6: Interrogatorio

Edgard

Dejo de hablar con Neill en uno de sus antros de mala muerte, ya que le traje el dinero que Eiden me pidió, me retiro, pero al salir del cuarto escondido que da directo al bar, Russell me bloquea el paso en la puerta. Mi buen humor se esfuma, aunque sabía que me lo cruzaría, pensé que quizás podría evitar encontrármelo.

Tonto de mí.

―¿Me estás evitando? ―pregunta serio.

―No quiero hablar contigo ―Observo a un costado y agarra mi barbilla para que lo mire, ya que se acerca a mi rostro.

―¿Ocultas algo?

¿Es en serio?

―¿Disculpa? ―Le pego en la mano apartándome, estando indignado ―Tú eres el que me guarda cosas, pero según tu lógica no puedo pedirte explicaciones, ¿pero sabes qué? No me importa, ya nada de ti me interesa ―Lo empujo para seguir caminando pero me detiene agarrándome del brazo.

―No te enojes.

―Suéltame o me verás enfadado de verdad ―amenazo.

―¿Vas a arruinar todo lo que hay entre nosotros por un estúpido berrinche? Deja los caprichos y compórtate como un adulto.

―Cariño, estás equivocado, el que se comporta como un niño eres tú, no hay nada entre nosotros, ni siquiera lo dejaste empezar con tus estúpidos celos, y me tienes harto, cansado, ya no te soporto. Soy una persona alegre, pero contigo se me va todo el humor ―le aclaro lo que he querido decirle durante todo este tiempo, pero que la verdad no tenía ganas de meterme en todo ese lío ―. Ahora te lo voy a pedir por última vez, suéltame ―Miro su mano en mi brazo que se aprieta más.

Me dejara marca.

―Edgard ―dice en tono bajo, me empuja contra la pared y presiona su cuerpo contra el mío ―no puedes hacerme esto.

―¿Hacerte qué? Tú eres el que está haciendo un papelón delante de toda esta gente ―refiriéndome al establecimiento en donde estamos, aunque a nadie le interesa nuestra pequeña discusión, ni mucho menos van a interferir.

Nadie se interesa por nadie, todos se miran su propio culo, como los egoístas que son. Aunque eso no me preocupa, mi dilema actual es sacarme a este grandulón de encima. Es un problema cuando se te ponen en modo acosador y no los puedes evitar.

Sigue sosteniéndome con fuerza y se acerca a mi rostro, apoyando su brazo arriba de mi cabeza.

―Dime la verdad ¿Hay otro? ―Frunce el ceño ―. Te juro que si hay otro lo asesino, lo hare ahogarse en su propia sangre ―expresa con sus altos celos, completamente lleno de odio.

―No hay nadie, tú arruinaste lo poco que había entre nosotros con esas actitudes celopatas, y si hubiera igual no te lo diría, tengo múltiples posibles pretendientes que me pueden gustar y aportar mejores cosas que tú, Russell ―Sonrío jactándome de lo último.

―Deja de fantasear enano, nadie te puede atender mejor que yo ―Me agarra la cara con fuerza y me besa, a lo que yo lo muerdo ―¡Ag! ―se queja ―¡¿Estás loco?!

―Te olvidas que hablas con un Rockefelle ―Me relamo los labios.

Se ríe.

―No, para nada.

―Ahora suéltame ―Frunzo el ceño.

―No hasta que me des una oportunidad.

Bajo la vista. No me gusta discutir, pero no va a dejar de hacerlo hasta que no ceda. Por eso no quería encontrármelo, lo conozco bien, es un denso. No parara de insistir a menos que se aburra, aunque lo veo poco probable, está demasiado enganchado conmigo. Vuelvo a mirarlo y bufo.

―De acuerdo, pero suéltame ―indico con la mirada el brazo que se ha vuelto morado por la presión ―. Me duele ―le aclaro aunque soy capaz de aguantármelo. Sus dedos se aflojan y sonríe, se acerca a mi rostro pero le muevo la cara para que no lo haga ―. Ahora no, todavía estoy enfadado, quizás después.

