CAPÍTULO TRES

06 de diciembre, 2016

Cinco días me llevó decidir si lo mejor era ir a ese bar y volver a ser bailarina, pero esta vez ya no bailaría en grandes escenarios o para una multitud que no se excitaría con ellos. Ahora bailaría en un pequeño bar, para todo tipo de hombres, donde ellos me usarían para divertirse y aumentar su placer.

Pero entraré allí con mis reglas y solo un propósito. No me acostaré con ningún hombre y tampoco permitiré que me toquen —puede sonar absurdo porque eso es lo que buscan en ese tipo de lugares—. Pero me niego a llegar hasta ese nivel.

—Deja de temblar —Viera toca mi brazo mientras conduce—. Yura sabe tus condiciones y está dispuesto a aceptarlas, yo puse las mismas cuando llegué allí.

—Me estoy arrepintiendo —muerdo mi dedo pulgar como siempre lo hago cuando algo me preocupa o estoy nerviosa—. Pero puedes estar tranquila, necesito el dinero, así que no voy a huir.

Dejé a mi hermano con la señora de la pequeña tienda que siempre ha estado al tanto de él, aunque insistió en que podía estar solo como lo ha hecho estos últimos años, pero ahora es muy diferente. Él recayó y no puedo darme el lujo de que esté sin nadie.

Lo bueno es que hoy ganaré dinero y puedo remunerar a doña Leticia por quedarse con David.

—Aquí estamos —Viera estaciona el auto en una calle que a mi parecer está muy oscura.

—Esto se ve tenebroso —nos bajamos del auto y caminamos hacia una pequeña puerta de color rojo—, y eso está demasiado pequeño—. Señalo la puerta.

—Te sorprenderás, cuando estás adentro, no es tan pequeño como se ve por fuera —sonríe mientras hace dos toques a la puerta.

Cuando ya estamos enfrente a la puerta, un hombre notablemente alto se nos acerca y habla un momento con Viera «si vengo solo a este lugar y ese tipo se me acerca, lo primero que haría es huir».

—Ella es mi amiga —le dice Viera al tipo—. Él es Igor, Elena.

—Mucho gusto —evito mirar los ojos del hombre porque me produce muchísimo miedo.

—No durará una semana —dice Igor, tal vez tenga razón.

—No subestimes a mi amiga. Es mucho más talentosa que yo.

El tipo nos abre la puerta mientras Viera le dedica una última sonrisa.

—¿Lo conoces muy bien? —de acuerdo, mi pregunta pudo ser ridículamente innecesaria. Viera lleva casi dos años trabajando en este lugar y es obvio que debe conocer al personal.

—Igor es la mano derecha de Alexey.

—Ese mismo —cómo puede decir nombres si no conozco a nadie aquí.

—Más adelante lo conocerás o ellos a ti —menciona.

La sigo por un camino donde logró observar tres hombres que saludan a Viera a nuestro paso y a mí me miran como depredadores a punto de cazar a su presa.

—Aunque Yura ya sabe tus condiciones, debes hablar con él porque quiere conocerte.

—No voy a acostarme con él —retrocedo unos pasos cuando llegamos a una puerta azul.

—él no se acuesta con sus trabajadoras —parece que ella conoce muy, pero muy bien este lugar—. Lo tiene prohibido.

—Qué alivio —digo con aparente sarcasmo.

—Tiene prohibido hacer muchas cosas, él no es el verdadero dueño de esto —explica con calma—. Trabaja para los de arriba.

Señala hacia el techo y yo como ingenua miró hacia arriba. Su risa llama la atención de alguien que no había visto hasta que su voz se hizo presente entre nuestra conversación.

—Llegas temprano, Viera.

—Mi amiga viene a hablar con Yura —responde Viera.

Giro para poder ver al hombre y juraría que lo he visto en algún lado, pero sus ojos grises y llenos de frialdad me hacen saber que nunca en mi vida pude haberme cruzado con este tipo.

—Nueva carne para el negocio —joder.

¿Qué persona habla así de una mujer? El bastardo que tengo frente a mí.

—Es mi amiga, así que no la mires —le aconseja—. Está prohibida para ti y todos los tipos de este lugar.

—Entonces debería irse, aquí ninguna mujer está prohibida.

