26: Realidad fantástica

Edgard

―Servicio de limpieza.

Me voy rápido al aclararle eso a la recepcionista y avanzo con mi disfraz por el edificio de la organización Cristales. Empujo el carrito con las escobas y desinfectantes, donde también está oculta mi arma. Ya pase el control de seguridad en la primera puerta, solo me queda subir unos cuantos pisos y entonces tendré que deshacerme del Christofer Crager.

Al bajar del ascensor, visualizo a Merche en el pasillo, me agacho escondiéndome detrás de donde llevo artículos de limpieza.

―Te enviaré el cuadro esta misma noche, no te preocupes ―Oigo al hombre que tengo que matar y espío viendo cómo se despiden.

No puedo creer que debo matar a la persona que puede ser la clave para salvar todo lo que mi cuñada quiere, pero no tengo opción.

Veo como ella se retira, mira un segundo el carrito en el que estoy escondido detrás, pero por suerte le resta importancia y sube al ascensor. Suspiro aliviado, entonces veo como Christofer usa una tarjeta para entrar nuevamente a su despacho, la cual también conseguí para entrar sin dificultad. Me acerco despacio y saco la copia para abrir la puerta. Tengo un gorro que me cubre el rostro, así que no me preocupan las cámaras. Terminare esto rápido y me iré lo más veloz posible.

La puerta se abre y agarro mi arma, veo al hombre sentado de espaldas hacia mí, trago saliva al apuntarle.

―No es personal ―Le saco el seguro a mi revolver.

Christofer se levanta al oír mi voz, pero cuando se levanta al darse la vuelta, ya no tengo mi arma en las manos y veo a Erik en mi costado.

¡¿De dónde salió?!

Christofer sonríe.

―¿Todo en orden?

El chico que me gusta, se guarda el revólver como si fuera de él, y también se pone amigable con el dueño de esta compañía.

―Sí ―responde por mí ―escuché algo y me acerqué, pero fue falsa alarma, nadie podría pasar tu seguridad ―expresa mirándome serio.

―¿Cómo entraste?

―La puerta estaba abierta, supongo que no la cerraste bien.

―Puede ser ―Christofer me mira ―. No ordené servicio ―aclara y en su mirada se nota que está sospechando.

―¡No! ―expresa Erik fingiendo alegría para inventar una excusa ―Vino conmigo, tengo que limpiar mi casa, yo lo contraté. Ya debemos irnos ―Me agarra del brazo y se gira en dirección a la puerta.

―¿Para qué has venido? ―pregunta haciendo que se detenga y él de manera forzada deba tener que girarse a mirarlo.

―Nada importante, solo pase a ver si tenías algo de información para el caso, últimamente se borra toda pista.

―Entiendo. No, no hay ―miente ya que acaba de hablar con Merche y luego me observa otra vez, entonces me sobresalto ante su pregunta ―¿No te he visto antes? Estabas cuando liberaron a todas esas chicas, ¿no? ―Luego mira a Erik ―¿Mezclas lo sentimental con el trabajo?

―No sé de qué habla, es solo un limpiador, nunca lo he visto en mi vida ―Me agarra de los hombros y me empuja ―. Si nos disculpas, mi casa en un desastre, hay que limpiarla ―exclama nervioso intentando irse ―¡Adiós! Vámonos rápido ―susurra continuando con el paso.

Bajamos por el ascensor dejando el carrito atrás, de todas formas no tenía nada sospechoso, ya que mi arma la tiene Erik. Pasamos por recepción, rápido por la puerta principal, saludamos a los de seguridad y cuando estamos lejos, frenamos en frente de su coche.

―¡¿Se puede saber qué haces?! ―me grita y me sobresalto.

Bufo.

―Trabajo ―Miro para un costado.