Se muerde el labio inferior.

―De acuerdo, iré a tu casa hoy ¿Te parece?

―Sí, supongo ―Hago una pausa ―te lo confirmare más tarde, creo que tengo que cuidar niños ―refiriéndome a una llamada que Merche me hizo para poder encargarse del asunto de la desaparición de Hermes y la investigación de la Sociedad de las Letras.

Russell se ríe.

―Siempre te atrapan en esas cosas.

―¿Qué puedo decir? Me encantan los niños ―Sonrío.

Logro al fin alejarme de él, con un intercambio de palabras más y al fin salgo del bar. Levanto una ceja cuando voy de camino por la vereda y visualizo un automóvil conocido, que ya había visto antes. Me acerco hasta este y sonrío golpeando unas veces en el vidrio.

―Detective ¿Me está siguiendo? ―Me muerdo el labio inferior y veo como el alto de Erik Hanson baja de su vehículo.

―Me disculpo si pensó eso ―aclara mientras me observa con esos hermosos ojos avellana que me enloquecen ―es que no hemos podido terminar nuestra conversación, y sinceramente creo que evadió muchas de mis preguntas y como eres al único que he conseguido localizar para hacer mi interrogatorio, me gustaría repetirlo ¿Tiene tiempo?

Contigo siempre, papito rico.

Sonrío ampliamente y luego intento disimular mi entusiasmo.

―Claro, por supuesto ¿Dónde? Ya mismo voy ―Parece que no pude aparentar mucho ya que se ríe de mi contestación.

Que bella sonrisa, me desmayo.

―Hay una cafetería aquí cerca ―Señala hacia atrás ―. Por si no quieres permanecer aquí parado, respondiendo mis aburridas preguntas.

Tú porque no sabes lo que se me acaba de parar.

Asiento y nos vamos a aquel establecimiento. El sexy detective es tan formal que solo se pide un té, su forma de beberlo es tan tentadora que perderé la conciencia con esos labios que toman suave y despacio el líquido ¡Ay, creo que ya imagine cosas, contrólate! Trago saliva y suspiro.

―Y... ―digo nervioso y presiono mi taza mientras lo observo sentado en frente de mí con la mesa dejándonos a la distancia ―¿Y qué es lo que he evadido, oficial? ¿Me porte mal? ―Me muerdo el labio inferior.

Saca unas fotos y las apoya sobre la mesa, mostrándome las imágenes de los fallecidos. Primero visualizo a Ethan, lo que me provoca un nudo en la garganta, luego una fotografía de mi padre, aunque no me afecta tanto, y por ultimo a Demetrio Galván, que poco me importa. Entonces entiendo a dónde va el interrogatorio.

―Estas personas murieron en circunstancias confusas, comprendo que puede ser doloroso hablar del tema, pero esquivaste muy directo la conversación cuando te conté de ellos.

Me pongo serio.

―Es que no me gusta hablar de los muertos.

―¿Sabes? Muchas personas murieron por culpa de esta red de prostitución y muchos sospechosos quedaron libres cuando se descubrió. Por ejemplo, el nombre de tu padre estaba en el archivo ―Señala su foto, apoyando el dedo allí ―. Sé de buena fuente que apenas pudiste te alejaste de él, buscaste refugio con otras personas peligrosas, no te voy a juzgar porque no es mi tema la droga ―expresa mirándome fijamente ―pero si conoces información sobre el asunto, tienes que hablar, sino cuando todo se aclare, nadie podrá ayudarte.

―¿Me está acusando de algo, oficial? ―Sonrío.

―No, estoy diciendo que tienes varios hermanos declarados muertos y tú eres el único que queda. Hay dos opciones, tú eres el asesino o esta persona también te quiere muerto a ti, me gusta la segunda teoría ¿a ti no?

Está intentando sacarme información, haciéndose el que no sospecha de mí, aunque de todas formas ninguna opción que ha dicho es correcta.

