10: Serpiente
Malya
Toda mi actuación delante de Merche se ha desmoronado, ella se ha dado cuenta que todo lo que digo en su contra es para alejarla de mí. Ahora, en vez de parecer la mala de la película, soy una niña llorona. Aunque en realidad siempre lo fui, me escudo detrás de otros, esperando que me protejan. Aunque en realidad, actualmente eso es distinto, no de manera completa, pero a veces soy una maldita, digo, cuando pierdo la cordura.
Como ahora.
Golpeo al hombre y este cae al suelo.
―Te lo repito, no hay trato. ―Me giro molesta y camino, ignorándolo, oigo cómo le saca el seguro a su arma y antes de que me dispare lo hago yo―. ¡Ja! Yo se lo advertí. ―Sonrío.
Por estas fechas me vuelvo una loca asesina, la razón es simple...
Es el aniversario de la muerte de mi bebé.
Me vuelvo loca cuando llegan estas fechas, toco mi cicatriz y suspiro.
―Tobías.
Salgo del callejón y llamo a Zack:
―Tengo trabajo para ti.
―Cómo me encanta cuando me llamas tú. ¿A quién mataste esta vez? ―me pregunta del otro lado de la línea.
―Un vendedor de armas que no quería cooperar con Imperio. Nadie importante ―le explico.
―Genial, en un rato estaré allí. ¿Dónde?
―A pocas cuadras del barrio de Style, si necesitas algo estaré por ahí, hay otro negocio que debo atender, así que estaré cerca ―le aclaro y le cuelgo.
Camino hasta el lugar de las carreras ilegales y me acerco a donde se encuentra el patrocinador de estas. Me sonríe cuando me ve.
―Hola, preciosa, Hermes ya hizo su apuesta, ¿qué haces aquí?
Sonrío con malicia.
―¿No es obvio? A recoger el premio.
―Sé que tenemos un trato, pero ya le dije una y mil veces que quiero que él venga en persona a buscar el dinero. ―Se cruza de brazos y mira el lugar donde los coches corren a grandes velocidades.
―Soy su esposa, es suficiente con que venga yo, paga y no tendrás problemas con el Señor H.
Bufa al oírme.
―No quiero tener problemas con un Señor Letra, pero hoy no es un buen día para andar reclamando nada.
Levanto una ceja.
―Ah, ¿sí? ¿Por qué?
―Por eso. ―Señala un auto último modelo, negro, con una serpiente dibujada a un costado de este, el cual corre la carrera a muchísima velocidad.
―¿Qué con eso?
―Alguien importante vino a jugar hoy ―aclara nervioso―. Mira la marca, no es cualquiera.
―No creo, he visto esa marca en el cuello de Zack, el Limpiador personal de Hermes.
―Increíble. ―Sonríe―. Eso quiere decir que tienes un seguidor de S trabajando para ti, ¡qué peligro! ¿No era que S está en contra de H? ―se burla.
Me sorprendo.
―¿Seguidor de S?
―Sí, la Logia de la Serpiente. ―Se señala el cuello―. Todos aquellos que tienen tatuada la serpiente aquí, son seguidores de S. Pocos lo saben, pero es así. Después de todo, se dice que tiene una serpiente en la espalda, aunque a diferencia de los demás, se rumorea que no está hecha con tinta, sino como una cicatriz hecha por quemaduras en su piel. Auch, eso debió doler. ―Se ríe―. Pero, ¿qué loco se deja tatuar la espalda con fuego? El Señor S debe estar muy desquiciado, para dejarse hacer algo así.
Una cicatriz en su espalda.
Eso me recuerda cuando los policías en la comisaria hablaban de esa apuesta sobre aquel dibujo en su piel, William se enfadó mucho cuando lo nombraron. Esa serpiente oculta más de lo que parece.
Como sea, eso quiere decir que...
―¿Me estás diciendo que quien está corriendo ahora es S?
―Exactamente, si intercedo voy a tener muchos problemas ―acota.
Hermes no va a estar contento, menos si pierde dinero por culpa de S.
―¿Cuándo acaba la carrera? ―Observo a Style.
―En un rato. ―Se ríe―. No creo que sus guardias te dejen hablarle. Ni tampoco que se saque el casco.
Sonrío.
―Eso es lo que crees tú, pero S está loco por mí. ―Muevo mi cabello―. Él va a recibirme, tranquilamente.
Frunce el ceño y lo dejo confundido, mientras camino hasta la meta a esperar que termine la carrera. Me mantengo a una distancia alejada de sus empleados, entonces espero el momento justo para encararlo.
El vehículo se detiene, los guardias ven como me acerco y como es de esperarse, S les hace una señal para que no actúen. Baja la ventanilla, aunque tiene el casco.
―Hola. ¿Vienes a verme? Me has alegrado el día ―exclama con ese tono tranquilo que es tan particular en él. Es como si tuviera dos personalidades, dos caras.
―No, me has arruinado el negocio y vengo a quejarme. ―Le sonrío.
―¡Uh! Qué lástima, siento vergüenza de mí. ¿Cuánto te debo?
Levanto una ceja.
―¿En serio vas a pagarme?
―Soy un caballero, siempre pago mis deudas. Hablando de deudas, yo que tú no confiaría en T, ya me debe mucho dinero y mientras investigaba, parece que oculta algo más. No lo he descubierto todavía, pero te puedo avisar si encuentro algo, ya sabes, de nuestra manera tradicional.
―No estoy interesada en tus cartitas. ―Ruedo los ojos―. ¿Y por qué desconfiar del Señor T? Hasta ahora es el único Señor Letra que se ha comportado. ―Me cruzo de brazos.
―Las apariencias engañan, por suerte las mías no existen. ―Cierra la ventanilla, arranca el auto para irse y así retirarse.
Mi celular suena y veo un mensaje del banco.
"Dinero depositado en tu cuenta".
―Qué rápido ―opino y me sonrojo.
Decido creerle a S y me dirijo a la mansión de T, no puedo evitar la duda que me implantó en el cerebro. De algún modo empieza a caerme bien y eso está mal. William es mi enemigo, no mi amigo, pero es que jamás me ha hecho daño como para ponerme en su contra.
Cuando voy a tocar el timbre, se abre la puerta y me sobresalto al ver quién sale. Me encuentro con sus ojos azules y con un rostro que emana oscuridad, entonces lo nombro.
―Eiden.
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