28: Con un disparo

Merche

La puerta de mi casa está forzada y abierta. Entro rápido pensando en lo peor, entonces descubro que todo está revuelto al entrar. El pendrive que se encontraba en mi computadora se lo han llevado. Avanzo entre todo lo tirado y roto, empezando a ponerme más nerviosa.

―¿Eiden? ―Doy varios pasos buscándolo ―¿Niños? ―Me acerco a la puerta y abro el cuarto de mis hijos ―Danaya, Teo ―No se encuentran en sus cunas.

¿Dónde podrán estar?

Cuando comencé toda esta travesía contra las redes de trata, sobre todo la Sociedad de las Letras, ni siquiera se me cruzo por la cabeza que llegaría a tener una familia y que tendría que preocuparme porque estas cosas pasaran. Cuando hay seres queridos de por medio no debería existir la venganza, le trae problemas a ellos, pero ya es demasiado tarde para arrepentirse.

Maldición, ¿y ahora qué?

Oigo el sonido de un coche de la policía y es entonces cuando visualizo a un oficial acercarse hasta la puerta abierta.

―Mercedes Becker, queda usted arrestada por el ocultamiento de un delincuente ―¿Se refiere a Eiden?

Mierda, creo que esto tiene que ver con que me hayan robado el programa prohibido, no puedo dejar que me arresten, aunque haya pruebas o no en mi contra si mi nombre está registrado, para ellos siempre seré culpable, ni un abogado podría salvarme.

Inclino mis manos para las esposas, pero lo golpeo cuando se distrae, entonces escapo corriendo por el pasillo. Debo descubrir quién tiene el pendrive y detenerlo antes de que arruine todo lo que conseguí. Tengo que estar a tiempo, no puedo perder. Solo espero que Eiden haya logrado huir, junto con nuestros hijos.

Edgard

Tomo una taza de té mientras estoy sentado al lado de Erik en una de las sillas de mi living. Lo miro enamorado mientras él toma un sorbo de la suya y mira tranquilamente su celular. Sus ojos avellana se giran hacia mí, entonces me sonríe, así que mi corazón se acelera.

―¿Sucede algo? ―pregunta tranquilo.

―Solo quería saber... ―Siento mis mejillas arder ―¿Cómo estuvo lo de anoche? Necesito conocer tu opinión ―Me muerdo el labio inferior.

Aunque en realidad quería saber cuándo repetimos.

―¿Tú qué crees? ―responde con otra pregunta.

Me sonrojo.

―¿Qué? Eso no vale, yo pregunté primero, además yo no soy el primerizo aquí, porque pudé haber hecho algo que resultara desagradable.

―Recuerdo haberte dicho en la cama, que jamás me podrías parecer desagradable ¿No me creíste? ―Toma otro sorbo de su taza ―¿Acaso piensas que te mentí?

Con todo lo que me hiciste, no creo.

―No es eso, es que me preocupa nuestra relación.

―¿Qué te preocupa? ―Alza una ceja y baja la taza ―¿No cumplí con tus expectativas? Lo siento, estoy aprendiendo ―Frunce el ceño.

―¡¡No es eso!! ―expreso nervioso ―¡¡Estuviste estupendo!! De hecho solo pienso en repetir ―Siento que mi cara se ha vuelto en completamente roja ―pero también creo que hay que aclarar otras cosas.

―Te refieres a nuestros trabajos ―dice al entender, a la vez que se levanta de su asiento, entonces de repente me sube sobre la mesa ―. No te preocupes por eso ―Comienza a desatar los botones de mi camisa.

―¿Qué haces? ―Miro sus dedos.

―Atiendo el pedido de mi pareja ―Chuponea mi cuello y gimo cuando su mano entra dentro de mi pantalón a aprisionar mi pene entre esa enorme mano que lo masajea sin dudar.

―¡Oh! ―chillo al sentir la buena sensación y me agarro fuerte de su chaqueta cuando mis piernas comienzan a temblar por la excitación.

El momento caliente empieza a frenarse cuando me lo corta el sonido de mi celular ¡¿Quién me llama a esta hora?! Mi pene queda palpitando cuando Erik saca la mano de mi miembro y no me queda otra que atender el teléfono.

―¿Hola? ―Flexiono las piernas mientras sigo sentado sobre la mesa.

―Hola, Edgard ―Me tenso al oír a Neill, nunca llama personalmente, siempre manda a alguien más, esto es grave.

―¿Qué pasa? ―pregunta Erik al ver mi rostro pálido.

―Ya que te quedaste mudo, sabrás la razón de mi llamada ―expresa el jefe de la droga ―. No cumpliste el trato.

―Ne... necesito más tiempo ―expreso nervioso, tanto que se me entrecortan las palabras.

