CAPÍTULO TREINTA Y UNO
26 de marzo 2017
Casi tres semanas han pasado desde que mi mujer se mudó conmigo y aunque aún me tiene en abstinencia, no puedo decir en qué otro momento de mi vida fui tan feliz y deseé llegar a casa cada maldita noche para ser recibido por una mujer guardándome una cena casera.
Juro que estoy en el cielo y aunque muchos puedan decir que no lo merezco, lo merezco más que nadie en el mundo, creo que ambos lo merecemos. Perdimos a nuestros padres y tuvimos que tomar las riendas de lo que quedaba de nuestra familia y llevarla a flote.
Ahora debemos disfrutar de lo que la vida nos está dando y construir nuestro propio imperio, consolidar una familia tan grande y fuerte que nadie se atreva siquiera a mirarlo o pensar en hacerle daño porque se enfrentarían a la ira del diablo.
En este momento me encuentro en una reunión con los líderes de algunas de las ciudades a las que le proveía la droga y otros que han querido unirse a mi organización con la intención de que yo les brinde seguridad.
—Estoy ofreciendo mi lealtad a la mafia roja, soy un hombre que puede solo, pero si me uno a su organización puedo tener mucho más de lo que ya tengo —menciona Iván mientras hace sonar nuevamente sus dedos.
Estoy empezando a odiar ese sonido, pero no puedo hacerle algo al hombre por su manía, además me sirve mucho que un hombre como Iván quiera unir sus negocios a los míos.
Ahora mismo soy el hombre más poderoso de toda Rusia, los líderes mueven sus mercancías si yo así lo decido, pero hombres como Iván no se pueden manejar tan fácilmente, dan guerra y no sé si pueda ganar una guerra contra él en este momento.
—¿Qué dices, diablo? —pregunta—. Tengo contactos en Colombia y puedo proveerte más droga y dinero.
—Ya tengo a alguien que me provee la droga de Colombia —digo, no puedo tirar a la basura mis negocios con el alemán, ese hombre es importante y estoy seguro que en algunos años lo será aún más.
—Nunca está mal trabajar con dos proveedores, sé que tienes muchos puntos estratégicos para tus ventas y lo que te llega de Alemania no es mucho, así que piénsalo.
Iván se levanta y le hace un gesto al hombre que vino con él para que lo siga.
—Es una buena estrategia, además tendríamos el veinte por ciento del territorio de Kazán —murmura Alexey—. Con esto le demuestras a la joya que ninguno de ellos podrá contigo.
La joya es la nueva organización, con los que siempre nos enfrentamos, pero siempre ganamos. Ahora que Vitali está muerto ellos creen que pueden posicionarse como la máxima organización del país, por eso nos han estado dando golpes bajos, pero no será así. Yo me encargaré de demostrarles que siempre he estado por encima de ellos.
—Iván —lo llamo antes de que pueda abandonar la oficina—. Es un gusto poder extender mis negocios hasta Kazán, es una ciudad que he tratado de conquistar hace algunos años, pero su jefe es exigente.
—No quería trabajar con Vitali —asegura—. Mis manos están llenas de sangre, pero no de inocentes.
—Estás trabajando con la joya, eso te llena las manos de sangre de inocentes —lo enfrenta Dimitri, otro de los líderes que está conmigo.
—Nunca he trabajado para la joya, mi hermano sí y eso lo convirtió en mi enemigo, ya que para unirse a ellos destruyó a la mitad de nuestra familia.
—Eso quiere decir que abandonaste a tu hermano.
—Dejó de ser mi hermano cuando acabó con la mitad de mi familia, ya se lo había dicho, pero si quiere que lo repita hasta que tu maldita cabeza lo acepte, no lo hare, lo único que haré es volarte la cabeza para ver si después de muerto entiendes algo, ¿está claro?
Dimitri sonríe y se pone de pie, es tan arrogante que estoy seguro de que morirá en poco tiempo.