―¿Y si alguien te veía? ¿No piensas en la vida del señor Crager tampoco? ¿Qué me dices de todo este disfraz? Eso en definitiva no es un trabajo, te lo puedo asegurar ¡Es delito! ¡¿Entiendes?! ¡¡Delito!! ―repite.

―¡¡¿Y entonces porque no me arrestas?!! ―Lo miro directo a los ojos ―¡¡¡Estoy esperando!!! ―Alzo los brazos, entregándole mis muñecas para las esposas ―¡¡Si me seguiste hasta aquí es para arrestarme!! ¡¡¿o no?!! ―grito más alto ―¡¡¡Dime!!!

―No es así ―Niega moviendo la cabeza.

―¿Y entonces qué es? Dime porque no entiendo ―expreso angustiado ―, por favor.

―¿Qué es lo que no comprendes? ―exclama confundido.

Mi corazón se acelera.

―¿Por qué viniste por mí?

―Yo... supongo... ―Hace varias pausas pensativo ―que me preocupo por ti, por eso ―declara y siento que me voy a volver loco.

―Te... ¿Te preocupas por mí?

―Sí, eso dije ―expresa avergonzándose así que mira hacia un costado ―y no me hagas repetirlo, que suena raro.

―No le veo lo extraño, somos amigos, ¿no?

Mierda, yo solo me mando a la friendzone.

―Sí pero... lo expresé de otra manera ¡Ag! ―Se gira de forma abrupta para no mirarme ―Pero no estamos hablando de esto.

―¡¿De qué estamos hablando?! ―exclamo alterado.

―¡¡No sé!! ―responde nervioso también ―No te vine a buscar en calidad de policía, vi tu actitud sospechosa y te busqué, eso es todo ―Hace una pausa ―. No quería que te metieras en problemas y ahora ya no tengo idea de lo que digo, es muy extraño.

―¿Qué cosa? Deja de confundirme.

Se da la vuelta a observarme nuevamente, su mirada se impregna en la mía, está muy serio pero un pequeño rubor crece en sus mejillas.

―Lo que siento por ti.

Flechazo.

―Tú... ¿Tú sientes algo por mí?

Me muero lentamente.

―Sí pero... ―Baja la vista ―no sé, es raro, nunca me había gustado un hombre, y me confunde en desmedida.

Me muerdo el labio inferior, me quiero comer a este hombre, es tan tierno, pero debo detener mis hormonas, debo ser compresivo.

―Te... te entiendo, es extraño comprender las emociones la primera vez, pero realmente luego se vuelve muy normal ―explico.

―¿Tú crees? ―Alza una ceja y me mira.

―Sí, es más, lo tienes mucho más fácil, no creo que tengas a nadie a tu alrededor que te juzgue por eso, aunque en realidad no debería ser motivo de burlas, pero lo es ―Muevo los hombros desanimado.

―¿Sufriste mucho? ―pregunta notándose la preocupación.

Sonrío.

―Sí, pero lo supere, ahora todos pueden irse al cuerno ―Me río.

―Que bueno ―Sonríe también.

―Si... ―Se forma un silencio y bajo la vista ―entonces... ¿Al final sí me correspondiste el beso la última vez? ―Subo mi visión despacio volviendo a observarlo.

―Eh sí, supongo.

―Me retaste ―Lo apunto con el dedo.

―No se señala ―Me reprende de nuevo.

―¡Tramposo! ―me quejo sonrojándome mientras mi corazón se acelera a muchísima velocidad.

Se ríe.

―Perdón.

―Solo si me das un beso ―Me pongo el dedo en la boca. Su sonrisa se borra, entonces cambio de opinión ―¡Es broma! ―Alzo las manos.

