sentido de la justicia. ―Me río, luego la observo.

Deja de mirarme y sus mejillas se sonrojan, después suspira. ¡Uf! Si hace eso, no me voy a poder controlar.

―Ya no me considero tan ligada a la ley ―exclama triste.

Acaricio su cabello y levanta la vista, encontrándome con esos hermosos ojos cafés que brillan a la luz de la noche.

―Ya encontrarás una manera de ejércela de nuevo. ―Me acerco a sus labios y la beso en profundidad.

Mi mano pasa bajo su remera y siento el tacto de su piel que me enloquece.

―Estamos en la vía pública ―me aclara, volviendo a su estado de policía y, sin embargo, sus mejillas no han abandonado ese deleitante rojo que me consume en todos mis poros.

―Merche... ―solo me limito a decir y la vuelvo a besar con fervor. Mi mano presiona su pecho y ella gime en mi boca―. Te amo.

―Aquí no... ―Respira agitada―. Nos van a ver.

Miro a la plaza, sin alejarme de mi chica y sonrío.

―Tengo una idea.

Me muevo, para volver a arrancar el auto. Doy la vuelta manzana, entonces estaciono el auto en un lugar permitido. Luego salgo y le ofrezco mi mano.

―Ven.

―¿Qué clase de ilegalidad estás planeando? ―se queja, pero igual acepta mi ofrecimiento y me sigue.

―No tengo dinero en este momento, e igual no hay un hotel cerca, y aunque tuviera, tu departamento aparte de destruido se encuentra lejos, esta es mi única opción ―le explico mientras caminamos de la mano, adentrándonos en la plaza.

―¡¿Mi departamento está destruido?! ―Se sorprende.

―Sí, hay mucho que contarte, pero antes... ―Me detengo frente al decorado del centro de la plaza y luego la agarro de la cintura―. Hagamos cosas malas. ―La beso y me corresponde. La agarro de la mano, nuevamente, y nos adentramos en el monumento―. Ven.

Se ríe.

―Me siento colegiala, haciendo ilícitos en un parque municipal. ―Agacha su cabeza mientras pasa, al igual que yo, por debajo de la estatua―. Qué extraña forma de atender tu deseo sexual.

―Juro que no es un fetiche. ―Le sonrío y ella también lo hace.

Nos detenemos cuando terminamos de pasar el túnel y al parecer atine, dentro del monumento hay un espacio vacío donde nadie puede vernos. Perfecto para trasmitir toda mi pasión. La agarro nuevamente de la cintura y mientras nos besamos, la hago retroceder hasta la pared. Paso mis manos hacia sus caderas, para otra vez hacerla gemir mientras acaricio su trasero.

―Eiden... ―me llama mientras le dejo varias marcas de amor en su cuello y cierra los ojos cuando mi mano abre su pantalón, adentrándose bajo sus bragas―. ¡Oh! ―Mis dedos juegan en su intimidad.

Debo aguantar un poco más mientras me excita ver esta escena, pero no me importa que me esté muriendo de las ganas de estar dentro de ella, no sería de caballero ir directo al punto.

―Mi chica. ―La beso y nuestras lenguas se deleitan en su unión, siempre deseándose, hermosa sensación.

―Mi ángel. ―Sonríe apenas en un suspiro de separar nuestras bocas que se vuelve a enredar con pasión.

Toqueteo todo su cuerpo de manera deseosa y ella comienza a quitarme la ropa también. Disfruta el torso que le gusta, me abraza con ferocidad y pasión. Me deshago de su pantalón, luego su calzado cae al suelo. Vuelvo a jugar con su intimidad, la bombacha es la última prenda que cae al suelo. Le levanto las piernas, y agitado, intentando aguantar, le pregunto.

―¿Tomaste la píldora? Porque no traje preservativo.

―Sí... ―Envuelve sus piernas alrededor de mí y apenas oigo eso me introduzco en ella con deseo―. Ah. ―Levanta la cabeza, mirando hacia arriba, excitada. Comienzo a moverme―. Eiden...

Oh, santa gloria, sé que no duraré mucho, pero lo voy a intentar.

Nuestros cuerpos se complementan, siempre tenemos esa química al hacer el amor, fuimos hechos para estar el uno con el otro. No hay necesidad de nada más cuando nos convertimos en uno, solo nuestros sentimientos que son demostrados con emoción y sobre todo pasión.

―Te amo... ―La sigo embistiendo contra esa pared fría, pero con el sudor esto es más que caliente―. Demasiado. ―La beso y luego me separo a centímetros de sus labios―. Dímelo, Merche.

―Sí... yo también te amo. ―Acerca su boca a la mía y ahora ella es la que comienza el beso.

Le cuesta decirlo, pero la entiendo, sin embargo, no puedo evitar desear oírlo de su boca una y otra vez.

Termino por correrme, no obstante, sigo embistiendo, para que no se haga tan corto. Creo que al fin ya me siento liberado, estoy que floto y no necesito nada más. Aunque me gusta complacer a mi chica.

~~~

Los ojos de Merche se abren en grande cuando volvemos a mitad de la noche a lo que queda de la casa.

―¡Mi departamento! ―grita desconcertada.

―Al menos Edgard limpió. ―Intento apaciguar la situación.

―¡¿Me puedes decir qué pasó aquí?! ―Señala el agujero―. ¡No tengo ventana! ―Camina en círculos.

―Al menos tenemos una excusa para irnos.

―¡Deja de intentar ver el lado positivo! ―Se agarra de los pelos y camina hasta la cunita―. Está rota ―expresa con angustia.

―Te comparé otra ―digo preocupado, viendo su gesto.

―¡No quiero otra! ―Se enoja y parece que explota―. ¡Quiero esta! ―Levanta los puños, furiosa―. ¡¿Quién fue el desgraciado que rompió mi casa?!

―Ya está muerto, lo asesinó Stella, y Edgard seguro ha enviado a "limpiar el cuerpo" ―explico en pausas, viendo su reacción, esperando que se calme.

Bufa y su mandíbula se tensa.

―Stella ―exclama con odio.

Ay, se acordó, no debí nombrarla.

―Nos podemos calmar ―digo seriamente.

―No, voy a matar a la violadora. ¿Dónde está mi arma? ―Mira para todos lados y va hasta la cocina.

―Merche, no es momento de eso. ―La sigo, pero oigo el timbre y ambos nos detenemos―. ¿Quién es? ―pregunto y camino hasta la puerta.

La abro y el semblante enojado de Merche desaparece, corriendo a agarrar a nuestra beba. Estoy confundido, ¿qué hacen Hermes y Malya aquí? 

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