—No está claro, pero si mi jefe te acepta, pues me tocara trabajar con una escoria como tú —escupe, se alisa el traje y dirige su mirada a mí—. Estoy a sus servicios como lo he hecho todos estos años y nunca le morderé la mano a quien me da de comer.
—Es bueno que aún lo sepas —dice Alexey—. Haremos una presentación formal la próxima semana donde invitaremos a todos los líderes, será algo tranquilo puesto que nuestras mujeres estarán allí.
—¿Conoceremos a la reina? Se rumora que Kira no ocupará ese lugar —pregunta Iván.
—¿Qué te hace creer que llevaré a mi mujer a una reunión con ustedes?
Mi mujer es como una diosa, alguien por la que todos pelearían para tener y si puedo evitar que estos hombres la conozcan o estén cerca de ella lo voy a hacer.
—Lo que acaba de decir Alexey, dijo nuestras, entonces supongo que tu mujer también estará allí, además es bueno que conozcan quien llevará los herederos de tu imperio.
—Miraremos si ella quiere asistir —dice Alexey antes de que yo pueda dar mi rotundo no.
Todos los hombres empiezan a abandonar el lugar hasta dejarme solo con mi hermano y Néstor.
—Sería bueno que ella estuviera allí.
—No voy a llevar a Elena a esa fiesta.
—Jasha, no puedes esconderla, ya todos saben que no estás con Kira.
—No quiero llevarla a un lugar lleno de asesinos.
—Vive con uno.
Me pongo de pie rápidamente, nunca le haría daño a mi mujer.
—La fiesta se hará en el Metropol Moscuw, estarán presente los hombres que había aquí y algunas otras personas del gobierno.
—Nos vemos mañana —me despido ignorando lo que acaba de decirme.
Voy a preguntarle a Elena si ella quiere estar en esa fiesta, si mi mujer duda en dar su respuesta de inmediato le diré que se quede en casa, no debe estar en un lugar donde no se sienta segura o no quiera estar.
Pasé toda la tarde en esta reunión y ahora lo único que quiero es llegar a mi casa, compartir con mi mujer y el niño para luego acostarme junto a Elena.
—Yo conduzco —le digo a Néstor —puedes ir en el otro auto con los chicos.
—¿Puedes llevarme? —pregunta mi hermano mientras me alcanza.
—No soy tu chofer, vete en el otro auto con Néstor.
—No.
Se sube en mi auto sin darle alguna autorización y es algo de lo que ya estoy acostumbrado, toda la vida ha hecho esto.
Todo el camino Alexey estuvo parloteando y diciendo porque es necesario que lleve a Elena conmigo a la fiesta —estuve a nada de abrir la puerta y lanzarlo hacia la calle, no me importaba que el auto estuviera en movimiento—, cuando ambos bajamos agradecí que mi ascensor no es el mismo que él debe tomar porque no quería aguantar otros minutos del mismo discurso.
Cuando entro a casa todo está oscuro exceptuando el comedor donde hay varias velas encendidas y dos puestos muy bien acomodados.
—¡Muñeca! —llamo a Elena mientras me quito la corbata.
—Estás aquí, por fin —me giro cuando la escucho hablar.
Debo espabilar varias veces para poder verla bien. Lleva puesto un camisón de seda rojo haciendo una perfecta combinación con su cabello que tiene recogido en una cola.
—¿El niño? —pregunto con toda la ilusión de que me diga que no está en casa, no voy a aguantar un día más y mucho menos viendo lo que lleva puesto.
—Se quedará hoy con Leticia.
—Dios, sí —mi sonrisa se amplía mientras camino a ella —te ves jodidamente caliente con esto.
Llevo una de mis manos debajo del camisón haciendo que mis dedos rocen sus bragas.
—Primero debemos cenar, preparé carne.
—Solo quiero tu carne —digo haciendo que ella sonría.
—¿Vas a comerme? —se ríe al preguntar.
—Sí, pero de la mejor manera posible, aunque podría decirte que voy a comerte el coño y luego follarte.