De repente lo tengo cerca de mí, me agarra de la chaqueta, me empuja contra la puerta del auto y determinado une sus labios con los míos. Le correspondo, abro la boca, desprevenido, ya que su lengua entra buscando la mía, se ha lanzado sin importar qué. El tacto entre estas es deleitante, siento que no puedo respirar. Se nota que se ha estado reprimiendo durante mucho tiempo, ya que no me suelta. Cuando se aleja, oigo su respiración agitada, pero no se aparta mucho de mi rostro, nos miramos un segundo nada más y como una estrella fugaz nos volvemos a besar de manera desenfrenada.

Sé que tengo que ser comprensivo con un primerizo, pero él no da mucha tregua, me encantaría que me folle en el auto, en donde sea, incluso en el piso, no me importa.

―Espera... espera... ―le digo agitado cuando me vuelve a besar.

―¿Qué? ―expresa confundido ―¿Hice algo mal?

―Es que no sé si esto se está dando muy rápido y... bueno, te seré sincero, quiero saltar pasos, ni idea si te parece bien teniendo en cuenta que recién ahora te das cuenta que te puede estar gustando un hombre ―explico.

―Saltar pasos ―repite pensativo.

―Lo sé, es una mala idea ―Bufo ―mejor olvídalo ―Miro a un costado.

No deja de sostenerme la chaqueta.

―Pero... ¿Eso cómo sería? No logro imaginarme teniendo sexo gay ¿Eso cómo se hace? ―pregunta curioso y con nerviosismo.

―Tú... ¿Tú lo harías? ―Me muerdo el labio inferior y vuelvo a clavar mi vista en él para no dejar de mirarlo.

―Lo intentaría pero... ―Observa mi pantalón donde está mi bulto y vuelve a verme sin abandonar más mis ojos ―no sé.

―Si estás dispuesto, yo te enseño, solo tenemos que buscar unas cuantas cosas en mi casa.

―¿Cómo qué?

―Todo para que sea sexo seguro, saludable y excitante ―Le guiño el ojo ―lubricante, preservativo, esas cosas.

Asiente.

―Entiendo, no sabía que los homosexuales usaban condón ―acota.

―Yo tampoco ―Me río ―pero cuando me lo contaron me sorprendió, me han dicho que somos los que más los usamos, tenemos más conciencia sobre las enfermedades que los heteros ―Me hago la diva y muevo mi cabello, así que el gorro se me cae ―. Ups ―Lo agarro ―vámonos antes de que siga haciendo el ridículo ―Río otra vez y él me da su consentimiento, entonces nos subimos en su coche.

Conduce hasta mi casa, noto su nerviosismo en todo el viaje y cuando bajamos de su vehículo, pasamos la puerta de mi hogar, entonces prefiero preguntarle otra vez, por si las dudas.

―Si no quieres, no hace falta, podemos hacerlo en otro momento, cuando estés listo ―le aclaro seriamente mientras agarro las cosas para llevar al cuarto.

―Estoy listo ―Me saca el gorro que me volví a poner durante el viaje y lo tira hacia atrás ―solo que esto me ha estado molestando, no me ha dejado ver tu bonita sonrisa durante el viaje.

Sonrío y agarro su corbata.

―Creo que soy yo ahora el que se puso nervioso, mejor dejemos de hablar ―Lo guio hasta mi cuarto.

Pienso detenidamente si tirarlo hacia atrás o lanzarme yo hasta el colchón, para que no piense cosas raras ¿Debí aclarar que yo soy el pasivo? Bueno, ya no hace falta esa duda, porque me besa como cuando estuvimos en frente de su coche, su lengua se enreda con la mía mientras caigo de espaldas hacia la cama y él se sube sobre mí. Su corbata se pierde y los objetos quedan a mi costado cuando los suelto, al perderme en el sentimiento.

―Es muy raro hacerlo con un conserje ―se burla de mi disfraz gris.

Desabotona mi camisa y termina dándome besos en la piel, lo que no me deja pensar para darle una contestación a su acotación anterior. Sus dedos me acarician, dejándome llevar por la grata sensación de su roce sobre mi torso. Su boca se frena debajo de mi ombligo, se muerde el labio, deteniéndose de tocar mi cinturón.

