45: Veredicto

Merche

El aumento de personas gritando para que peleemos ha crecido considerablemente. La pelirroja es rápida y usa movimientos que jamás había visto en mi vida, aunque parece que son propios de ella.

Como crear un estilo de pelea singular.

Me tira una patada que no sé de dónde sale, pero por suerte logro esquivarla con habilidad.

Aunque eso no me complica la situación en lo absoluto, "defensa personal" te prepara para cualquier cosa y las practicas cuando estás en servicio agregan experiencia. Sumado que cuando decidí agregar infiltración a mi currículo, ciertamente, he implementado más que solo tener un simple título de policía.

Vamos, que yo tampoco soy alguien normal.

Logro pegarle un puñetazo y creo que le partí el labio. Se reincorpora y no deja de sonreír mientras ladea su cabeza. Lame la sangre se le ha escapado por mi culpa y se acerca a dar su próximo movimiento.

Un codazo, otra patada, es tan veloz que termino por cubrirme. Aunque mis brazos han quedado amoratados, le pego un manotazo con toda mi fuerza en su rostro y cae al suelo, pero se repone dando un salto como si fuera inhumana.

―Ciertamente, das miedo ―acoto y ella se ríe.

―El dolor es algo por lo que una debería preocuparse después.

Interesante contestación.

Sonrío con malicia.

―Entonces espero que te preocupes por esto, ¡la próxima! ―Doy un medio giro a gran velocidad y logro lo que ella aún no ha podido.

Una buena patada a mi adversaria.

Cae al suelo, ignora el dolor de su estómago y vuelve a pararse como si no le doliera, sin embargo, su rostro demuestra otra cosa.

―Te cruzaste con la mujer equivocada. ―Mi sonrisa se amplía, pero la de ella no se borra.

Mientras sigue estática, intentando recuperar el aliento, oigo los gritos de pelea, no alientan a la pelirroja y, obviamente, no a mí, es cómo si les diera igual quién golpea a quién, en definitiva.

Les gusta ver sangre y están locos.

Realmente, no contraataco porque, ya que me está dando la oportunidad de analizar la situación, aprovecho. La tal Julia es la única que no sonríe, ella también anda averiguando lo que ocurre y se halla preparando algo. Su mano se encuentra en su bolsillo, por alguna razón, lo sé.

Hanna termina por golpearme otra vez, aprovechando mi distracción y termino cayendo en el suelo de repente.

La pelea parece limpia hasta que oigo un tiro. Veo que a la castaña se le cae un arma de la mano, al su palma estar sangrando. Me levanto y veo a Malya con un rostro lleno de oscuridad, el cual demuestra que le disparó porque la otra iba a matarme.

―Cielos, eso estuvo cerca. ―Tiro el aire comprimido en mis pulmones al darme cuenta de la situación.

Que se ha convertido en peor.

―Maldita niñita, ¿quién te crees que eres? ―Julia se le acerca con todo el odio del mundo, pero mi hermana sorprendentemente no se intimida y también se acerca.

―Alguien que no juega sucio como tú ―exclama con asco―. Debí haberte dado en la sien.

La castaña sonríe.

―A que ni siquiera sabes disparar e inventas esa excusa absurda.

―Sí que sé ―exclama determinada―. Pero mido las consecuencias de mis actos. Es obvio que todos te están oyendo a ti.

¡Tiene razón! Me doy cuenta gracias a Malya. Es la única que se ha comportado diferente, después de todo. Exceptuando a su hermana, los demás han actuado de igual manera con los gritos y alientos extraños.

Ella los reunió y aumentó la locura.

Unos aplausos se escuchan al lado de una de las columnas y un hombre de ojos claros con cabello oscuro, como la noche, se acerca hasta nosotras.

―Las hermanas Becker y las hermanas Azulay, ¡qué divertida pelea! ―Se ríe.

―No te metas, Bastián. ―Frunce el ceño Hanna por primera vez en la batalla, la cual parece que se mantiene detenida.

―¿Y tú quién eres? ―exclamo arisca―. Te haces el importante y recién apareces ―le aclaro, molestándome su intromisión.

―Mil disculpas, Bastián Stefanoski. ―Besa mi mano y yo se la quito―. Hermano mayor de tu amigo.

―No es mi amigo ―le corrijo―. Es un delincuente como todos aquí.