Es obvio. Este lugar presta diferentes servicios y en ellos está incluido lo sexual. ¿Cómo pude creer que aquí aceptarían mis términos? Soy yo la que los busque, así que debería tomar el consejo del tipo e irme ahora que puedo.

Puedo conseguir el dinero de otra manera, «no lo conseguiste en estas dos semanas, no seas ilusa», claro, mi mente siempre tiene la razón.

—No creas lo que dice. Tú tienes tus términos.

—No la ilusiones, Viera, sabes que ella tendrá que hacer lo que los clientes pidan.

—No pueden obligarla a algo que no quiere, además Yura acepto lo que ella está pidiendo.

—Debe ser excepcional para que Yura acepte.

—Es tres veces mejor que yo —lo era, pude ser mejor que ella—. Por eso Yura la acepto.

Viera y yo estuvimos en un mismo nivel, pero cuando sufrí la caída mi nivel disminuyó de cien a uno y ahora soy un intento de bailarina con una lesión que no tuvo la mejor recuperación.

—Gatita, no creo que haya mejor bailarina que tú.

El hombre le da un feroz beso a Viera y ella lo acepta como si llevara mucho tiempo de estar haciendo esto. Creí que ella no se acostaba con los clientes.

—Nos vemos más tarde.

Viera me acompaña hasta la oficina de Yura quien me ha estado esperando según él para saber quién será su próxima joya, porque queda claro que Viera es el espectáculo del lugar, aunque solo un hombre la pudo tener. Alexey.

—Entonces, Elena. Viera me hablo de tus condiciones.

—No voy a acostarme con nadie y no haré shows privados —respondo de inmediato.

—Lamento los shows privados, son los que más dinero dejan y con los que mejor te iría.

Y los que causan que te acuestes con los clientes.

—Puedes pensarlo, lo de los shows.

—Bailaré en los tubos, en el escenario y lo haré con poca ropa —Viera me dijo que esta era la condición para que me dieran el trabajo.

—Ganarás muy poco.

—No necesito volverme millonaria, trabajaré por lo que necesito —Yura me mira sospechosamente como si estuviera a nada de descubrir mi secreto.

—Entonces deberías ir con Viera para que te alistes y estés preparada para el show —se pone de pie y se dirige a la puerta.

¿Show? Creí que hoy solo hablaría con él.

—Espero que cuando estés en la barra no te pongas así de rígida y no hagas quedar mal a Viera.

—Creí que solo hablaría con usted —no haga ningún movimiento con mi cuerpo. No estoy preparada para levantarme y luego ir a prepararme como él lo dice—. No traje nada, no he practicado y no tengo pista.

Mis bailes por la mañana son diferentes a lo que debo hacer aquí. No muevo mi trasero de una manera exorbitante hace mucho tiempo, es más, mis bailes en la academia o las presentaciones no implicaban bailes eróticos. Sexis, sí, pero no eróticos.

—Ya que estás aquí deberías bailar y mostrar porque Viera alardea tanto de ti y tus bailes.

Logro ponerme de pie en un solo movimiento.

—Puedo darte de lo que tengo en mi camerino, ya mañana podremos arreglar el tuyo y conseguir las cosas que necesitas —mi amiga me incita a caminar antes de que pueda decir algo más.

—Compartirá camerino con las demás.

—Tendrá un camerino como yo, para ella —Viera le habla a Yura como si no le temiera—. Estoy segura de que a Alexey no le importará.

Al salir de la oficina de Yura me detengo para procesar lo que voy a hacer a continuación. Lo que será mi trabajo en los próximos meses hasta que logre conseguir un trabajo adecuado «aunque esto último lo veo imposible».

—Puedo estar en un camerino con las otras chicas —digo cuando entramos a lo que parece ser el camerino de Viera.

Este espacio es tan grande como el pequeño apartamento donde vivo con mi hermano y está decorado con todo lo que le gusta a Viera. El color violeta resalta en todos lados junto a cosas brillantes como la ropa que utilizaba cuando venía por mí al supermercado.

—Las otras chicas son unas víboras y cuando empieces a generar más que ellas te harán la vida imposible —veo como Viera alcanza lo que parece ser un sostén y luego una diminuta falda que brilla más que mi futuro e incluso el de ella.