Trata de apartarse de mí, pero se lo impido. Me dejó en abstinencia por tres semanas —bueno, eso sería mucho más, ya que mucho antes de llegar a casa estaba en abstinencia—, acaricio sus mejillas y noto lo rojas que están.
—Al parecer a mi mujer le gusta cuando le hablo sucio, ¿quieres que te folle en la mesa?
—Jasha —me riñe, pero sus mejillas se tornan aún más rojas —debemos cenar antes de que la comida termine de enfriarse.
—No tengo hambre.
—Yo sí.
De un movimiento se aparta de mí y camina hacia el comedor donde me señala que me siente. Destapa los platos y el olor de la carne inunda el lugar haciéndome gemir. Realmente si tengo hambre, no he probado ni un bocado desde que me marche esta mañana.
—Al parecer no soy la única con hambre.
—Voy a devorar esto para obtener mi postre —señalo su entrepierna con mi tenedor, aunque puedo comerme el postre antes.
—Jasha.
—Muñeca.
—Solo come, tengo algo para ti cuando terminemos.
Levanta sus cejas de manera seductora y no puedo evitar que mi polla se endurezca más de lo que ya estaba, ¿tiene algo para mí? Espero que eso signifique que se acostara en nuestra cama y abrirá sus piernas para que yo me deleite con el sabor de su coño por un tiempo considerable.
—¿Cómo estuvo tu día?
—Bien, aunque mejoró en cuanto te vi —pone los ojos en blanco haciéndome reír—. Tuve una reunión con algunos hombres que quieren conocer a mi mujer.
—¿A mí?
—Que yo sepa solo tengo una mujer con la que he despertado las últimas tres semanas, aunque al parecer hizo un voto de castidad por mí.
—¿Por qué quieren conocerme?
—Porque eres mi reina y todos están hablando de la mujer con la que voy a casarme.
Se ahoga con su bebida, intento acercarme, pero ella me lo impide.
—¿Casarte? —pregunta en un susurro.
—Elena, vamos a casarnos y tener hijos, mínimo tres.
—¿Tres hijos? Creí que podíamos tener unos cuatro.
—Podemos tener todos los que desees, tenemos los suficiente para mantenerlos a todos, moya lyubov.
—Tres están bien para mí —dice antes de llevarse un pedazo de carne a la boca.
Puedo darle todos los bebés que ella quiera, no me importa cumplir cincuenta años y aun embarazar a mi mujer.
—¿Entonces cuándo me conocerán esos hombres?
—Es una fiesta, pero si no quieres estar allí no tendré ningún problema con dejar aquí —aseguro, si mi mujer no quiere ir no la voy a obligar—. Aunque ahora que ya terminamos nuestra cena debería comer mi postre, ¿no crees?
—¿Tú quieres que esté allí?
—Muñeca, quiero que estés en todos los lugares donde yo estoy.
—Entonces no tengo problema en acompañarte.
—Entonces no tendrás problema en montarte aquí —le señalo la mesa.
Considero que ya llevamos mucho tiempo hablando y mis bolas están doliendo de una manera en que ya no lo soporto. Quiero quitarle ese camisón y ver que lleva debajo.
—Vamos a nuestra habitación, quiero enseñarte algo.
Sostengo su mano y camino detrás de ella hasta que llegamos a nuestra habitación. Hay poca luz, pero lo suficiente como para ver una barra en la mitad de la habitación.
—¿Cómo llegó eso allí? —pregunto.
¿En qué momento trajo eso hasta aquí?
—Si no te gusta puedo quitarla, pero después de que veas esto.
Me siento en la cama quedando frente a donde se encuentra la barra, me desabotono la camisa y me la quito quedando únicamente con el pantalón. Veo como Elena se retira el camisón y mi mente se reduce a un solo pensamiento; levantarme y follarla hasta que esté satisfecho.
