15: Poderío

Madeleine

―Te están secuestrando ―me recuerda la ilusión Raid, pero no reacciono por su comentario, sino porque visualizo a Hermes en la puerta de Cristales.

El hombre que me vino a buscar al cementerio, mi hijo mayor, aquel niño pequeño que juré proteger que ahora ya ha crecido, la persona que mató a su hermano. Todo es tan confuso, los rostros, el artículo, la distorsión de la realidad y este secuestro. Iban a matarme y ahora me están raptando. No comprendo nada.

Reacciona, Madeleine ¡Ahora!

Le pego un codazo, al tal Tyner, entonces me suelta por el dolor, corro y esquivo a Hermes que sigue en la puerta de la recepción, así que termino por salir del edificio. No me detengo, avanzo por la vereda lo más que puedo. Tengo que huir de todo esto, debo frenar esta euforia que hay dentro de mí y todos los que me persiguen. Alguien se me pone en medio y me detengo.

―Mamá, por favor ―me dice el rubio.

―¿Demián? ―expreso confundida.

―No, Edgard, su gemelo, ¿me recuerdas? ―pregunta angustiado.

Este chico entro a la habitación con Christofer cuando Tyner me quiso raptar ¿Cómo no me di cuenta?

―Oh Dios ―Cubro mi boca ―. Eres tú.

―Ven conmigo ―Toma mi mano ―. Debemos ocultarnos ―Lo acompaño mientras se gira y me hace seguirlo a paso rápido ―. Nos están persiguiendo, hay que ocultarse ―explica.

Corremos por las calles, pero un auto se cruza en nuestro camino, la puerta de este se abre y un hombre sale a dispararnos, entonces nos separamos cuando caigo al suelo. El mismo tipo se me acerca, toma mi mano, así me adentra en el vehículo, es cuando descubro que Keyla esta en este, la administradora de Cenizas Ocultas e hija de Christofer, ha tomado la oportunidad, por esa razón el vehículo comienza a avanzar, dejando a todos atrás.

―¿Qué pretendes? ―le pregunto ―Pensé que me habías ayudado ―le recuerdo la última vez que nos vimos.

Me alcanza un frasquito con pastillas.

―Primero lo primero, no quiero estar conversando con una loca ―me aclara.

Bufo, abro la tapa, me entrega una botella de agua y me trago la píldora, acto seguido ella guarda todos los objetos en el bolsillo de la parte posterior del asiento delantero de su chofer, mientras nosotras seguidos en el de atrás.

―¿Y ahora? ―insisto.

―Seguro ya te habrás enterado, pero tu existencia le trae descalificación a mi poderío. Eres muy valiosa Madeleine, todos quieren tenerte, contigo de aliada podrían hasta sacarme el puesto. Te diré algo, haz algo por mí y te liberaré de todo cargo, no será necesario matarte.

Frunzo el ceño.

―¿A qué te refieres?

―¿Quién te dio todo ese poder? Piensa.

―Mi sangre ―digo con asco y se ríe.

―Sí, pero, ¿quién la unifico?, ¿quién te hizo de valor?

―No comprendo a dónde quieres llegar.

―Muchos de los creadores de la Sociedad de las Letras fueron encarcelados o están muertos o incluso escaparon, pero yo estoy buscando a alguien en particular.

Alzo una ceja.

―¿Quién?

―Edwin Rockefelle, es todo un anciano ahora, pero eso no quiere decir que no esté gozando del poder, si te deshaces de él, acabas con la semilla que comenzó todo esto.

―¿Quieres que asesine a mi suegro? ¿Por qué?

―Es quien te secuestró y te hizo casar con Raid, es quien comenzó todos los tramites, hizo que todo el mundo se desesperara por el poder, es quien tiene la última información que yo no tengo y como administradora, la quiero, así la obtendré cuando desaparezca del mapa.

Sonrío.

―Y si lo mato, yo ya no tendré nada que ver con la Sociedad de las Letras.

―Sí, todo lo que queda, será para mí ―expresa bastante ambiciosa ―¿Aceptas? ―Alza la mano hacia mí.

―Claro que sí, además esto es más que personal.

―Excelente ―Sonríe con malicia ―. Estaremos en contacto.

El auto se detiene y el chofer me abre la puerta, veo como Keyla se pone unos lentes de sol, mientras yo bajo del vehículo. Giro mi vista mirando el edificio y el empleado de la chica rubia me entrega un arma, acto seguido los veo partir.