—Puedo lidiar con ella —menciono.

—Como lo hiciste con Lev... —Sus ojos se ensanchan cuando menciona ese nombre, está consciente de que acaba de decir algo que no debería.

No lidié con él porque no tenía las fuerzas y mucho menos el dinero, tenía que enfocarme en la recuperación de mi pierna y en lograr poder seguir con el baile, esto último no sucedió.

Después del accidente, Lev vino a mi apartamento y ofreció pagar todo, cirugía con los mejores médicos, rehabilitación con los mejores especialistas e incluso dijo que podía mudarme a su casa junto a mi hermano. Pero rechace todo, no quería saber de la persona que me daño y me limito porque le dio la gana.

—No quise decir eso.

—He cambiado estos cuatro años. Puedo luchar contra ellas.

—Lo sé, pero tener tu propio espacio será lo mejor. Te lo aseguro.

Alcanzó lo que Viera me tira, pero de inmediato lo dejó caer. No me pondré, esa diminuta braga.

—Estás loca si crees que me pondré eso —miro con horror lo que hay en el piso.

Una diminuta braga de color azul la cual tiene en los bordes unas piedras que le dan un brillo magnífico.

—Las cubrirás con esto —me da una falda la cual estoy segura, llega a la mitad de mi trasero.

—Eso y nada es lo mismo.

—Sabes que esto es lo que se necesita para bailar.

—No, con un pantalón puedo bailar perfectamente —le recuerdo, pues esa prenda no me impide moverme bien—. Pero sé lo que buscan aquí, así que me veré obligada.

Le recibo el sostén que debo utilizar y me dirijo a lo que ella me señala como el baño. Antes de poder vestirme con esos tres trapos me debato entre huir y seguir insistiendo en los bancos o quedarme aquí, pero como siempre. Lo último es mi mejor opción.

Dejo de retrasar lo inevitable y me visto con las prendas más rápido de lo que desee. El sostén parece tener más espuma de lo necesario porque hace que mis pechos se vean exageradamente grandes «a pesar de que son dos pequeños limones».

Como lo imagine, la falda llega hasta la mitad de mi trasero y su tiro llega a mi cadera, lo que significa que las tiras de las bragas quedan expuestas ante el público.

«Debería llevar mi cabello suelto, me cubrirá un poco».

—Dios Elena, todos los hombres de aquí van a querer pagar lo que sea para tener unos segundos contigo —me halaga Viera cuando salgo del baño.

—Muero por eso —mi yo sarcástico está activo el día de hoy.

Viera lleno mi rostro de maquillaje y me hizo poner los tacones más altos que tenía en su camerino, con los que creí no iba a poder caminar hasta que llegue al inicio de las escaleras para subir al escenario.

—Nuestra próxima bailarina es la anfitriona de la noche —se escucha una voz masculina en todo el salón.

No puedo ser yo, porque la anfitriona es Viera.

—Recomendada por la única e inigualable Gatita. Así que un fuerte aplauso para la rojita.

Me quedo inmóvil, no sé por cuánto tiempo. Viera se acerca a mí y me mueve suavemente para traerme nuevamente a la tierra, «estaba, no sé dónde».

—No puedes arrepentirte, no ahora —me susurra—. Les dije que no dijeran tu nombre, así que la rojita eres tú.

Con valor no sé de dónde, subo los tres escalones que me llevan hasta el escenario donde me paro en toda la mitad del lugar.

Logro observar muchos hombres, pero no puedo verles el rostro, ya que todo está muy oscuro y la única luz está sobre mí, haciendo que todos ellos me vean casi desnuda.

I See Red empieza a sonar y permito que mi cuerpo haga suaves movimientos. Camino lentamente por toda la plataforma sin importarme que los tacones que llevo puesto puedan hacerme fallar.

No soy experta bailando en el tubo, así que la mayoría de mi baile lo hago en la plataforma. Mis caderas se mueven al compás de la música; cierro mis ojos imaginando que bailó para mí y hago que la vergüenza que tenía se vaya porque esto me hace que mis movimientos sean más sueltos y precisos.

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Disfrute de la lectura y no juzgue el libro sin primero haberle dado una oportunidad.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18.

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