―Erik, que lindo, quieres protegerme, me hace ilusión con lo guapo que eres, me encanta la idea y todo pero... ―Hago una pausa dejando de sonreír ―las anteriores personas que se encargaron de este caso terminaron mal, deberías dejarlo ―le advierto con toda sinceridad, ya que el chico me agrada.

Suspira y de repente más determinado comienza a nombrarlos a todos.

―Mercedes Becker se retiró, y por un tema psicológico no le permitieron seguir. William Stefanoski quedó imputado, entonces al haber muchas acusaciones en su contra, lo anularon del asunto también. Ayelén Wesley desapareció del caso, se borró definitivamente. Por último, pero no menos importante, el único agente muerto hasta ahora, Demetrio Galván, su fallecimiento dejo mucha información inconclusa. Todo oficial que se implica en el caso, termina con algún problema, lo sé. Pero este no será el mío, no fallare. Además, es mi trabajo, jamás lo dejaría solo por una advertencia, la vida de un detective es así, hay que correr los riesgos, por la justicia.

Que hermoso discurso, lloraré.

Y también llorare por no haber notado ese anillo en su dedo.

―¿Estás casado? ―Hago puchero. Tenía que preguntar, no me puedo quedar con la duda.

―¿Qué? ―Se mira la mano ―Ah, sí... digo no ―reacciona y ríe nervioso ―. Quiero decir, ella está muerta, falleció hace pocos meses y aun no me acostumbro a la idea ―confiesa y me hace suspirar.

Como lo entiendo.

Aunque igual es una ella y no un él, todas mis esperanzas de que no sea hetero se me fueron al tacho ¡Otra cosa que tengo en contra! Debo dejar de pensarlo como un candidato, pero es que es tan bello y no solo hablo del atractivo, de alguna forma me gusta esa personalidad que tiene. Así de relajado y a la vez imponente, es una mezcla encantadora.

Antes de que siga el interrogatorio, mi celular suena, voy al baño a contestar y hablo con Merche, confirmándome que debo cuidar de los niños.

¡Esta noche soy niñera, genial, palomitas para todos!

Me despido del sexy oficial y me voy directo a mi casa, a preparar todo para cuando Merche traiga a los niños. Al entrar, alzo una ceja visualizando a Russell, sentado en mi sillón.

―¿Tienes un juego de llaves de mi apartamento? ―digo confundido.

―Algo así ―Veo que se come mis palomitas mientras se mantiene sentado mirando el televisor ―. Vine temprano ―Me sonríe.

―Te conté que tenía que cuidar niños ―Aunque no era una total mentira, ahora es verdad, además le aclare que lo contactaría.

Sonríe molesto.

―Sí, por eso vine temprano, te dije.

Que insoportable.

―Tengo que ordenar, ¿Te puedes ir?

―No ―Frunce el ceño y gira su vista a mirarme ―¿Por qué? ¿Ocultas algo? Por ejemplo un té con un oficial ―exclama notándose sus celos.

―¿Disculpa? ¿Me estás espiando? No tengo por qué darte explicaciones, te doy oportunidades y las destruyes en nada ¿Qué te pasa? ―expreso indignándome más de su actitud.

Se levanta dejando la comida a un costado y camina hasta mí.

―Está bien, tienes razón, no peleemos ―Me agarra de la cintura, acercándome a su cuerpo.

―Me pones de malas ―digo irritado ―y suéltame ―Me aparto ―¿Te puedes ir? ―repito y camino hasta la puerta ―Voy a arreglar la casa ahora, no hay tiempo para estas cosas.

Se acerca a mi oreja susurrando.

―¿Ni para un rapidito?

―No, ni para un rapidito ―Abro la puerta y cuando miro al frente me encuentro con Erik observándonos.

―Yo vine a... ―Me alcanza el celular que al parecer me lo olvide en el restaurante por distraído y... ¡Oh Dios! Mátenme ¿Y ahora que digo?

Esto se ha vuelto vergonzoso. 

___

¡Sorpresa! Hubo más de un capítulo en este fin de semana 7u7

Que hermosa sonrisa tiene Erik ;-; me lo como <3

Atte: Vivi.

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