―Te... te enseño ―le digo, agarro sus hombros y lo giro subiéndome encima de él ―. Que grande ―opino sintiéndome enano al estar sobre su cuerpo de chico alto. Dejo de pensar en mis fantasía de que me aplaste cuando me penetre y me concentro en su pene, abro el cinturón de su pantalón, bajando su cremallera, luego su bóxer, contrario a lo que creía su miembro está hinchado ―. Te... te mostrare ―digo nervioso tomando despacio ese jugoso y grande manjar.

Acerco mi rostro y lamo la punta, Erik enseguida reacciona, meto mi boca por completo en su grosor comenzando a chupárselo, la traspiración de ambos comienza a subir, le gusta y a mí me enloquece que sea así. Cuando entra en confianza agarra mi cabeza para que lo acaricie más, incluso abre las piernas deseando a mi lengua.

―Uf... Edgard ―Respira agitado y tironea de mi cabello ―ya entendí ―aclara aguantándose de correrse.

Me empuja rápido y termina subiéndose de nuevo sobre mí, agarra mi cinturón a gran velocidad, lo tironea, bajándolo junto con mi bóxer y mi pantalón. Lanza el suyo y su chaqueta traspirada que le incomodan, sus zapatillas como las mías también caen al suelo. Prácticamente se ha convertido en un experto, solo me queda la camisa y a él nada más que su ropa interior empapada, por lo que le hice hace tan solo un momento. Lo que va a practicar conmigo en este instante, porque acerca su boca a mi pene. Lo agarra y me sobresalto, me mira fijo mientras mi corazón se acelera, no deja de observarme cuando siento su lengua. Empiezo a sentir la excitación mientras chupa, mete y saca su boca mejor que yo. No sé si lo estoy idealizando o qué, pero es como si me estuviera comiendo, soy un helado que se derrite.

―¡Oh! ―Mi espalda se enarca e intento no eyacular dentro de su boca. Su lengua me toca, me excita, me vuelve loco, espero que se aleje y logro correrme sin manchar su bella cara ―Ah, uf ―Respiro agitado ―por poco ―Me río y se queda mirándome ―quizás en un futuro sí, por ahora no, no quiero causarte nada desagradable.

Me sonríe.

―Jamás podrías parecerme desagradable.

Ay qué lindo, me lo como, ah cierto, ya me lo comí.

―Genial ―Me siento agarrando el lubricante que tengo a mi costado ―pasemos a la parte en la que tus dedos hacen maravillas ―Me muerdo el labio inferior, entonces pongo el frasco en su mano ―luego nos unimos.

Abre despacio la tapa y toma esa sustancia grasosa, yo me inclino hacia atrás abriéndole las piernas. Siento como la cama se hunde mientras se acerca, su enorme mano toca despacio mi cola e introduce un dedo en el agujero, masajea entonces noto el líquido frío rozar cada parte de mí. Comienzo hacer ruidos cuando mete un segundo dedo con más confianza, al parecer le gusta tocarme, porque recorre todo explorando la zona.

―¿Te gusta? ―pregunta al ver mis reacciones, al asentirle mete un tercer dedo.

―¡Oh! ―gimoteo y sonríe.

Sus dedos bailan dentro de mí, y yo me vuelvo loco sintiéndolos, todo se ha vuelto muy húmedo ahí abajo. Erik me besa y le correspondo mientras me sigue acariciando. Hago más sonidos en lo que mis piernas se mueven descontroladas.

―Ay, ay, sí, fóllame ahora ―le aclaro volviéndome loco entonces agarra el preservativo que tiene a su lado.