―Se acabó el tiempo, Christofer Crager ya debería estar muerto. Conoces como es esto, si no asesinas te asesinan. Sabía que no eras el adecuado para este trabajo, Ethan siempre arreglaba tus encargos, pero ya no está, así que es lamentable que no me sirvas más, ni como incentivo para nuestro difunto francotirador más implacable.

―Jefe, no es mi culpa, Russell fue quién utilizo mi nombre para darle nuestros clientes a otras mafias.

―No me importa si tu novio tiene la culpa o no, Crager debería estar muerto, ese tipo le está trayendo problemas a todos.

―No es mi novio ―lo corrijo ―, y mataré a Christofer en cuanto pueda.

Erik entrecierra los ojos y yo bajo la vista ante su mirada de disgusto, frente a mi aclaración sobre asesinar.

―Ya no es necesario ―me responde Neill.

―¿Eh? ―expreso confundido.

―Hice un trato con el Señor T, borrara cualquier dato que nos traiga problemas a cambio de cerrar negocios con nosotros, así que Crager no me preocupa.

―¿Qué quieres decir?

―Que la Sociedad de las Letras va a resurgir pero con un solo Señor Letra, ya que consiguió el archivo prohibido para deshacerse de los demás, en conclusión de ti también. Ni necesito matarte, puedes quedarte tranquilo, irás a la cárcel por un crimen que no cometiste ―Hace una pausa ―¡Oh! Cierto, eso ya te había pasado, ¿no? Bueno, será que te ocurrirá otra vez, lo siento mucho ―Me corta.

Quedo petrificado.

―Edgard ¿Qué ocurre? ―pregunta Erik al verme callado y sin reaccionar ―No puedes matar a Chris, ¿entiendes? ―me aclara al solo oír lo que yo le respondía a Neill. Niego moviendo la cabeza, luego bajo despacio de donde me encuentro sentado, mientras intento analizarlo todo ―Edgard ―Reacciono cuando me agarra del brazo.

―Yo... ―digo en tono bajo ―no comprendo.

―¿Qué sucede? ―insiste.

Giro mi vista a observarlo directamente.

―Se suponía que Merche tenía el archivo y ahora ya no ―expreso angustiado ―. Voy a ir a la cárcel, por un delito que no hice ―Bajo la vista ―otra vez... ―Mis ojos se humedecen ―y en esta ocasión, no es culpa de Demián.

―¿Tu hermano? ―pregunta confundido y luego me agarra de los hombros ―¿Por qué lloras? No puedes ir a la cárcel por algo que no cometiste, no te preocupes.

―Sí, sí puedo ―Cierro los ojos con fuerza y mi rostro se empapa de lágrimas, entonces me tiro a abrazarlo, así que me corresponde ―. Tienen el disco y me van a culpar.

―¿Hablas de ese programa prohibido que tenía Chris?

―Sí...

―¿Cómo obtuvieron el código?

―No sé...

De repente se oyen varios golpes en la puerta de entrada y alguien grita para avisar lo que Neill ya me aclaró.

―¡¡Salga de ahí, somos de la policía!! Entréguese.

Merche

Lo encontré, ya sé quién me robó. Logré investigar quién es el culpable de todo esto, no podía ser otro que el Señor T. He llegado a su residencia y voy a recuperar ese archivo, las pagara caro. Los guardias me dejan pasar así que entro con cautela. Mientras avanzo por los pasillos, toco mi arma estando alerta. Ya averigüé todo lo que tenía que saber, ahora si no lo detengo, este será el final de mi venganza o de mi muerte, no importa lo que pasé. Llego a su oficina, veo a Luke parado a un costado, el cual se mantiene callado, luego a su padre, el Señor T.

―Señorita Mercedes ―me saluda el hombre de cabello oscuro y ojos grises que tendrá casi cincuenta años. Está sentado en la silla de su escritorio muy tranquilo ―. Nunca nos vimos cara a cara, ¿verdad? Es un honor.

―No pienso lo mismo ―opino ―menos sabiendo quién eres, la policía nunca logró encontrar pruebas sobre ti, debido a las influencias de tu difunto padre ―Hago una pausa ―. Cross, ¿cierto?

Se ríe.

―Ese viejo estaba loco, era una persona que tenía ideas retorcidas, pero la policía lo respetaba.

―Le tenían miedo ―describo por lo que investigué ―¿Quieres convertirte en alguien como él?

―No soy alguien como él, soy mejor que él ―Se levanta de su asiento y me apunta con su arma ―. Yo seré el único Señor Letra, el Supremo Señor Letra, y nadie podrá impedírmelo, ni tú.

Sabía que esta era una trampa, pero ya no tenía a donde ir, estaba preparada para lo que sea, a tal punto que hasta podría morir. Este es el final del camino, tal y como comenzó esta historia. Con un disparo. Oigo el sonido del gatillo, es hora de la muerte. La muerte de la oscuridad. Si el cielo es el infierno, al menos espero llevarme al enemigo conmigo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top