Dicen que lo que aprendes nunca se olvida, no lo voy a negar, me manejé muy bien contra los hombres de Chris, pero esto es diferente, esto es en verdad personal. No creo que me tiemble el pulso al hacerlo, de hecho tengo mucha adrenalina acumulada, estoy algo nerviosa, pero jamás para retroceder. Nunca se me paso por la cabeza hasta que se me sugirió hacerlo, matar a Edwin Rockefelle será un honor, que merece ser hecho por mis propias manos.

Edwin me separó de mis padres cuando tan solo tenía tres años, arregló mi matrimonio con Raid a costa de mi propia voluntad, prácticamente eligió mi vida, y nunca lo perdonaré por eso.

¿Qué hubiera pasado si jamás me hubiera alejado de mis padres? Nunca lo sabré, pero de algo sí estoy segura, hoy va a correr sangre.

Le disparo a la cerradura con mi arma que al parecer tiene silenciador y al abrir la puerta, avanzo por el edificio. Hay muchas habitaciones, pero eso no me detiene, sé que está aquí, el lugar es todo suyo, nada va a detenerme. Me oculto detrás de una pared y evito que me vean los guardias, cruzo la puerta, entonces mato a uno que no me vio venir. Voy sigilosa, le robo municiones, entonces avanzo, me dirijo al cuarto de cámaras, así descubro donde encontrarlo. Tengo suerte, está en planta baja, así que tiene que ser rápido, para poder salir de aquí lo más veloz posible al matarlo.

Entro al cuarto, la escena es algo bochornosa, el prostituto con el que tiene sexo se aleja del escritorio y se sube los pantalones rápido, para acto seguido salir de manera veloz de la oficina. Asco me da ver el anciano pene de Edwin, el cual se guarda cuando cierra su cremallera, entonces me observa detenidamente y frunce el ceño molesto.

―Tú...

Sonrío.

―Así que me recuerdas, suegro ―Alzo el arma en dirección hacia él ―. Parece que has tenido una larga vida, pero he venido a terminarla.

No dejo ni que hable, le vuelo la capa de los sesos rápidamente, la cual se esparce por todo el lugar, el cuerpo cae hacia atrás, chocándose con algunos objetos y terminando en el suelo, quedándose por completo inerte, pero el sonido que hizo alerta a los guardias. Salgo de la oficina, en medio de un tiroteo que yo generé, les disparo mientras ellos tiran también, las balas van en todas direcciones. Giro mi vista y veo como una le da a un incinerador que estaba cerca, entonces todo explota sin compasión, debo salir corriendo lo más veloz posible, mucho fuego aparece por todas partes, quemando todo. Avanzo por un pasillo, tosiendo por el humo incontrolable y he perdido el camino a la salida.

―¡Madeleine! ―Oigo detrás de mí y me paralizo.

Me sobresalto cuando toman mi mano, la cual tironean para poder avanzar de nuevo, cruzamos un pasillo, entonces cuando reacciono veo el rostro de Chris, el cual me hace agachar cuando hay otra explosión, nos levantamos volviendo a correr y al fin nos alejamos de las llamas.

La respiración es agitada, pero ya nos encontramos a salvo.

―¿Estás bien? ―Me agarra de los brazos estando preocupado y observando si tengo alguna herida.

―Viniste ―expreso impactada.

Él sonríe.

―Claro que sí.

Emocionada lo abrazo y Chris me corresponde rápidamente, me alejo un poco para mirarlo, con otra sonrisa de felicidad.

―¿Cómo me encontraste?

―Estuve siguiendo el auto de Keyla y llegué hasta aquí ―Acaricia mi mejilla ―. No debiste hacer algo tan precipitado ―me aclara.

―Tenía que hacerlo, llegamos a un trato con tu hija, no me mataría si asesinaba a Edwin. Conseguí hacerlo, esto hará que me desligue por completo de la Sociedad de las Letras, ya no tendré que huir más.

―No sé qué tan cierto sea eso, pero me alegra que estés bien, fue muy peligroso, me asustaste, pensé que te perdía.

Mis mejillas arden por tal confesión, queman. Necesito besarlo ahora mismo o siento que moriré en este instante. Muerdo mi labio por un segundo, para acto seguido tomar su corbata y acercar nuestros rostros. Uno nuestras bocas y el sentimiento se intensifica, su lengua reacciona rápidamente, ya que busca la mía que le corresponde enseguida. El calor no es por el fuego que está muy próximo a nosotros, es por nuestros cuerpos que encienden la llama de la pasión, se necesitan tanto que un simple beso no solucionaría nada.

Chris me aleja un poco.

―Madeleine...

―¿Por qué no? ―me quejo.

―Porque debemos hablar ―Observo a la puerta y veo a Edgard.

Y tras de él está Hermes. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top