Lo abre, se lo pone en su exuberante pene, levanta mis piernas apoyando parte de estas en sus hombros y acomodándose entre mis nalgas, así termina penetrándome el ano. Sus movimientos son leves y me acaricia constantemente, parece todo un experto. No puedo creer que esto esté pasando, mis fantasías se han vuelto realidad. Tengo al hombre que quiero sobre mí. Me encanta, me gusta, me enamora con cada cosa que hace. Tanto mental como físicamente, no puedo pedir más.

Vivo en las nubes del éxtasis, que me hacen olvidar de todos mis problemas, Erik me hace perder la razón, los recuerdos malos, si hay algo de lo que quiero olvidarme esta noche es de mi nombre, y será gracias a él.

Nuestros cuerpos se complementan, llenándonos de calor, la cama no se detiene, los movimientos son lentos pero comienzan a aumentar el ritmo. Para nuestra comodidad, Erik termina por girarme, y yo flexiono las piernas mientras estiro mi cuerpo hacia las sabanas, entregando mi parte intima trasera otra vez. Me penetra de nuevo y acaricia mi pene para que la humedad siga creciendo.

―Corrámonos juntos ―susurra en mi oído y asiento.

Mi cuerpo se mueve hacia atrás y adelante repetidas veces con cada embestida. Todo es tan húmedo entre mis piernas. Ya he perdido la noción del tiempo. Me sostengo como puedo de la cama y deliro con cada empuje que me da. Su pene está muy hinchado, está bien apretado allí atrás, pronto se le escapara todo, contando desde que lo masajee con anterioridad, aun así tiene mucha fuerza de voluntad, porque me espera. Arremete una y otra vez, estoy que tiemblo, me cuesta mantener la posición, tomo firmes las mantas, sin soltarlas ni un instante, mientras Erik me da lo más duro que puede, esperando mi reacción. Estoy que exploto, pero no quiero que acabe. Coopero moviendo mi trasero para sentirlo aún más, más profundo. Podría romperme en dos y no me importaría, esto es lo que deseo, quiero que esté dentro de mí, si es posible, eternamente. Que seamos uno solo para siempre.

―Erik... más duro.

―Voy a correrme ―me aclara aguantando.

―Entonces hazlo y repitamos ―Me muerdo el labio inferior.

Siento como el calor emana de su preservativo, llenándose por completo, tanto que quema, así que gimo.

―¡Oh! ―Me corro también y mancho la cama.

―Habrá que ducharse ―susurra en mi oído.

―Yo me baño contigo ―ofrezco.

―No pensaba en otra cosa.

Ya que sigue dentro de mí, vuelve a moverse y yo a regalar sonidos. Podría repetir esto por décadas. Las sabanas quedaran todas manchadas, pero no me importa, para algo existen los lavarropas y las duchas. Nos vamos al baño, entonces también nos unimos allí. Todo es perfecto, ahora solo hay que pensar cómo hacerlo permanente, después de todo, seguimos en bandos distintos, no quiero recordarlo, pero aún debo matar a Crager y Erik detenerme, porque es un policía y yo un lacayo de la mafia. Siento más lubricante en mi zona trasera cuando me empuja contra la pared de la ducha, entonces estira mis piernas de nuevo, así que otra vez me olvido de lo que estaba pensando ante una gran seguidilla de uniones múltiples. Mi cuerpo se estremece, pero al menos hace que mi mente se pierda y deje de pensar en cosas feas. El cuerpo del oficial es en lo único que debo concentrarme ahora. Es tan cálido que me enloquece. Ojala esto durara para siempre. Lo voy a proyectar como un sueño, quizás se cumpla de verdad. 

~•~

Esta es la primera escena homoerótica que hago (o sea explícita) espero que les haya gustado 🙈🌚💕

También espero no haber traumado a nadie o que alguien se ofenda, sé que hay gente que no le gusta este tipo de parejas, y no quiero perjudicar a nadie, así que solo deseo comprensión :3

Y ahora es momento de fangirlear: Aaaaaahhh mi Erikgard está consumado 😍💕

Atte: Vivi ❤

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