47: Movida
Hermes
Una noche sin sentido, un imperio que debo dejar para después, una beba que llora sin razón y un pañal que no encuentro. Abro el armario que es dónde creo que guardamos las cosas para Tobías y al fin dentro de una caja consigo los pañales.
―Voy a decirte algo. ―Me paro frente a la cama, en la cual está Danaya―. Tu padre es un descuidado. ―Comienzo a cambiarla―. Dice que me va a matar, pero no trae ninguna bolsa de bebé. ¿Acaso piensa que tengo tiempo para ti? ―La levanto cuando deja de llorar―. No, señorita, no tengo tiempo para ti.
Tiro el pañal sucio al tacho y regreso al living cuando oigo sonar el teléfono de línea. ¿A esta hora quién es? Además, estoy muerto, ¿quién va a llamarme?, ¿o es que llaman a Malya?
Maldita traidora.
Levanto el tubo rápido y contesto:
―¿Quién habla? ―Se nota mi tono enojado.
―¿Tanto rencor me tienes por ocultar a tu padre aquella vez? ―Reconozco la voz.
―Tyrus.
―¿Ya no me dices T? ―Se ríe.
―La Sociedad de las Letras se murió ―le aclaro―. ¿Qué quieres? Estoy ocupado.
En realidad no, pero no tengo ganas de nada.
―Hablar de negocios, somos los únicos dos que quedamos.
―Ciertamente, ¿pero por qué ahora?
―Cualquier línea puede estar incautada. ―Tiene razón―. Es la hora perfecta, te enviaré un fax, estoy seguro que te interesará mi negocio.
―Ya veremos. ―Estoy a punto de cortar, pero me interrumpe.
―¿Has oído hablar de La Cazadora?
―Sí, una oficial corrupta.
―Atrapa a mafiosos y estafa a policías, nunca se sabe de qué lado está. Me ofreció un trato, sabe que soy T, y al parecer, también sabe que te encuentras vivo. Te lo digo para que andes alerta y confíes en mí, podemos hacer grandes negocios, te lo aseguro.
―Eso lo dirá el tiempo. ―Al fin le cuelgo. Me estaba irritando oír hasta su voz. Aunque debería considerar su propuesta.
Primero Demetrio y ahora la Cazadora, ¿quién más sigue?
Oigo el timbre y apoyo a Danaya en el sillón, camino hasta la puerta. ¿Quién podrá ser? Parece una noche movida. Levanto una ceja cuando lo vuelvo a ver.
―Zack.
El pelirrojo entra tranquilo y yo cierro la puerta.
―Recibí tu mensaje. ―Sonríe.
Cierto, le mandé un texto, pero no creí que vendría tan pronto.
―No tienes nada que hacer, ¿cierto? ―aclaro sin expresión como siempre. Realmente, parece una burla, pero mi rostro no lo demuestra y, ya que no responde, agrego―: ¿Lo tienes?
―¿Aquí está? ―Levanta el anillo y me lo entrega.
Camino hasta un mueble, abro un cajón y lo guardo.
―¿Te costó mucho encontrarlo?
―No tanto porque me reconocieran, pero sí por el vehículo de la policía que echaba luces para todos lados, ese sí que me encegueció. ―Se ríe, no obstante, luego se pone serio―. Aunque todo parecía muy extraño por allí, era solo un vehículo y ni un solo movimiento.
―Qué extraño ―acoto.
―Exacto, no estaban arrestando a nadie, ha sido todo muy raro. ―Piensa un poco más, recordando, antes de agregar―. Aunque vi a S ocultarse, parece que no quería que lo reconocieran, digo, la chica.
―¿La chica?
―Sí, una policía morocha ―aclara y sonríe―. Tengo un solo ojo, sin embargo, veo bastante bien oculto en la oscuridad.
No me había dado cuenta, pero Zack está bastante loco. Hace poco me estaba teniendo miedo y ahora se encuentra alegre, nombrando su visión, la cual yo mismo le quité.
No guarda rencor.
Mejor para mí, aunque igual siendo antiguo seguidor de S, lo tengo que mantener vigilado.
―¿Has visto algo más?
―Me oculté un rato más y vi a tu novia, tus hermanos e incluso tu cuñada irse ―explica, tranquilamente, luego se pone nervioso―. Y supongo que S me vio... va a matarme.
―Estás bajo mi protección, no va a matarte ―expreso determinado―. Yo soy la parca y yo decido quien muere y quien no, una serpientita no va a poder conmigo.
Voy a enseñarles una lección a muchas personas, eso está decidido. Tú, S, vas a caer. No puedo matarte, pero voy a hacerte algo mucho peor. Cree que controla todo, está muy equivocado.
A mí nadie me controla, nunca más.
―Ahora retírate, que estoy ocupado ―ordeno y este se va.
Camino hasta el sillón y me siento al lado de la pequeña bebé, que mira para todos lados, estando tranquila.
―La noche parece que seguirá siendo movida ―le digo, mirándola―. Tu mami va a volver y yo me voy a enfrentar a tu tía.
No sé por qué, pero estoy seguro y es de imaginar, que se viene la guerra, una guerra que no sé cómo termina.
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