Tiene un sostén de color rojo al igual que sus bragas —todo diferente a ese camisón— sus bragas son jodidamente diminutas y eso me gusta, ya que hará mi trabajo más fácil.
—Voy a bailar para ti —menciona mientras la música empieza a escucharse de fondo—. No puedes tocarme hasta que te lo permita.
—No puedes pedirme eso, no puedo sentarme aquí y solo verte mover sin poder tocarte.
—Lo harás porque después podrás hacerme todo lo que has deseado estos últimos días.
—Muñeca.
Me ignora mientras se ubica en la barra y sus movimientos empiezan a ser delicados, roza sus manos por sus tetas dirigiéndola hasta su entrepierna, pero se detiene antes de que mis manos puedan tocar sus diminutas bragas.
—Tócate —pido, pero ella sigue ignorándome.
Se sube a la barra y separa sus piernas dejándome ver parte de su coño fuera de su diminuta braga.
Me levanto poniéndole fin a su baile, la sostengo y la arrastró hasta la cama, se ríe cuando me posiciono en medio de sus piernas.
—No me dejaste terminar —dice aun riendo—. Faltó la mejor parte.
—La mejor parte viene ahora.
Arranco la diminuta braga dejando una marca roja en su cuerpo, pero no me detengo a pensar en eso, quiero saciarme y recuperar las semanas que perdí y mi mujer me negó.
Llevo mi coba a su coño y ahogo un gemido cuando siento su sabor en mi boca —realmente me gusta esto— sus piernas tiemblan y me separo antes de que ella pueda acabar, no le dejaré todo tan fácil, así como ella me lo negó por tres semanas, yo se lo negaré por algún par de horas si es posible.
—Jasha, no me hagas esto —dice en un murmuro.
—¿Qué no quieres que hagas?
—¿Me estás castigando? —pregunta ignorando mi pregunta.
—No, muñeca, solo no quiero que termines tan rápido, debo aprovechar esta noche.
—Tenemos toda esta noche y el día de mañana.
Sí, puedo hacer todo lo que tengo en mente. Me quito los pantalones y le indico que se arrodille, cosa que ella hace de inmediato.
—¿Quieres? —acaricio mi verga y ella relame sus labios como una dulce codiciosa.
—Sí.
—¿Dónde la quieres?
—Donde tú quieras.
—Entonces abre la boca y traga.
Deslizo mi polla en su boca hasta que ella tose y luego me retiro por completo dándole unos segundos para que pueda respirar.
—Muñeca, nghm.
Intento retirarme, pero Elena succiona mi polla haciendo que mi orgasmo se anticipe.
—Entonces, ¿debo esperar a que te recuperes?
—No —digo más rápido de lo necesario.
Me acuesto en la cama y le indico que se monte.
—Follame en esta posición.
Gime cuando se sienta por completo haciendo que su coño se trague por completo mi polla.
—Sí —muerde su labio cuando sus movimientos empiezan a incrementar—. ¡Oh Dios, sí!
—¿Te gusta?
—Sí, Dios. Sí, sí.
El coño de Elena me exprime y siento que está a nada de tener su primer orgasmo de la noche, así que me retiro.
—No lo hagas, por favor no lo hagas —dice con la respiración entrecortada.
—¿Qué no quieres que haga?
Le sonrió mientras me introduzco de una estocada.
Llevo una de mis manos a su garganta y la dejo allí mientras la follo como lo he imaginado estas últimas semanas, me introduzco en el coño de mi mujer como si fuera mi medicamento para vivir hasta que su orgasmo me empapa y su coño me exprime.
—Muñeca.
Ralentizo mis estocadas mientras ella recupera su respiración.
—Jasha, mi ángel —susurra.
—Voy a follarte toda la noche y todo el día —aseguro.
La pongo boca abajo y elevo su trasero antes de volver a introducir mi polla en su coño.
—Toda la maldita noche voy a estar enterrado en tu coño, voy a recuperar todo el tiempo que me negaste.
Disfruten la lectura.
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