―Y un traidor, supongo. ―Se oye desde la puerta que está al final de la sala y el nombrado aparece con su típica sonrisa amigable.

Su hermano también la tiene.

William se acerca y se detiene, observando la situación.

―Ah, Basty, ¡te salvaste! ―Luego mira a Julia―. Es obra de la arpía. ―Observa a todos―. ¿No dije yo que esto no se hace sin mi consentimiento?

Veo como todos se estremecen, aun cuando él tiene una mirada tranquila en su rostro. La sonrisa del hermano se esfuma y es el único que se atreve a retirarse de allí, ya que parece que no hay nada en contra de él, pero tampoco se nota que pueda hacer algo ante la presencia de "S", que se demuestra en su rostro como le irrita.

―Debo dar mi veredicto ―pronuncia el rubio, muy apaciblemente y luego sonríe con malicia, mirando a Julia―. Estás expulsada durante tres semanas de la Logia.

―¡¿Qué?! ―Los ojos de la castaña se abren en grande―. ¡No puedes hacerme eso, soy la madre de tu hijo! ―grita y él rueda los ojos.

―Lo que menos tienes es corazón de madre, así que no te quejes, y es una orden, así que, ¡fuera, fuera! ―Mueve la mano, burlándose―. Bye, bye, perrito, bye bye. ―Se ríe mientras a la mujer irritada no le queda otra que irse. Hanna intenta seguirla, pero él le agarra el brazo―. Ahora es tu turno, pelirroja. ―Vuelve a su sonrisa amigable―. Una semana estudiando las reglas en tu habitación te vendrá bien.

―¡¿Otra vez?! ―Se sorprende.

―Eso dije, es una orden de S, ahora ve ―exclama y señala una puerta diferente a la que se fue Julia.

Ella se suelta con brusquedad y se va a paso fuerte hasta allí.

―¡¿Quién sigue?! ―grita y luego nos mira―. Ustedes quédense quietitas ahí que ya llega su turno. ―Otro rubio se acerca y Will le sonríe―. ¿Se puede saber dónde has estado? Nathaniel.

―Fui a reunir la información que quedó pendiente en el hospital donde estaba internado Hermes, el cual solo se llevó el arma de Darno antes de asfixiarlo por completo con un cable de la maquinaria, y recuperé el anillo de Serpiente. ―Se lo entrega y continúa hablando―: También quise localizar a Zack, pero aún no lo encontré, es más que obvio que lo traicionó y me dirigía a matarlo ―pronuncia sin emoción en su rostro toda la explicación.

William se lo piensa, estando alegre un segundo, luego le pega un puñetazo y este cae al suelo.

―¿Te dolió? ―pregunta tranquilo, ¡pero es más que obvio eso!

―Lo que importa es solo la opinión de S ―dice una frase confusa y me quedo más que aturdida.

Aunque parece que a Will no le gustó la respuesta, ya que entrecierra los ojos, pensativo. Luego observa a todos los demás y vuelve a estar con su semblante contento.

―¿Saben quién es Nathaniel, cierto? ―Todos asienten, pero él lo responde―. Es mi mano derecha. ―Lo mira y ordena―: Levántate y muestra. ―El chico rubio hace lo que pide y alza su mano, en su palma tiene el mismo tatuaje que su cuello―. ¿No se atreven a ayudar a mi mano derecha? ―Hace cara de sorpresa falsa―. Qué desubicados. ―Bufa―. Es parte de mí y no puedo hacer todo yo, ¡no sean imbéciles! ―Se ríe―. Retírense antes de que me enoje, y Nathaniel, buen trabajo, lleva a la chica. ―Señala a mi hermana y luego me observa a mí―. Tengo una sorpresa para mi amiga.

"El siervo" camina hasta Malya y le quita el arma a gran velocidad. Quiero interceder, pero el revólver de Will está en mi cabeza.

―¿Nos vamos? ―Sonríe.

Frunzo el ceño y lo veo con odio.

―Traidor, falso amigo y policía ―intento insultarlo.

―Todas las futuras Serpientes estudian en la universidad la carrera policial, ciertamente, mi placa es real. ―Continúa sonriendo―. ¿Caminas? Alguien quiere verte y creo que está caliente.

¡¿Qué?! ¡¿Caliente?! ¡¿De qué habla?!

Veo como el tal Nathaniel se lleva a Malya y no puedo hacer nada, mientras Will me hace avanzar a mí en otra dirección.

Maldita impotencia.

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